México atraviesa por una crisis en el ejercicio de la praxis de enfermería que no sólo tiene repercusiones en el sector público y privado; sus consecuencias afectan la esfera jurídica de miles de enfermeras y enfermeros en nuestro país. Esta situación pasa desapercibida por la sociedad y sólo la perciben quienes la padecen directamente, sin tomar en cuenta que es una problemática que nos afecta de manera silenciosa.
Para entender mejor la problemática es necesario preguntarnos: ¿qué sucede cuando un procedimiento sale mal en un hospital público en México? ¿Hasta dónde llega la responsabilidad del personal de enfermería? ¿Es correcto culpar a quienes trabajan bajo condiciones de saturación y con recursos limitados? En este artículo exploramos los dilemas que enfrentan enfermeras y enfermeros en la toma de decisiones cotidianas, así como las implicaciones legales de su trabajo.
Los egresados de las licenciaturas en enfermería atraviesan un proceso de aprendizaje que se basa en modelos ideales de atención, donde los recursos son los necesarios y las decisiones se toman sin presiones externas. Sin embargo, al incorporarse al sistema de salud descubren que la realidad dista mucho de esos estándares: hay saturación, los recursos son insuficientes y las jornadas son extenuantes; todo esto pone a prueba no sólo sus conocimientos y habilidades técnicas, sino también su resiliencia ética y emocional.
En la praxis de enfermería los dilemas éticos surgen cuando el personal debe elegir entre cumplir con los estándares profesionales o adaptarse a condiciones adversas. Las decisiones diarias van más allá de la técnica de un procedimiento de cuidado, lo que implica discernir entre lo que es ideal y lo que es posible, entre lo urgente y lo importante. Si bien la formación universitaria insiste en la importancia de seguir al pie de la letra cada protocolo, cada guía de práctica clínica o de procedimiento, la realidad en ocasiones impone límites.
¿Qué hacer si el personal es insuficiente para atender a todos los pacientes de manera adecuada? ¿Es justo dar de alta a un paciente prematuramente para liberar camas, aunque esto conlleve un riesgo? ¿Debe el profesional asumir toda la responsabilidad por los errores cuando éstos derivan del agotamiento y/o de la falta de recursos? Estos dilemas revelan una paradoja: se espera que los enfermeros actúen con excelencia bajo condiciones deficientes. Al final, la prioridad es brindar el mejor cuidado posible, pero no siempre se cuenta con los insumos ni el tiempo necesario para lograrlo. La ética del cuidado que pone a la persona en el centro de todo se ve comprometida por la realidad del sistema.
La fatiga laboral es uno de los mayores riesgos éticos en la enfermería. Jornadas largas, falta de personal y carga emocional constante pueden llevar al desgaste profesional (burnout). Esta situación no sólo afecta la salud del personal, sino también la calidad de la atención y aumenta la probabilidad o el riesgo de cometer errores.
¿Quién asume la responsabilidad si el error se comete tras doblar un turno extenuante por 16 horas? ¿Es ético exigir la misma calidad de atención en contextos con recursos limitados que en hospitales privados? Este tipo de dilemas evidencian cómo la falta de apoyo institucional pone al profesional de salud en una posición vulnerable en la que cada decisión es un riesgo moral y legal. Para entender esto de mejor manera, es importante saber que, en el caso del personal de enfermería, el dilema ético y legal radica en los factores siguientes:
Aunque estas faltas pueden ocurrir por fatiga, exceso de trabajo o falta de insumos, el sistema no siempre considera estas circunstancias como atenuantes, lo que deja al personal de salud expuesto a ser sancionado penalmente.
El Artículo 228 del Código Penal Federal señala que los profesionales de la salud que, por acción u omisión, causen un daño previsible pero no intencional pueden ser sancionados si incumplen los deberes de cuidado exigidos. Este marco legal contempla que los profesionales actúen con la máxima diligencia posible según sus competencias, pero ¿qué ocurre cuando no es posible seguir los protocolos debido a condiciones estructurales deficientes?
Un ejemplo de lo anterior es lo ocurrido el pasado 22 de octubre, durante la presentación del Lineamiento Técnico para la Prevención, Diagnóstico, Tratamiento, Control y Vigilancia Epidemiológica del Cáncer de Mama, cuando el subsecretario de Prevención y Promoción de la Secretaría de Salud, doctor Ramiro López Elizalde, con motivo del Día Mundial contra el Cáncer de Mama, ofreció una disculpa pública a las mujeres que lo padecen. Lo anterior es el reflejo de todas las dificultades y carencias del sistema de salud en México, ya que durante dicha presentación el funcionario reconoció que el sistema de salud pública no ha estado a la altura de las necesidades de estas pacientes, considerando los diagnósticos tardíos y tratamientos insuficientes que traen consecuencias significativas en la vida de las pacientes, así como de sus familiares.
Esta disculpa es un recordatorio contundente de que, en momentos críticos, no sólo los médicos, sino también el personal de enfermería se enfrenta a un sistema que limita su capacidad de ofrecer atención de calidad. “Sabemos que algunas han tenido que enfrentarse, no sólo a la enfermedad, sino también a largas esperas, diagnósticos tardíos, tratamientos insuficientes y, en ocasiones, a la indiferencia y a la falta de empatía”, aseguró el subsecretario en dicha actividad. La disculpa ofrecida no resulta suficiente para frenar las consecuencias de una mala atención y no resuelve el sufrimiento pasado ni tampoco es un paso hacia una mejora en el sistema, sólo queda explícito que aún queda mucho por hacer.
La Secretaría de Salud reporta que en México laboran alrededor de 338 353 profesionales de enfermería, tan sólo en el primer nivel de atención. Sin embargo, esta cifra es insuficiente para cubrir las necesidades del sistema de salud, que para 2023 cubría a una población de 123 millones de personas en México. Actualmente México cuenta con 2.8 enfermeras y enfermeros por cada mil habitantes, mientras que el promedio de la OCDE es de 9.2.
Lo anterior, visualiza cómo la falta de recursos y la saturación en los hospitales repercuten directamente en la calidad de los cuidados que las enfermeras pueden ofrecer, colocando su actuar en situaciones éticamente complejas, en las que deben decidir entre lo que es posible y lo que es realmente necesario. La Organización Mundial de la Salud menciona que el déficit de enfermeras y la falta de recursos pueden afectar negativamente la salud de las personas; además, está vinculada con el síndrome de burnout, la mortalidad intrahospitalaria, las infecciones, los errores en los cuidados brindados, los riesgos laborares y el ausentismo laborar, entre otros.
La praxis de enfermería en México no se entiende sin el reconocimiento del contexto donde se desarrolla: un sistema de salud saturado, con recursos insuficientes y exigencias que muchas veces superan las posibilidades reales del personal. Estas condiciones generan dilemas éticos profundos, en los que las enfermeras y los enfermeros deben decidir entre cumplir con los estándares ideales aprendidos en su formación o adaptarse a una realidad que los limita.
Las implicaciones legales y administrativas derivadas de esta situación subrayan la necesidad de replantear la distribución de responsabilidades, garantizando que los errores inevitables no recaigan únicamente en los profesionales. Desde una perspectiva ética, es indispensable que el sistema de salud priorice no sólo la atención al paciente, sino también el bienestar y las condiciones laborales del personal de enfermería. Sólo a través de reformas estructurales y un compromiso real con la mejora de la salud pública será posible equilibrar estas responsabilidades y ofrecer un cuidado digno tanto para los pacientes como para quienes los atienden.
* Adela Alba Leonel es doctora en Ciencias de la Salud y profesora de asignatura “A” de la Facultad de Medicina, profesora de carrera titular “A” de la Facultad de Enfermería y Obstetricia, y docente de pregrado y posgrado en ambas facultades. Ha realizado publicaciones nacionales e internacionales en revistas científicas y capítulos de libros. Su investigación se ha desarrollado en hipertensión arterial, Diabetes Mellitus, fármaco-epidemiología, automedicación, acupuntura, prescripción, COVID-19, enlace de turno, cuidado de la salud mental e inteligencia artificial en salud. Brandon Gerardo Montes Rodríguez es licenciado en Enfermería y Obstetricia, egresado de la Facultad de Enfermería y Obstetricia de la UNAM. Actualmente se desempeña como enfermero general clínico en el Instituto Mexicano del Seguro Social y colabora como profesor titular en la Escuela de Enfermería del Centro Médico Nacional Siglo XXI. Su experiencia combina la práctica clínica con la formación académica de nuevos profesionales en el ámbito de la salud. Vanessa Olvera Garibaldi es licenciada en Derecho por la Facultad de Estudios Superiores Aragón y egresada del Programa Único de Especializaciones en Derecho, con área de concentración en Derecho Penal, ambas de la UNAM. Actualmente, colabora como personal ministerial en la Fiscalía General de la República, en la integración y determinación de carpetas de investigación.
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Los rescatistas buscan a las víctimas del ciclón Chido en Mayotte, el territorio francés de ultramar en el océano Índico.
Los habitantes de la pequeña isla de Mayotte hablan de “escenas apocalípticas” provocadas por la peor tormenta que ha azotado este territorio francés del océano Índico en los últimos 90 años.
El ciclón Chido trajo vientos de más de 225 km/h, arrasando zonas donde los más pobres vivían en chabolas con tejados de chapa.
“Llevamos tres días sin agua”, afirmó Mamoudzou, un residente de la capital. “Algunos de mis vecinos tienen hambre y sed”, añadió otro.
Los equipos de rescate, incluidos los refuerzos de Francia, están buscando supervivientes debajo de los escombros. Se ha confirmado la muerte de 14 personas, pero el prefecto local dijo que podrían ser miles.
Las autoridades afirmaron tener dificultades para establecer el número de muertos debido al gran número de inmigrantes indocumentados -más de 100.000- en una población de 320.000 habitantes.
Los daños generalizados en las infraestructuras, con tendidos eléctricos caídos y carreteras intransitables, están dificultando gravemente las operaciones de emergencia.
Ha llegado un primer vuelo con suministros y lonas para los refugios de emergencia, pero en algunas zonas hay una grave escasez de alimentos, agua y refugio.
John Balloz, residente en Mamoudzou, se mostró sorprendido de no haber muerto al paso del ciclón.
“Gritaba porque veía que se me acercaba el final”, relató.
“Todo está destrozado, casi todo, la planta de tratamiento de agua, las torres eléctricas, hay mucho que hacer.
“No hay mucho que la gente pueda hacer, la gente está quieta, no se ha movido, está esperando ayuda, ayuda para comer, para que vuelva la electricidad, y el agua también, no hay agua corriente”.
Mohamed Ishmael, que también vive en la capital, declaró a la agencia de noticias Reuters que la situación allí era “una tragedia”: “Te sientes como si estuvieses en las secuelas de una guerra nuclear… He visto desaparecer un barrio entero“.
“Es el hambre lo que más me preocupa”, declaró a los medios franceses el senador por Mayotte Salama Ramia. “Hay gente que no ha comido ni bebido nada” desde el sábado, aseguró.
François-Xavier Bieuville, prefecto de la isla, declaró a los medios de comunicación locales que el número de muertos podría aumentar considerablemente una vez evaluados los daños. Advirtió de que “sin duda serían varios cientos” y podrían llegar a miles.
Se cree que las comunidades empobrecidas de Mayotte, entre las que se encuentran los inmigrantes indocumentados que han viajado al territorio francés para solicitar asilo, se han visto especialmente afectadas debido a la vulnerabilidad de sus viviendas.
La tradición musulmana de enterrar a los muertos en un plazo de 24 horas también dificultó la documentación del número de fallecidos, según el prefecto.
Además de la asistencia humanitaria, han llegado 110 soldados franceses para ayudar en las tareas de rescate, y otros 160 están en camino.
Tras llegar a Mayotte, el Ministro del Interior francés, Bruno Retailleau, declaró que se necesitarían “días y días” para determinar las pérdidas humanas.
La operación de socorro se coordina desde Reunión, otro territorio francés de ultramar.
El portavoz de la Cruz Roja francesa, Eric Sam Vah, declaró a la BBC que la situación era “caótica”.
Dijo que sólo habían podido contactar con 20 de los 200 voluntarios de la Cruz Roja en Mayotte y se hizo eco de los temores sobre el número total de muertos.
“La totalidad de las zonas de chabolas han quedado completamente destruidas, no hemos recibido ningún informe de personas desplazadas, así que la realidad podría ser terrible en los próximos días”, declaró Vah al programa Today de Radio 4 de la BBC.
Francia colonizó Mayotte en 1841 y, a finales del siglo XX, añadió a sus territorios de ultramar las tres islas principales que constituyen el archipiélago de las Comoras.
Las Comoras votaron a favor de la independencia en 1974, pero Mayotte decidió seguir perteneciendo a Francia.
La población de la isla depende en gran medida de la ayuda financiera francesa y lleva mucho tiempo luchando contra la pobreza, el desempleo y la inestabilidad política.
Alrededor del 75% de la población vive por debajo del umbral nacional de pobreza y uno de cada tres habitantes está desempleado.
El ciclón Chido también tocó tierra en Mozambique, donde provocó inundaciones repentinas, arrancó árboles y destruyó edificios a unos 40 km al sur de la ciudad septentrional de Pemba. Se han registrado tres muertes.
El ciclón causó daños estructurales y cortes de electricidad en las provincias costeras septentrionales de Nampula y Cabo Delgado el sábado por la mañana, según informaron las autoridades locales.
Guy Taylor, portavoz de Unicef en Mozambique afirmó que “el ciclón nos ha golpeado muy fuerte esta madrugada”.
“Muchas casas han quedado destruidas o gravemente dañadas, y los centros sanitarios y las escuelas están fuera de servicio”, añadió.
Taylor dijo que Unicef estaba preocupada por “la pérdida de acceso a servicios críticos”, como tratamiento médico, agua potable y saneamiento, y también por “la propagación de enfermedades como el cólera y la malaria”.
Chido es la última tormenta mortal cuya intensidad muchos atribuyen al cambio climático.
El meteorólogo François Gourand, del servicio meteorológico Meteo France, explicó a la AFP que este ciclón “excepcional” se ha visto sobrealimentado por unas aguas del océano Índico especialmente cálidas.
La tormenta ha sido degradada a “depresión” y está previsto que atraviese el sur de Malawi, luego la provincia mozambiqueña de Tete, antes de dirigirse hacia Zimbabue durante la noche del martes.
Según Sarah Keith-Lucas, del Centro Meteorológico de la BBC, aunque los vientos se hayan debilitado, podrían caer entre 150 y 300 mm de lluvia a finales del martes.
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