Una vida examinada: reflexiones bioéticas
Una vida examinada: reflexiones bioéticas
El Programa Universitario de Bioética (UNAM) desarrolla investigaciones interdisciplinarias, docencia y difusión que promuevan la... Continuar Leyendo
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La estética de la vida

Concebir la vida nos lleva a sentir la vida. Sentir la vida nos cambia la concepción de la vida. Nos relacionamos diferente con aquellos que pensamos y sentimos como vivos que con aquello que definimos como no vivo y, por tanto, no sentimos.
12 de junio, 2024
Por: María del Carmen Valle Lira

La apreciación estética apropiada de la naturaleza debe encarnar una capacidad moral para reconocer y respetar la naturaleza como si tuviera su propia realidad aparte de nuestra presencia, con su propia historia que contar.

El contacto estético caracteriza no sólo una experiencia estética, sino también, y quizás más importante, el modo auténtico de estar en el mundo. Es decir, el yo no es un centro aislado del mundo similar a una mónada, sino que existe y se define sólo en su interacción con los demás.

Yuriko Saito

En el colegio nos enseñan a diferenciar entre lo vivo y lo no vivo. Una planta, un perro y un pez están vivos; una roca, el agua y la tierra no están vivos. También podemos discernir entre algo que antes estaba vivo y ahora ya no, como la madera o un hueso. Se nos enseña esto porque es lo que está “científicamente comprobado” desde un paradigma moderno colonial en el que pensar distinto pertenece al absurdo, al mito, a la fantasía; es una falta a la verdad.

Sin embargo, las intuiciones a veces difieren, así como las historias y las cosmogonías de pueblos originarios que nos hablan de otra realidad. En estas narrativas todo está vivo: hay espíritus en los ríos y en las montañas; hay protectores de todos ellos; hay vida por todos lados.

Encontramos una contradicción entre estas dos perspectivas, pero más que eso, hay una discordancia en cuanto a qué estamos considerando como conocimiento válido, qué estamos aceptando como verdad, pero también en cómo estamos sintiendo al mundo.

Aunque la razón es importante para entendernos a nosotras mismas y a la realidad circundante, la experimentación de esto la hacemos a través de los sentidos de nuestro cuerpo y la empatía. La estética es el estudio de la percepción sensorial; a través de estos estudios nos damos cuenta de que somos seres sensoriales, sensibles, sintientes y empáticos; somos todo esto desde que nacemos, incluso antes de ser racionales. En las infancias no tenemos problemas para sentir la vida en todos lados, en todos los cuerpos; sin embargo, al educarnos nos dicen que el mundo no es así, que debemos diferenciar entre seres vivos y cosas no vivas. Así que dejamos de sentir la vida, ahí, donde nos dicen que no la hay.

Afortunadamente ese no es el final de la historia, porque muchas personas pensamos que la vida va más allá de esos confines. Filósofos como Aldo Leopold, o James Lovelock han retomado estas concepciones del planeta entero como un ser vivo. Más aún, las narrativas milenarias y sus conocimientos se encuentran presentes aún en muchas poblaciones que se siguen relacionando con el mundo como una entidad viva en todos sus elementos.

¿Cómo definimos la vida? Ésta es una pregunta sin respuesta; aunque la ciencia ha tratado de responderla con un éxito parcial, aún quedan dudas. ¿Un virus o un prion son seres vivos? ¿Cuándo inicia la vida? ¿Cuándo termina? Grosso modo podemos pensar que los seres vivos están compuestos por células, pero más allá de eso, estas células están vivas porque intercambian materia y energía; están en constante movimiento e interrelación con otras formas de vida; cambian a lo largo del tiempo y responden a cambios en el ambiente. Pero si pensamos en un río, un bosque o en el mismo suelo, no se trata sólo de elementos inertes. Al igual que en nuestro cuerpo, el agua y los minerales son parte de un sistema complejo donde hay intercambio de materia y energía; están en constante movimiento e interrelación con una multitud de seres vivos; cambian a lo largo del tiempo y responden a cambios en el ambiente.

Concebir la vida nos lleva a sentir la vida. Sentir la vida nos cambia la concepción de la vida. Nos relacionamos de diferente manera con aquellos que pensamos y sentimos como vivos que con aquello que definimos como no vivo y, por tanto, no sentimos. Pienso en la interacción con un instrumento musical, por ejemplo, uno hecho de madera. Esa madera está compuesta por células vegetales que se supone ya no están vivas. Sin embargo, no todas las maderas suenan igual, los instrumentos cambian con el tiempo, responden al ambiente en que se encuentran, a la manera en que los tocamos y cuidamos. Esos instrumentos se convierten en extensiones de nuestros cuerpos, cobran vida y resuenan. Incluso se dice que los instrumentos musicales “se abren” con el tiempo y con la interacción con otros y el ambiente. Pareciera que los seres humanos hacemos lo contrario: nos cerramos y dejamos de sentir cuando nos enseñan a “pensar”. Nos separamos del mundo, lo cosificamos y dejamos de sentirlo. Nos cerramos al mundo.

¿Qué pasaría si viviéramos nuestro día a día como una constante interacción con un instrumento musical? Entendiendo y sintiendo el mundo alrededor no sólo como vivo, sino como entidades cercanas que nos responden y resuenan. Si percibiéramos la vida en los ríos, bosques y montañas, quizá tendríamos mayor inclinación por su cuidado. Si extendiéramos nuestro yo más allá del cuerpo para conectarnos con otros cuerpos, con otras vidas, otros saberes, otros sentires y otros mundos. Abrirnos a ellos sin prejuicios ni agendas, sino aceptando que tienen sus propios términos, sus propias dimensiones e historias.

“Escuchar la naturaleza como naturaleza implica reconocer su propia realidad aparte de nosotros. Incluye estar consciente de que un objeto natural tiene su propia historia y función únicas, independientemente del significado histórico/cultural/literario otorgado por la humanidad, así como de sus características perceptuales específicas. Por lo tanto, apreciar la naturaleza en sus propios términos debe basarse en escuchar una historia que la naturaleza cuenta de sí misma a través de todas sus características perceptuales, es decir, una historia sobre su origen, composición, función y funcionamiento, independientemente de la presencia o participación humana. Además, al no imponer nuestra agenda, ya sea un marco pictórico o hechos históricos/culturales/literarios asociados, nos volvemos sensibles y abiertos a los diversos modos de discurso que adopta la naturaleza. La naturaleza, experimentada de esta manera, nunca está muda y sin una historia propia que contar, incluso si está desprovista de magnificencia pictórica o asociaciones humanas”. 1

Sentir un mundo vivo con múltiples voces, historias y realidades implica descentralizar nuestro pensamiento racional y usarlo como una herramienta más, pero sin dejar que ciegue nuestros ojos ni ensordezca los oídos ni entumezca nuestra lengua ni manos. Pensar, pero también sentir. Pensar en lo que siento y sentir lo que pienso. Pensar la vida, pero, sobre todo, sentirla.

* María del Carmen Valle Lira es médica veterinaria zootecnista y maestra en Ciencias por la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, y doctora en Bioética por la Facultad de Medicina, ambas de la UNAM; diplomada en Bioética por el PUB y certificada como docente de Bioética por la UNESCO. Su trabajo se ha enfocado, por más de veinte años, en el cuidado y conservación de los animales silvestres, en zoológicos, en vida libre y en la atención clínica de animales de compañía no convencionales. Actualmente realiza una estancia postdoctoral en el Programa Universitario de Bioética de la UNAM.

Las opiniones publicadas en este blog son responsabilidad exclusiva de sus autores. No expresan una opinión de consenso de los seminarios ni tampoco una posición institucional del PUB-UNAM. Todo comentario, réplica o crítica es bienvenido.

 

1 Saito, “Appreciating Nature on Its Own Terms”, 141.

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Imagen BBC
Muere la atleta olímpica Rebecca Cheptegei días después de ser quemada por su expareja
3 minutos de lectura

Cheptegei es la tercera atleta mujer que muere en Kenia a manos de una pareja o expareja desde octubre de 2021.

05 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
0

La atleta olímpica Rebecca Cheptegei falleció en Kenia días después de que un exnovio la rociara con gasolina y le prendiera fuego.

La maratonista ugandesa de 33 años, que compitió en los recientes Juegos Olímpicos de París, sufrió graves quemaduras tras el ataque del domingo.

Las autoridades del noroeste de Kenia, donde Cheptegei vivía y entrenaba, dijeron que la joven fue atacada luego de ir a la iglesia y regresar a casa.

La atleta y su expareja habían estado discutiendo por un terreno, según un funcionario local.

La policía afirmó que se está llevando a cabo una investigación.

En Kenia existe preocupación por los crecientes casos de violencia contra atletas mujeres en el país.

Cheptegei es la tercera deportista que muere desde octubre de 2021.

En declaraciones a los periodistas fuera del hospital donde la atleta fue atendida, su padre, Joseph Cheptegei, dijo que había perdido a una hija que lo “apoyaba mucho” y pidió al gobierno de Kenia que garantice que se haga justicia.

El Dr. Owen Menach, director del Hospital Universitario Moi en la ciudad de Eldoret, señaló a los medios locales que la atleta había muerto después de que todos sus órganos fallaran.

“Nos entristece profundamente anunciar el fallecimiento de nuestra atleta, Rebecca Cheptegei, esta mañana temprano, quien trágicamente fue víctima de violencia doméstica. Como federación, condenamos tales actos y pedimos justicia. Que su alma descanse en paz”, dijo la federación de atletismo de Uganda en una publicación en X.

Rebecca Chepteguei compitiendo en el Mundial de Atletismo en 2023
Getty Images
Cheptegei es la tercera deportista que muere en Kenia desde octubre de 2021.

El exnovio de Cheptegei también fue hospitalizado, pero con quemaduras menos graves. Todavía se encuentra en cuidados intensivos, pero su estado “mejora y es estable”, dijo el Dr. Menach.

“Se escuchó a la pareja discutiendo afuera de su casa. Durante el altercado, se vio al novio vertiendo un líquido sobre la mujer antes de quemarla”, afirmó el jefe de la policía local, Jeremiah ole Kosiom, según medios locales.

Cheptegei, quien era oriunda de una región justo al otro lado de la frontera con Uganda, había comprado un terreno en el condado de Trans Nzoia en Kenia donde construyó una casa para estar cerca de los numerosos centros de entrenamiento deportivo de ese país, según informes.

“Este fue un acto cobarde y sin sentido que llevó a la pérdida de una gran atleta. Su legado seguirá perdurando”, dijo el jefe del Comité Olímpico de Uganda, Donald Rukare, en X.

En declaraciones a los periodistas, el padre de la deportista dijo que rezaba “por justicia para mi hija”, añadiendo que nunca había visto un acto tan inhumano en su vida.

Cheptegei finalizó en el puesto 44 en la maratón de los recientes Juegos Olímpicos de París.

También ganó el oro en el Campeonato Mundial de Carrera de Montaña y Trail en Chiang Mai, Tailandia, en 2022.

Su muerte se produce después de los asesinatos de sus compañeras atletas de África Oriental Agnes Tirop en 2021 y Damaris Mutua el año siguiente, cuyas parejas fueron identificadas como los principales sospechosos en ambos casos por las autoridades.

El marido de Tirop se enfrenta enfrenta actualmente en la justicia acusaciones de asesinato que él niega, mientras continúa la búsqueda del novio de Mutua.

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BBC

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