Una vida examinada: reflexiones bioéticas
Una vida examinada: reflexiones bioéticas
El Programa Universitario de Bioética (UNAM) desarrolla investigaciones interdisciplinarias, docencia y difusión que promuevan la... Continuar Leyendo
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¿Comer insectos?

Comer insectos está ganando popularidad ante los altos beneficios nutricionales, ya que proporcionan proteínas y nutrientes de alta calidad, pero su consumo desmedido podría causar nuevamente problemas económicos, éticos y biológicos.
18 de diciembre, 2024
Por: Blanca Rocío Muciño Ramírez y Jaqueline Nava Trejo

Aunque el vocablo alimentación podría resumirse en la trituración mecánica de la comida, la cual transita desde el esófago hasta el estómago, representa una de las acciones básicas para conservar la vida, ya que implica la asimilación de los nutrimientos en el organismo.

En la actualidad los insectos están ganando popularidad como una alternativa alimenticia. Sus beneficios nutricionales son muy altos, ya que proporcionan proteínas y nutrientes de alta calidad, son ricos en fibra y en micronutrientes como cobre, hierro, magnesio, fósforo y manganeso, pero su consumo desmedido podría causar nuevamente problemas económicos, éticos y biológicos.

A diferencia de otros sitios (desde enero de 2018, en algunos países de Europa regularon la producción), en México no existe una legislación precisa para ello. Distintas instituciones y personalidades han hecho énfasis en la situación: el doctor Carlos Valdivia, investigador del Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño de Jalisco, señala que existen lagunas dentro de las normativas en la entomofagia, además del reto de legislar entre tanta variedad. La Sociedad Mexicana de Entomología indica que “es necesaria la protección de la biodiversidad insectil, protegiendo las especies en contra de una excesiva depredación, sería deseable la elaboración de un manual de aprendizaje y capacitación acerca de cómo explotarlos y conservarlos”. Además, ha invitado a “vigilar el cuidado de las especies para mantener la biodiversidad existente, tanto desde el punto de vista biológico y ecológico, como el de los beneficios que brindan”.

Existe un declive en la biodiversidad de insectos no sólo por el modelo de producción, sino por el consumo actual, por la agricultura, la expansión urbanística y de infraestructuras, los biocidas y la deforestación que destruye sus hábitats.

Junto con el incremento de la demanda de insectos, aumentaron su precio, lo que en muchos casos ocasiona que recolectores y vendedores se inserten en el mercado a pesar de no estar calificados. La explotación ordinaria de insectos suele no respetar el adecuado manejo y conservación de las especies, lo que ha llevado a que muchas se encuentren en peligro de extinción. Un ejemplo son los gusanos de maguey y los escamoles. Al sumar la ferocidad del mercado que paga ínfimas cantidades y revende hasta en sextuplicado a favor de restauranteros o industriales, el negocio se convirtió en un verdadero conflicto.

En algunas partes de México los insectos se han convertido en platillos gourmet, cautivando no sólo al consumo nacional, sino que también atrae el turismo. La variedad de platillos es tan grande (desde cheesecake de hormiga chicatana hasta escamoles a la mantequilla) que despierta el interés en los visitantes. La chef Beverly Ramos Rostro en “Recetas con Insectos” señala: “son excelentes opciones para tener u ofrecer en nuestros restaurantes para el comensal local e internacional, ya que sabores diferentes atraen al turista gastronómico”. Pero incluirlos como platillos gourmet tampoco beneficia a esas especies, se ponen de moda y favorecen su explotación y mala recolección.

Pese a que no hay una regulación para el consumo seguro de insectos en México, sí hay normas alimentarias como la NOM-251 que guía la producción de polvos y harinas de insectos comestibles.

Mucho se ha discutido sobre esfuerzos para crear y controlar, de mejor manera, granjas de producción de insectos. Tomando en cuenta la demanda, han sido pocas las instituciones que han fusionado los métodos tradicionales con los normativos. Desde 2010 hasta 2020, se tiene registro sólo de 133 compañías (especialmente en Europa, Asia y América del Norte) que comercializan el producto para consumo humano. Realmente el mercado se ha diversificado: los insectos se venden enteros, deshidratados, molidos o en harinas, y son vendidos para humanos y para animales no humanos, porque dichos animales se aprovechan en todas sus etapas de crecimiento (huevos, larvas, pupas y adultos). Asimismo, la cría de insectos emite menos gases de efecto invernadero que las demás fuentes de proteína animal y requiere menos agua que la cría de ganado. Para producir un kilogramo de proteína de res se requieren 112 000 litros de agua, a diferencia del grillo doméstico común que requiere sólo 21 133 litros de agua por kilogramo de proteína producida.

Resulta importante señalar investigaciones como la realizada por el doctor Alejandro Córdoba Aguilar, las cuales refieren que, especialmente en los últimos 40 años, los insectos están desapareciendo, y aunque las causas son diversas y se siguen estudiando, es preciso protegerlos. No sólo porque los hemos ido colocando en situaciones que los llevan a la extinción, sino porque tienen un papel importante en el desarrollo de los ecosistemas, ya que en muchas ocasiones ayudan al control de plagas, a la descomposición de materia, al traslado de energía en la cadena alimenticia y en la obtención de medicamentos.

Con el objetivo de continuar con la conservación de los ecosistemas y el mejoramiento de la vida de los insectos, la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) de la Ciudad de México creó hoteles para insectos, que sirven como refugio para éstos y los conservan, pues también sirven como nidos. Pero incluso con estos incipientes esfuerzos, no se observan programas de conservación tan ambiciosos como los que existen para otros grupos taxonómicos, como mamíferos o aves.

Además de que se requiere una legislación para el comercio, es fundamental capacitar a quienes los explotan y recolectan para fomentar su conservación, y su uso controlado. Cuando se cumplan estos objetivos los insectos podrán disfrutar de grandes beneficios.

Ante la creciente demanda de alimentos a nivel mundial (para 2030 la comida tendrá que alcanzar para más de 9 000 millones de personas) se debe avanzar con precaución para no cometer los mismos errores que en el pasado. La explotación de recursos no se debe convertir en prácticas de depredación, ya que los recursos son finitos. Es momento de centrar nuestro consumo en las proteínas de origen vegetal que, aunque suelen percibirse como incompletas (por contener menor cantidad de algunos de los aminoácidos limitantes), no lo son, ya que es posible obtener todos los nutrientes de la combinación de fuentes vegetales.

Es imprescindible la protección de la biodiversidad insectil; resguardar el medio ambiente, a los insectos y, sobre todo, establecer leyes y manuales sobre la correcta conservación. Sin insectos tendríamos consecuencias negativas en la conservación de otras especies, en la biodiversidad y en el bienestar del planeta.

* Blanca Rocío Muciño Ramírez es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, y maestra en Diseño y Producción Editorial por la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco, donde obtuvo la Medalla al Mérito Universitario. Ha actualizado sus conocimientos con cinco diplomados y más de 150 cursos de Bioética, trabajo editorial y comunicación. Actualmente se desempeña como secretaria técnica y responsable de edición y gestión de publicaciones en el Programa Universitario de Bioética (PUB). Jaqueline Nava Trejo es comunicóloga con especialidad en Periodismo de la FCPyS, y pasante del Servicio Social en el PUB.

Las opiniones publicadas en este blog son responsabilidad exclusiva de sus autores. No expresan una opinión de consenso de los seminarios ni tampoco una posición institucional del PUB-UNAM. Todo comentario, réplica o crítica es bienvenido.

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Imagen BBC
Método Miyawaki: La forma en la que con pequeños bosques se está recuperando la biodiversidad
8 minutos de lectura

El método desarrollado por el botánico japonés apunta a la creación de bosques ya sea en zonas urbanas o degradadas, privilegiando el uso de especies nativas y con la participación de la comunidad. Y es un éxito

13 de diciembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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“Chinju-no-mori”.

La expresión describe a los bosques sagrados cercanos a los templos japoneses y se podría decir que fue una de las inspiraciones de la carrera del aclamado botánico Akira Miyawaki (1928-2021).

El doctor en Ciencias, nacido en una zona montañosa en Okayama, en el oeste de Japón, se convirtió en una eminencia de la ecología, un mundo que lo apasionó hasta su último día de vida, al desarrollar un sistema que ha dado la vuelta al mundo y ha contribuido en la recuperación de la biodiversidad en distintas latitudes: el Método Miyawaki.

El biólogo japonés dedicó su vida a estudiar la vegetación de Japón -publicando los 10 volúmenes de Vegetation of Japan, a la vez que desarrolló herramientas que revolucionarían la práctica de la forestación a nivel mundial.

En BBC Mundo te contamos quién fue este personaje, de qué se trata su método y cómo sigue inspirando a nivel global la lucha por la protección de la biodiversidad y el medio ambiente.

La filosofía Miyawaki

No deseo nada más que crear el bosque de la vida, la base para la supervivencia de todas las formas de vida de la Tierra y la clave para el desarrollo humano, con los ciudadanos de Japón, el resto de Asia y todo el mundo. Me gustaría hacer realidad este sueño. Plantemos árboles juntos, desde debajo de nuestros pies, hacia el mundo”.

Las palabras las escribió el botánico en 2006. Por esos días recibía el Blue Planet Prize, galardón de reconocimiento internacional que destaca las contribuciones excepcionales a la protección del medio ambiente a nivel global.

En ese momento Miyawaki ya tenía 78 años y había plantado 30 millones de árboles y realizado trabajo científico en bosques y ciudades de 38 países alrededor del mundo.

Muchos años antes, había llegado a la ecología por accidente.

“Dejé la escuela primaria a finales de los años treinta, en medio de una guerra desastrosa. Mis hermanos se fueron a la guerra y mi padre decidió que yo, el menor de los cuatro, me hiciera cargo de la granja familiar. Sin embargo, quizás porque pensó que yo no estaría a la altura de las duras tareas agrícolas, ya que era un tipo más bien débil y perezoso, me envió a la Escuela Superior de Agricultura y Silvicultura de Niimi”, relató en un ensayo al recibir el premio.

Bosque de bolsillo Miyawaki
EPA
El mecanismo tiene un impacto relevante en zonas urbanas y degradadas.

Los estudios académicos se volvieron más interesantes para él cuando entró a la escuela secundaria de agricultura, y cuando, poco después de los bombardeos sobre la capital nipona durante la Segunda Guerra Mundial, dio el examen para estudiar en la Escuela Superior de Agricultura y Silvicultura de Tokio.

Luego ingresaría a la Universidad de Hiroshima para estudiar biología. Ahí fue donde le surgió un interés extraño para el campo de estudio: las malezas.

La rama interesaba a pocos. “Las malas hierbas están en la frontera de la ciencia y la agricultura”, le dijo su profesor,Yoshio Horikawa, cuando Miyawaki decidió hacer su tesis en el estudio de esa vegetación.

Pero al botánico no le importó y dedicó gran parte de los inicios de su carrera a investigarlas.

Irónicamente el estudio de las malezas fue lo que lo llevaría a entender la ecología como la entendió y a, luego, desarrollar su revolucionario sistema de restauración de bosques nativos en áreas degradadas; sus investigaciones llamaron la atención de Reinhold Tüxen, entonces director del Instituto Federal de Cartografía de la Vegetación de Alemania.

Con apoyo financiero del gobierno germánico y otras organizaciones, entre 1956 y 1958, el japonés pudo profundizar sus conocimientos y elaborar lo que luego se transformaría en el Método Miyawaki.

Su método

Con la investigación que inició bajo el alero de Tüxen en Alemania, y ya de vuelta en Japón, Miyawaki logró demostrar que mediante la plantación densa de vegetación endémica era posible restaurar la biodiversidad de los ecosistemas diez veces más rápido que con métodos tradicionales.

La base del Método Miyawaki está en el concepto de vegetación natural potencial. En simple, se trata de una proyección -con las condiciones climáticas y ecológicas del momento de la medición- de las especies nativas que podrían proliferar en una zona específica si no hubiese intervención humana.

El método desarrollado por el botánico japonés, apunta a la creación de bosques ya sea en zonas urbanas o degradadas, privilegiando el uso de estas especies nativas, las que -en conjunto- crean comunidades forestales diversas que permiten recuperar o reforzar su biodiversidad.

La rápidez con la que crecen estas especies y su resiliencia, además, permiten disminuir las temperaturas de sus entornos y captar gases de efecto invernadero, desempeñando un papel fundamental en la mitigación de la crisis climática actual.

El método Miyawaki implementado en zonas de Reino Unido
Getty Images
El método Miyawaki implementado en zonas de Reino Unido.

Para llegar a esa conclusión, Miyawaki recopiló por años datos sobre las especies endémicas de Japón, generando mapas de la vegetación existente en ese momento y también de la potencial.

Ese mapeo sigue siendo útil como modelo de restauración de hábitats degradados en todo el mundo.

El Método Miyawaki ha llegado a distintas latitudes, con varias experiencias exitosas, en Asia, Europa, Estados Unidos y América Latina.

Bosques Miyawaki, en Chile, ha buscado democratizar el método y explica así sus pasos: 1. Conocer la estructura del suelo y determinar la biomasa; 2. Seleccionar árboles nativos para la plantación; 3. Diseñar el bosque; 4. Preparación del área que se va a plantar; 5. Plantar los árboles seleccionados y 6. Cuidar el bosque por al menos dos años.

Una de las cuestiones más relevantes para Miyawaki, y que también promueven sus seguidores alrededor del mundo, es el rol de las comunidades en el proceso de plantación y cuidado de los bosques.

La vuelta al mundo

Uno de los primeros proyectos de Miyawaki se lo encargó la Nippon Steel Corporation.

La empresa metalúrgica buscaba reforestar los alrededores de una de sus plantas en Oita y le confió la misión. El resultado fue sorprendente y cimentó las bases para que la compañía siguiera financiando proyectos similares alrededor de Japón.

Una de las críticas que se le hizo en su época al botánico justamente apuntaba a su colaboración con grandes multinacionales, las que a fines del siglo pasado buscaban amilanar el impacto que estaba teniendo en su imagen pública el daño al medio ambiente asociado a sus operaciones.

Pero Miyawaki siempre dijo que sus colaboraciones sólo fueron con aquellos que estaban realmente comprometidos con la recuperación de la biodiversidad.

“Siempre he respondido que no ayudaría plantando vegetación como una forma temporal de camuflaje”, dijo en 2006, al momento de recibir el Blue Planet Prize, ocasión en la que también recordó sus contribuciones con Mitsubishi.

Bosque Miyawaki en India
Getty Images
Un bosque plantado con el Método Miyawaki en India.

Con todo, su legado trascendió los cuestionamientos y las fronteras. Los bosques Miyawaki han proliferado en diversos continentes.

Él mismo inició proyectos en Malasia, Tailandia, China y el Amazonas brasileño entre los 90 y los 2000. Miyawaki formó a miles de personas durante su vida y esos botánicos formaron a otros.

En Europa, Italia fue uno de los primeros países en que se probó el mecanismo Miyawaki en el clima mediterráneo y tuvo buenos resultados. En otros países de esa región, como Bélgica, también se han plantado los denominados bosques de bolsillo en zonas urbanas.

El proyecto denominado “bosques pequeños”, basado en el mecanismo del botánico japonés, también fue adoptado en varias zonas del Reino Unido en los últimos años.

En América Latina; México, Brasil y Chile, entre otros, han tomado la herencia del científico para incentivar la biodiversidad en zonas urbanas o recuperarlas en zonas degradadas.

Las experiencias de Brasil, Chile y México

El Método Miyawaki fue implementado en Brasil en los 90 por el propio botánico, quien estudió por más de un año la Amazonía de ese país.

En uno de los proyectos, relató en 2006, plantó junto a decenas de voluntarios más de 20 especies de árboles altos en la zona.

El método se ha seguido utilizando en Brasil para regenerar fragmentos como la Mata Atlántica, hoy altamente degradada.

La semilla que plantó el botánico también ha llegado a Chile, país donde desde hace años se viene utilizando este método en zonas urbanas y rurales para recuperar biodiversidad.

En la capital del país, Santiago, la Gobernación Metropolitana está impulsando una licitación para implementar 33 bosques de bolsillo, con la herencia Miyawaki, en distintas comunas.

Asimismo, mediante el Programa Brotar, en diciembre de 2023, se plantaron 600 especies en 150 metros cuadrados, bajo el método del botánico japonés en los jardines de la Universidad de Santiago de Chile.

México no ha sido la excepción. El proyecto de mini bosques urbanos también se ha desarrollado en su capital, además de otras experiencias en Talplan, Xochimilco, Monterrey y Puebla.

El método también se ha aplicado a nivel de escuelas para concientizar a los niños sobre la crisis climática y la importancia que tiene para el futuro del planeta algo tan simple como plantar árboles.

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BBC

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