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Una vida examinada: reflexiones bioéticas
Una vida examinada: reflexiones bioéticas
El Programa Universitario de Bioética (UNAM) desarrolla investigaciones interdisciplinarias, docencia y difusión que promuevan la... Continuar Leyendo
8 minutos de lectura

Por una autonomía relacional en la Bioética

Las perspectivas bioéticas apuestan por decisiones mayoritariamente individuales, pero poco se habla de la urgente necesidad de integrar decisiones basadas en la inteligencia colectiva o en la autonomía relacional. En algunas circunstancias, la colaboración inteligente es mejor que la soledad individual.
29 de enero, 2025
Por: Eduardo Farías Trujillo

La bioética, que algunos consideran una disciplina académica y otros una cosmovisión, es un área híbrida que contribuye al diálogo creativo inter, multi y transdisciplinar entre las ciencias de la vida y los valores morales, con perspectiva de género, con la finalidad de crear, articular y ofrecer respuestas y, en la medida de lo posible, soluciones a los problemas planteados por la investigación y la intervención sobre la vida, el medio ambiente y el planeta. 1 A partir de esta definición, se puede deducir que el punto nodal de la bioética es el diálogo creativo.

La necesidad de establecer dicho diálogo entre las ciencias de la vida y los valores morales tiene casi 100 años de antigüedad. En 1927, en la editorial de la revista Kosmos titulada “Bio-ética: una perspectiva de las relaciones éticas de los seres humanos con los animales y las plantas”, el pastor y educador, teólogo y filósofo alemán Fritz Jahr proclamó el imperativo bioético: “¡Respeta a cada ser viviente como un fin en sí mismo y trátalo, de ser posible, como tal!”, en el que manifestaba la necesidad de construir relaciones equilibradas entre la tecnociencia y el compromiso moral para con todas las formas de vida.

En 1970, Van Rensselaer Potter presentó la bioética como una disciplina mediadora entre los avances técnicos, el poder de la ciencia y los deberes morales. Entre la tecnociencia y los valores humanos pueden surgir —y surgen— constantemente perturbaciones, desencuentros y conflictos, por lo que se hace indispensable una ciencia que oriente en el camino de la supervivencia; es decir, es un puente hacia el futuro. 2 Esta ciencia de la supervivencia debe comenzar con un nuevo tipo de ética, que Potter denominó bioética. Esta nueva ética sería llamada ética interdisciplinaria, porque debería incluir tanto a las ciencias como a las humanidades. De este modo, representa un intento por generar sabiduría entendida como la capacidad de emplear el conocimiento en beneficio de la sociedad. La visión mecanicista de Potter sobre la naturaleza biológica del ser humano y del mundo biológico debe complementarse con una perspectiva humanista y ecológica porque “la supervivencia del hombre puede depender de una ética basada en el conocimiento biológico, de ahí la bioética”. 3

En 2010, Robert Hall afirmaba que la bioética comenzó como un movimiento a favor de los derechos de los pacientes, especialmente de la tercera edad, pues en 1954 el profesor Joseph Fletcher pretendía que se estableciera como derecho del paciente el saber la verdad acerca de su condición física y clínica. Así que “[…] aunque Potter usó la palabra ‘bioética’, no tomó gran parte en el desarrollo de la bioética moderna. El término fue usado al mismo tiempo por el doctor André Hellegers, fundador del Kennedy Institute of Ethics, establecido en la Universidad de Georgetown en 1971 y que hoy, junto con el Hastings Institute, es uno de los más viejos e inclusivos centros de la bioética del mundo. La bioética moderna empezó, según el padre Albert R. Jonsen, con lecturas y libros de dos teólogos protestantes, Paul Ramsey y Joseph Fletcher, en los años cincuenta y sesenta, junto con las presentaciones y los comentarios del sacerdote jesuita Richard McCormick”.

Estos hechos históricos sirven para saber y recordar que la bioética ha surgido como una respuesta a la necesidad de establecer un diálogo creativo entre la biotecnociencia y los valores morales, con la finalidad de proponer condiciones de posibilidad para vivir, convivir y sobrevivir en el planeta. Sin embargo, en la bioética hospitalaria, así como en la ética social o de las investigaciones, los métodos utilizados para llegar a justificar los juicios morales y tomar decisiones se han decantado por ser única y exclusivamente personales. En este contexto surge la necesidad de volver la mirada a la colaboración inteligente, que desemboca en la autonomía relacional, la cual reconoce el papel central de los demás en la toma de decisiones. Una razón es que no se toma en cuenta que las personas, constantemente, toman muchas decisiones de manera colectiva. Decisiones que van desde situaciones triviales, como qué elegir para almorzar o de qué color se pinta una habitación, hasta situaciones con consecuencias vitales y permanentes, como casarse, poner nombre a una hija o elegir a una candidata pública para presidenta de un país o rectora de una universidad. Por eso es evidente que una de las grandes preocupaciones que genera la creación e implementación de la inteligencia colectiva y de la autonomía relacional es la de dilucidar los mecanismos y criterios que permitan juzgar como confiable una decisión que se toma colectivamente.

La inteligencia colectiva es la capacidad emergente de aprender, adaptarse, buscar y crear soluciones, comprender y resolver problemas, razonar, realizar ajustes en tiempo real, tomar decisiones y organizar el conocimiento colectivamente, muchas veces, no siempre, con el apoyo y el soporte de las tecnologías de la relación, la información y de la comunicación —herramientas que permiten el intercambio de información, la colaboración y la interacción entre personas, como la internet y las redes sociales—, de manera tal que sea viable y factible que otras personas también lleguen a hacer uso de esta capacidad. Dicho de otro modo, este tipo de inteligencia se crea cuando dos o más personas actúan colectivamente en formas que parecen inteligentes; es decir, surge cuando se pone en marcha la autonomía relacional, que se basa en el reconocimiento mutuo de la autoestima, de la autoconfianza y del autorrespeto que permite el surgimiento del diálogo comprometido y de la responsabilidad ética.

En la bioética, cuando de tomar decisiones se trata, se exige —especialmente en la bioética clínica— que la responsabilidad recaiga sobre cada individuo aislado. Sin embargo, la Unesco aseveraba que: “[…] nadie es más listo que todos nosotros juntos[…] cuando nos agrupamos para trabajar en equipo, a menudo pueden superarse las limitaciones que encontramos en tanto individuos que observan el mundo desde una perspectiva puramente personal y se ven constreñidos por el alcance de los recursos propios”. En circunstancias específicas, tomar decisiones en grupo, desde un enfoque relacional, puede ser algo necesario y eficaz.

En la bioética estándar lo que aún prevalece es una perspectiva basada en la concepción de un individuo abstracto e independiente de toda relación, entendido como un sujeto autónomo para quien los principios clásicos de la bioética médica —autonomía, no maleficencia, beneficio, justicia— parecen agotar las consideraciones bioéticas relevantes, especialmente si esta disciplina no es vista como un espacio público para la resolución de conflictos y se le restringe al contexto privado y personal. Los así llamados principios bioéticos son una herramienta eficaz para justificar juicios morales y tomar decisiones, pero no es la única.

Recordemos que un elemento importante del Imperativo Bioético de Jahr es la consideración de que las circunstancias son fundamentales en la justificación de los juicios morales, pues exige que se hagan elecciones deliberadamente pragmáticas, situacionales y prudentes, en lo referente al respeto de la vida en todas sus manifestaciones. Desde esta perspectiva, es factible justificar los juicios morales y tomar decisiones de acuerdo con las situaciones que se presentan, con la inclusión de los participantes involucrados.

Lo anterior permite aseverar que, frente a la toma de decisiones de manera individual, se yergue la toma de decisiones de manera colectiva, sobre la base de la autonomía relacional. Esta opción protege a cada individuo de las consecuencias de los resultados negativos, porque compartir la responsabilidad disminuye el riesgo de: a) una sanción interna, cuya expresión más común es el arrepentimiento; b) una sanción externa, ya sea un castigo u otra pena, y c) el estrés o la angustia.

Para algunas personas todavía es difícil pasar de una mentalidad individualista a una de perspectiva colectiva. En relación con la autonomía relacional, mi propuesta es que, en la toma de decisiones en la esfera de la bioética, se trata de elegir entre preservar la autonomía y asumir toda la responsabilidad o ceder para compartir la autonomía y no cargar con toda la responsabilidad, porque “las decisiones colectivas preservan cierta autonomía al tiempo que ofrecen protección cuando las cosas salen mal y se reparten las culpas”. Tal disyuntiva puede subsanarse atendiendo dos circunstancias: 1) cuando es necesario elegir, pero los resultados de la elección son inciertos y con altas probabilidades de perjuicios, y 2) cuando la decisión no presenta resultados inciertos, pero sí contempla un impacto potencial trascendental con consecuencias perjudiciales para quienes deben decidir individualmente.

Cuando se deben tomar decisiones importantes que corren un alto riesgo de error, que generan estrés, inequidades, desigualdades y angustia, las personas buscan voluntariamente consejo para compartir tanto la responsabilidad de sus juicios como la responsabilidad de las decisiones. Por eso, si las parejas, las familias, los equipos, los comités y demás colectivos comparten tales responsabilidades en la vida ordinaria, no debería haber obstáculos para que eso mismo se implemente en los diversos ámbitos bioéticos.

* Eduardo Farías Trujillo es licenciado en Filosofía por la Universidad Vasco de Quiroga; maestro en Teología y Ciencias Patrísticas por la Universidad Lateranense de Roma, en Ética y Bioética Aplicada por la Universidad Autónoma de Querétaro, y en Bioética por la Universidad de Clarkson de Nueva York, así como doctor en Bioética por la UNAM.

 

Las opiniones publicadas en este blog son responsabilidad exclusiva de sus autores. No expresan una opinión de consenso de los seminarios ni tampoco una posición institucional del PUB-UNAM. Todo comentario, réplica o crítica es bienvenido.

 

Referencias:

1 Farías Trujillo, E., Castaño Meneses, V. M., Hall, R. T. y Medina Arellano, M J. “Hacia una definición descriptiva de la Inteligencia Colectiva (IC) y su probable aplicabilidad como metodología en la bioética”. En Tópicos selectos de bioética II, J. Hincapie Sanchez, T. Fortoul Vander Goes y G. Fajardo Dolci (coords.). Tirant lo Blanch, 2023. 165-190.

2 Potter, Van R. “Bioethics, the Science of Survival”. Perspectives in Biology and Medicine 14, no. 1 (1970): 127-153. doi:10.1353/pbm.1970.0015.

3 Ibid.

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Imagen BBC
Avión de American Airlines con 60 pasajeros choca contra un helicóptero militar en Washington
3 minutos de lectura

Las aeronaves cayeron en el río Potomac y hasta el momento las autoridades no han revelado cuántas víctimas habría en el accidente.

29 de enero, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Un avión de American Airlines chocó contra un helicóptero militar cerca del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de Washington DC y las aeronaves cayeron al río Potomac la noche de este miércoles, informaron autoridades.

La aeronave trasladaba a 60 pasajeros y cuatro tripulantes, mientras que tres soldados del ejército estadounidense iban a bordo del helicóptero Black Hawk, le dijo un funcionario a CBS, socio estadounidense de la BBC.

“Nuestra preocupación es por los pasajeros y la tripulación a bordo del avión”, declaró American Airlines en un comunicado. “Estamos en contacto con las autoridades y ayudando con los esfuerzos de respuesta de emergencia”.

Un funcionario que habló bajo condición de anonimato con la agencia de noticias Reuters dijo que se desconoce el estado de los soldados, pero añadió que no había ningún alto funcionario en el helicóptero.

La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos informó que el avión regional Bombardier CRJ700, con capacidad para 78 personas, chocó con el helicóptero cuando se acercaba a la pista alrededor de las 21:00 hora local.

El avión era el vuelo 5342 de American Airlines procedente de Wichita, Kansas.

Medios estadounidenses informaron que el avión se habría partido por la mitad, por los restos que se avistan en el río, mientras que el helicóptero estaría sumergido boca abajo en el agua.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que está “completamente informado sobre el terrible accidente que acaba de ocurrir en el Aeropuerto Nacional Reagan”.

“Que Dios bendiga sus almas”, señaló en un comunicado. “Gracias por el increíble trabajo realizado por nuestros socorristas. Estoy monitoreando la situación y proporcionaré más detalles a medida que surjan”.

Accidente en Washington
BBC
La oscuridad y las bajas temperaturas dificultan las labores de rescate.

Dificultades para el rescate

El clima será un factor crucial para ejecutar la búsqueda, dado que se espera que las temperaturas caigan por debajo de cero durante la noche en el área donde ocurrió la colisión, según el Servicio Meteorológico Nacional (NWS).

Los despegues y aterrizajes fueron suspendidos en el aeropuerto, mientras el personal de emergencia respondía al incidente, indicaron las autoridades del aeropuerto en una publicación en X.

La Administración Federal de Aviación dijo que abrió una investigación sobre el accidente, mientras que el Departamento de Policía Metropolitana indicó que varias agencias gubernamentales están involucradas en la operación de rescate.

En declaraciones a la BBC, habitantes de áreas cercanas al aeropuerto lamentaron el accidente.

“Acabo de hablar con una de mis vecinas, Josie, en nuestro edificio cerca del Reagan National”, escribió la periodista de la BBC, Rachel Looker. “Dijo que el vuelo que se estrelló parecía estar a minutos de aterrizar en el aeropuerto”.

“Todos los que se reunieron en el techo miraron el choque conmocionados e incrédulos.

“Cuando volví al interior, vinieron más personas para mirar más de cerca”, añadió.

“Es muy triste”, habría dicho Josie.

Línea gris
BBC

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