Los libros de texto gratuitos han sido objeto de mucha polémica en las últimas semanas. Y si bien dan mucho de qué hablar, preocupa que sean el centro de atención en el contexto previo a la próxima implementación del nuevo plan de estudios para educación básica que traerá consigo otros riesgos más inquietantes.
En agosto de 2022 se presentó el nuevo plan de estudios condensado en un único documento y con planes curriculares sin terminar. Además de no formular propuestas o una ruta clara para ponerlo en marcha, su contenido presenta una ideología nueva que cambia por completo el objetivo de la educación en México.
Con justa razón, este plan desató una travesía de controversias. Entre ellas, la famosa entrevista de la secretaria de Educación, Leticia Ramírez, en septiembre de 2022, quien fue incapaz de responder cómo aprenderían los niños matemáticas. Además, se ha discutido ampliamente sobre la cancelación del pilotaje, la realización apresurada de capacitaciones docentes, así como la disputa entre los juzgados y la SEP respecto a la impresión y revisión de los libros de texto. Más allá de estas polémicas, falta entender los verdaderos cambios que pondrán en riesgo la educación de más de 24 millones de estudiantes en educación básica en los años por venir.
Leer el nuevo plan de estudios es una tarea para valientes. Más que un nuevo plan, es un marco curricular y un recorrido histórico en torno a lo que ha fallado en el modelo educativo mexicano. Aunque es cierto que la educación necesita modernizarse, la administración actual malgastó la oportunidad de diseñar un plan de estudios integrado, inclusivo y de la mano de nuevas tendencias mundiales.
Existen cuatro riesgos más profundos que identificamos desde el IMCO respecto a la capacidad que tendrá la educación de desarrollar habilidades básicas en sus estudiantes. Me concentraré en dos que son desconcertantes.
El primero es la afirmación que se presenta, tal cual, en el nuevo plan de estudios en la se establece que la educación no es una herramienta para formar capital humano. Esta aseveración no es trivial y cambia de raíz el objetivo nacional de la educación en México. Si no es para formar jóvenes competitivos que puedan desarrollarse profesional y personalmente, ¿para qué es la educación? De acuerdo al planteamiento de esta administración, “la escuela debe formar niñas, niños y adolescentes felices”. Tener estudiantes felices es un objetivo loable, pero también necesitamos estudiantes que puedan encontrar trabajo en un futuro.
El segundo gran riesgo es que desconecta el flujo lógico de la educación obligatoria. Muchos esfuerzos se hicieron por integrar la educación a lo largo de la cadena educativa–desde preescolar hasta bachillerato–, pero este nuevo plan de estudios para educación básica rompe con esta cadena y desconecta la educación básica de la educación media superior. Esto podría dificultar el salto de secundaria a bachillerato y, como consecuencia, aumentar el abandono escolar.
El nuevo plan de estudios no solo ha tenido una ruta complicada desde que se comenzó a diseñar, sino que además el momento de su aplicación no podría ser peor. Hoy por hoy los esfuerzos deberían enfocarse hacia atender el rezago educativo pospandemia y recapturar a quienes abandonaron la escuela, en lugar de poner en marcha un plan que carece de pies o cabeza.
Urge repensar el nuevo plan de estudios para que no se traduzca en un retroceso aún mayor para la educación en México y para hacer frente a la crisis actual. Habrá que exigir, más que nunca, la evaluación de este experimento de gobierno y, claro, poner mucha atención a los resultados. De no hacerlo el resultado será una crisis educativa nunca antes vista.
* Fernanda Domínguez (@fernandadom) es coordinadora de Educación del IMCO.
Una pequeña fortuna. Eso es lo que pueden costar los alimentos, las bebidas alcohólicas o la ropa en Singapur, la ciudad más cara del mundo para vivir según el semanario británico The Economist, que cada año elabora el ranking en función de lo que puede comprar un dólar en cada una de las ciudades que analiza.
Cuanto más fuerte sea una moneda local, más arriba se colocan las ciudades del país en la lista, y viceversa.
Esto significa que a mayor fortaleza de la moneda, más cara la ciudad. Y a más debilidad de la divisa, más barato aparece el país en la tabla.
Pero en Singapur lo que de verdad tiene una cifra de lujo extremo es el costo de un certificado necesario para comprar un auto: el más barato superó la cifra de los US$106.000 a principios de octubre.
La ciudad-estado introdujo el sistema de certificado de derecho (COE) en 1990 como medida anticongestión.
Los posibles propietarios de automóviles deben tener un COE antes de poder elegir su vehículo y la validez del título expira a los 10 años.
Los derechos se venden en subastas cada dos semanas y el gobierno controla la cantidad de certificados a la venta, que depende del número de autos que se retiran de las carreteras.
A pesar de ser relativamente pequeño, Singapur suele clasificarse como uno de los países con mayor número de millonarios del mundo y por eso rara vez se apea del primer puesto: ha sido clasificado como el lugar más caro para vivir en nueve de los últimos 11 años.
El país asiático empata en el ranking de este año con Zúrich. Ambas son consideradas como capitales financieras.
La ciudad más grande de Suiza es siempre cara, sobre todo en alimentos, artículos para el hogar y entretenimiento. Zúrich llegó primero en 2020 y rara vez sale del top ten de la clasificación.
“Su ascenso a la cima del índice se debe principalmente a que el franco suizo se ha apreciado más del 10% frente al dólar durante el año pasado. La ciudad de referencia de la encuesta es Nueva York, por lo que si la moneda de un país se fortalece, sus ciudades generalmente ascenderán en la clasificación”, explica el semanario.
Esta debilidad del dólar provocó que las ciudades estadounidenses cayeran este año en el ranking. Sin ir muy lejos, Nueva York, la ciudad más cara el año pasado junto con Singapur, cayó al tercer lugar. En ese puesto empata con otra ciudad suiza, Ginebra.
Para The Economist Intelligence Unit, la crisis mundial del costo de vida que comenzó en 2022 sigue presente en este 2023, pese a que los precios de la energía y los problemas de la cadena de suministro se suavizaron.
Pero la inflación sigue siendo alta en todo el mundo: los precios de 200 productos y servicios que rastrea aumentaron una media del 7,4% durante el año pasado. Esto es ligeramente inferior al 8,1% de 2022, pero sigue muy por encima del promedio del 2,9% de los cinco años anteriores.
La ciudad más barata de la clasificación sigue siendo Damasco, la capital de Siria, a pesar de que su cesta de precios aumentó un 321% interanual en términos de moneda local.
La retirada de los subsidios gubernamentales y la devaluación de la moneda hizo que los costos de importación se dispararan.
También cerca del final de la clasificación se encuentran Teherán (Irán) y Trípoli (Libia). La tasa de inflación de Teherán es alta, casi el 49%, mientras que los precios en Trípoli aumentaron poco más del 5% el año pasado.
The Economist afirmó que las tres ciudades son particularmente baratas en comestibles, así como en otros artículos para el hogar y cuidado personal.
En el estudio de este año coincide que las 3 ciudades que más puestos escalaron están en América Latina. Fueron Santiago de Querétaro y Aguascalientes, en México, y la capital de Costa Rica, San José.
Aunque la encuesta de este año cubre 173 de las principales ciudades del mundo, el promedio global se ha calculado excluyendo Kyiv (Ucrania) y Caracas (Venezuela), que continúa enfrentando un ciclo de hiperinflación.
En la región de América Latina, Ciudad de México se sitúa como la más cara.
“En 2023, el peso demostró ser una de las monedas más fuertes de los mercados emergentes, gracias a los aumentos de las tasas de interés y la fuerte inversión interna”, dice el semanario económico.
“Los bancos centrales de gran parte de América Latina estuvieron entre los primeros en seguir los aumentos de las tasas de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos para respaldar sus monedas. Como resultado, el peso mexicano y el colón costarricense se fortalecieron”, explica The Economist.
Y pese a que las autoridades estiman que la inflación en Argentina acabará el año en el 180% anual, Buenos Aires es la ciudad más barata de la región de América Latina y el Caribe.
La razón principal es la devaluación sufrida por el peso.
Alguien que tiene dólares hoy en la capital argentina puede conseguir muchos más pesos al cambio que hace un año.
“Argentina ya se encuentra hoy en esa situación: tiene una senda fiscal insostenible, un tipo de cambio sobrevalorado y una balanza de pagos muy vulnerable. La inflación ha aumentado rápidamente, mientras que el peso argentino oficial se ha debilitado más lentamente”, dice Mali Chivakul, economista de mercados emergentes en J. Safra Sarasin Sustainable AM.
“Como resultado, el tipo de cambio real se ha apreciado bruscamente desde 2022. El ARS oficial se gestiona con diversas herramientas de control de capitales. La estimación del FMI de la sobrevaloración del tipo de cambio real se sitúa entre el 15% y el 20%. Y el mercado paralelo ofrece un tipo de cambio no oficial hasta un 150% más débil que el oficial”, añade el experto.
Por eso, pese a que la población de la capital sufre intensamente un ciclo de inflación, su comparación con el dólar la hace tan asequible.
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