“El INAI no ha servido para combatir la corrupción, es muy grande y costoso”. Este tipo de falacias se han utilizado en los últimos días sobre este organismo autónomo en un escenario donde hay una lucha mediática con el legislativo para aprobar su eliminación y muchas dudas en la sociedad sobre la utilidad del organismo. Lo cierto es que lo ausente en el discurso son los impactos que generará en la garantía del derecho a la información y la protección de datos personales el no contar con un órgano independiente que vigile el cumplimiento de estos derechos, los cuales se evidencian al desmontar estos dichos.
Al INAI no le corresponde de manera específica el combate a la corrupción. Por el contrario, la obligación sustantiva de investigar la comisión de actos de corrupción es de la institución a la que se pretende trasladar las funciones del INAI, la Secretaría de la Función Pública. Por ejemplo, es tarea de la Función Pública investigar a las personas servidoras públicas involucradas en el desvío de recursos en el caso SEGALMEX e informar a la ciudadanía en qué van esos procesos y qué ha hecho para prevenir que vuelvan a suceder. Sin embargo, en los portales de la SFP ni en sus informes públicos se ha dado cuenta a la ciudadanía de manera clara y amplia sobre el avance de este y otros casos de corrupción. En tanto que al INAI le corresponde vigilar que la Función Pública informe sobre estas funciones.
El INAI tiene una función preventiva importante en el combate a la corrupción. Además de vigilar que las entidades públicas garanticen el acceso a la información a la ciudadanía para evitar que estas decidan discrecionalmente qué datos nos quieren dar, también funge de vigilante de las instituciones para evitar un mal ejercicio de su presupuesto y sus funciones.
Esto es importante para prevenir hechos irregulares pues, como ha señalado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los actos de corrupción y las violaciones a los derechos humanos se dan en entornos de opacidad, dónde no existe vigilancia ni controles externos. 1 Sin controles nada garantiza que se transparente ampliamente qué hacen nuestros gobiernos.
También se ha mencionado que sin un organismo autónomo se puede garantizar la transparencia. Lo anterior sería cierto si históricamente las instituciones públicas señalaran ampliamente cómo funcionan. No obstante, de acuerdo con los datos en los informes del INAI, las inconformidades presentadas por la ciudadanía por falta de transparencia son en su mayoría de entidades que pertenecen a la administración pública y, en comparación con 2018, las negativas de información de estas se han incrementado en 92 %. 2 Además, desde el Ejecutivo federal se han emitido decretos para reservar información por muchos años sobre la construcción de los proyectos prioritarios, incluso previo a que sea solicitada. 3
Precisamente la creación de un organismo autónomo y especializado como el INAI surgió del impulso ciudadano ante la falta de rendición de cuentas de las entidades sobre temas tan relevantes como las contrataciones públicas que realizan, los costos de sus proyectos de infraestructura, la manera en que proporcionan servicios públicos, entre otros.
Debido a la existencia de un organismo autónomo que vigila la transparencia, las y los periodistas han podido acceder a datos para fortalecer investigaciones que han dado cuenta de la comisión de actos de corrupción, como es el desvío de recursos de SEGALMEX o la CONADE, y que han obligado a las instituciones a tomar acciones que de otra forma no haría, pues nadie les podría exigir que rindan cuentas.
De manera superficial, pareciera que el gobierno ahorrará 1000 millones de pesos al año, -presupuesto promedio anual del INAI- pero lo cierto es que eliminar al INAI no generaría ahorros realmente significativos, pues este monto apenas representa 0.01 % del gasto del gobierno. Mientras, la falta de prevención de la corrupción seguirá generando gastos y desvíos, como lo más de 9000 millones de pesos que ha costado el caso SEGALMEX. Y a largo plazo generará otros costos en la gestión y en la sobrecarga de trabajo de las y los servidores públicos que tendrán que atender ahora estas funciones, lo que implicaría una nueva asignación presupuestaria.
Los argumentos que se han intentado colocar en la discusión no son ciertos, pero sí es necesario que se analice la estructura del INAI para maximizar su utilidad en la garantía de los derechos que protege, así como lograr que el uso de la información llegue a distintos sectores de la sociedad. Fortalecer sus funciones como órgano garante para que pueda realmente obligar a las instituciones públicas a entregar y divulgar información de interés público. Además de robustecer los procesos de designación de sus titulares para que sean los mejores perfiles los que dirijan a esta institución y se verifiquen sus propios mecanismos internos de control. Si se abren las discusiones públicas hacia la mejora y fortalecimiento del INAI se evitaría la regresión institucional, normativa y de estándares de derechos que estamos por enfrentar con su eliminación.
* Sarahí Salvatierra es coordinadora del programa de Rendición de Cuentas y Combate a la Corrupción de @FundarMexico.
1 Comisión Interamericana de derechos humanos. Corrupción y derechos humanos. 06 de diciembre de 2019. Párrafo: 332. Disponible aquí.
2 Article 19 México y Centroamérica. Derechos pendientes. Informe sexenal sobre libertad de expresión y el derecho a la información. 2024.
3 En 2019 y 2021 el Ejecutivo Federal emitido decretos para reservar por seguridad nacional los proyectos y obras del gobierno que considerara como de interés público.
El aroma corporal evoluciona a lo largo de nuestra vida, y los cambios que se producen no solo tienen una explicación biológica, sino que ha sido clave en la selección social y evolutiva.
Le propongo un reto: ¿sería capaz de adivinar el rango de edad de alguien sentado a su lado que no lleve perfume utilizando tan solo el sentido del olfato? No he encontrado ningún reto de este tipo en TikTok, pero sí una investigación que lo demuestra: podemos discriminar la edad de una persona por su aroma.
El olor corporal evoluciona a lo largo de nuestra vida, y los cambios que se producen no solo tienen una explicación biológica, sino que también han jugado un papel importante en la selección social y evolutiva.
Durante la infancia, el olor corporal suele ser suave debido a la baja actividad de las glándulas sudoríparas y a un microbioma (comunidad de microrganismos) cutáneo sencillo. Aun así, los padres son capaces de identificar la “fragancia” que despide su propio hijo y preferirla a la de niños desconocidos.
Los olores que en este caso generan una percepción olfativa emocional (información hedónica) agradable o familiar, activan las redes neuronales de la recompensa y el placer y disminuyen las respuestas al estrés. En coherencia con esto, las madres con trastornos del vínculo posparto no desarrollan este reconocimiento ni preferencia olfativa de su propio bebé.
Desde un punto de vista evolutivo puramente pragmático, la identificación placentera de la descendencia permitiría la inversión selectiva de los recursos.
La adolescencia supone un cambio importante en el olor corporal. Esta transformación se debe a la producción de hormonas sexuales, que, entre otras cosas, induce la activación de las glándulas sudoríparas y sebáceas.
Mientras que la mayoría de las glándulas sudoríparas (las ecrinas) excretan agua y sales, las glándulas sudoríparas llamadas apocrinas (asociadas al vello y localizadas en las axilas y la zona genital) segregan proteínas y lípidos
Es la degradación conjunta de estos lípidos y del sebo (triglicéridos, ésteres de cera, escualeno y ácidos grasos libres) liberado por las glándulas sebáceas presentes por casi toda la piel lo que genera el característico aroma a “humanidad”.
La descomposición de esas sustancias ocurre cuando entran en contacto con el aire y las bacterias de la piel. Microorganismos como los Staphylococcus convierten las grasas en ácido acético y ácido 3-metilbutonoico, responsables del olor agrio de los adolescentes.
Otras moléculas volátiles que aparecen en mayor cantidad en el sudor de los púberes frente al de los niños son la androstenona (olor sudoroso y urinario, similar al almizcle), el androstenol (parecido al sándalo o el almizcle) y el escualeno (rancio, graso o ligeramente metálico cuando se oxida).
La capacidad de reconocer a los hijos por el olor corporal disminuye tanto en madres como en padres cuando sus descendientes abandonan la infancia y están en plena adolescencia.
De hecho, las madres incluso prefieren el aroma de desconocidos. Y en ambos casos, la capacidad de identificación y preferencia se recupera cuando los vástagos entran en la etapa de pospúberes.
Una posible explicación a esta especie de “rechazo” hacia el olor corporal de los propios hijos adolescentes sería la prevención del incesto y, por tanto, la endogamia.
Las glándulas sebáceas alcanzan su actividad máxima en la edad adulta. Aunque menos intenso que en la adolescencia, el olor corporal sigue existiendo en cada persona y depende de factores como la dieta, el estrés, los niveles de hormonas o el microbioma cutáneo.
Pero ¿qué sentido tendría poseer un olor propio cambiante a lo largo de la vida si no tuviésemos la capacidad de sentirlo? El mismísimo Darwin se equivocó (nadie es perfecto) al afirmar que “para el hombre, el sentido del olfato es de muy poca utilidad, si es que tiene alguna”.
En realidad, el olfato es eficaz para obtener información de congéneres, resulta esencial cuando la visión o audición están restringidas (entorno oscuro o ruidoso) y permite detectar eventos pasados, pues las moléculas odoríferas persisten en el espacio y el tiempo.
Por lo tanto, poseer un aroma característico y la capacidad de detectar olores ajenos proporciona información social respecto a nosotros mismos, nuestros parientes, la edad, el sexo, la personalidad, las enfermedades y las emociones.
Igual que en otros animales, los olores corporales ayudan en la selección de pareja, el reconocimiento del parentesco o la diferenciación sexual.
Con el envejecimiento, la falta de colágeno de la piel aplasta y reduce la actividad de las glándulas sudoríparas y sebáceas.
La pérdida de las primeras explica la dificultad de las personas mayores para mantener el equilibio térmico. En cuanto a las sebáceas, no solo disminuye su producción, sino que cambia su composición, disminuyendo la cantidad de compuestos antioxidantes como la vitamina E o el escualeno.
Todo esto, sumado a la también menor capacidad de producción de antioxidantes por las células cutáneas, desencadena un aumento de reacciones de oxidación, dando lugar al olor “a persona mayor”, que los japoneses llaman kareishu.
Así, a partir de los 40 años, comienza a cambiar la forma en que se procesan algunos ácidos grasos de la piel, como el omega-7 (ácido palmitoleico). La oxidación de este ácido graso monoinsaturado da lugar al 2-nonenal, responsable del olor característico.
Por cierto, este compuesto se encuentra también en la cerveza añeja y el trigo sarraceno, y se describe como un olor a grasa y hierba.
Si para algunas personas este olor resulta desagradable, la mayoría lo asociamos con buenos recuerdos de abuelos y padres. Y es probable que, al igual que en la infancia, ayude a perpetuar los cuidados, esta vez de nuestros mayores.
Por lo tanto, el olor de la vejez no tiene tanto que ver con la higiene; de hecho, el 2-nonenal no es soluble en agua, por lo que no se elimina fácilmente ni con la ducha ni lavando la ropa.
A medida que la piel madura, su protección antioxidante disminuye, generando una mayor presencia del citado compuesto, así que lo mejor para minimizar el rastro olfativo es beber abundante agua, hacer ejercicio, seguir una alimentación sana, disminuir el estrés y reducir el consumo de tabaco o alcohol. Todos estos hábitos reducen el estrés oxidativo responsable de nuestro olor.
*Noelia Valle es profesora de Fisiología, Creadora de La Pizarra de Noe, Universidad Francisco de Vitoria.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
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