“Ahora que abrazo la tierra soy la semilla que rompe concreto… Ahora que viajo en el viento esparzo mi lucha en los cuatro vientos”.
Berta Cáceres
Desde Sonora hasta Oaxaca se extiende con el viento el silencio por la partida de dos grandes que hicieron de su voz un arma contra la impunidad, y de su cuerpo el escudo con el que defendieron la tierra y la vida.
El pasado 16 de febrero Martha Patricia, activista del Comité de Cuenca del Río Sonora, falleció en Hermosillo, allá donde con su firme y contundente discurso se convirtió en representante de los habitantes de ocho poblados afectados por el derrame de desechos tóxicos provocado por la mina de Grupo México en agosto de 2014, en lo que ella misma calificó como una “negligencia criminal”; denunciando no sólo la irresponsabilidad de la empresa, sino también la impunidad y pasividad de las autoridades para atender la emergencia, así como el resarcimiento a las personas afectadas por la contaminación. Martha Patricia, como miles de habitantes, padeció los efectos de la contaminación y, tras años de lucha, falleció a causa de las altas concentraciones de plomo en su sangre, resultado de aquel derrame.
Ahora, marzo inicia con el asesinato del compañero Cristino Castro, quién fue brutalmente privado de su vida debido a su lucha en contra de la invasión de tierras sobre la playa y la tala ilegal de manglares en la comunidad de Barra de la Cruz, municipio de Santiago Astata, en Oaxaca. “Tino”, como solían decirle sus compañeros en el béisbol y en la Asamblea, fue un férreo defensor contra el despojo del territorio frente a proyectos de desarrollo inmobiliarios y la destrucción de espacios naturales de alto valor ecológico en la zona para beneficiar al turismo.
Pese a haberse aprobado el Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, a la Participación Pública y a la Justicia en Asuntos Ambientales -también llamado Acuerdo de Escazú, el primer instrumento regional de carácter vinculante en la materia- el Estado Mexicano ha hecho poco o nada por construir una política pública congruente con el mandato internacional, y con ello ha fallado en brindar protección y garantía de seguridad a las y los defensores del ambiente y el territorio.
Lo anterior deja en evidencia que la idea hegemónica de “desarrollo” se ha vuelto incompatible con la vida y la sostenibilidad de ésta en el planeta, pero también una amenaza directa a la integridad y la vida para aquellas y aquellos que se atreven a defenderlas. Tan sólo en 2023 se registraron 20 asesinatos perpetrados contra personas defensoras, según el Informe Sobre la Situación de las Personas y Comunidades Defensoras de los Derechos Humanos Ambientales, 1 elaborado por el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, A. C.
Y es que no basta con sostener un discurso sobre la justicia social y la protección ambiental, cuando en el diseño de la política pública persiste una clara ponderación a continuar la tendencia extractivista y de megaproyectos que en más de treinta años han favorecido el despojo y consentido la destrucción ambiental en el país. En este sentido, el reciente anuncio del Plan México, 2 con ambiciosas metas de relocalización de empresas y construcción de 100 parques industriales, además del análisis presupuestario para 2025, nos dan algunas luces sobre el grado de interés del Estado por atender las necesidades de protección ambiental.
En el Presupuesto de Egresos de la Federación 2025, la función Protección Ambiental recibió con un total de 17, 081 millones de pesos, una reducción del 5.6% respecto al presupuesto aprobado en 2024. 3 Del monto total de Gasto para la protección ambiental, la subfunción encargada de la política para reducir la contaminación recibió un presupuesto igual a cero. 4
Es decir, que todas aquellas actividades esenciales para la administración, supervisión, inspección, gestión o apoyo de actividades relacionadas con la reducción y el control de la contaminación como son la protección del aire y del clima, la protección del suelo y de las aguas subterráneas, la reducción de los ruidos y las vibraciones y la protección contra la radiación –la mayoría, resultado de actividades industriales–, no fueron consideradas dentro del paquete presupuestario. Este vacío que provoca la falta de presupuesto se torna un agujero negro en cuanto contextualizamos la información:
En México, 70 % de los ríos se encuentran contaminados, 5 en su mayoría por las descargas industriales, que desde hace más de diez años se sabe que estas contaminan en un 340 % más que las aguas residuales municipales, 6 por lo que, además de las afectaciones a los ecosistemas que dependen de los ríos, se debe enfatizar en los daños inmediatos a la salud de las personas, como en el caso de Martha Patricia.
Es en este escenario, en el que las y los defensores ambientales y de derechos humanos han tratado de cubrir con la organización comunitaria, con su voz, sus cuerpos y sus propias vidas los enormes huecos en la política pública que mantiene en la realidad, más allá del discurso, una clara preferencia del modelo de desarrollo hegemónico, el cual se ha vuelto totalmente incompatible con la vida, no sólo por la amenaza que representan las actividades industriales y los intereses económicos sin responsabilidad ambiental y social del entorno donde se desarrollan, sino porque también atentan contra la vida de toda persona que se oponga a la destrucción de su territorio.
Tino y Martha Patricia, como miles más, han sido mártires de una apuesta mercantilizadora de la vida, y el testimonio de su lucha, junto a la de Samir, Beti Cariño, Eugui, Paulina, e Isaac en los últimos años, no debe ser una estadística más; ahora son símbolo de resistencia, son semilla y son viento que guía a nuevos horizontes de vida y justicia para los pueblos que defienden la Tierra.
* Charlie es investigador en el programa de Territorio, Derechos y Desarrollo de @FundarMexico.
3 Benumea, I. Castaño, P. (et al.). (2024). Nuevas propuestas, menos presupuestos. Análisis del Paquete Económico 2025. Colección ppef 2025, Fundar, Centro de Análisis e Investigación, pp. Ciudad de México, p.89
4 Ídem
Desde China “descubriendo” el mundo hasta el ruido en Ciudad de México, esta selección de mapas revelan algo sorprendente sobre nuestro presente y pasado.
Esa emoción fue su criterio de selección para el libro “40 Maps That Will Change How You See The World” (“40 mapas que cambiarán tu forma de ver el mundo”), publicado recientemente por este profesor de geografía social de la Universidad de Newcastle, en Inglaterra.
“Cada uno de estos 40 mapas es disruptivo”, escribe Bonnett en la introducción. “Son mapas que desafían nuestra visión del mundo, a veces empujándola más allá, a veces derribándola”, continúa.
Bonnett es autor de numerosos trabajos que exploran la intersección entre geografía y sociedad, y sus libros han sido traducidos a 19 idiomas.
En este último volumen incluye desde mapas antiguos hasta otros creados con tecnologías de última generación, tanto de nuestro planeta como del espacio.
Hablamos con Bonnett de seis de ellos que ilustran parte de la diversidad y riqueza de su libro.
En 2001 un historiador amateur descubrió en una tienda de antigüedades de Shanghai algo que prometía cambiar la historia de la humanidad: un mapa de 1418 que muestra al mundo entero, incluyendo América.
Es decir, se trataba de un mapa creado 70 años antes de que Cristóbal Colón llegara al continente.
Pero quien lo hizo no solo fue capaz de dibujar de forma bastante exacta todos los continentes, incluyendo la Antártida. También agregó anotaciones. Por ejemplo, sobre África dice que “la piel de la gente aquí es como laca negra”, mientras que en América del Sur se afirma que “los seres humanos son utilizados como víctimas de sacrificio y la gente rinde homenaje al fuego”.
La noticia del llamado “mapa de 1418” recorrió el mundo. “La idea de que los chinos descubrieron América con tal grado de detalle antes que los europeos es muy significativo”, le dice Bonnett a BBC Mundo.
Por si esto fuera poco, al mando de la misión que recorrió el planeta estaba el legendario explorador chino Zheng He.
Pero había un problema: todo era falso.
Según Bonnett, el mapa tiene tal grado de detalle que sería imposible que los chinos tuvieran ese volumen de información sobre el mundo sin que las sucesivas expediciones dejaran rastro alguno en los lugares registrados.
“Es el único mapa falso de todo el libro, pero creo que es realmente interesante porque muestra cómo hay un enorme apetito por diversificar la historia”, afirma Bonnett.
En su opinión, China tiene “la tradición cartográfica más extraordinaria de todos los países del mundo”, y las titánicas expediciones de Zheng He por por el sudeste asiático, la península arábiga y el Cuerno de África arrojaron descubrimientos con un enorme impacto en el mundo.
“Incluyo este mapa para decir que los chinos sí descubrieron el mundo y que necesitamos hablar de eso, pero no es necesario que empecemos a inventar cosas para ello. Sus méritos se sostienen por sí solos”, afirma.
“Nuestros mapas ‘modernos’ son todos caminos y ciudades, pero muchos mapas ‘premodernos’ tenían espacio para la magia y la narrativa”, escribe Bonnett sobre dos mapas aztecas que aparecen en el libro. Se trata del Códice de Quetzalecatzin y el Códice Nuttall.
El primero es de 1593, o sea, posterior a la llegada de los conquistadores, mientras que el otro es del siglo previo, lo cual lo convierte en un raro sobreviviente: la mayoría de los mapas —así como libros y otros textos— fueron señalados como demoníacos por los españoles y quemados.
Bonnett reconoce que el Códice Nuttall “no se parece en nada a un mapa al principio”, porque estamos acostumbrados a que este objeto sea una versión en miniatura de la realidad vista desde arriba. Aquí, en cambio, lo que vemos son personas, animales y algunos seres fantasiosos todos en una mezcla de perspectivas.
La clave para comprender el Códice Nuttall está en decodificar los símbolos. Por ejemplo, hay una criatura con la boca abierta que indica la presencia de una cueva.
“Es un tipo de mapa que, de alguna forma, nunca más volvimos a ver”, se lamenta Bonnett.
El Códice de Quetzalecatzin, en cambio, es un objeto híbrido. Incluye simbología azteca, pero también texto en español o en náhuatl usando escritura latina.
Fue creado por una de las familias aztecas más poderosas de la época, los Quetzalecatzin o de León, según el nombre español adoptado.
Su objetivo era demostrar el derecho ancestral que tenían sobre determinadas tierras en las regiones de lo que hoy son Puebla y Oaxaca, razón por la cual incluye datos geográficos, así como un árbol genealógico.
“Es un mapa del tiempo, además del espacio”, dice Bonnett. En el libro también afirma que “es importante no porque sea un mapa indígena o colonial. Es importante porque muestra la transición y el nacimiento de una sociedad mestiza o ‘mixta'”.
En un momento donde la sociedad japonesa vivía bajo un profundo aislacionismo, este “mapa universal” buscaba mostrar que “los países son diferentes y las personas también”, según se aclara arriba del todo.
Fue elaborado en 1671 y está dividido en dos: de un lado hay un mapamundi y del otro, 40 parejas, siempre formadas por un hombre y una mujer.
Sobre el mapa en sí, Bonnett escribe: “Lo primero que notamos es que el mundo tiene una orientación inusual. Las Américas se encuentran en el extremo ‘norte’ y Asia en el medio y en la parte inferior. Esto hace que Japón esté más o menos en el centro”.
Pero sin dudas lo que se roba la atención es la selección de parejas. Representan diferentes naciones y etnias con supuestas ropas típicas y datos curiosos no siempre verdaderos.
Por ejemplo, hay una pareja de gigantes y otra de enanos. Sobre estos últimos se dice que miden unos 36 centímetros y que, para evitar ser capturados y devorados por grullas, “siempre caminan en grupo”.
Junto a la dupla de Brasil dice: “Esta gente no vive en casas; les gusta vivir en cuevas. Comen carne humana”. Y luego: “Cuando una mujer está a punto de dar a luz, al hombre le duele el estómago. Las mujeres no sienten dolor”.
“Pareciera que varias de estas parejas están allí porque son intrigantes y hasta divertidas”, dice Bonnett, agregando: “Este es un mapa sobre el otro exótico visto desde aquel Japón”.
En su opinión, este mapa muestra que incluso cuando se intenta aislar a un pueblo, su gente sigue siendo curiosa. “A pesar de las duras restricciones, el deseo de conocer el mundo, de ampliar la imaginación a otros pueblos y otras tierras es insaciable”, escribe.
Esta imagen es quizás la más simple y efectiva al momento de —como promete el libro— cambiar formas de pensar.
Se trata de un mapa sobre la importancia del agua, la cual cubre nada menos que dos tercios de la superficie de la Tierra. Por eso, en vez de usar la diagramación típica, pone a los océanos en el centro y relega a los continentes a los bordes.
“No hay un océano Atlántico, un océano Índico y todo el resto de cuerpos de agua con sus diferentes nombres que implícitamente indican que están separados. En realidad, solo hay un océano, pero lo etiquetamos para que parezca que tiene fronteras políticas”, explica.
El mapa agrega una capa extra de información al representar al agua con distintos tonos de azul y celeste para mostrar las diferentes profundidades.
De hecho, fue creado por un equipo internacional de expertos llamado Carta Batimétrica General de los Océanos, el cual tiene el objetivo de crear un mapa de los fondos oceánicos de todo el mundo para 2030.
Bonnett destaca la cantidad de “estadísticas interesantes que hay en este pequeño capítulo”. Por ejemplo, que el 78% de la biomasa animal vive en el agua y que el 91% de las especies del océano no han sido descritas.
En su opinión, “este mapa muestra lo enorme, espacioso y fértil que es este espacio”.
De los 40 mapas del libro, Bonnett dice que el que más le han comentado es el del ruido en Ciudad de México provocado por el tráfico vehicular. “Ha sido increíblemente influyente”, reconoce.
Creado en 2011 por científicos del Laboratorio de Análisis y Diseño Acústico de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, este mapa “se convirtió en una declaración fundacional en el campo de la acústica ambiental”, afirma en su libro.
En la entrevista da un paso más y señala que “fundó un movimiento de resistencia en favor de la tranquilidad. Es un mapa que dice ‘basta'”. Es que, desde su publicación, muchas municipalidades e instituciones quieren saber qué tan ruidosa es su área.
Para Bonnett, “cualquier mapa que quiera cambiar el debate sobre un tema debe entenderse de manera fácil e inmediata. Este lo es: revela una ciudad enferma. Esos colores febriles, esas venas gordas y palpitantes; es una migraña cartográfica”.
El mensaje es que “el ruido arruina vidas, enferma a la gente y está en todas partes”, escribe.
Por ejemplo, estar expuesto 8 horas diarias a la categoría más alta de decibeles, que va del 75 en adelante y que está representada en tonos de azul y negro, tiene como consecuencia la pérdida de audición.
Esta cantidad de decibeles es equivalente al sonido de una licuadora, una cortadora de césped o un metro. Y se los encuentra por toda la ciudad.
“Sobre el final del libro hay bastantes mapas de astrogeografia, porque los científicos espaciales los utilizan no solo como ilustración, sino como una herramienta fundamental de investigación”, explica Bonnett.
El último mapa del libro, el número 40, es uno de sus favoritos. Muestra el llamado supercúmulo de Laniakea, un término del hawaiano que significa “cielo inmenso” o “inconmensurable”.
Fue elaborado por un equipo encabezado por el Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawái y muestra las trayectorias migratorias de las galaxias impulsadas por el Big Bang, trazando lo que Bonnett describe como “una suerte de río de estrellas”.
Bajo el pequeño punto rojo se encuentran la Vía Láctea y muchas otras galaxias.
“Es un objeto extraordinariamente hermoso”, que “moldea la forma en que piensas sobre todo”, dice.
En el libro explica que las galaxias “son parte de estructuras más grandes. Estructuras como Laniakea. Para saber nuestro lugar en el universo necesitamos saber sus nombres y entender nuestra relación con ellas”.
Este mapa ayuda a entender que, por ejemplo, la Vía Láctea se desplaza a 600 kilómetros por segundo y que lo hace arrastrada por otras galaxias de nuestro supercúmulo.
Bonnett reconoce: “Si ya la Vía Láctea es demasiado grande para que podamos siquiera imaginarla, Laniakea es todavía mucho más grande que eso. Y hay algo emocionante en intentar expandir tu imaginación hasta el horizonte más lejano posible”.
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