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Norma, Fátima, Lucía y Susana
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Por: Gire
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4 minutos de lectura

Norma, Fátima, Lucía y Susana

Desde su creación "Son niñas, no madres" busca posicionar a nivel regional la importancia de garantizar los derechos de niñas y adolescentes. Ha impulsado estrategias que exponen la inacción de los Estados, obligándolos a enfrentar la realidad: niñas que deberían estar viviendo su infancia son forzadas a convertirse en madres.
07 de octubre, 2024
Por: Gire

En el marco del Día Internacional de la Niña es importante hablar sobre uno de los movimientos más relevantes en la defensa de los derechos de niñas y adolescentes en América Latina: Son niñas, no madres. Iniciado con una campaña en 2016, ha sido una respuesta a la crisis que enfrenta la región respecto a la violencia sexual y las maternidades forzadas, generando una conversación crucial entorno a la garantía de sus derechos reproductivos.

En un contexto donde las niñas son sometidas a continuar con embarazos no deseados, producto de violaciones, este movimiento alza la voz para visibilizar las fallas de los Estados de la región en proteger a las infancias. Desde su creación “Son niñas, no madres” ha impulsado estrategias legales y de comunicación que exponen la inacción de los Estados, obligándolos a enfrentar la realidad: niñas que deberían estar viviendo su infancia son forzadas a convertirse en madres debido a leyes restrictivas y a la falta de acceso a servicios esenciales como el aborto legal.

En 2019, cuatro organizaciones —el Centro de Derechos Reproductivos, Planned Parenthood Global, Mujeres Transformando el Mundo (Guatemala) y Surkuna (Ecuador)— llevaron los casos de cuatro niñas víctimas de violencia sexual ante el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Norma, Fátima, Lucía y Susana, niñas entre 10 y 14 años de Ecuador, Guatemala y Nicaragua, fueron obligadas a continuar con embarazos producto de violaciones, a pesar de expresar claramente su deseo de interrumpir esos embarazos.

Sus historias nos recuerdan que detrás de cada estadística de maternidad infantil forzada hay vidas reales, sueños truncados y futuros arrebatados. Niñas que deberían tener la oportunidad de estudiar, jugar y disfrutar de su niñez son obligadas a asumir una maternidad no deseada.

Los casos de Norma, Fátima, Lucía y Susana representan a miles de niñas que enfrentan esta situación en América Latina. Las organizaciones que decidieron llevar estos casos a Naciones Unidas lo hicieron con una razón clara y contundente: los estándares que se crean en el Comité de Derechos Humanos son vinculantes para los países que han ratificado el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP). En América Latina y el Caribe, 30 de 33 países han ratificado este Pacto y, en todo el mundo 173 Estados están obligados a cumplirlo.

La intención de presentar sus casos ante el Comité va más allá de la condena de los Estados de Ecuador, Guatemala y Nicaragua. Se busca generar un cambio global que proteja a las niñas y que obligue a más de 170 países a garantizar los derechos humanos de las infancias tales como el derecho a la vida, a la integridad personal, a no ser sometidas a tratos crueles, a la igualdad y no discriminación, a la vida privada, y a la posibilidad de acceder a servicios de salud como el aborto.

Al presentar estos casos ante el Comité de Derechos Humanos se exige que los Estados se comprometan a modificar su legislación para garantizar el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo de acuerdo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, que establece que este derecho debe ser regulado como un servicio esencial de salud en lugar de criminalizarse. También se solicita que se adopten medidas para que las niñas puedan ser escuchadas y que sus decisiones sean respetadas. Es vital, además, que el personal de salud no enfrente sanciones por asegurar el derecho al aborto de una niña víctima de violencia sexual.

En América Latina, la situación de los derechos reproductivos de las niñas sigue siendo precaria. Cuatro países —El Salvador, Honduras, Nicaragua y República Dominicana— prohíben totalmente el aborto, mientras que en otros países las leyes restrictivas limitan gravemente el acceso a este derecho. Este panorama se agrava con los elevados índices de impunidad, lo que deja a las niñas en una situación de extrema vulnerabilidad.

Durante 2022, en México se registraron 7,255 nacimientos por parte de niñas entre 10 y 14 años. Aunque el aborto por violación sexual es legal en todo el país, el acceso a este derecho enfrenta numerosas barreras. La Ley General de Víctimas (LGV) y la NOM 046 establecen que cualquier institución hospitalaria debe brindar atención inmediata a víctimas de violencia sexual, sin necesidad de presentar una denuncia. Sin embargo, en la práctica, las niñas y mujeres enfrentan múltiples obstáculos para su acceso.

No obstante el panorama, el movimiento “Son niñas, no madres” ha logrado avanzar en la conversación sobre la protección de los derechos de las niñas, pero la lucha está lejos de terminar. Las niñas no deberían ser obligadas a asumir una maternidad no deseada como resultado de la violencia sexual. Al presentar estos casos ante Naciones Unidas, se espera un impacto global que transforme las vidas de niñas en todo el mundo.

El impacto que se espera de estos casos puede sentar un precedente en la región y el mundo. Mientras tanto, seguimos luchando por un mundo en el que las niñas sean tratadas como lo que son: niñas, no madres.

* Con información de Planned Parenthood Global y del Centro de Derechos Reproductivos.

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Imagen BBC
¿Te has preguntado por qué la mayoría de las personas son diestras y no zurdas? Te contamos
6 minutos de lectura

Dada la menor esperanza de vida de los zurdos, podemos considerar que su condición sigue entrañando la “mala suerte” que tradicionalmente se le ha asociado.

28 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Es curioso que la mayoría de los humanos seamos diestros, pero ¿es algo azaroso o es consecuencia de la selección natural?

En general, lo derecho se asocia con destreza, competencia y corrección, mientras que lo izquierdo está cargado de connotaciones negativas.

De hecho, zurdo, según la RAE, es sinónimo de maligno, siniestro, perverso o amenazador, consideración presente desde tiempos remotos.

Sin ir más lejos, en las representaciones paleocristianas del Juicio Final los justos se sitúan a la derecha de Dios Padre, mientras que los condenados eternamente se ubican a su izquierda.

En culturas orientales se encuentran valoraciones similares y en el mundo islámico se reserva la mano izquierda para funciones escatológicas.

En cualquier caso, lo siniestro ha incorporado culturalmente un estigma negativo, asociándose con “rarezas sospechosas” y marginando a sus portadores.

Algo similar a lo que sucede con otras anomalías, como el albinismo en el África negra.

¿A qué obedece esta distinta valoración?

La explicación intuitiva es que lo más frecuente, estadísticamente, es tener más habilidad en el brazo derecho que en el izquierdo.

Aunque hay variaciones entre distintos pueblos (China: <5 % de zurdos, Occidente: 10-12 %), la opción diestra siempre es mayoritaria.

No obstante, lo frecuente no tiene por qué ser lo mejor en términos adaptativos, pudiendo obedecer a una contingencia aleatoria.

Entonces, ¿por qué somos mayoritariamente diestros? ¿Qué es lo que subyace biológicamente a este fenómeno?

niños escribiendo
Getty Images
En general, lo derecho se asocia con destreza, competencia y corrección, mientras que lo izquierdo está cargado de connotaciones negativas.

Primera hipótesis: naturaleza genética ligada al sexo

Se sabe que los zurdos tienen una probabilidad ligeramente menor de sobrevivir hasta edades avanzadas y su porcentaje es superior en los hombres, por lo que se ha relacionado con los niveles de testosterona.

La condición zurda se fija en torno a la pubertad y se asocia con mayor frecuencia de enfermedades inmunes, migrañas y desórdenes cognitivos durante el aprendizaje y la maduración.

¿Está entonces la condición zurda codificada genéticamente en los cromosomas sexuales?

En el cromosoma Y desde luego que no, puesto que hay mujeres zurdas. Entonces, ¿se localizaría este supuesto gen en el cromosoma X?

En tal caso, la condición hemicigótica masculina (XY) haría más frecuente tales fenotipos si fuese un carácter recesivo.

No obstante, esta propuesta tampoco sería satisfactoria, puesto que no explica que la condición zurda sea más frecuente en mellizos, neonatos prematuros e individuos que han soportado estrés o condiciones de hipoxia fetales.

De hecho, tales circunstancias ocasionan también una prevalencia de la condición zurda en los chimpancés, nuestros parientes vivos más próximos.

Tampoco las frecuencias de aparición responderían a una herencia mendeliana típica ligada al sexo, pues entonces sería esperable que un 50 % de los hombres fuesen zurdos y sólo el 25 % de las mujeres. De tener, pues, una naturaleza genética, se trataría de algo más complejo.

Segunda hipótesis: la presunta ventaja adaptativa de los diestros

Aunque ambas manos pueden, potencialmente, desarrollar la misma fuerza y destreza, la realidad es que no lo hacen.

Esta asimetría morfológica podría evidenciar procesos anatómicos internos que sufren desarrollos diferenciales en ambos lados del cuerpo.

Las primeras etapas embrionarias de los mamíferos responden a un desarrollo de órganos y sistemas de clara simetría bilateral. No obstante, el aparato digestivo manifiesta asimetrías muy tempranas en el posicionamiento de sus órganos.

También aparecen en la configuración diferencial de los pulmones (dos lóbulos en el izquierdo frente a tres en el derecho).

Igualmente, el vaso circulatorio primigenio se curva, retuerce, compartimenta y crece diferencialmente, generando un mayor desarrollo del arco aórtico izquierdo (en mamíferos, porque en aves el dominante es el derecho).

El resultado es que el órgano vital por antonomasia, el corazón, se sitúa desplazado hacia el hemitórax izquierdo, al igual que la aorta.

Reflexionemos sobre este hecho. Dado que cualquier lesión potencial revestirá más peligrosidad en el tórax que en el abdomen, y más en el hemitórax izquierdo que en el derecho, los humanos hemos tendido siempre a proteger esta zona.

La bipedestación aumentó la exposición y vulnerabilidad de nuestro tórax. Esto nos llevaría a pensar que la condición diestra es potencialmente más “adaptativa”, por implicar una mayor tasa de supervivencia.

Aunque ambas manos pueden, potencialmente, desarrollar la misma fuerza y destreza, la realidad es que no lo hacen.
Getty Images
Aunque ambas manos pueden, potencialmente, desarrollar la misma fuerza y destreza, la realidad es que no lo hacen.

Los ejércitos de diferentes culturas han desarrollado escudos que, portados con el brazo izquierdo, protegen el hemitórax de este lado del cuerpo.

Con ello, dejan libre para atacar la mano derecha. Ahora bien, en biología evolutiva hay que tener en cuenta que, en ciertas características, se da una selección inversamente dependiente de la frecuencia.

En otras palabras, los zurdos tienen ventajas de cara al combate individual en un mundo de diestros.

No obstante, esta razón se descarta porque integrar zurdos en formaciones militares cerradas acarrea más problemas de coordinación con los diestros que ventajas individuales.

Además, esta explicación no afecta a las mujeres, que no han participado masivamente en formaciones militares.

Para intentar contrastar esta hipótesis necesitaríamos conocer si las primeras manifestaciones de lo zurdo son anteriores a la aparición, relativamente reciente, de escudos y espadas.

Efectivamente es así, pues las poblaciones de cazadores-recolectores actuales, con un género de vida similar al del Paleolítico y que no usan escudos, son también predominantemente diestras.

Estimaciones tempranas de la condición zurda las tenemos en la argentina cueva de las Manos, cuyos motivos más antiguos se han datado en el octavo milenio a. e. c.

En ella, las 829 impresiones negativas de manos izquierdas, frente a tan solo 31 derechas, nos hablan de que sus pobladores eran mayoritariamente diestros.

Las manos estampadas con técnicas parecidas en cuevas españolas, francesas e italianas reflejan una condición similar en poblaciones europeas más antiguas: el caso de las 57 manos izquierdas impresas de la cacereña cueva de Maltravieso (quizás de neandertales por su cronología, estimada en más de 64 000 años) o las 275 de la santanderina cueva del Castillo, la mayoría de mujeres.

Otra forma de conocer la naturaleza zurda o diestra de las poblaciones primigenias sería el análisis de la lateralidad en marcas y ralladuras producidas con útiles líticos sobre los huesos de sus presas o sobre su propia dentición.

En la población de la Sima de los Huesos de Atapuerca, con más de 450 000 años de antigüedad, se ha descubierto así que los Homo heidelbergensis eran ya predominantemente diestros.

Otras especies más antiguas de nuestro linaje evolutivo muestran en sus moldes cerebrales evidencias de dominancia diestra.

Según lo expuesto, pues, no queda definitivamente clara la causa del predominio de la condición diestra.

En cualquier caso, y considerando que la esperanza de vida de los zurdos es algo menor que la de la población general, podría considerarse que esta condición sigue entrañando “mala suerte”.

* Idefonso Alonso Tinoco, A. Victoria de Andrés Fernández y Paul Palmqvist Barrena son profesores de la Universidad de Málaga.

Este artículo apareció en The Conversation. Puedes leer la versión original aquí.

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BBC

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