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Despenalización social del aborto
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Por: Gire
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4 minutos de lectura

Despenalización social del aborto

La despenalización social del aborto se materializa en una atención digna, sin cuestionamientos ni intentos de disuasión; en dejar de castigar la vida sexual activa y dejar de catalogar la interrupción del embarazo como “una tragedia que se podría evitar” o como “la última opción” para solucionar un embarazo no planeado o no deseado.
23 de septiembre, 2024
Por: Gire

Los logros a nivel legislativo y judicial en torno al aborto han sido posibles, entre otros factores, debido a la existencia de un movimiento social fuerte y diverso a favor de la autonomía reproductiva. Las acciones de protesta en el espacio público, la presencia en los congresos para presionar la discusión de iniciativas, la diseminación de información basada en evidencia, y el posicionamiento de narrativas centradas en derechos humanos han contribuido a la transformación de percepciones relativas al derecho a decidir y con ello avanzar en la despenalización social del aborto.

Dicha transformación es de gran relevancia, pues uno de los principales obstáculos para el acceso es que se le considere un delito y no un evento que puede ocurrir en la vida reproductiva de las mujeres y personas con capacidad de gestar, y por lo tanto un servicio de salud esencial. Pero, ¿en qué consiste esta transformación?

Las organizaciones de la sociedad civil y las colectivas que trabajamos a favor de los derechos reproductivos nos hemos dedicado a hacer visibles las violaciones a derechos humanos que enfrentan quienes buscan interrumpir su embarazo. Hemos documentado estas situaciones y acompañado a quienes se les niegan los servicios de aborto o se les ha criminalizado por abortar, y en estos procesos hemos constatado que el estigma, las creencias y los prejuicios del personal médico, de enfermería y de trabajo social, así como de quienes conforman el aparato de justicia, constituyen barreras importantes para el acceso a este servicio de salud incluso en condiciones de legalidad.

Lo anterior evidencia que, aun cuando las leyes se modifiquen, los juicios y la desacreditación hacia quienes deciden interrumpir su embarazo tienen un impacto en la atención que se brinda, pues suele estar plagada de comentarios y actitudes que generan culpa, vergüenza o miedo e inhiben el ejercicio de derechos, lo cual se traduce en falta de acceso o dilación en la provisión de servicios.

Si la forma en que se percibe el aborto no se transforma y esta transformación no permea en todos los ámbitos —legislativo, judicial, instituciones de salud y sociedad—, difícilmente las mujeres y personas con capacidad de gestar tendrán acceso a servicios de aborto seguros, dignos y libres de discriminación. Transformar creencias y actitudes significa dejar de considerar que quienes interrumpen su embarazo son delincuentes, malas personas y merecedoras de castigo; significa, asimismo, dejar de señalar a quienes buscan que se les acompañe en el proceso o a quienes comparten sus experiencias de aborto.

Y esta transformación incluye también a la familia, pareja, amistades y compañeres de trabajo, porque las reacciones que pudieran tener quienes forman parte de los vínculos cotidianos generan preocupación y temor en quienes deciden interrumpir su embarazo, y en quienes ya lo han hecho pero sienten la necesidad de mantener el hecho en secreto para evitar señalamientos y críticas.

La despenalización social del aborto se materializa en una atención digna, sin cuestionamientos ni intentos de disuasión; en dejar de castigar la vida sexual activa y dejar de catalogar la interrupción del embarazo como “una tragedia que se podría evitar” o como “la última opción” para solucionar un embarazo no planeado o no deseado; en dejar de decir frases como: “si te hubieras cuidado”, “para qué tienes relaciones sexuales”, “¿te pasó otra vez?”.

Transformar la manera de ver el aborto significa hablar de justicia reproductiva y abandonar las narrativas que refuerzan la idea de que mujeres y personas gestantes tienen por obligación la maternidad como  proyecto de vida; desterrar las narrativas —institucionales, mediáticas y sociales— que niegan derechos humanos y abanderan creencias religiosas.

Las movilizaciones en las calles y la incidencia en las escuelas, los centros de trabajo y en los entornos familiares y afectivos han sido —y son— pieza fundamental para lograr que quienes reforman las leyes, imparten justicia, brindan servicios de salud y difunden información de manera masiva reconozcan que el aborto es un tema de justicia social, salud pública y derechos humanos.

Abrazar y robustecer el movimiento social por el derecho a decidir es imprescindible para que los avances legislativos y judiciales se traduzcan en acceso efectivo a servicios de aborto; para que mujeres y personas con capacidad de gestar se asuman sujetas de derechos y exijan los servicios en  libertad; para que las instituciones responsables y quienes en ellas laboran brinden atención sin discriminar ni cuestionar esa decisión; para que las personas de todos los ámbitos reconozcan el aborto como uno más de los eventos que pueden presentarse durante la vida reproductiva.

Si bien la despenalización social es una carrera de largo aliento que va de la mano de un profundo cambio cultural, hay que reconocer que las victorias alcanzadas en años recientes también son producto de una serie de transformaciones que han tenido lugar más allá de los ámbitos legislativo y judicial, cuya raíz se encuentra en la toma del espacio público para  protestar, posicionar nuevas narrativas y visibilizar las experiencias de aborto.

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Imagen BBC
“¿A dónde debemos ir?”: el terror de los miles de libaneses que huyen tras bombardeo de Israel
5 minutos de lectura

Miles de personas han huido del sur del Líbano hacia el norte. Las últimas cifras hablan de 558 muertos y más de 1.800 heridos.

24 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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A lo largo de todo el sur de Líbano, miles de familias tuvieron que juntar sus pertenencias y dirigirse al norte del país en automóviles, camiones y motocicletas, mientras Israel atacaba objetivos que, según informó, estaban vinculados al grupo armado chiita libanés Hezbolá.

Algunos residentes contaron que recibieron mensajes de texto y grabaciones de voz del ejército israelí con advertencias para que abandonaran las zonas cercanas a los lugares donde se concentra la milicia respaldada por Irán.

Zahra Sawli, una estudiante de la ciudad sureña de Nabatieh, dijo al programa Newshour de la BBC que el bombardeo de Israel en sur de Líbano fue intenso.

“Me desperté a las 6 de la mañana con el sonido de las explosiones. A mediodía se intensificó, vi muchos bombardeos en mi zona. Escuché muchos cristales rotos.”

A diferencia de muchos otros, ella y los que la acompañaban no salieron de casa. Dice que no se atrevieron.

“¿A dónde se supone que debemos ir? Mucha gente sigue atrapada en las calles. Muchos de mis amigos siguen atrapados en el tráfico porque mucha gente está intentando huir”, explica.

Una familia de cinco personas llegó a Beirut en bicicleta
Hassan Harfoush
“¿Qué quieres que digamos? Simplemente tuvimos que huir”, le dijo este hombre a la BBC.

A mediodía del lunes, las carreteras hacia el norte en dirección a Beirut estaban congestionadas, con vehículos que se dirigían hacia la capital por ambos lados de una autopista costera de seis carriles.

Otras imágenes mostraban a personas caminando por la playa en la ciudad sureña de Tiro a la vez que se veía humo elevándose al cielo por todos los ataques aéreos en el interior del país.

La BBC habló con una familia de cinco personas que llegó a Beirut en una sola motocicleta. Venían de un pueblo del sur y se dirigían al Trípoli, en el norte. Estaban exhaustos.

“¿Qué quieres que te digamos? Tuvimos que huir”, relató el padre.

Mapa que muestra las zonas atacadas en el conflicto entre Israel y Hezbolá.
BBC

Para el martes en la mañana, el Ministerio de Salud libanés informó de que 558 personas habían muerto y más de 1.800 habían resultado heridas en los bombardeos. Añadió que entre los muertos había al menos 50 niños.

Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) afirmaron haber llevado a cabo 1.100 ataques en las últimas 24 horas.

Esto incluyó un ataque aéreo en el sur de Beirut que, según las FDI, tenía como objetivo a un alto comandante de Hezbolá.

También en Beirut reinaba la inquietud: a medida que la gente del sur llegaba a la capital en coches con maletas atadas en el techo, algunos de los habitantes de la ciudad se marchaban.

Israel ha advertido a la población que evacúe las zonas donde, según dice, Hezbolá almacena armas, pero también envió advertencias grabadas a la población de los distritos de Beirut que no se consideran bastiones de Hezbolá, incluida Hamra, una zona donde se encuentran ministerios gubernamentales, bancos y universidades.

Los padres se apresuraron a recoger a sus hijos de la escuela después de recibir más advertencias para que abandonaran el área.

“Están llamando a todo el mundo y amenazando a la gente por teléfono. Así que por eso estoy aquí, por eso vine a sacar a mi hijo del colegio. La situación no es tranquilizadora”, contó a la agencia de noticias Reuters Issa, un padre que estaba en ese momento sacando a su hijo de la escuela.

La gente lleva sus pertenencias a través de una playa mientras salen de Tiro, una de las ciudades del sur del Líbano afectadas el lunes.
Reuters
La gente lleva sus pertenencias mientras abandona la ciudad costera de Tiro, una de las ciudades del sur del Líbano afectadas el lunes.

Mohammed, un hombre palestino que viajaba con su esposa, habló con la BBC al salir de Beirut.

Cuando se le preguntó si se quedaría en la capital, respondió: “En el Líbano no hay ningún lugar seguro. Israel dice que va a bombardear todo. Ahora amenazan este barrio, así que ¿a dónde debemos ir?”.

“Da miedo, no sé qué hacer: trabajar, volver a casa, no tengo idea de qué hacer”.

Mientras un equipo de la BBC se instalaba a un lado de la carretera, un taxista gritó preguntando si sabían que se estaba desatando una crisis de combustible. “Demasiada gente está viniendo a Beirut”, dijo.

Tanto en Beirut y Trípoli, como en el este del Líbano, por orden del gobierno las escuelas se han convertido en refugios para los oleadas de evacuados que llegan desde el sur.

El lunes, la BBC estuvo en un aula de una escuela pública en Bir Hasan, al oeste de Beirut, que estaba siendo preparada para recibir a gente procedente del valle de Bekaa, un bastión de Hezbolá en el noreste del Líbano que, según Israel, también era objeto de ataques.

Las aulas estaban repletas de colchones, pero se esperaba que, a final del día, estuvieran ya completamente ocupadas, relataron los trabajadores.

Cola de vehículos para cargar combustible en una gasolinera en Beirut
EPA
Se han producido largas colas en las gasolineras de Beirut.

Mientras tanto, los hospitales del Líbano también recibieron el lunes la orden de cancelar todas las cirugías que no sean prioritarias, mientras los médicos se preparaban para una ola de víctimas.

A pesar de la atmósfera tensa e incierta que reinaba en Beirut, algunas personas se mostraron desafiantes.

“Si se produce una guerra total, el pueblo libanés debería permanecer unido, independientemente de nuestras afiliaciones políticas, porque al fin y al cabo, nuestro país está siendo bombardeado”, dijo un hombre a la BBC.

Otros simplemente se resignaron a la violencia.

“Si quieren la guerra, ¿qué podemos hacer? Nos la han impuesto. No podemos hacer nada”, dijo a Reuters Mohammed Sibai , dueño de una tienda.

Mohammed, de 57 años y residente en Dahieyh, un suburbio del sur de Beirut (la principal base de poder de Hezbolá en la capital), dijo a la BBC que había “sobrevivido a todas las guerras desde 1975”, así que “para mí es normal”.

“No me iré, estaré en mi casa”, afirmó.

línea gris
BBC

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