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Accesibilidad y derechos reproductivos de personas con discapacidad: una deuda pendiente en la CIDH
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Accesibilidad y derechos reproductivos de personas con discapacidad: una deuda pendiente en la CIDH

Denunciamos ante la CIDH que los derechos reproductivos de las mujeres y personas con capacidad de gestar con discapacidad siguen siendo violentados debido al capacitismo, el sexismo y los estereotipos que existen en torno a la discapacidad.
25 de noviembre, 2024
Por: Fernanda Castro

El lunes 11 de noviembre viajé a Washington para participar en representación de GIRE en la audiencia pública “La situación de los derechos sexuales y reproductivos de las personas con discapacidad en América Latina”, en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) convocada por el Centro de Derechos Reproductivos. Participamos las organizaciones Women Enabled International, Equality Now, Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión (PAIIS), Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (Promsex), Polimorfas, Red por los Derechos de las Personas con discapacidad (REDI) y el Centro de Derechos Reproductivos (CDR). Juntas, nueve activistas frente a tres comisionadas y un comisionado, visibilizamos las violencias que viven las mujeres y personas con capacidad de gestar con discapacidad en la región. 

Las audiencias públicas son un espacio donde la CIDH se reúne con sociedad civil, víctimas, personas expertas y Estados, y obtiene información actualizada sobre los derechos humanos, da seguimiento a casos y medidas cautelares, y alerta sobre nuevas tendencias que podrían afectar los derechos humanos.  

El día de la audiencia, todas las participantes nos encontramos por la tarde para dirigirnos hacia la sede de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en donde se ubica la CIDH. Al entrar a la sala donde se llevaría a cabo la audiencia la falta de accesibilidad comenzó a hacerse presente; por ejemplo, el espacio para acomodarnos y poder emitir nuestros discursos era sumamente pequeño e incómodo, principalmente para las compañeras usuarias de silla de ruedas y que llevaban animales de servicio. Por otro lado, el personal de comunicación de la CIDH fue descuidado al intentar tomar fotos de las expositoras, pues obstruía constantemente la pantalla donde las compañeras sordas podían visualizar la traducción en lengua de señas. 

Pese a los obstáculos de accesibilidad, cada una pudo denunciar que los derechos reproductivos de las mujeres y personas con capacidad de gestar con discapacidad siguen siendo violentados debido al capacitismo, el sexismo y los estereotipos que existen en torno a la discapacidad. Todos los discursos fueron claros y contundentes respecto a la negación de la capacidad jurídica y la autonomía reproductiva, en ese sentido, me permito citar a Sabrina Pachón, directora de Polimorfas de Colombia: “[…] el acceso a la información y brindar nuestro consentimiento es más un privilegio que un derecho que no es inherente en nuestra calidad de sujetos plenos de derechos”. Por otro lado, María Camila Lozano de PAIIS, contó, a partir de su experiencia, cómo el personal de salud sigue perpetuando estigmas capacitistas a través de frases como: “fue muy irresponsable de tu parte embarazarte porque tienes una discapacidad”, además, insisten en la presencia de un tutor o representante legal y presionan para que se sometan a un método anticonceptivo permanente. 

Desde GIRE, sumándonos a estas denuncias, expusimos que lamentablemente, al igual que en Colombia, en México el consentimiento de las personas con discapacidad no es plenamente reconocido, ni siquiera en la propia legislación como en el caso del estado de Sinaloa, cuyo  Congreso desconoció los derechos de las personas con discapacidad para decidir continuar o no un embarazo, al establecer específicamente que no era necesario su consentimiento para interrumpir su embarazo, quedando en su tutor o representante legal la facultad de decidirlo. El pasado 16 de octubre, la Suprema Corte resolvió que corresponde en exclusiva a las mujeres y personas gestantes con discapacidad decidir sobre su salud sexual y reproductiva, incluido lo relativo a continuar o no un embarazo. 

Por otro lado, en materia de anticoncepción, externamos nuestra preocupación por lo dispuesto por la Norma Oficial Mexicana referente a servicios de planificación familiar, NOM-005-SSA2-1993, la cual refiere el “retraso mental”, término que además es discriminatorio, como una condición para indicar la conveniencia de un método anticonceptivo permanente, lo cual asume que las personas con discapacidad intelectual no deberían poder reproducirse.

Aunque la CIDH ha tenido audiencias regionales y nacionales sobre la situación de los derechos humanos de las mujeres con discapacidad, sentando un precedente importante para visibilizar los obstáculos y avances existentes en cada país, en general es preocupante la tendencia de la región latinoamericana respecto al retroceso de los derechos reproductivos, especialmente en lo que concierne a la criminalización del aborto, incluidos los sistemas de causales y plazos que afectan principalmente a las personas con discapacidad. Como dato interesante, Sabrina Pachón nos compartió que en la lengua de señas en Colombia no existe la palabra aborto y que es complicado encontrar a una o un intérprete a favor del derecho a decidir, por lo que ella cuenta con una traductora de confianza. Sin embargo, no todas pueden acceder a una. 

El Centro de Derechos Reproductivos concluyó la audiencia exigiendo a la CIDH que otorgue todas las facilidades y haga las adaptaciones necesarias para que las personas con discapacidad y sus organizaciones puedan participar en igualdad de condiciones ante dicha Comisión, y establezca todos los mecanismos para que estas audiencias y su contenido sean accesibles para todos, todas y todes.

Si bien pudimos participar en la audiencia, no todas lo hicieron en igualdad de condiciones. Es importante mencionar que los espacios regionales e internacionales para la defensa de los derechos humanos no cuentan aún con las medidas de accesibilidad y ajustes razonables para las personas con discapacidad, imponiendo barreras para su participación en condiciones de dignidad e igualdad. Lamentablemente, hoy en día las prácticas sociales en diversos espacios  siguen invisibilizando las vidas y cuerpos de las mujeres y personas con capacidad de gestar con discapacidad. 

*Fernanda Castro (@Fer_Cass) es Oficial de Incidencia Social en @GIRE_mx 

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Imagen BBC
Revolución Mexicana: conoce a Adela Velarde, la mujer que dio nombre a las “adelitas”
7 minutos de lectura

En la historia de Adela Velarde, que posiblemente inspiró el corrido más famoso de la revolución mexicana y dio nombre a las “adelitas”, se entreteje la memoria y la leyenda.

20 de noviembre, 2024
Por: BBC News Mundo
0
Toda revolución necesita un héroe y una musa.

Adela Velarde Pérez fue las dos cosas.

Pero, como sucede con todos los mitos identitarios, en la historia de esta mujer que posiblemente inspiró el corrido más famoso de la revolución mexicana y dio nombre a las “adelitas”, se entreteje la memoria y la leyenda.

La imagen de Adela Velarde, jovencísima, de ojos grandes, mirando intensamente a la cámara bajo su enorme sombrero, agarrando una bandera mexicana en una mano y una espada en la otra, su diminuto cuerpo cruzado por un cinturón de balas, encarna la esencia de un espíritu nacional, de una identidad mexicana valiente y revolucionaria.

Ella representa a las miles de mujeres anónimas que se unieron a la Revolución mexicana (1910-1920) a las que se conoce como “adelitas”, y que consiguieron derrocar la dictadura de Porfirio Díaz.

El corrido de “La Adelita”, quizás el más famoso de toda la época de la revolución, se cantaba obsesivamente en los frentes y hoy se sigue escuchando, popularizado por cantantes como Jorge Negrete o Amparo Ochoa. Sin embargo, la historia de la “Adelita” original sigue siendo en parte un misterio.

Qué sabemos de la “Adelita” real

Se sabe que nació en el estado de Chihuahua, probablemente en Ciudad Juárez, en el año 1900, en el seno de una familia acomodada.

Adela Velarde Pérez.
Wikimedia Commons
Adela Velarde Pérez.

Según la biografía que el gobierno de México tiene sobre ella, fue nieta del destacado general juarista Rafael Velarde, que luchó contra las tropas francesas.

Siendo aún adolescente se unió a las filas de la revolución, apoyando a la Asociación Mexicana de la Cruz Blanca en labores de enfermería.

Formó parte de la División del Norte del Ejército Constitucionalista, y posteriormente se incorporó al Cuerpo de Ejército del Noreste.

El 22 de febrero de 1941, Velarde fue reconocida como “Veterana de la Revolución” por la Secretaría de Defensa Nacional mexicana y, según el Museo de la Mujer, fue nombrada miembro de la Legión de Honor Mexicana en 1962.

Al acabar la revolución trabajó en Ciudad de México como mecanógrafa en la administración de Correos. En 1965 se reencontró con un coronel que había conocido en sus años de lucha, Alfredo Villegas, con quien se casó en 1965.

Poco después, la pareja se mudó a Estados Unidos, donde vivió hasta su muerte en 1971, debido a un cáncer de ovario. Sus restos yacen en el cementerio de San Felipe, en Del Río, Texas.

Hombres y mujeres junto a un pozo en la Revolución Mexicana.
Getty Images
El trabajo de las mujeres fue esencial en la Revolución Mexicana.

Estas es, practicamente, casi la única información contrastada que se tiene de ella.

A partir de ahí, casi todo son relatos, más o menos fabulados, inspirados por el romanticismo de su personaje.

El mito la retrata como una muchacha valiente y bella, cuyos ideales revolucionarios la convirtieron en un ejemplo para otras mujeres que se unieron al alzamiento, a las que hoy se conoce como “adelitas” y que desempeñaron un papel fundamental en las guerrillas.

Las “adelitas”

Pocos han descrito el papel de las “adelitas” de una forma más hermosa que la escritora Elena Poniatowska en su libro “Las indómitas”.

“Yo te doy agua. Yo llevo las ollas y las cazuelas para hacerte tu comida. Yo te despiojo. Yo te lío tu petate. Yo te lavo tu ropa. Yo junto la leña para hacer lumbre. Yo te aceito tu fusil. Yo te prendo tu cigarrito, y si no hay tabaco, te hago uno de macuche, aquí tengo hojas de maíz. Yo cargo tu Mauser y tus cartuchos. Yo cuido de que no se moje la pólvora. Yo te hago casa en el campo de batalla. Yo soy tu colchón de tripas. Yo tengo a tu hijo en la trinchera”.

Una portad de
Getty Images
El papel de las mujeres en la Revolución Mexicana traspasó fronteras.

Sin ellas, afirma la autora mexicana, no habría habido revolución. Muchas fueron llevadas por sus hombres, esposos, padres o hijos, al combate como apoyo. Otras fueron obligadas a participar por la fuerza y, aunque la mayoría ejercía apoyos básicos y de enfermería, algunas llegaron a tener cargos importantes.

Después de haber dado sangre, sudor y lágrimas en la batalla, con el fin de la guerra la mayor parte de estas mujeres regresaron a los antiguos roles que la sociedad les deparaba, y sus hisotrias de olvidaron.

Solo un puñado de nombres de “adelitas” han sobrevivido al anonimato de la Historia, entre ellos el de Adela Velarde, en gran parte gracias al corrido que lleva su nombre.

Mujeres con cestas.
Getty Images
Tras la revolución, gran parte de las mujeres volvieron a sus roles tradicionales.

La versión más edulcorada de la historia de esta famosa canción, que se convirtió en símbolo de la revolución y responsable de que medio mundo hispanohablante no pueda escuchar la palabra “Adelita” sin tararear “se fuera con otro…”, la narra el historiador mexicano José Alberto Galindo.

La leyenda

Galindo es el autor del libro “Un cielo lleno de metrallas: La verdadera historia de la Adelita”, en el que relata la siguiente historia:

Velarde entró en el ejército revolucionario como enfermera, por lo que fue repudiada por su familia, que consideraba, como otras de su época, que las mujeres solo podían abandonar el hogar de su familia para casarse.

Al poco de unirse a la revolución, la joven conoció a Antonio Gil Del Río Armenta, sargento del ejército de Pancho Villa, y ambos mantuvieron un tórrido romance.

De acuerdo con algunos relatos no corroborados, ambos tuvieron un hijo, que más tarde moriría en la Segunda Guerra Mundial.

La historia de amor tuvo también un final trágico.

Revolucionarios mexicanos caminando.
Getty Images
Fueron muchas las mujeres que acompañaron y lucharon con las tropas revolucionarias.

El sargento fue alcanzado por una bala en la ciudadad de Gómez Palacio, y murió en los brazos de su amada. Sin embargo, antes de fallecer, le pidió a su enamorada que mirara dentro de su petate, donde Velarde encontró un papel con la letra de la canción que se convertiría en un himno nacional revolucionario. Ella había sido su musa y sería su último amor.

¿Demasiado perfecto? Pues hay más.

Según Galindo, la letra de la canción no estaba completa, por lo que Gil Del Río Armenta le cantó allí mismo, y con su aliento postrero, la última estrofa, que Adelita apuntó en el papel de su puño y letra.

Algunas versiones dicen que esta última estrofa dictada al borde de la muerte fue la que dice: “Si acaso yo muero en campaña /y mi cadáver lo van a sepultar, /Adelita por Dios te lo ruego /que con tus ojos me vayas a llorar”.

Sin embargo, en una entrevista con el diario “Excélsior” en 1948, la propia Velarde confirmó que fue ella quien inspiró al compositor, aunque el corrido original solo contaba con tres estrofas:

“Popular entre la tropa era Adelita, /la mujer que el sargento idolatraba, /porque a más de ser valiente era bonita /que hasta el mismo coronel la respetaba.

Y si Adelita se fuera con otro/ la seguiría por tierra y por mar; /si por mar, en un buque de guerra /si por tierra, en un tren militar.

Si Adelita quisiera ser mi esposa, /si Adelita fuera mi mujer, /le compraría su vestido de seda /para llevarla a bailar al cuartel”.

Mujeres vestidas de
Getty Images
Las “adelitas” siguen desfilado en cada aniversario de la revolución mexicana.

El historiador Galindo afirma, además, que el “coronel” que menciona la canción es, para rizar más el rizo, hombre con el que finalmente se casó Adela Velarde en 1965, Alfredo Villegas.

Sin embargo, existen diferentes versiones sobre el origen de la canción que, según la Secretaría de Defensa Nacional (SDN) mexicana, fue difundida por la División del Norte entre 1914 y 1915.

Según el libro “Las Fuerzas Armadas en la Revolución Mexicana”, editado por la SDN en 2013, algunos atribuyen su autoría al joven capitán Elías Cortázar Ramírez, otros a un tal Ángel Viderique.

Otra interpretación afirma que se trata de una canción anónima que el general Domingo Arrieta y sus tropas escucharon en el estado de Sinaloa, y otra más que el mismo general Arrieta se la encomendó a un maestro de su banda militar, Julián S. Reyes, para que la escribiera y la instrumentara.

Pero en la creación de los mitos el relato es importante, y una buena historia de amor trágico siempre será más potente que un anodino encargo.

Línea gris.
BBC

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