En 1985, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) conmemoró el primer Año Internacional de la Juventud y al décimo aniversario se aprobó el “Programa de Acción Mundial para los Jóvenes”, el cual se amplió doce años más tarde para establecer las directrices que permitan mejorar la situación en la que se desenvuelve la población joven. Para lo anterior, se planteó la necesidad de revisar el quehacer gubernamental y social en 10 dimensiones básicas para el desarrollo de la juventud: educación, empleo, pobreza y hambre, salud, medio ambiente, uso indebido de drogas, delincuencia juvenil, actividades recreativas, las niñas y las jóvenes y, finalmente, la participación plena en la vida de la sociedad. 1
Particularmente, las personas jóvenes en contextos de movilidad que llegan a México a menudo enfrentan situaciones de discriminación, estigmatización y falta de oportunidades laborales, lo que dificulta la integración económica y la inserción laboral. Al respecto, las personas jóvenes con quienes trabajamos en Sin Fronteras tienen una diversidad de necesidades básicas que son atravesadas precisamente por esas 10 dimensiones señaladas por Naciones Unidas, que no siempre pueden ser resueltas por parte del Estado. Una de ellas es que muchas y muchos de ellos han crecido en entornos complejos, marcados por contextos de precariedad y dificultades en el acceso a derechos, situaciones de violencia y demás factores que les limitan continuar con sus planes.
Además de lo que corresponde al Estado, desde la sociedad civil y la academia se han intentado realizar diversas acciones encaminadas a retomar y fortalecer procesos de integración de las personas jóvenes en el país. En este sentido, en Sin Fronteras contamos con un Modelo a Atención Integral con enfoque picojurídico y con miras a la integración, cuya consolidación gracias a la coinversión de financiadoras ha permitido la implementación del proyecto de Empleo Digno, el cual hemos desarrollado desde la organización y en el que fue posible dar acompañamiento a 16 personas jóvenes de nacionalidad venezolana, colombiana y haitiana durante 2022. Cabe mencionar que, aunque este acompañamiento se haya realizado para 16 personas, las beneficiarias indirectas fueron más, pues se extendió a familiares, conocidos, amigos, instituciones, aliados de las redes con las que Sin Fronteras se va sumando, etc.
Para lograr este objetivo realizamos el acompañamiento en tres fases de intervención psicojurídica, con el fin de conocer las necesidades de la persona joven y de quienes le acompañan, cuando es el caso.
En la fase 1 se identifican y modifican las necesidades y estrategias de fortalecimiento y acompañamiento de las personas, brindando apoyo en el inicio de la búsqueda de empleo y la cobertura de necesidades. Los apoyos que se brindan dependen de las necesidades de la población, pero de manera general son alimentos en especie, apoyo para el transporte, capacitaciones, acompañamiento y/o representación para la obtención de documentos migratorios si es el caso o bien acompañamiento ante las instancias para el acceso a derechos como educación y salud.
En la fase 2 nos centramos en el apoyo para el fortalecimiento de habilidades y la obtención de empleo, pues una vez que las necesidades básicas han sido cubiertas, no se consideran un obstáculo para realizar otros procesos. En este momento se vincula a las personas a instituciones aliadas para formar, capacitar, certificar habilidades y contar con mayores herramientas para insertarse en un empleo, pero además se trabajan las habilidades duras y blandas para tener mayor éxito en los procesos de contratación.
Asimismo, se revisan temas fundamentales como la posible reconstrucción de planes de vida y retomar estudios, con la finalidad de aproximar la fase 3, que consiste en concretar la integración laboral y con ello la terminación del acompañamiento, pues las personas jóvenes cuentan con las herramientas y elementos necesarios para llevar a buen término su proceso.
Un dato que queremos destacar es que dos de las 16 personas acompañadas en el proyecto de Empleo Digno durante 2022 fueron capacitadas y formadas por una aliada solidaria llamada La chispa incubadora de proyectos en temas de emprendimiento. Asimismo, seis personas fueron colocadas en empleos formales relacionados principalmente a servicios y el resto se encuentra laborando en el sector informal, o retomando estudios básicos y medio superior para la búsqueda de otras oportunidades laborales.
Finalmente, quiero concluir señalando la importancia de garantizar que las sociedades sean más incluyentes y que se tomen en cuenta las necesidades y preocupaciones de las personas jóvenes, especialmente aquellas que se encuentran en contexto de movilidad humana. Sirva este espacio también para reconocer el apoyo y la colaboración de Nacional Monte de Piedad, Citi Foundation y Global Found for Children, quienes han apostado para la implementación de proyectos encaminados a las juventudes y permiten que, desde Sin Fronteras, podamos fortalecer nuestro modelo de atención integral y logremos acompañar en conjunto con las personas jóvenes sus procesos de integración en la Ciudad de México.
* Gilda Álvarez es Coordinadora de Atención y Servicios en Sin Fronteras I.A.P.
Las ansias de cambio de los argentinos se impusieron al miedo a lo desconocido.
El economista libertario Javier Gerardo Milei ganó las elecciones de este domingo y el próximo 10 de diciembre se convertirá en el 12º presidente de Argentina desde la restauración de la democracia en 1983.
Pese a sus controvertidas promesas de sacar a los políticos a patadas, recortar el gasto, dolarizar la economía y dinamitar el Banco Central, el extravagante y polémico outsider consiguió el respaldo del 55,7% de los electores frente al 44,3% cosechado por su rival, el peronista Sergio Massa.
Pero qué se sabe del futuro mandatario, de dónde viene y quiénes son sus confidentes más cercanos. Estas y otras incógnitas las respondemos a continuación.
Milei nació el 22 de octubre de 1970 en la ciudad de Buenos Aires y se crio en el barrio porteño de Villa Devoto en el seno de una familia de clase media.
Su padre, Norberto Horacio Milei, de 78 años, fue conductor de autobuses y luego se hizo con la propiedad de siete líneas de transporte. Por su parte, su madre, Alicia Luján Lucich, de 73 años, es ama de casa.
Desde muy joven el hoy presidente electo se labró fama de excéntrico y prueba de ello es que sus compañeros del colegio Cardenal Copello comenzaron a apodarlo El Loco, por cómo vestía, lo que decía y cómo se comportaba. Este mote lo acompaña desde entonces.
Al igual que buena parte de sus compatriotas, Milei es aficionado al fútbol, llegando a jugar como portero en el Club Atlético Chacarita Juniors, de la segunda división.
Sin embargo, lo que realmente marcó su infancia fueron los malos tratos que recibió de sus padres, como él mismo admitió.
Según él, todo comenzó el 2 de abril de 1982, mientras miraba por televisión cómo el presidente de facto Leopoldo Galtieri anunciaba el desembarco de tropas argentinas en las Islas Malvinas/Falklands, bajo control de Reino Unido.
Milei, quien para la época tenía 11 años, le dijo a su padre que creía que era un “delirio” la decisión del gobierno militar por la relación desigual de fuerzas entre un ejército y otro.
“A mi padre le agarró un ataque de furia. Empezó a pegarme trompadas y patadas. Me fue pateando a lo largo de toda la cocina”, recordó Milei en una entrevista hace cinco años.
El incidente, sin embargo, no fue un hecho aislado, aunque con el paso del tiempo iría cambiando, relató el hoy presidente electo.
“De grande [mi padre] dejó de pegarme para infligir violencia psicológica. Siempre me dijo que era una basura, que me iba a morir de hambre”, comentó.
El trato que su madre le dio no fue mucho mejor.
“Tu hermana está así por culpa tuya, si se muere es culpa tuya”, aseguró que le dijo su progenitora en una ocasión, debido a que su hermana Karina sufrió un shock al presenciar una de las palizas que recibía de su padre.
Milei aseveró que estos vejámenes hicieron que hoy “no le tenga miedo a nada”.
Pese a la mala relación con sus padres, Milei mantiene un estrecho vínculo con su hermana menor, Karina Milei, a quien los cercanos al mandatario electo apodan como El Jefe, en masculino.
“Sin ella nada de esto hubiera sido posible”, declaró en su primer discurso nada más conocer su victoria en las urnas, en el cual le agradeció por todo su apoyo.
El mandatario electo ha comparado el vínculo que lo une con Karina con el del profeta Moisés y su hermano Aarón:
“Moisés era un gran líder, pero no un gran divulgador. Dios le mandó a Aarón para que se comunicara. Yo soy a Kari lo que Aarón es a Moisés”.
Aunque se define como católico, Milei ha arremetido contra el papa Francisco, al que llamó “el representante del maligno en la Tierra” que “tiene afinidad por los comunistas asesinos”.
De su vida personal, se sabe que es amante del rock y lideró la banda “Everest”, que se dedicaba a versionar temas de The Rolling Stones. También dice que es apasionado de la ópera.
Está soltero y no tiene hijos, aunque considera como tales a sus perros: Murray, Milton, Robert y Lucas, a los cuales bautizó en honor a los economistas liberales Murray Rothbard, Milton Friedman y Robert Lucas.
“Les agradezco el triunfo a mis hijitos de cuatro patas”, dijo tras ganar las primarias de agosto en referencia a sus mastines, copias de un perro llamado Conan creados en un laboratorio del norte del estado de Nueva York.
La relación de Milei con sus perros ha dado de qué hablar. El biógrafo no autorizado del mandatario, Juan Luis González, en su libro “El Loco”, asegura que Milei mantiene comunicación con su fallecida mascota a través de una médium.
Las dos únicas novias que se le conocen son figuras del mundo del espectáculo: la cantante Daniela Noemí Pérez, y la humorista Fátima Flórez, que saltó a la fama por sus imitaciones de la saliente vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
La prensa asegura que esta última fue quien lo bautizó como el Rey.
En 2021 Milei logró su primer cargo público al ser elegido diputado. Sin embargo, ya tenía tiempo en el mundo de la política, aunque sus andanzas no comenzaron en el seno de un partido, sino en los escenarios televisivos.
El periodista argentino Roberto García, uno de los primeros en llevarlo a un programa de televisión, notó que era un hombre que decía “cosas diferentes al resto de los economistas”.
En aquel momento, el que era director periodístico del diario Ámbito Financiero, lo invitó a su programa para hablar sobre economía y rápidamente identificó que Milei tenía la habilidad de mantener atenta a la audiencia gracias a su tono volcánico.
“Milei es una rara avis. No solo es una persona que sabe de lo que habla, sino que parece saber”, le contó García a BBC Mundo, quien aseguró que hace 15 años a nadie se le podía ocurrir que algunas de las ideas de Milei pudieran ser aceptadas por la sociedad argentina.
El economista comenzó a promover lo que llamó “la batalla cultural”, a través de la cual abogó por la dolarización y lanzó críticas al consenso alcanzado en materia de derechos humanos tras el gobierno militar de las décadas de los 70 y 80.
Desde la televisión el profesor de Economía de distintas universidades argentinas construyó una figura que supo conectar con la ansiedad económica de los ciudadanos ávidos de cambio.
“Yo soy un liberal libertario. Filosóficamente, soy un anarquista de mercado”. Así se definió en 2021 el hoy presidente electo de Argentina.
Sin embargo, su pensamiento ha ido evolucionando. En los primeros años de su carrera como estudiante de Economía de la Universidad de Belgrano, así como en el tiempo en las maestrías que realizó en el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) y la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), se consideraba un “liberal clásico”.
No obstante, con el pasar de los años ha ido moviéndose hacia posiciones más radicales y en 2014 se adhirió al mundo de la Escuela de Austria.
“Yo considero al Estado como un enemigo; los impuestos son una rémora de la esclavitud. El liberalismo fue creado para liberar a las personas de la opresión de los monarcas; en este caso sería del Estado”, declaró antes de iniciar su carrera por la silla de la Casa Rosada.
En sus primeras declaraciones tras la victoria ha prometido “un gobierno limitado” y “respeto a la propiedad privada y al comercio libre”.
“No venimos a inventar nada. Venimos a hacer las cosas que la historia demuestra que funcionan. Venimos a hacer lo mismo que hicimos en el siglo XIX en nuestro país, lo mismo que hicieron países como Irlanda hace no tanto tiempo. Venimos a abrazar las ideas de la libertad, que son aquellas que garantizan la prosperidad de los argentinos”, remató.
Sin embargo, su postura contraria al aborto hace que muchos duden en calificarlo como un libertario a carta cabal. ¿La razón? El libertarismo no sólo defiende la desregulación institucional y económica, sino también aquella relacionada con la esfera más individual y personal.
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