Hace unos días presentamos un documento sobre la interconexión entre la migración, el cambio climático y las mujeres, en el que exploramos qué datos existen, cuáles medidas han adoptado los Estados para proteger a las personas y cómo ser mujer complejiza las condiciones de desigualdad que viven.
La complejidad de reconocer que el cambio climático es una causa de desplazamiento radica en su interrelación con otros factores. Las personas no solo migran por desigualdad social, pobreza, violencia, falta de oportunidades, poco o nulo acceso a servicios básicos, también lo hacen por las afectaciones directas del cambio climático, las cuales no pueden ser desestimadas como causantes de la movilidad.
Desde hace unos años, desde el Instituto para las Mujeres en la Migración, A. C. (IMUMI) hemos incluido la variable del cambio climático en los cuestionarios que hacemos a las usuarias de nuestra Clínica Jurídica, la mayoría proviene de Centroamérica. La detección no ha sido sencilla, porque no existe una consciencia colectiva de la gravedad del cambio climático, ni de qué manera es una causante de desplazamiento interno e internacional.
Cuando las usuarias hablaban de un desplazamiento por cuestiones económicas o por haber padecido algún tipo de violencia en su lugar de origen, los efectos del cambio climático estaban presentes como causa principal anterior a la pérdida económica y de experiencias de violencia. No es común asociar al cambio climático como el principal causante del desplazamiento en comparación con otros fenómenos que, pese a ser igual de complejos, tienen efectos más palpables y directos, como la violencia.
Parte de la información recabada nos permitió comprender que, en los desplazamientos de algunas usuarias, los eventos climáticos extremos que afectan la zona del Corredor Seco eran parte de las causas de su migración, aunque no fueron los únicos elementos que influyeron en las mujeres para cruzar fronteras, los factores económicos y la violencia también estuvieron presentes. Alma y Silvia, dos de nuestras usuarias, mencionaron que en Honduras se vieron amenazadas por pandillas, aunque su desplazamiento -en primer momento- fue consecuencia de los huracanes Eta e Iota.
Estas dos experiencias muestran cómo la migración, muchas veces, no es un recurso de falta de adaptación, sino la alternativa final por la que optan las personas para hacerle frente a los distintos impactos negativos del cambio climático.
A esa complejidad de lo que significa el desplazamiento por los efectos adversos del cambio climático se suma el complicado proceso para acceder a la regularización migratoria o al reconocimiento de persona refugiada en México, ya que ni las autoridades migratorias ni de asilo tiene información adecuada que oriente a las personas de forma precisa.
Silvia señaló que se acercó a las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM) y a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) una vez que estuvo asentada en Puebla, pero no recibió ningún tipo de apoyo o información.
Las experiencias migratorias de Alma y Silvia no son aisladas ni extraordinarias, representan una realidad cada vez más presente en la región. Y aunque las causas de sus movimientos sean multifactoriales, no se puede negar la relevancia del cambio climático como un multiplicador de los movimientos migratorios, a la par que es un catalizador de las condiciones de vulnerabilidad en los países. Los Estados no sólo deben reconocer al cambio climático como una causa de desplazamiento, también deben recopilar datos que muestren su impacto en la vida de las personas en movilidad; realizar una interpretación amplia de la Declaración de Cartagena y reformar la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político, y construir acciones concretas de protección para mujeres y niñas en contextos de movilidad, cuya vida ha sido afectada por el cambio climático.
Comenzar a detectar a las personas que se desplazan a través de las fronteras por los efectos adversos del cambio climático es tan desafiante como necesario. Según las proyecciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, de aquí a 2050 hasta 143 millones de personas se verán desplazadas como consecuencia del cambio climático. En el primer semestre de 2024, el 45 % de las solicitudes de asilo recibidas por COMAR fueron de mujeres, pero se desconoce cuántas tiene como una de sus causas los efectos adversos del cambio climático.
Jim y Betty dejaron de verse cuando la familia se mudó a otro sitio. Pero gracias a la investigación del hijo de él y una foto, los antiguos novios volvieron a verse.
Jim Dougal y Betty Davidson solían ir juntos de la mano al colegio en Eyemouth, Escocia, en la década de 1930.
Los niños perdieron el contacto después de que la familia de Jim se mudara a otro sitio hacia 1939, pero los esfuerzos de su hijo Alistair por localizar a todos los miembros de una foto de clase de 1936 los volvió a reunir.
Los viejos amigos se reencontraron recientemente en el condado de Yorkshire del Norte, Inglaterra, y Alistair dijo: “Describirlo como un momento mágico sería quedarse muy corto”.
Jim tiene 96 años y ahora vive en Rayne (Essex), pero nació en Eyemouth en 1928.
Su hijo estaba investigando la ascendencia familiar cuando se enteró de una foto de clase de la escuela primaria Eyemouth tomada en 1936, cuando su padre tenía probablemente 8 años de edad.
En total hay 32 niños en la foto, incluida Betty.
Jim abandonó la ciudad unos años más tarde y nunca regresó después de ser reclutado para el ejército y conocer a su esposa, Iris Gibbs, mientras estaba en un campamento militar en Essex.
Mientras tanto, Betty permaneció en Eyemouth hasta 1950, cuando conoció a su marido Alfred “Ivor” Davidson y se trasladó primero a Tweedmouth y luego a Yorkshire del Norte, donde sigue viviendo.
Alistair cuenta que quedó fascinado por la fotografía de la escuela tras una visita a Eyemouth el año pasado y se propuso -con la ayuda de la “asombrosa memoria a largo plazo” de su padre- averiguar qué había sido de los otros niños de la imagen.
Así fue como descubrió que habían viajado por todo el mundo, incluyendo Australia, Canadá y Nueva Zelanda, pero que la mayoría de ellos habían muerto.
La primera persona viva que localizó en la imagen fue Margaret MacCauley (de soltera Duggie), que aún vive en la zona de Eyemouth.
La segunda fue Betty, que también tiene 96 años.
“No podía estar seguro, aunque estaba casi convencido de haberla localizado en Yorkshire del Norte hasta hace unos años”, explica Alistair.
“En un último esfuerzo un poco desesperado, publiqué una copia de la foto en un grupo de Facebook sobre el pasado de Eyemouth y pregunté si alguien podía ayudarme.
En menos de una hora, la sobrina de Betty, Maureen Stevenson, publicó un mensaje y dijo: “Esa es mi tía Betty y, sí, está viva y bien, y en Yorkshire del Norte”.
“Le escribí a Betty y, en cuanto recibió la carta, me llamó”, cuenta Alistair, que vive a unos 110 kilómetros de su padre, en Mendham, Suffolk.
“No sólo eso, luego me envió una foto que tenía, después de todos esos años, de ella y mi padre juntos, junto con su hermana Wilhelmina (Elma), tomada también alrededor de 1936.
“Cada uno tiene un brazo alrededor del hombro del otro. Mi padre estaba completamente abrumado”.
La historia terminó con el reencuentro casi 90 años después de que se hicieran aquella foto.
“Antes de dejarla, volvieron a ponerse en pose de la foto que había conservado todo ese tiempo y parecían tan felices y cómodos juntos como entonces”, relata Alistair.
“Fue muy impresionante verlos así”.
“Al final, de los 32, sólo quedan tres; Margaret, mi padre y Betty.
“Que Betty sea uno de ellos se siente -como dice mi padre- algo del destino”.
Betty recuerda su infancia, frente a la casa de Jim.
“Solía llamar a su puerta por las mañanas o él llamaba a la mía y solíamos ir juntos a la escuela”, cuenta.
También recuerda que se hicieron una foto juntos en su jardín trasero con su hermana Elma.
Su reencuentro se debió a que la foto de su clase apareció en el periódico local Berwickshire News.
“Jim y yo aparecíamos en la foto del colegio y creo que los demás habían muerto”, dice Betty.
“Yo era la única que quedaba y él estaba ansioso por ponerse en contacto conmigo. La verdad es que me sorprendió bastante”.
Betty dice que le encantó volver a verlo.
“Hablé con él un par de veces por teléfono y me dijo que querían venir a verme, y así fue, con su hijo”, explicó.
“Fue lindo volver a ponerme en contacto con mi amor de la infancia después de tantos años”.
“Creo que era bastante tímido, Jim, pero éramos buenos amigos”.
Jim describió el reencuentro, gracias a la investigación de su hijo, como “fantástico” y dice que se acordaba muy bien de Betty.
“Vivíamos en lados opuestos de la calle en Eyemouth”, explicó.
“Justo enfrente había una panadería y Betty vivía detrás”.
“Solíamos ir juntos al colegio, jugábamos juntos… de todo”.
“Es increíble que ella sea la última que queda y yo también”.
“Es realmente increíble”.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp, donde encontrarás noticias de última hora y nuestro mejor contenido.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.
Utilizamos cookies propias y de terceros para personalizar y mejorar el uso y la experiencia de nuestros usuarios en nuestro sitio web.