Vivimos en una era en la que los juicios se construyen en tiempo real y los veredictos se exponen en redes sociales antes que en las instituciones. La viralidad de la justicia revela mucho sobre cómo la concebimos hoy en día, incluidos sus riesgos. Al observar algunos casos en tendencia, podemos notar tres premisas que evidencian nuestro vínculo con la justicia:
Estas tres premisas reflejan como la valoración de la justicia se transforma en un evento mediático donde el morbo, la rapidez y el castigo prevalecen sobre la imparcialidad, la reparación y la equidad.
Para entender mejor cómo se percibe la justicia en el contexto mexicano, resulta útil revisar los siguientes términos:
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Pie de imagen: Elaboración propia con IA, noviembre de 2024
En México, la búsqueda e incluso la misma percepción e ideas en torno a la Justicia, se ha vuelto algo distante o inalcanzable para la mayoría. La frase popular “la justicia o se hereda o se compra” ayuda a resumir una sensación generalizada de desconfianza hacia un sistema de procuración de justicia abstracto, incomprensible u opaco, que además se percibe como ineficaz, lento y corrupto al servicio de los segmentos con mayor poder. En este sentido, la corrupción, pero sobre todo la sensación de impunidad rampante (“pocos que lo merezcan reciben un justo castigo”), hace que tales percepciones sobre la justicia no sean del todo infundadas, lo que ciertamente ha ido minando la confianza de la ciudadanía en general, hacia las instituciones y actores encargados de velar por el cumplimiento de la Ley.
La justicia es un derecho fundamental y una especie de “pilar” que sostiene a toda sociedad democrática, esto choca de frente con la realidad mexicana: además de la corrupción y la impunidad, es preciso poner en la mesa el entorpecimiento y/o lentitud de los procesos judiciales, como serios obstáculos que impiden a muchas personas acceder eficazmente a la justicia; sin mencionar factores como la revictimización, la discriminación y otras dinámicas de exclusión social. Por último, a esta percepción generalizada podemos sumar la desigualdad social reflejada en una instrumentalización de la justicia en la que aquellos que gozan con mayores recursos económicos y/o influencia y conexiones políticas, suelen tener mucho mejores posibilidades de que las leyes, normas y regulaciones favorezcan sus intereses.
Hablando entonces desde el mundo de la percepción y de las representaciones que una sociedad va construyendo en el tiempo para explicarse a sí misma la vida diaria, estamos en condiciones de comprender cómo es que esta “brecha” entre la justicia como ideal y justicia en la realidad que viven miles de mexicanos todos los días, implicaría varias consecuencias para el tejido social.
Por ejemplo, una percepción de la justicia que la coloca como si fuese un bien o un beneficio escaso, y más que nada como algo que es negociable/adquirible [no garantizado por el Estado], tiene consecuencias a la larga devastadoras para cualquier sociedad –recordando que la desigualdad y la exclusión impactan más intensamente los segmentos vulnerados en la población. Para el caso de México, la desconfianza y el “fomento involuntario” de la violencia, la criminalidad, y especialmente la indefensión aprendida hacia la impunidad como un problema insuperable, ha venido creando una especie de círculo vicioso que dificulta avanzar en la construcción de sociedades más igualitarias y justas. Incluso en términos emocionales los sentimientos de frustración, ira, agravio, indolencia, etc., pueden llevar a manifestaciones de diversa índole; desde el involucramiento cívico o la protesta social en el mejor de los casos, hasta la participación en grupos delictivos, y en general una tolerancia y legitimación crecientes hacia distintos niveles de actitudes o comportamientos abiertamente ilícitos (“Si todos lo hacen y no hay consecuencias, por qué yo no”).
La justicia sigue siendo una deuda pendiente y el diálogo es un paso necesario para seguir exigiendo un sistema más equitativo y transparente para todos. ¡Nos leemos en la segunda parte!
@Altazor_Intell Transformamos datos en entendimiento profundo: somos expertos en investigación de mercados y opinión pública, descifrando la sociedad actual y sus complejidades para conectar con consumidores, audiencias y ciudadanos.
@Di_sentir Somos una organización dedicada a promover el cambio social mediante la defensa de derechos humanos, con especial atención en la exigibilidad de derechos económicos, sociales y culturales a través del uso creativo del derecho.
El líder republicano volverá a la Casa Blanca tras lograr una contundente victoria sobre Kamala Harris. Pero pese a que es una figura reconocida, existen facetas menos sabidas de carrera y su vida. BBC Mundo te las cuenta en esta nota.
Donald Trump volverá a la Casa Blanca el próximo 20 de enero luego de lograr este martes una contundente victoria sobre la demócrata Kamala Harris.
Es el segundo líder político de la historia de EE.UU. que consigue ser elegido luego de un intento fallido de reelección.
Sin embargo, más allá de haber sido presidente de 2017 a 2021, y de tener un extenso currículo en la escena pública, hay algunas facetas de su vida y su carrera menos conocidas, como su formación en la Academia Militar, sus miedos más íntimos y su pasado demócrata.
En BBC Mundo te presentamos 8 cosas que quizás no sabías de Donald Trump.
Los padres de Trump lo enviaron cuando tenía 13 años a estudiar a la Academia Militar de Nueva York en Cornwall-on-Hudson, una escuela que prometía “enderezar” a los jóvenes rebeldes.
“Cuando era adolescente, lo que más me interesaba era hacer travesuras, porque por alguna razón me gustaba causar problemas y poner a prueba a la gente”, escribió Donald Trump en el libro “El arte de la negociación” (1987).
Durante los cinco años que estuvo en la academia jugó baloncesto, fútbol americano, fútbol y béisbol.
Algunos compañeros de clase lo recuerdan como un líder natural y otros como un bully, según diversos testimonios recogidos por la prensa estadounidense.
Después de graduarse, comenzó sus estudios universitarios en la Universidad Fordham del Bronx, pero se trasladó a la Escuela Wharton de Negocios en la Universidad de Pensilvania dos años después.
Se graduó con una licenciatura en Ciencias Económicas.
Se desconocen los detalles sobre su proceso de admisión o el registro de su desempeño académico.
Al terminar la universidad, el presidente electo entró a trabajar a la empresa inmobiliaria de su padre, Fred Trump, y en 1971, con 25 años, tomó el control de la firma.
Como heredero del negocio, le cambió el nombre a Trump Organization y se enfocó en el desarrollo de ostentosos edificios que le permitieron aumentar no solo su fortuna, sino también su fama en la televisión, los tabloides y, por último, la política.
La Trump Organization ha extendido sus operaciones al desarrollo de proyectos inmobiliarios comerciales, residenciales, de oficinas, casinos, condominios, campos de golf y hoteles.
Una investigación del periódico The New York Times concluyó que Trump recibió del patrimonio de su padre cerca de US$400 millones a lo largo de su vida.
Trump ha tenido diferentes afiliaciones políticas.
Aunque la mayor de su vida ha sido militante del Partido Republicano, hubo una época (entre 2001 y 2009) en que estuvo inscrito como miembro del Partido Demócrata en Nueva York, según los registros de la Junta Electoral de la ciudad.
También hubo un breve período en el año 2000 en que intentó conseguir la nominación presidencial del Partido Reformista (una organización minoritaria en EE.UU.), pero abandonó el plan en medio de una crisis en el seno de esa tienda política.
“Soy muy partidario de la libertad de elección”, dijo sobre el aborto Donald Trump en 1999 durante una entrevista en el programa Meet the Press de NBC News.
Pero a lo largo de su vida, el republicano ha cambiado varias veces su postura frente a uno de los grandes temas que dividen a los estadounidenses.
En febrero de 2011, se mostró públicamente contra el aborto. “Soy pro-vida”, dijo en un discurso ante la Conferencia de Acción Política Conservadora.
Durante su presidencia (2017-2021) abogó por prohibir el aborto a nivel nacional a partir de las 20 semanas de gestación y prometió nombrar jueces conservadores en la Corte Suprema para revocar el derecho a la interrupción al embarazo a nivel federal. Y así lo hizo.
Durante la campaña presidencial de 2024 repitió que la decisión de prohibir o permitir el aborto depende de cada estado.
Seis de las empresas de Donald Trump fueron declaradas en bancarrota porque no estaban en condiciones de pagar sus deudas:
En 1992 llegó a un acuerdo con los bancos acreedores para reestructurar sus deudas. Tuvo que vender su yate, su jet, su participación en el Grand Hyatt y en su aerolínea, Trump Shuttle.
Más tarde, volvió a enfrentar problemas financieros y evitó la bancarrota alcanzando un acuerdo con los bancos para reestructurar sus deudas.
Las empresas comerciales fallidas de Trump han incluido casinos y hoteles, el cierre de su equipo de fútbol New Jersey Generals y la ahora extinta Trump University.
Antes de llegar al terreno político, el multimillonario solía aparecer en tabloides, programas de televisión, y formaba parte del mundo del entretenimiento y las celebridades.
Comenzó a hacerse relativamente conocido por sus intervenciones en medios de comunicación y como propietario de varios concursos de belleza, pero alcanzó la fama como presentador del reality show The Apprentice (“El aprendiz”), en el que participó entre 2004 y 2015.
Trump también ha participado en series y películas haciendo cameos (haciendo de sí mismo), como en The Fresh Prince of Bel Air y Home Alone 2.
Es el primer exmandatario y presidente electo convicto en la historia del país, luego de que en mayo fuese declarado culpable de los 34 delitos que se le imputaron por falsificar documentos con el fin de ocultar un pago a la actriz porno Stormy Daniels para comprar su silencio sobre un encuentro sexual antes de las elecciones de 2016.
La sentencia por este caso se conocerá después de las elecciones.
En su red social Truth Social, el expresidente reclamó su inocencia y calificó la condena como un “ataque político”.
En otros casos, ha tenido que pagar millonarias multas, por ejemplo, tras ser acusado de mentir sobre su patrimonio para parecer más solvente de lo que era o por acoso y difamación contra la columnista E. Jean Carroll.
Y tuvo que indemnizar a estudiantes de su extinta Universidad Trump en 2018 que lo acusaban de haber sido engañados.
Tiene pendientes otros tres juicios penales, incluidos dos por su presunto intento de anular el resultado de las elecciones de 2020.
“Una de las maldiciones de la sociedad estadounidense es el simple acto de estrechar manos”, escribió Trump en su libro “El arte del regreso” (1997).
El tema de la limpieza de las manos ha sido recurrente durante su carrera.
“Resulta que soy un fanático de las manos limpias. Me siento mucho mejor después de lavarme bien las manos, lo hago siempre que puedo”, ha dicho.
Quienes han trabajado con él confirman que le molesta estar expuesto a cualquier potencial fuente de contagio.
En un programa de radio de 1993 conducido por Howard Stern, reconoció abiertamente: “Tengo fobia a los gérmenes”.
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