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Espejos y cadenas: el pacto masculino en la era digital
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7 minutos de lectura

Espejos y cadenas: el pacto masculino en la era digital

Hombres jóvenes en México y Guatemala participaron en un estudio de Violencia Basada en Género Facilitada por la Tecnología [VBGFT], es decir, el recibir y compartir sin consentimiento imágenes privadas o “nudes”, mediante chats grupales. Magenta y Altazor queremos compartir un poco de lo que descubrimos, aprendimos y confirmamos con este estudio en conjunto.
19 de febrero, 2025
Por: Carlos Rosales Abundiz

Las nociones sobre lo masculino y la masculinidad (aunque aquí preferiremos hablar de masculinidades) se han erigido históricamente sobre un arraigo cultural profundo en sociedades como la nuestra. No obstante, en los últimos tiempos también enfrentan una auténtica crisis, que bien merece una invitación a reflexionar. En el actual contexto, donde se vive un auge renovado en los movimientos por la igualdad de género y las transformaciones aceleradas, que además se ven amplificadas en alcance y “rumor social” por la creciente digitalización de la vida diaria, los hombres de diferentes edades y estratos se ven ante un dilema: mantener e incluso aferrarse a los valores tradicionales, o procurar adaptarse a un mundo que hoy exige nuevas formas de entender el poder, las relaciones interpersonales y hasta la misma “esencia” o identidad de lo que es ser varón.

Los espejos: autovalidación masculina y “puntaje social”

Además de la abundante evidencia académica disponible -si bien no es intención de este espacio ahondar en ella-, nuestra propia investigación en cuestiones de Género viene a sumar a la identificación del peso específico que un hombre le adjudica solo a la opinión de otros hombres relevantes para él, en la construcción de su identidad masculina y la forma de sus relaciones en general. Y es que, desde edades tempranas, muchos aprenden (aprendemos) que el valor como varón se mide no tanto por sus logros personales, sino por cómo son percibidos por sus pares masculinos -e inclusive por cómo (ad)miran a los referentes en medios, hacia quienes sienten afinidad. En efecto, esta suerte de “Puntaje Social” se alimenta a través de discursos y acciones que conservan y refuerzan estereotipos, tales como el liderazgo a toda costa, la competitividad agresiva, la hiper sexualidad, y la constante demostración de “fuerza” o dominio.

Imagen generada mediante IA, 06 de febrero de 2025.
Imagen generada mediante IA, 06 de febrero de 2025.

 

Pero, este sistema de validación masculina está todo menos exento de tensiones: los varones se incorporan a un todo un mandato social implícito, el cual les obliga a conformarse a múltiples normas internas sobre su género (muchas veces a costa de su bienestar emocional y mental). Por supuesto, una de las consecuencias directas es un estado permanente de “malestar performativo”, pero cuyo origen rara vez logran situar. Así entonces, los hombres experimentan miedos no declarados de no cumplir con dichas expectativas, a ojos de otros hombres importantes para ellos (hablamos casi de un “espejo juzgador” ¡que irónicamente es invisible!). Esto genera alta ansiedad y una enorme resistencia hacia cualquier atisbo de cambio. Y apenas si vale la pena mencionar lo paradójico que resulta auto asumirse como un sujeto social dominante, poderoso, pero a condición absoluta de obedecer y defender sin chistar, el mandato de un Otro.

Las cadenas: dinámicas de poder y violencia en lo digital

La masculinidad tradicional entonces, no solo está siendo revisada o cuestionada; también ha encontrado nuevos espacios para preservarse y amplificarse. En esta era digital, por ejemplo, prácticas como compartirse imágenes íntimas (conocidas coloquialmente como “nudes”) entre hombres y sin el consentimiento de las personas involucradas -que generalmente pero no solo son mujeres-, ponen de manifiesto cómo todo este conjunto de nociones de poder y sujeción en virtud del género, se adaptan continuamente en entornos mediados por la tecnología.

Ahora bien, este fenómeno no es únicamente una violación a la privacidad; se trata sobre todo de una manifestación de violencia de género facilitada por la tecnología, y como tal debería entenderse sin excepción. Si bien el “sexting” es solo otra forma en que podemos expresar y disfrutar de nuestra sexualidad, quienes perpetúan la práctica de compartir “nudes” sin consentimiento suelen justificarse a sí mismos a partir de una percepción de “propiedad personal” sobre las imágenes o videos recibidos, ese deseo de validación social entre sus pares, y la cosificación de la persona que les ha enviado el material privado (sin importar el tipo de relación personal). Aunado a esto nuestra investigación apunta a que, a medida que aumenta la “distancia emocional” con la víctima, disminuye exponencialmente el sentido de responsabilidad, reforzando toda una cultura de impunidad alrededor de este fenómeno… máxime cuando el acto de compartir se realiza en “cadenas” de interacción, a través de grupos en plataformas tales como Telegram, WhatsApp, Reddit; por mencionar algunos ejemplos.

Ante este tipo de retos, se vuelve crucial aprender, o más bien atreverse como varones, a reconocer que las masculinidades sí se encuentran en pleno proceso de reconfiguración. Los axiomas tradicionales como la fuerza o la frialdad emocional sí están siendo cuestionados; sobre todo por las generaciones jóvenes, que buscan modelos más inclusivos y empáticos. Sin embargo, también es importante reconocer que estos cambios no se darán sin resistencia. Existe toda una “nostalgia masculina”, a través de la cual se idealizan aquellos tiempos en que las normas de género eran menos o para nada criticadas, lo que se convierte en un refugio para muchos hombres que saben o intuyen amenazados privilegios de los que se supone “gozaron” nuestros padres y abuelos.

Imagen generada mediante IA, 06 de febrero de 2025.
Imagen generada mediante IA, 06 de febrero de 2025.

 

Aquí el dilema se hace evidente: entre quienes nos identifiquemos como hombres, ¿cómo redefinimos entonces nuestra masculinidad, de manera que nos permita abandonar o al menos cuestionar estereotipos y atavismos que realmente estarían limitando nuestra experiencia de vida, pero al mismo tiempo sin que lo percibamos como una pérdida de identidad, de comodidades, privilegios, o relevancia social inclusive? Parte de la respuesta quizá esté en atrevernos a construir espacios de diálogo con nosotros y para nosotros, donde podamos explorar nuevas maneras de obtener validación y agencia en el mundo de hoy, pero basadas en un respeto mutuo e igualdad de género que todavía no conocemos. Romper juntos nuestras cadenas, por ponerlo en una sola frase. Las mujeres lo siguen haciendo desde hace décadas. Si queremos, nos puede tocar el turno a nosotros, aprovechando incluso la diversidad de perspectivas que nos ofrece Internet; con la única condición, eso sí, de superar los guettos narrativos a los que resulta tan cómodo -y tímido- aferrarse como prueba de validez de mi pensar y actuar.

En este sentido, la invitación no viene sin un precio. Si bien es urgente abrir estas “conversaciones incómodas” con nuestros pares sobre lo que significa ser hombre en el siglo XXI, y alrededor de este pernicioso pacto masculino que seguimos sin querer quebrantar, no dejo de observar lo complicado que esto llegar a ser. Cosa curiosa: a pesar de las frases o dichos que de pronto nos encanta recitar en ámbitos competitivos (negocios, deportes, trabajo, etc.) tales como “No puedes hacer un omelette sin romper algunos huevos”, a la hora de realmente plantearnos posibilidades de reflexión o, mejor aún de cambio en conductas, comportamientos y actitudes, lo cierto es que nos da mucho miedo tener que 1) revisarnos de manera personal y auto crítica, 2) admitir que no es Libertad el ser tan esclavos de un mandato ajeno, y 3) tener que confrontar a nuestros amigos, familiares u otros varones cercanos -quien escribe esto se incluye por supuesto.

Imagen generada mediante IA, 06 de febrero de 2025.
Imagen generada mediante IA, 06 de febrero de 2025.

 

Con todo, los hombres no solamente tenemos la responsabilidad, sino una genuina oportunidad acorde a los tiempos que vivimos, de poner en tela de juicio los discursos y acciones sexistas que claro que también nos han afectado históricamente; hoy en día especialmente en el entorno digital, donde tan fácil es encontrar y preservar estos Espejos y Cadenas que mantienen muy disminuida la riqueza potencial de nuestro andar en sociedad. Lo masculino no tiene por qué ser un espacio de constante tensión y malestar no dicho. Lo masculino puede y debería animarse a reinventarse; querer ser un espacio más valiente para la transformación personal y colectiva, hacia formas de relación o entendimiento de lo humano todavía por descubrir.

¿O no era verdad que los varones amamos correr riesgos e intentar lo más desafiante?

* Carlos Rosales Abundiz (X/TT @ra_karlos) es Senior Manager en @Altazor_Intell. Psicólogo social de mente inquieta, versátil, y con una curiosidad permanente hacia el mundo de todos los días. Además de la investigación de mercados y opinión pública, también ha sido docente a nivel Diplomado, Especialidad y Maestría, ha participado en debates públicos o mesas de trabajo gobierno–sociedad civil, e impartido talleres, cursos y webinars sobre temas como: política de drogas en México, igualdad de género, diversidad e inclusión social, o factores psicosociales de riesgo en el ámbito laboral. Ama detenerse de vez en cuando a experimentar por completo el espacio público, desde donde intuye el pulso de la vida cotidiana.

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Imagen BBC
China anuncia aranceles a productos de EU en respuesta a las medidas de Trump, en un nuevo enfrentamiento comercial
3 minutos de lectura

Beijing informa que a partir del lunes impondrá sus propios aranceles de 15% a las importaciones de carbón y 10% al petróleo y camionetas provenientes de Estados Unidos.

04 de febrero, 2025
Por: BBC News Mundo
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China anunció una serie de aranceles a productos estadounidenses, en represalia por las tarifas a bienes chinos impuestas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Los aranceles chinos, que entrarán en vigor el lunes próximo, incluyen un impuesto del 15% al carbón y al gas natural licuado, además del 10% al petróleo, maquinaria agrícola, camionetas y algunos autos de lujo.

Este martes en la madrugada comenzaron a aplicarse aranceles del 10% a todas las importaciones de China a EE.UU.

El presidente Trump alega que la medida contra los productos chinos son en respuesta al déficit comercial que existe con la nación asiática y son una manera para forzar a China a que frene el flujo de fentanilo a EE.UU.

Por su parte, el gobierno de Beijing acusó al de Washington de violar las reglas del comercio internacional.

“La imposición unilateral de aranceles por parte de EE.UU. es una seria violación de las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). No sólo no ayuda a resolver sus propios problemas, sino que además socava la cooperación y comercio normales entre China y EE.UU.”, dice el comunicado que anunciaba las tarifas de represalia.

Además califica la acción de “flagrante” y que “representa un ejemplo típico de unilateralidad y proteccionismo comercial”.

El Ministerio de Comercio de China anunció que presentará una queja ante la OMC para que intervenga en aras de “salvaguardar sus derechos e intereses legítimos”.

En una medida adicional, el ente de vigilancia de competencia en China afirma haber iniciado una investigación de la empresa Google.

La Administración Estatal de Regulación del Mercado dice sospechar que el gigante informático viola las leyes antimonopolio.

Donald Trump, presidente de EE.UU.
Reuters
Los aranceles a las importaciones de China anunciadas por Trump entraron en efecto en la madrugada del martes.

Con los anuncios, Beijing dejó claro que no rehuirá de un enfrentamiento comercial contra Washington.

No es la primera vez que esto sucede entre las dos principales potencias económicas del mundo, que ya se habían enfrascado en una guerra arancelaria durante el primer mandato de Trump en 2018.

En ese momento, Trump implementaba su agenda conocida como “EE.UU. primero”, imponiendo serie tras serie de aranceles a los productos extranjeros. Cientos de miles de millones de dólares en productos chinos enfrentaron nuevos impuestos o tarifas más altas, lo que motivó una represalia por parte de Beijing.

Durante el gobierno de Joe Biden, Washington mantuvo los aranceles y hasta incrementó algunos de ellos. Biden adoptó una estrategia más enfocada en el sector de alta tecnología con más tarifas y restricciones a los productos como semiconductores y vehículos eléctricos.

A pesar de las tensiones, estas dos grandes economías están profundamente entrelazadas, comenta João da Silva, analista económico de la BBC.

Ambos países son importantes socios comerciales. Las importaciones de China a EE.UU. alcanzaron US$401.000 millones en los primeros 11 meses del año pasado, mientras que China importó de EE.UU. el equivalente a US$131.000 millones.

Línea
BBC

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