Las organizaciones de la sociedad civil juegan un papel fundamental para el bien común, pues su principal función práctica es identificar los vacíos que el gobierno va dejando en su desempeño, para tratar de subsanar los efectos perjudiciales que estos vacíos dejan y, por medio de la acción colectiva y la participación ciudadana, mejorar la calidad de vida de las personas y fomentar la corresponsabilidad entre gobiernos y ciudadanos. En otras palabras, las organizaciones de la sociedad civil existen porque el gobierno no siempre cumple su parte. Ahí donde hay un derecho vulnerado, una injusticia normalizada o una burocracia que se cierra en lugar de abrirse, hay personas que deciden organizarse para exigir lo que les corresponde. Esa es la esencia de Nosotrxs por la Democracia, una organización que nació hace ocho años con la convicción de que los derechos se exigen en colectivo, se defienden en comunidad y se ejercen con dignidad. Se trata de la suma de voluntades, la coincidencia de objetivos y la acción concreta para lograr un cambio social duradero en pos del bienestar común.
A lo largo de estos años, Nosotrxs ha trabajado en distintas causas que tienen algo en común: la lucha por la justicia y la igualdad. Desde el inicio de sus actividades, una de sus principales banderas ha sido la defensa de los derechos de las mujeres trabajadoras del hogar, un sector históricamente invisibilizado que, gracias a la presión organizada, ha logrado avances clave como la ratificación del Convenio 189 de la OIT y la incorporación de miles de trabajadoras del hogar al IMSS. Pero la lucha no ha sido solo ahí. También ha estado presente acompañando a las personas jornaleras agrícolas migrantes que pasan su vida en condiciones de explotación extrema, sin acceso a derechos laborales ni servicios básicos. Ha estado en los hospitales, documentando y denunciando el desabasto de medicinas que ha puesto en riesgo la vida de miles de personas. Ha estado en las calles, codo a codo con los repartidores de aplicaciones digitales que, sin prestaciones ni seguridad, trabajan a la intemperie mientras las empresas se deslindan de toda responsabilidad. Y ha estado en las comunidades, llevando estrategias de construcción de paz a un país que ha normalizado la violencia, pero que aún cree en la posibilidad de sanar.
Entre las actividades más importantes que Nosotrxs ha desarrollado en sus 8 años de existencia está el cometido de informar, promover y capacitar para que las personas conozcan sus derechos y tengan los medios para exigirlos, entender cómo funcionan y cómo se pueden poner en práctica con las herramientas institucionales disponibles en el país. En ese sentido, la formación de capacidades y la promoción y difusión de la información parten y se instrumentan desde la perspectiva de la organización comunitaria y la exigencia colectiva ante la vulneración de los derechos, con la finalidad de contribuir a crear espacios de igualdad, fomentar la no discriminación, la rendición de cuentas y el combate a la corrupción, además de exigir que las instituciones públicas ejecuten sus funciones siendo garantes de los derechos de todas las personas respetando a cabalidad las leyes existentes.
Así pues, es imprescindible afirmar que la fuerza de Nosotrxs está en la ciudadanía, en las personas que han encontrado en este movimiento un espacio para organizarse y exigir. En estos años ha tejido alianzas con más de 135 organizaciones dentro y fuera de México, y ha logrado financiamiento de instituciones como el Fondo de Naciones Unidas para la Democracia, Open Society Foundations y Nacional Monte de Piedad, entre muchas otras. Gracias a esa red de apoyo, ha logrado cambios concretos: acceso a seguridad social para las trabajadoras del hogar, presión efectiva para transparentar la reconstrucción tras los sismos de 2017, programas constantes de capacitación en derechos laborales y humanos y organización comunitaria, programas de capacitación y sensibilización a personas funcionarias públicas y autoridades, campañas de visibilización de las problemáticas que se trabajan, y el diseño de mecanismos y estrategias de incidencia pública que han permitido tener presencia en los procesos de toma de decisiones para lograr el fin último que es el respeto irrestricto a los derechos humanos de las personas.
Pero el reto sigue siendo enorme. En México, la desigualdad sigue marcando la vida de millones de personas y la diferencia entre tener o no acceso a los derechos sigue dependiendo, muchas veces, del lugar en el que se nace, el trabajo que se hace o el dinero que se tiene en la bolsa. Nosotrxs existe para demostrar que la historia puede ser distinta, que el acceso a los derechos no debe depender de la voluntad de los gobiernos, sino de la capacidad de la ciudadanía para organizarse y exigir lo que le corresponde.
A ocho años de haber comenzado este camino, Nosotrxs sigue con la misma convicción con la que inició: la lucha por la justicia no es individual, es colectiva. Porque cuando exigimos derechos #EnBola, la historia cambia.
La hospitalización del papa Francisco ha evidenciado, según los expertos, un vacío normativo en el Vaticano que deja varias cuestiones sin resolver.
El papa Francisco, de 88 años, enfrenta una crisis de salud que mantiene en vilo a millones de católicos en todo el mundo.
Desde el 14 de febrero permanece ingresado en el Hospital Gemelli de Roma por una grave infección pulmonar que evolucionó a neumonía bilateral.
En los últimos días sufrió episodios de insuficiencia respiratoria aguda, lo que requirió intervenciones médicas urgentes -como la ventilación mecánica no invasiva- para facilitar su respiración.
Aunque el pontífice está consciente, su estado sigue siendo delicado al presentar un cuadro “complejo”, según los médicos.
Además de las preocupaciones por su salud, la hospitalización de Francisco ha evidenciado, según algunos expertos, un vacío normativo dentro de la Iglesia que deja sobre la mesa varias cuestiones sin resolver.
Una de ellas es qué sucede si un Papa no puede seguir gobernando, pero tampoco ha fallecido ni ha renunciado.
El Papa es la máxima autoridad de la Iglesia católica y del Estado Vaticano, por lo que su liderazgo es vital tanto en la dimensión religiosa como en la administrativa y la diplomática.
Como solo lleva unos días hospitalizado y mantiene la lucidez, de momento no se han observado trastornos importantes en la actividad de la Santa Sede.
“Los departamentos del Vaticano ya tenían su calendario programado. Este año se celebra el Jubileo y todo el programa ya estaba previsto”, indica a BBC Mundo Filipe Domingues, director del Centro Laico en Roma y especialista en asuntos del Vaticano.
El experto aclara que “los responsables de cada dicasterio pueden dirigir sus propias áreas, más o menos como ministros en un gobierno, por lo que no es necesario que el Papa tome cada decisión individualmente”.
Algunas tareas específicas sí están reservadas exclusivamente al pontífice, como los nombramientos de obispos, aprobar las canonizaciones de nuevos santos y sus mensajes a los fieles de los miércoles o domingos.
“Estos mensajes están saliendo, pero de manera limitada. Cuando él puede aprobarlos, se publican. Si no puede, tardan más en salir”, explica el experto.
Cuando el Papa no puede ejercer sus funciones de manera presencial, la administración de la Iglesia recae en la Curia Romana, el órgano de gobierno eclesiástico, y especialmente en el Secretario de Estado del Vaticano, cargo que actualmente ocupa el cardenal Pietro Parolin.
“Si el Papa no estuviera consciente, por ejemplo, todo seguiría más o menos igual: cada cardenal tiene su propio rol en el Vaticano y el secretario de Estado desempeña un papel muy importante en este contexto”.
Parolin supervisa asuntos diplomáticos y administrativos y actúa como una especie de “primer ministro” del Vaticano.
Sin embargo, su autoridad no sustituye la del Papa: el secretario de Estado “no puede tomar las decisiones que corresponden al pontífice, como por ejemplo el nombramiento de obispos”, subraya Domingues.
“Si el Papa no está consciente, no habrá nuevos nombramientos. Se tendrá que esperar -no existe un ‘vicepapa’- pero pueden seguir ejecutando los proyectos que ya estaban diseñados, manteniendo las prioridades del pontífice”, explica.
Mientras tanto, las celebraciones religiosas y eventos eclesiásticos siguen adelante.
Por ejemplo, el pasado domingo el arzobispo Rino Fisichella presidió la Misa Jubilar en la Basílica de San Pedro que originalmente debía oficiar el Papa.
En todo caso, aunque la Santa Sede cuenta con ciertos mecanismos para mantenerse operativa en ausencia de su líder, existen carencias en su sistema normativo que podrían plantear dificultades si la salud del pontífice se complica por un período más largo.
A diferencia de lo que ocurre en caso de fallecimiento o renuncia, donde existen normas bien establecidas para la sucesión, no hay un protocolo claro para delegar el liderazgo de la Iglesia si el Papa no puede ejercer plenamente sus funciones debido a una enfermedad grave.
La Santa Sede tampoco cuenta con un mecanismo para sustituir temporalmente al pontífice por enfermedad o incapacidad.
El director del Centro Laico atribuye esto, en parte, a la tradición e idiosincrasia de la Iglesia católica.
“Hay una comprensión de que el Papa es el sucesor de San Pedro, el líder de la Iglesia, y que su papel va más allá de un simple cargo. No es solo un puesto de trabajo que alguien ocupa temporalmente y luego deja”, explica.
Agrega que “uno de los títulos del Papa es ‘Vicario de Cristo’, lo que significa que es el principal representante de Cristo en la Tierra; por eso el planteamiento de ‘si ya no está bien, pongamos a otro’ no encaja con la lógica de la Iglesia”.
“La actitud es más bien: ‘Recemos por él para que mejore o pase por esta situación en paz. Y cuando llegue el momento, haremos lo que tengamos que hacer'”, explica el experto.
Los expertos señalan que el derecho canónico, que prevé procedimientos detallados para la sucesión papal en caso de muerte o renuncia, deja un vacío legal cuando el Papa sigue vivo pero no puede ejercer plenamente sus funciones.
El Canon 335 menciona la posibilidad de que la Santa Sede esté “vacante o totalmente impedida”, pero no define qué significa “totalmente impedida” ni establece pasos a seguir en ese escenario.
En el caso de los obispos, por ejemplo, la Iglesia sí tiene normas: según el Canon 412, una diócesis puede considerarse “impedida” si su obispo no puede ejercer su autoridad por razones de enfermedad, exilio o cualquier otra circunstancia, y el mando pasa a manos de un obispo auxiliar o vicario general.
Sin embargo, al no haber una disposición equivalente para el Papa, queda abierta la pregunta sobre quién debería asumir su rol en caso de incapacidad.
En teoría, si un Papa no pudiera continuar en su cargo por motivos de salud, la única solución sería su renuncia.
Esto ocurrió en 2013 con Benedicto XVI, quien dimitió alegando que su deterioro físico ya no le permitía ejercer su labor.
Francisco, consciente de esta posibilidad, confirmó en 2022 que había dejado escrita una carta de renuncia para ser utilizada en caso de incapacidad médica.
Sin embargo, existe la incógnita de cómo se activaría esta renuncia si el Papa ya no estuviera en condiciones de manifestar su voluntad, ya que el derecho canónico establece que una dimisión papal debe ser “libre y manifiesta”.
En el caso de Benedicto XVI (2005-2013) él mismo anunció públicamente su renuncia; pero, si Francisco quedara en coma o sufriera una demencia avanzada, se plantea la duda de quién decidiría si su dimisión redactada con anterioridad es válida.
“Si el Papa tuviera Alzheimer y llegara un momento en el que ya no pudiera tomar la decisión por sí mismo, alguien de la Secretaría de Estado debería hacer pública la carta y presentar un informe médico”, considera Domingues.
“No conocemos los detalles de la carta, pero se mencionó algún tipo de incapacidad. Supongo que se necesitaría una declaración médica que confirmara que la situación será prolongada y que probablemente no podrá recuperarse”, agrega.
Y, si por algún motivo se descarta esta opción, “la Iglesia simplemente continúa hasta que termine el pontificado, lo que sucede cuando el Papa fallece. Así que hay que seguir adelante. No es lo ideal, pero ha ocurrido antes en la historia”, apunta el experto.
Existen precedentes históricos de cartas de renuncia papales, como la de Pablo VI, quien redactó un documento para pedir que se aceptara su dimisión si enfermaba gravemente.
Sin embargo, su misiva nunca se utilizó y Pablo VI permaneció en el cargo desde 1963 hasta su fallecimiento en 1978.
Ante la falta de normas claras sobre la incapacidad papal, algunos especialistas en derecho canónico han propuesto reformas.
En 2021 un grupo de expertos sugirió que, en caso de que un Papa quedara completamente incapacitado, el Colegio de Cardenales debería asumir la gestión de la Iglesia y designar una comisión para evaluar periódicamente su estado de salud.
Esta propuesta implicaría que un comité médico revisara su estado de salud cada seis meses y, si se determinara que no puede seguir en su cargo, el Colegio de Cardenales podría activar un proceso para la elección de un sucesor.
Sin embargo, hasta ahora el Vaticano no ha aplicado ninguna de estas ideas, lo que significa que la Iglesia sigue sin un mecanismo formal para abordar la incapacidad prolongada de un Pontífice.
Preguntado sobre si existe debate dentro del Vaticano para reformar el derecho canónico en este sentido, Filipe Domingues dice “no haber escuchado nada al respecto”.
“No creo que haya planes en ese sentido, porque siempre existe la posibilidad de renuncia, y sigue siendo una opción”. afirma el director del Centro Laico.
Y agrega: “Por ahora estamos en una situación en la que él está consciente. Cada día informan de que está lúcido y al tanto de lo que le sucede a él y a la Iglesia. Todavía no hemos llegado a ese otro escenario”.
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