“El camino del agua siembra vida si es respetado, o muerte y enfermedad si es violentado”.
La cuenca de Anáhuac ha sido transformada en una entidad voraz que destruye y drena los ecosistemas que son clave en la atracción, captación, infiltración y almacenamiento de lluvia (cuencas del Alto Lerma y Balsas en los Estados de México y Michoacán). La megalópolis consume también enormes cantidades de agua de sus acuíferos, al punto de abatirlos. Al mismo tiempo, expulsa agua residual de uso urbano e industrial sin ningún tipo de tratamiento, mezclada con precipitación pluvial que, al no contar con una salida natural hacia un río y el mar, debe ser evacuada mediante una costosa infraestructura hacia la subcuenca del Río Tula, parte inicial de la Cuenca Pánuco-Moctezuma.
Al recibir el agua residual de la zona metropolitana y sumarla a la que es usada y contaminada por las industrias locales más tóxicas, la denominada Región Tolteca al sur del Valle del Mezquital se convierte en un infierno socioambiental o zona de sacrificio (no olvidar que, además, en 2021 esa región fue inundada deliberadamente para justificar la destrucción del ecosistema milenario con la ampliación y revestimiento del cauce del Río Tula en la zona urbana de este municipio).
Los pueblos de Hidalgo no solo son obligados a recibir los desechos de la Ciudad de México, también son expoliados de su agua. De manantiales ubicados en la zona de Zimapán (que deberían irrigar ecosistemas en camino hacia el Pánuco), se bombea líquido para las zonas urbanas e industriales de Querétaro. El acueducto construido para este trasvase destruyó bosques, dañó manantiales, y no incluyó abastecimiento para comunidades a su paso.
Esta es la absurda panorámica: agua en enormes cantidades es arrebatada a los bosques del Estado de México, trasvasada, usada y contaminada en la CDMX, para luego trasvasarla de nuevo en forma de drenaje hacia la cuenca del Pánuco, convirtiendo a Hidalgo en una fosa séptica (presa Endhó) y paso de cañería.
A su vez, agua limpia es extraída de cuencas en ese estado para de nuevo trasvasarla, esta vez hacia Querétaro, donde se integra vía fluvial a la cuenca del Lerma (sí, la misma de donde la CDMX extrajo su agua). Pasando por Guanajuato y Jalisco, donde es aún más contaminado, el cauce llega hasta la zona industrial de El Salto-Juanacatlán, que por la concentración tóxica se convierte en otro de los infiernos ambientales de nuestro país. Ese mismo líquido desemboca en el lago de Chapala, ¡que abastece a la ciudad de Guadalajara! Como la, el lector puede notar, los costos en degradación ambiental, riesgos sanitarios, infraestructura de trasvases e inviabilidad a largo plazo de esta absurda circulación del agua son enormes.
El descrito no es solo un mapa regional plagado de daños y errores históricos determinados por un duro entramado de intereses. También dibuja líneas que hermanan territorios y pueblos interconectados que sufrimos los efectos de la devastación eco-hidrosocial. Si bien ninguna solución podrá ser simple, nuestro diagnóstico sí que es claro: nuestra agua no puede seguir siendo sometida a la exigencia del crecimiento urbano-industrial. Nuestra agua no puede continuar siendo considerada una mercancía acaparable por entidades depredadoras. Nuestros ríos no pueden seguir siendo cañerías a cielo abierto. Los trasvases no pueden seguir siendo coartadas para evitar asumir un necesario cambio de paradigma sociedad-territorio. El crecimiento urbano e industrial debe someterse al camino del agua y a la vida, y no viceversa. El modelo vigente, que ha significado ganancias privatizadas y costos cargados a la población humana y otras formas de vida, debe terminar ya.
En términos de políticas concretas, el reto hídrico no puede seguir siendo abordado con una visión exclusivamente ingenieril “para garantizar el abasto”, sobre todo si ‘abasto’ sigue implicando acaparamiento, ilegalidad, desperdicio e irresponsabilidad medioambiental. Tampoco tienen sentido magnas obras de tratamiento para el reúso del líquido, sin que el enfoque dominante sea, de inicio, dejar de contaminarlo masivamente.
Al día de hoy, y arrastrando la penosa situación de no contar con una nueva Ley General de Aguas, movimientos de defensa territorial resistimos con propuestas en mano y en el más auténtico cuidado de nuestras comunidades. Exigimos políticas y acciones determinantes por parte de los tres poderes de la Unión, que deben ser diseñadas en todo momento con una participación real y significativa de la sociedad.
Los poderes establecidos no pueden seguir operando desde la postergación, la simulación propagandística ni la implementación de decisiones paliativas expresadas en planes “integrales”, de “saneamiento” o de “justicia” que escondan nuevas versiones de expansión desarrollista o de negocio de concesiones.
El futuro es de todxs: lo construimos juntos, o no será.
Coventry asumirá su nuevo cargo en junio, en un momento crítico para el movimiento olímpico.
La exnadadora de 41 años, ganadora de dos medallas de oro olímpicas, sustituye al alemán Thomas Bach –que ocupaba el cargo desde 2013– y se convierte en la primera mujer, la primera africana y la persona más joven en ocupar el cargo.
El jefe del Atletismo Mundial, el británico Sebastian Coe, figuraba entre los favoritos para ganar la elección celebrada en Grecia, pero Coventry consiguió la mayoría absoluta con 49 de los 97 votos disponibles en la primera ronda de votación.
El segundo clasificado, el español Juan Antonio Samaranch Jr, obtuvo 28 votos, mientras que Coe consiguió 8.
Coventry, que ya forma parte de la junta ejecutiva del COI y se decía que era la candidata preferida de Bach, es la décima persona que ocupa el cargo más alto del deporte mundial y estará en el puesto durante al menos durante los próximos ocho años.
Coventry ha ganado siete de las ocho medallas olímpicas de Zimbabue, incluido el oro en los 200 metros espalda en los Juegos de 2004 y 2008.
“La joven que empezó a nadar en Zimbabue hace tantos años nunca podría haber soñado con este momento”, declaró Coventry, quien se impuso a seis rivales masculinos para ganar la votación.
“Estoy especialmente orgullosa de ser la primera mujer presidenta del COI, y también la primera africana.
“Espero que esta votación sirva de inspiración a mucha gente. Hoy se han roto los techos de cristal, y soy plenamente consciente de mis responsabilidades como modelo a seguir“.
Coventry era la candidata preferida del presidente saliente, Thomas Bach.
Durante su campaña para lograr la presidencia del COI, Coventry se comprometió a modernizar el organismo, promover la sostenibilidad, adoptar nueva tecnología y potenciar a los atletas.
Apoyó una prohibición general de que las mujeres transgénero compitan en los deportes olímpicos femeninos.
Coventry se ha enfrentado a críticas en Zimbabue en su calidad de ministra de Deportes desde 2018, pero defendió su asociación con el gobierno del controvertido presidente Emmerson Mnangagwa.
La injerencia gubernamental en el fútbol provocó que la FIFA expulsara a Zimbabue de las competencias internacionales en 2022, mientras que el año pasado Estados Unidos impuso sanciones a Mnangagwa y otros altos cargos por corrupción y abusos de los derechos humanos.
La votación de este jueves tuvo lugar en un hotel de lujo situado en una localidad costera a unos 100 kilómetros al sur de Olimpia, cuna de los Juegos de la Antigüedad.
Los miembros del COI tuvieron que entregar sus teléfonos antes de la votación electrónica secreta.
Análisis de Dan Roan, editor de BBC Deportes
Este es un momento histórico para el COI y para el deporte mundial.
Como primera mujer que ocupa el cargo más importante del deporte, Kirsty Coventry es una pionera. Pero, como miembro del Comité Ejecutivo del COI, también conoce bien al organismo.
Coventry era la candidata preferida del presidente saliente, Thomas Bach, y su convincente victoria tras una campaña discreta se considerará un reflejo de su influencia.
Los miembros del COI se mostraron indiferentes ante su estrecha relación con el controvertido gobierno de Zimbabue.
Coventry asumirá su nuevo cargo en junio, en un momento crítico para el movimiento olímpico.
Tendrá que lidiar con un tenso panorama geopolítico, con la posible reintegración de Rusia a los Juegos y el regreso del presidente estadounidense Donald Trump a la Casa Blanca antes de los Juegos de Los Ángeles de 2028.
También tendrá que abordar cuestiones como la de la participación de los atletas transgénero, el cambio climático y garantizar que los Juegos sigan siendo relevantes en el futuro.
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