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En torno al Índice de Progreso Social
México, ¿cómo vamos?
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En torno al Índice de Progreso Social

El Índice de Progreso Social es una herramienta valiosa que contribuye a visibilizar las carencias materiales y sociales que vulneran derechos humanos fundamentales, y las desigualdades existentes (sociales, económicas, de género, de oportunidades, de origen, territoriales…). El índice busca que las mediciones del bienestar de la población tengan mayor peso en las consideraciones de política pública.
05 de diciembre, 2023
Por: Rolando Cordera Campos

No han sido pocos los intentos por tener instrumentos metodológicos que midan no sólo el PIB, sino que den cuenta del bienestar de las personas; en este sentido es posible mencionar, entre otras herramientas, el Índice de Desarrollo Humano (metodología creada en 1990 por el PNUD) y la Comisión sobre la Medición del Desarrollo Económico y del Progreso Social (CMPEPS, por sus siglas francesas), tarea que en 2008 el entonces presidente francés, Nicolas Sarkozy, solicitó a los economistas Joseph Stiglitz, Amartya Sen y Jean-Paul Fitoussi para tener un indicador no sólo de resultados económicos, sino del progreso social.

También está la iniciativa que en 2011 lanzó la OCDE misma “¿Cómo va la vida?“, que reúne indicadores internacionales comparables en materia de bienestar, “(que) evalúa 11 aspectos específicos del bienestar –la vivienda, los ingresos, el empleo, la comunidad, la educación, el medio ambiente, el compromiso cívico, la salud, la satisfacción ante la vida, la seguridad y el balance entre la vida y el trabajo, así como dos dimensiones transversales, la sostenibilidad y las desigualdades (…)”.

Y un esfuerzo más reciente es el de la Agenda del Desarrollo Sostenible, 17 Objetivos Globales de Desarrollo Sostenible, firmada en 2015, que contempla más de cien metas que tienen que ver con las esferas económica, social y ambiental. “Estamos resueltos, afirmaban los dirigentes de los Estados firmantes, a poner fin a la pobreza y el hambre en todo el mundo de aquí a 2030, a combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos, a construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas, a proteger los derechos humanos y promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y a garantizar una protección duradera del planeta y sus recursos naturales”.

Se trata de empeños tendientes a “ abrir” la mirada de los tomadores de decisiones con indicadores que puedan dar “mejor cuenta” del bienestar y el progreso social, entendiendo, o mejor dicho, extendiendo el enfoque más allá de las limitaciones propias de un indicador como el PIB para incluir aspectos como la calidad de vida, la equidad y la sostenibilidad, como hemos dicho.

“Lo que se mide, asegura Stiglitz, tiene una incidencia en lo que se hace: pero si las mediciones son defectuosas, las decisiones pueden ser inadaptadas (…) si nuestras mediciones del desarrollo están falseadas, puede ocurrir lo mismo con las conclusiones que extraemos en materia de política económica”.

El Índice de Progreso Social entre nosotros

En México la organización civil México ¿cómo vamos?, con la iniciativa Social Progress Imperative, ha elaborado una serie de información desde 2015: el Índice está basado en un rango de indicadores sociales y ambientales que capturan tres dimensiones del progreso social: Necesidades Humanas Básicas, Fundamentos del Bienestar y Oportunidades.

“Es un modelo integral para medir el desarrollo humano que no incluye el Producto Interno Bruto (PIB), pero lo complementa (…) se rige por cuatro principios básicos: solo considera indicadores sociales y ambientales; indicadores de resultados y no de esfuerzos; indicadores relevantes para el contexto, e indicadores que puedan ser objetivo de políticas públicas o intervenciones sociales (…) se correlaciona positivamente con el PIB per cápita (no petrolero) y la apertura o dinamismo comercial de la entidad y, negativamente, con el rezago educativo, la carencia por acceso a servicios de salud y la pobreza en general”, afirma Sofía Ramírez, directora de la organización civil.

De acuerdo con la información dada a conocer por la organización, el IPS permitió rastrear los avances en el progreso social (2.2 de incremento acumulado) en el periodo prepandemia, y ya en pospandemia se registró un pequeño avance  (0.6 puntos) y una caída de 2.1 puntos entre 2019 y 2021. Además se señala que los avances sociales alcanzados entre 2015 y 2019 se neutralizaron debido a un declive registrado entre 2019-2021.

Cabe notar, se indica, que en 2022 el IPS registró su mejor puntuación desde que se inició el ejercicio: 29 entidades federativas mostraron no sólo una recuperación sino que mejoraron en su puntaje prepandemia. Si bien Sonora, Nuevo León y Oaxaca se mantienen rezagadas en comparación con sus niveles de 2019, llama la atención el caso de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Tabasco, entidades que tienen los índices más bajos, en particular, las tres primeras, que muestran el peor desempeño desde el comienzo de la medición del IPS, y coinciden en tener el flujo comercial más débil (medido como la suma de exportaciones e importaciones en relación con el PIB estatal).

Datos que, apuntan los autores del índice, son relevantes en un contexto donde el nearshoring se vislumbra como un potencial catalizador económico al señalar que las entidades con menor puntuación en progreso social podrían no beneficiarse de la reubicación de las cadenas globales de valor. Asimismo, Ramírez  destacó que, en el último año, se observaron avances en Necesidades Humanas Básicas, un incremento de 4.7 puntos; Oportunidades el avance fue de 0.7 puntos y en Fundamentos del Bienestar,  se avanzó en 2.8 puntos.

De salida

El IPS es una herramienta valiosa que contribuye a  visibilizar las carencias materiales y sociales que vulneran derechos humanos fundamentales, así como  las desigualdades existentes (sociales, económicas, de género, de oportunidades, de origen, territoriales…). Tanto el índice como las otras herramientas metodológicas mencionadas buscan que las mediciones del bienestar de la población tengan mayor peso en las consideraciones de política pública y no sólo, ni centralmente, la medición del ritmo económico lo cual, conviene decir, no significa invalidar las mediciones del PIB.

* Rolando Cordera Campos, Profesor emérito, Facultad Economía, UNAM. Miembro del Instituto de Estudios para la Transición Democrática, de la Academia Mexicana de Economía Política, del Seminario de Cultura Mexicana y coordinador del Grupo Nuevo Curso de Desarrollo de la UNAM. Colaborador semanal de La Jornada y El Financiero. Miembro del consejo editorial de la revista EconomíaUnam; director de la revista Configuraciones.

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Imagen BBC
Cómo el cambio radical de Trump en la política exterior de EU preocupa a Europa y qué dice de sus intenciones en América Latina
7 minutos de lectura

Un análisis de los detalles clave de la nueva estrategia de seguridad nacional del gobierno de Trump y sus implicaciones para Europa, América Latina y el mundo.

16 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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La Estrategia de Seguridad Nacional del gobierno de Donald Trump ha generado alarma entre los aliados más cercanos de Estados Unidos y marca un alejamiento dramático de los principios fundamentales de la política exterior estadounidense de décadas.

El documento de 33 páginas, divulgado por el gobierno hace unos días, presenta el mundo primordialmente como un escenario económico, resaltando los acuerdos bilaterales y el nacionalismo económico por encima del multilateralismo y la promoción de la democracia.

La estrategia refleja las “cepas más ideológicas” del gobierno de Trump, comentó el corresponsal de BBC News en el Departamento de Estado, Tom Bateman, en el podcast The Global Story del Servicio Mundial de la BBC.

Esta también tiene implicaciones para América Latina, tanto en cómo se relaciona Washington con los cada vez más numerosos gobiernos de derecha, hasta la nueva versión de la Doctrina Monroe, que reafirma a la región como el “patio trasero” de EE.UU.

Igualmente impactante es lo que el documento omite, sin casi una sola crítica hacia adversarios tradicionales como Rusia y China.

En cambio, reserva el lenguaje más cargado para con Europa, lo que dio pie a la preocupación a lo largo de las capitales europeas.

“Eliminación civilizacional”

Mientras que anteriores estrategias de seguridad nacional tendían a reafirmar los valores y prioridades compartidos de EE.UU. con los países europeos, este documento toma un giro diferente.

Europa será “irreconocible en 20 años a menos”, declara, por la acogida del continente a las instituciones multilaterales y sus políticas migratorias, que se han convertido en una influencia corruptora de la “identidad occidental”.

En esa sección, la estrategia crudamente declara que los estados de Europa enfrentan lo que llama la “eliminación civilizacional”.

Los líderes europeos han quedado, por lo menos en privado, “horrorizados” por el documento, dijo al podcast nuestro corresponsal en el Departamento de Estado.

“No están sorprendidos de que esta sea la postura ideológica de algunas partes del gobierno, pero verlo articulado dentro de un documento formal de política es bastante preocupante para ellos”, expresó.

JD Vance, en un traje oscuro, se dirige a un público desde un podio, flanqueado por dos letreros azules que leen:
Reuters
El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, pronunció un cáustico discurso contra las democracias europeas, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich.

Un “divorcio”

La reacción en Europa de lado y lado del espectro político no se ha hecho esperar.

El diario francés de izquierda Le Monde catalogó el quiebre como un “divorcio”, señalando que marca una ruptura histórica con la era posterior al final de la Segunda Guerra Mundial

“El divorcio está finalizado, pendiente de la división de bienes”, escribe el diario en su artículo.

Más diciente aún en términos de la prensa francesa, indica el corresponsal Tom Bateman, es el comentario del diario conservador Le Figaro sobre la aparente contradicción de lo que afirma el documento sobre lo que llama la “pretensión del no intervencionismo” por un lado y, por el otro, el intervencionismo explícito en el caso de los países europeos.

La estrategia textualmente indica la intención de EE.UU. de cultivar la resistencia de los partidos de oposición en los países europeos. Eso implica apoyo a partidos de extrema derecha como el AfD en Alemania, el Partido Reforma en Reino Unido, y la Agrupación Nacional de Marine Le Pen en Francia, entro otros.

Es un apoyo explícito a los movimientos políticos en Europa que abogan por un nacionalismo económico y una oposición férrea a la migración, que el documento tilda de “partidos patrióticos”.

El paralelo con América Latina

La estrategia hacia Europa sería una repetición de cómo ha accionado el gobierno de Trump en relación con América Latina, opina el corresponsal de la BBC.

En Argentina, por ejemplo, menciona el rescate económico que Trump aprobó para el gobierno de Javier Milei días antes de que su partido enfrentara elecciones legislativas que definirían el futuro de su proyecto político.

“Eso fue interpretado por los opositores (de Milei) como una evidente interferencia por Estados Unidos”, expresó Tom Bateman.

Donald Trump y Javier Milei, rodeados de las banderas de EE.UU. y Argentina
Reuters
La oposión en Argentina criticó el “espaldarazo” político que le dio Trump a Javier Milei antes de las elecciones legislativas.

Ese apoyo se repitió antes de las recientes elecciones en Honduras, cuando Trump indultó al expresidente Juan Orlando Hernández, que cumplía una condena de 45 años en EE.UU. por narcotráfico, al tiempo que manifestó su apoyo al candidato de derecha Nasry “Tito” Asfura.

Lo mismo se ha visto en Brasil, con los ataques de Trump contra los tribunales de ese país que condenaron al expresidente de corte “trumpista” Jair Bolsonaro por su intento de golpe tras haber perdido las elecciones en 2022.

El “corolario Trump” a la Doctrina Monroe

La nueva estrategia realza al continente americano, referido como el “Hemisferio Occidental”, como un principal foco de la política exterior de EE.UU.

El gobierno quiere “asegurarse… de que la región permanezca estable y suficientemente bien gobernada para evitar y desalentar la migración masiva hacia Estados Unidos”, lee el documento.

La estrategia introduce la idea de un “corolario Trump” a la doctrina Monroe, posicionando la táctica del gobierno como una secuela a la política del presidente James Monroe en el siglo XIX afirmando la primacía de EE.UU. en el continente americano y repeliendo la interferencia de los poderes coloniales europeos.

El gobierno considera esta renovada atención como necesaria para contrarrestar la influencia de China en América Latina, señala nuestro corresponsal, a pesar de que China no está mencionada directamente en el documento.

China ha logrado obtener demasiada posición económica en la región, según Trump, aunque su insinuación de que está “operando” el Canal de Panamá no es literalmente verdad.

El portaviones más grande del mundo, USS Gerald R Ford, con aviones de combate en la cubierta, fotografiado cerca de una isla caribeña
Reuters
La presencia de buques de guerra estadounidenses en el Caribe refuerzan la amenaza del uso de fuerza militar.

Los recientes esfuerzos diplomáticos, incluyendo la visita del secretario de Estado, Marco Rubio, a países latinoamericanos a comienzos de año, son una señal de la intención de Washington de reafirmar su dominio tanto económico como estratégico en la región.

Aunque la estrategia no se extiende en la dimensión militar de esta política, la campaña de bombardeos aéreos contra supuestos narcotraficantes en el Caribe y la presencia de múltiples acorazados y personal militar estadounidense frente a las costas de Venezuela subraya la amenaza del uso de fuerza militar.

Un deterioro anunciado

El deterioro de las relaciones entre EE.UU. y Europa ha sido aparente durante meses.

Una de las primeras señales de la actitud del gobierno de Trump hacia Europa se produjo en enero, cuando el vicepresidente de EE.UU., JD Vance, emitió un cáustico ataque contra las democracias europeas, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, en el que reprendió a sus líderes por ignorar las preocupaciones de sus votantes sobre la migración y la libertad de expresión.

Pero en la práctica, esta incómoda relación se ha desarrollado en otro escenario; la guerra en Ucrania.

El documento parece sugerir que Europa no ha entendido las dinámicas de poder que están en juego y que Estados Unidos debe invertir energía diplomática para estabilizar la región.

La Unión Europea está acusada de obstaculizar los esfuerzos de Washington por termina la guerra en Urania, según el documento, y que EE.UU. deber “restablecer una estabilidad estratégica hacia Rusia”, que a su vez “estabilizaría las economías europeas”.

El mensaje central es que Ucrania debería permanecer siendo un estado viable pero eso requiere reconocer la posición dominante de Rusia.

Donald Trump está “perdiendo la paciencia” con Europa y Ucrania, señala nuestro corresponsal.

“Está claro… la presión está sobre los europeos para que asientan a una postura que los ucranianos básicamente interpretan como una capitulación”, comentó en el podcast.

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky (izq.) con las manos cruzadas, reunido en la Oficina Oval con el presidente de EE.UU., Donald Trump (centro) y su vicepresidente JD Vance (der.) Los tres están sentados y Trump y Vance gesticulan con la mano en desagrado hacia Zelensky
Reuters
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky (izq.), fue tildado de “irrespetuoso” y “desagradecido” cuando se reunió con el presidente de EE.UU., Donald Trump (centro) y su vicepresidente JD Vance (der.) en la Casa Blanca en febrero de 2025.

La tensión en torno a Ucrania ya se manifestó en momentos de alto perfil, incluyendo la reunión en el Despacho Oval de Trump y Vance con el presidente Volodymyr Zelensky en febrero, en la que tacharon al presidente ucraniano de “irrespetuoso” y “desagradecido”.

Los líderes europeos ahora enfrentan la realidad de que EE.UU. podría presionar para lograr un resultado mucho más preferencial para Moscú que para Kyiv.

Rusia recibió con beneplácito la Estrategia de Seguridad Nacional, describiéndola como “ampliamente consistente” con su visión.

La nueva Estrategia de Seguridad Nacional ya ha reconformado los debates en Washington y a lo largo de Europa.

Sus implicaciones para Ucrania, las relaciones EE.UU.-Europa y el orden global más amplio siguen desarrollándose.

Pero el documento deja una cosa inequívocamente clara: el gobierno de Trump pretende redefinir las prioridades de la política exterior de EE.UU. y espera que sus aliados se adapten a esa nueva realidad.

*Con información adicional del podcast The Global Story del Servicio Mundial de la BBC

BBC

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