
En 2026, México, Estados Unidos y Canadá enfrentarán la primera revisión profunda del T-MEC, el acuerdo que mueve 1.5 billones de dólares al año y sostiene casi un tercio del producto interno bruto (PIB) mundial. Aunque el mecanismo está previsto desde la firma del Tratado, su importancia hoy es mayor: la región compite directamente con China y la Unión Europea por inversiones, tecnología y control de cadenas de suministro. La pregunta que flotará en la mesa es si los tres países quieren consolidarse como bloque o si cederán espacio a sus presiones políticas internas que amenazan con frenar la integración.
En México, el Gobierno convocó a mesas de trabajo con actores clave de 30 sectores productivos y abrió un micrositio y un correo electrónico para recibir escritos con la promesa de publicar en enero de 2026 un documento sintético. En contraste, la consulta pública que realizó el gobierno de Estados Unidos (EE.UU) sobre el T-MEC está abierta y desde ahora pueden consultarse libremente las 1,515 misivas recibidas. Una mirada a las principales cartas registradas en este expediente muestra que la industria en su conjunto —de energía a automotriz, pasando por agricultura, manufacturas y economía digital— considera indispensable extender el Tratado por otros 16 años.
Ese consenso, sin embargo, convive con preocupaciones muy específicas que, de no atenderse, pueden volver el Tratado una promesa incumplida. La más recurrente es el incumplimiento por parte del Gobierno mexicano. Señalan medidas unilaterales, demoras regulatorias, proteccionismo disfrazado, reglas de origen incumplidas, tribunales parciales, paneles ignorados, falta de armonía y transparencia en trámites, y tensiones en el sector energético por falta de competencia efectiva.
El Consejo Coordinador Empresarial (CCE), que representa alrededor del 80 % del PIB mexicano, presenta datos que ilustran por qué el T-MEC es tan estratégico. México compra más productos estadounidenses que China, Japón, Alemania y Reino Unido juntos. Esa demanda sostiene cerca de dos millones de empleos en Estados Unidos. Además, 59 % de lo que México exporta al mercado estadounidense son bienes intermedios; es decir, insumos que serán utilizados por la industria de ese país.
En el caso de las manufacturas, las exportaciones mexicanas tienen el mayor contenido estadounidense de cualquier socio comercial: cuando un auto se ensambla en México y cruza la frontera, en promedio una quinta parte de su valor ya proviene de piezas hechas en plantas de Ohio, Michigan o Texas. Todos estos datos desmontan el mito del “déficit dañino”: el comercio intrarregional no es competencia, es coproducción.
El Baker Institute, uno de los centros de análisis más influyentes en temas de economía, energía y geopolítica, refuerza este diagnóstico y lo lleva más lejos: sostiene que sin una región integrada, Estados Unidos no podrá competir con China. El gigante asiático controla buena parte del mercado de minerales críticos, baterías, paneles solares, motores eléctricos y componentes esenciales para la manufactura avanzada.
Por eso propone que la revisión de 2026 incluya un capítulo especial para minerales estratégicos. Éste debe incluir la armonización de reglas para evitar el ingreso de insumos triangulados desde Asia, además de mejorar la trazabilidad del contenido regional. Para mantener la competitividad y la integración de las cadenas de valor, plantea gradualidad en la imposición de aranceles para insumos cuya producción se esperaría se desarrolle dentro de la región —como ciertas piezas automotrices, semiconductores o componentes de material médico o farmacéutico— para sustituir el suministro proveniente de China.
Pese a esta visión de largo plazo, la práctica cotidiana revela fricciones que complican la integración. El sector automotriz, por ejemplo, está altamente integrado y, según cifras de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), es responsable por sí sólo de 3.5 millones de puestos de trabajo directos e indirectos en México. Esta industria señala como una preocupación la imposición de aranceles bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de los Estados Unidos. Se trata de una disposición legal que otorga al presidente de ese país la autoridad para aplicar aranceles o cuotas a las importaciones, si el secretario de Comercio determina que éstas representan una amenaza para la seguridad nacional. Esta medida debería excluir a México, según los acuerdos firmados en 2020 con la firma del T-MEC. El incumplimiento de dicho acuerdo y la imposición de “aranceles sorpresa”, a juicio de la AMIA, afectan directamente a un ecosistema productivo en el que cada componente cruza la frontera varias veces antes de convertirse en un vehículo terminado.
Por su parte, no obstante que el sector energético está a favor de una integración del bloque como precursor de la competitividad, reconoce tensiones profundas. El American Petroleum Institute (API) describe un entorno de incertidumbre marcado por permisos demorados, prioridad en los mercados energéticos a las empresas públicas del Estado mexicano, cambios regulatorios constantes y un régimen fiscal que desincentiva la inversión directa extranjera. Alerta que estas políticas generan asimetrías que contradicen capítulos fundamentales del tratado.
Asimismo, la Business Rountable identificó barreras no arancelarias que dificultan la competencia en los mercados energéticos, particularmente por las ventajas que gozan la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex), en violación del principio de trato equitativo del T-MEC. La API considera urgente incorporar mecanismos innovadores para la solución de controversias, como uno de respuesta rápida para casos de distorsiones graves ocasionadas por prácticas anticompetitivas ejercidas por empresas estatales, y revisar mecanismos que han permitido al gobierno mexicano retrasar o postergar la resolución de conflictos.
Lo anterior revela una preocupación común en todas las presentaciones: la certidumbre regulatoria en México se percibe como un riesgo creciente. Tal es el caso de los mercados digitales en sus dimensiones física y virtual. La petición de la industria es la apuesta por una modernización profunda del sector.
La American Chamber of Commerce of Mexico señala que la falta de criterios uniformes en aduanas mexicanas provoca costos innecesarios y retrasos que vuelven menos competitivas a las cadenas de valor por retrasos en las importaciones de insumos necesarios para articular y operar centros de datos y redes de telecomunicaciones. Reclaman una transformación hacia una “frontera inteligente” con inspecciones conjuntas y un sistema trilateral de ventanilla única realmente interoperable, que elimine redundancias y dé trazabilidad a cada carga.
La Data Center Coalition, por su parte, advierte que el crecimiento de la inteligencia artificial y la computación en la nube exige reglas claras para el flujo de datos y la no localización obligatoria de servidores. Por su parte, la Cybersecurity Coalition se concentra en aspectos técnicos de la seguridad digital como la falta de mecanismos comunes para divulgar vulnerabilidades y proteger derechos digitales, la fragmentación de etiquetas y certificaciones de ciberseguridad entre países y el riesgo de que se debilite la encriptación de datos mediante la imposición de “puertas traseras” que permiten a las fuerzas policiacas accesos ocultos a la información, posibles abusos, y el riesgo de que intrusos descubran esas vías para realizar labores de espionaje.
Todas estas propuestas buscan reforzar la cooperación técnica, asegurar la interoperabilidad de plataformas con una adecuada gestión de riesgos. Sin estos principios, las asociaciones expertas afirman que la región perdería el liderazgo digital que hoy la distingue.
En este panorama, México enfrenta un escrutinio adicional: su reforma judicial y la desaparición de órganos autónomos generan inquietud sobre la confianza en los procesos internos, aún cuando se hayan restituido como órganos desconcentrados de la Administración pública federal. El T-MEC obliga a los inversionistas a agotar primero las instancias nacionales antes de acudir a arbitraje internacional. Por lo que, ante la pérdida de instituciones independientes del Ejecutivo federal, la percepción de riesgo regulatorio se advierte en aumento, factor que se volverá central en la negociación.
Todos estos elementos muestran que la revisión del T-MEC será un ejercicio técnico y una negociación geopolítica. Los socios deberán decidir si apuestan por un proyecto de integración capaz de competir con China o si privilegian decisiones unilaterales que pueden fragmentar el bloque por el incremento de la inseguridad jurídica que generan las políticas proteccionistas, la falta de competencia económica, la sobrerregulación y la erosión de la construcción institucional que ha tomado por lo menos tres décadas.
Desde México Evalúa hemos insistido en que ningún tratado opera en automático: necesita instituciones sólidas, reguladores profesionales, mecanismos de vigilancia y una cultura de cumplimiento. La evidencia enviada por los sectores productivos confirma que ése es el camino. Los tres socios comerciales no sólo necesitan renovarse: necesitan comprometerse seriamente a cumplir lo que firman de cara a una visión de bloque hacia el futuro. De eso dependerá que Norteamérica siga siendo uno de los motores económicos del mundo.
* Ana Lilia Moreno (@analiliamoreno) es coordinadora del Programa de Regulación y Competencia Económica en México Evalúa.

Se espera que la ceremonia del sorteo incluya la entrega de un nuevo Premio Nobel de la Paz de la FIFA, y que Trump sea el galardonado.
A solo kilómetro y medio de la Casa Blanca, el sorteo del Mundial el viernes tendrá un marcado carácter político.
La deslumbrante ceremonia tendrá lugar en el Kennedy Center, el famoso centro artístico de Washington que ahora es presidido por el mandatario estadounidense, Donald Trump, tras la renovación de su junta directiva este año.
Junto a estrellas del fútbol, el deporte estadounidense y el mundo del espectáculo, Trump estará presente, al igual que los líderes de los otros dos países anfitriones: la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el primer ministro de Canadá, Mark Carney.
Sin embargo, el proceso parece haber sido planeado teniendo al mandatario estadounidense muy presente.
El grupo de los años setenta Village People fue contratado para tocar YMCA, una de las canciones favoritas de Trump que se escucha con frecuencia en sus mítines de campaña.
Además, rompiendo con la tradición, la ceremonia del sorteo incluirá la entrega de un nuevo Premio Nobel de la Paz de la FIFA, y se espera que Trump sea el galardonado.
Estos gestos no harán más que subrayar la alianza forjada entre Trump y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, quien anunció el reconocimiento el mes pasado tras afirmar que Trump merecía ganar el Premio Nobel de la Paz por su contribución al alto el fuego entre Israel y Gaza, y elogiar con entusiasmo sus políticas.
Para los críticos, estas medidas amenazan el compromiso de la FIFA con la neutralidad política, consagrado en sus estatutos, e imponen el riesgo de que el sorteo, y el propio torneo, se conviertan en herramientas de propaganda.
Los detractores consideran que Infantino y Trump tienen una relación demasiado estrecha, lo cual envía el mensaje de que el organismo rector del fútbol mundial se está alineando con el movimiento Make America Great Again (MAGA), y que respalda lo que muchos ven como una administración que fomenta la división.
Se preguntan si es sensato que la FIFA se asocie tan estrechamente con un hombre que esta misma semana hizo comentarios despectivos sobre los migrantes somalíes, describiéndolos como “basura”.
Al ser consultado sobre el premio, en medio de informes que indican que el Consejo de la FIFA no tenía conocimiento al respecto, un alto funcionario del organismo rector declaró a BBC Sport: “¿Por qué no puede ser más importante que el Premio Nobel de la Paz? El fútbol cuenta con un enorme apoyo mundial, por lo que es justo que reconozca los esfuerzos extraordinarios por lograr la paz cada año”.
Señaló que en 2019 no hubo tanta controversia cuando la FIFA otorgó al presidente de Argentina un premio en honor a su contribución al fútbol, y afirmó que la organización merece elogios por defender la paz en un mundo dividido.
El presidente Bill Clinton decidió no asistir al sorteo del Mundial de 1994, cuando Estados Unidos fue la última sede del evento. Pero no sorprende que Trump haya optado por desempeñar un papel destacado, dada la plataforma global que le ofrece el Mundial.
Como indicio de las escenas que podrían aguardar en el evento del próximo año, Trump apareció en la final del Mundial de Clubes este año, donde optó por permanecer en el podio mientras el Chelsea celebraba la victoria, disfrutando claramente de ser el centro de atención tras entregarles el trofeo.
Más recientemente, saludó a Cristiano Ronaldo en una cena en la Casa Blanca en honor al príncipe heredero saudí. Apenas unos días después, la FIFA le concedió un indulto sorpresa al delantero, luego de eliminar una sanción en su contra en dos de tres partidos, tras ser expulsado por propinarle un codazo a Dara O’Shea en la derrota ante la República de Irlanda, lo que le aseguró su disponibilidad para los primeros partidos de Portugal en el Mundial.
También está la regularidad con la que Trump e Infantino han aparecido juntos en los últimos años, incluso en eventos fuera del ámbito deportivo.
Desde su primera visita al Despacho Oval en 2018, durante el primer mandato de Trump, Infantino ha sido visto con el presidente en el Foro Económico de Davos, en la firma en Washington de los Acuerdos de Abraham (un pacto entre Israel y algunos países árabes del Medio Oriente en 2020), e incluso como invitado en la segunda investidura de Trump en enero.
La FIFA celebró formalmente la estrecha amistad entre ambos tras ese evento, y el propio Infantino insistió en que era lógico, dada la importancia de que Estados Unidos acogiera tanto la Copa del Mundial de Clubes ampliada como el Mundial.
La FIFA también afirmó que Infantino tenía el deber de desarrollar y promover el fútbol a nivel mundial, y que también mantenía reuniones periódicas con otros líderes mundiales.
Si bien Infantino parecía tener una relación menos estrecha con el expresidente Joe Biden durante su etapa en la Casa Blanca, sí la ha mantenido con otros jefes de estado.
Desde que reemplazó a su predecesor Sepp Blatter hace casi una década, después de prometer que restauraría la reputación y las finanzas de la FIFA tras un enorme escándalo de corrupción, Infantino ha aparecido cerca del presidente ruso Vladimir Putin, quien le otorgó una medalla de la Orden de la Amistad de Rusia en 2019, junto con los gobernantes de otros dos anfitriones de la Copa del Mundo en Qatar y Arabia Saudita.
La proximidad de Infantino con estos líderes inevitablemente genera controversia y críticas, pero es su relación con Trump la que ha provocado la mayor reacción negativa en el fútbol.
A principios de este año, los delegados de la UEFA, el organismo rector del fútbol europeo, abandonaron el Congreso de la FIFA en Paraguay cuando Infantino llegó horas tarde tras unirse a Trump en una gira por el Medio Oriente, acusándolo de priorizar “intereses políticos privados”, lo cual “no le hace ningún favor al fútbol”.
En 2018, el propio Infantino declaró: “Está muy claro que la política debe mantenerse al margen del fútbol y el fútbol debe mantenerse al margen de la política”.
Sin embargo, defendió el viaje con Trump, insistiendo en que había sido crucial, ya que le permitió “representar al fútbol” en “importantes debates” con “líderes mundiales de la política y la economía”.
Pero el episodio solo intensificó el escrutinio sobre la relación, al igual que la decisión de la FIFA de establecer una nueva oficina en la Torre Trump de Nueva York. Infantino también apareció por sorpresa en una cumbre en Egipto en octubre, donde Trump y otros líderes mundiales firmaron una declaración para instaurar la paz en Gaza.
Infantino, el único líder deportivo presente, afirmó que el fútbol podría contribuir a los esfuerzos de paz y afirmó que la FIFA ayudaría a reconstruir las instalaciones en Gaza, pero su presencia volvió a generar controversia.
Entre tanta diplomacia futbolística, hay preocupación por el impacto que algunas políticas y declaraciones de Trump podrían tener en el Mundial. También existe incertidumbre sobre la acogida que recibirán en EE.UU. los visitantes de algunos países.
En junio, la Casa Blanca impuso a 19 países, principalmente de África, Medio Oriente y el Caribe, restricciones migratorias totales o parciales, haciendo referencia a la necesidad de gestionar las amenazas de seguridad.
En medio de sugerencias de que la lista pueda ampliarse a 30 países, tras la identificación de un hombre afgano como sospechoso del reciente tiroteo de dos soldados de la Guardia Nacional cerca de la Casa Blanca, la FIFA se comprometió a organizar un torneo acogedor y unificador.
Sin embargo, Irán y Haití, cuyos equipos clasificaron para el Mundial, se encuentran entre los países afectados por la prohibición. La semana pasada, Irán anunció que planeaba boicotear el sorteo debido al número limitado de visas para su delegación.
La orden ejecutiva de junio exime de las restricciones de viaje a los atletas y al cuerpo técnico de las selecciones que participarán en el Mundial, pero los aficionados podrían verse afectados.
“Queremos asegurarnos de ser lo más acogedores posible”, declaró el miércoles Andrew Giuliani, director ejecutivo del Grupo de Trabajo de la Copa Mundial de la Casa Blanca.
Giuliani elogió un programa diseñado para acortar los tiempos de espera para las entrevistas de visas de visitante para quienes tengan boletos, pero no descartó las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), dirigidas contra migrantes indocumentados en las sedes de la Copa Mundial.
El vocero insistió en que las autoridades querían garantizar que los visitantes ingresaran legalmente a Estados Unidos, para priorizar la seguridad de los estadounidenses.
Esta posición preocupa a los defensores de las libertades civiles.
Human Rights Watch (HRW) afirma que el sorteo se llevará a cabo en “un contexto de detenciones violentas de inmigrantes, despliegues de la Guardia Nacional en ciudades estadounidenses y la servil cancelación de las campañas antirracistas y antidiscriminatorias de la propia FIFA”.
HRW forma parte de un grupo de organizaciones que el miércoles afirmó que la Copa Mundial corría un creciente peligro de ser utilizada como arma para fines autoritarios.
“Todavía hay tiempo para cumplir las promesas de la FIFA de una Copa Mundial libre de abusos contra los derechos humanos, pero el tiempo avanza”, afirmó HRW.
Tras elogiar a Infantino como “uno de los grandes hombres del deporte” durante una reunión en el Despacho Oval el mes pasado, Trump sugirió que incluso podría retirar partidos de las ciudades anfitrionas gobernadas por los demócratas si le preocupaba la seguridad.
Aunque no está claro si el presidente tomará, o si puede tomar, una medida que causaría importantes trastornos logísticos y legales, sus palabras aumentaron la incertidumbre sobre el torneo.
En la misma reunión, Trump sugirió que podría lanzar “ataques” contra México si con ello se detenía el tráfico de drogas a Estados Unidos.
Tras las fricciones que ya generaron las políticas comerciales de Trump con México y Canadá, esto no hizo más que reforzar las preocupaciones sobre el nivel de cooperación entre los tres anfitriones del Mundial en cuestiones como la seguridad del torneo.
Infantino podría afirmar que, dada la imprevisibilidad de algunas declaraciones de Trump, mantener una relación estrecha con él es aún más crucial.
Pero otros argumentarían que también corre el riesgo de obstaculizar su capacidad para confrontar al presidente de Estados Unidos.
Para Trump, el Mundial ha sido un tema central de su segunda presidencia. Le brinda la oportunidad ideal para proyectar su imagen a nivel mundial, junto con las celebraciones del 250 aniversario de la independencia de Estados Unidos el próximo año.
Al elogiar el evento como una “oportunidad económica increíblemente significativa” para Estados Unidos, Trump también espera que suponga un impulso bienvenido para el turismo, luego de un año de baja actividad para el sector en el país.
La FIFA afirma que generará cerca de US$30.000 millones para la economía y creará casi 200.000 empleos. El torneo también es una oportunidad para que el país demuestre que puede organizar un megaevento exitoso, antes de que Los Ángeles albergue los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2028.
Para Infantino, el evento deportivo más lucrativo jamás organizado también es una fuente de ingresos muy útil. Esto le permite cumplir su compromiso de impulsar el fútbol en Estados Unidos, alimentar los ingresos comerciales de la FIFA y aumentar los pagos a las federaciones nacionales de fútbol, sin perjudicar sus posibilidades de una tercera reelección como presidente en 2027.
Un mercado desregulado en Estados Unidos le permite a la FIFA gestionar una plataforma oficial de reventa de entradas para la competencia que le reportará una comisión sin precedentes del 30% en cada transacción.
Los representantes de la afición condenan la medida, al alegar que corren el riesgo de ser explotados por un modelo de precios que no refleja el espíritu del Mundial. Sin embargo, esto también ayuda a explicar por qué la FIFA espera recaudar la cifra récord de más de US$13.000 millones en su ciclo 2023-2026.
La verdadera fortaleza de la relación entre Trump e Infantino podría verse puesta a prueba en los próximos meses. Sin embargo, ambos consideran claramente que su alianza es mutuamente beneficiosa.
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