No existe el Estado de derecho en un régimen democrático cuando las autoridades no cumplen la ley o cuando ésta no se aplica a los particulares. Pero tampoco cuando la ley no respeta los derechos humanos.
El grave problema de inseguridad e injusticia que prevalece en México conlleva el debilitamiento de ese Estado de derecho. La comisión de un delito (ya sea menor o de alto impacto) y la falta de respuesta efectiva, no solo afecta a las víctimas directas e indirectas, sino que incrementa la desconfianza ciudadana y la percepción de que el Estado mexicano no es capaz de hacer cumplir la ley.
Para dimensionar el problema, veamos algunos indicadores clave. Empecemos con la llamada “cifra negra”, es decir, los delitos que se cometen pero no se denuncian, o nunca son consignados. A nivel nacional, se ha mantenido alrededor del 93 %. Significa que, en sólo siete de cada 100 presuntos hechos delictivos, se abrió una carpeta de investigación. Esto es indicativo de la baja confianza ciudadana y la falta de expectativas de resultados.
Los delitos que sí se denunciaron ante las fiscalías, en 2023, fueron 2.38 millones. En el 90.8 % de los casos se convirtieron en carpeta de investigación; es decir, nueve de cada 10 denuncias. Pero ese mismo año, el índice de impunidad a nivel nacional fue de 93.6 %, lo que se traduce en que al cierre del periodo solo se resolvieron 6 de cada 100 carpetas de investigación.
El gobierno de Claudia Sheinbaum y los grupos parlamentarios de Morena y sus aliados en el Congreso han fijado su postura sobre este problema público, y la manera como van a enfrentarlo. Sin embargo, por donde se vea, sus políticas abren la puerta a violaciones de derechos humanos y debilitan los mecanismos jurisdiccionales que los protegen.
En primer lugar, la tan controvertida reforma que implica un cambio radical en la estructura del Poder Judicial a nivel federal y estatal. Su método de elección y de control interno de las personas juzgadoras puede limitar el desempeño jurisdiccional, vulnerar aún más la independencia judicial y afectar la garantía de los derechos humanos.
En segundo lugar, la incorporación de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional que nos aleja del objetivo de fortalecer las policías civiles e incrementa la militarización de la seguridad pública, con los riesgos que implica para la protección de derechos humanos.
Tercero, la ampliación del catálogo de delitos donde se aplica la prisión preventiva oficiosa, que de suyo vulnera la libertad personal y la presunción de inocencia, además de contravenir las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Según el World Justice Project, el Estado de derecho es un principio de gobernanza en el que todas las personas, instituciones y entidades están sujetas al cumplimiento de la ley, la cual debe ser respetuosa de los derechos humanos y aplicarse de forma equitativa, justa y eficiente.
En esta lógica, es importante visibilizar y evaluar los riesgos que entrañan estas reformas para la protección de derechos humanos y, por lo tanto, para el Estado de derecho, particularmente en lo que compete a la materia penal.
En el caso de las detenciones, la normatividad establece que el juez de control debe calificar si las razones que expone el Ministerio Público justifican la detención. Debe considerarse, además, el cumplimiento del plazo constitucional de retención y los requisitos de procedibilidad.
Como lo hemos señalado en nuestro reporte Hallazgos Nacional 2023, existen dos riesgos altos de violaciones a derechos humanos en esta etapa del proceso penal. Por un lado, el tiempo que transcurre desde la detención de una persona hasta el momento en que es presentado ante una autoridad judicial para la audiencia inicial. Éste es el tramo del proceso en el que las personas detenidas son más susceptibles a que sus derechos sean violentados.
Por el otro, si bien las detenciones sin orden judicial sólo son posibles en flagrancia, la definición constitucional de esta figura es amplia, ya que una detención puede ser determinada como legal no sólo en el momento en que se comete el delito, sino inmediatamente después de que se cometió. Este segundo supuesto abre un espacio a la discrecionalidad de las autoridades que realizan la detención, lo que se considera inconsistente con los derechos humanos por instancias internacionales.
Los resultados de la evaluación realizada por México Evalúa muestran que, a nivel nacional, dos de cada 10 detenciones son calificadas como ilegales por el juez de control. Sin embargo, hay estados donde el porcentaje es considerablemente alto, como Quintana Roo con 59.7 % de detenciones calificadas como ilegales, Estado de México con 58 % y Jalisco con 54.9 %.
Otro aspecto es el de la prisión preventiva que, como se mencionó, vulnera la libertad personal y el principio de presunción de inocencia. Como lo señalamos en nuestro reporte Hallazgos Nacional 2023, la imposición de una medida cautelar debe tener en su centro el respeto a la libertad personal de las personas procesadas. En otras palabras, la prisión preventiva sólo debe de imponerse de manera excepcional si otras medidas cautelares en libertad no son suficientes para alcanzar el fin de asegurar la presencia de la persona imputada en el proceso, la protección de víctimas y testigos, y/o el desarrollo de la investigación.
Aquí los resultados de la evaluación muestran que, en 2023, la mitad de las medidas impuestas a personas imputadas en el fuero común correspondieron a la prisión preventiva en la modalidad oficiosa y justificada.
La estrategia nacional de seguridad pública presentada por el Gobierno federal el pasado octubre tiene tres objetivos: 1) disminuir la incidencia de homicidios dolosos vinculados a delincuencia organizada y delitos de alto impacto como extorsión, secuestro y robo con violencia en vías generales de comunicación; 2) neutralizar los generadores de violencia y redes criminales; y, 3) mejorar el diálogo con los sectores de la sociedad.
Con esta estrategia, será muy importante vigilar que los mecanismos de protección de derechos humanos en los procesos penales se apliquen de manera efectiva, porque más detenciones ilegales y más personas privadas de la libertad sin sentencia no es sinónimo de justicia y, mucho menos, de Estado de derecho.
* Jorge Carbajal es coordinador de alianzas para el Programa de Justicia de México Evalúa (@mexevalua)
La insalubridad puede favorecer la propagación de virus y bacterias que pongan en riesgo la salud de residentes, efectivos de emergencia y voluntarios.
Casi una semana después de las mayores inundaciones en la historia reciente de España, los afectados se enfrentan a un nuevo riesgo: la insalubridad.
Las lluvias torrenciales causadas por una DANA (depresión aislada en niveles altos) en la región de Valencia desencadenaron el pasado martes enormes riadas que se llevaron todo a su paso, desde vehículos hasta mobiliario urbano, anegaron edificios y dejan por el momento 217 muertos y centenares de desaparecidos.
Los vecinos de localidades como Paiporta -la más afectada-, Picanya, Sedaví, Alfafar, Massanassa o Catarroja están muy lejos de retomar su vida normal, ya que varias zonas siguen sin electricidad o agua corriente y las calles acumulan lodo, basura y vehículos apilados.
La situación de insalubridad en varios lugares podría favorecer la propagación de virus y bacterias que afecte a residentes, efectivos de emergencia y voluntarios.
Las autoridades pidieron a quienes se hallan en la zona que tomen precauciones y emprendieron una campaña de vacunación contra el tétanos al considerar que hay riesgo de epidemia de esta enfermedad.
“Se han destruido las redes de agua sanitaria y hay contaminación ahora mismo en toda la zona. Las aguas residuales se han mezclado y se han esparcido por donde ha pasado el agua, lo que incluye bacterias patógenas o potencialmente patógenas, como E. coli, Salmonella, virus intestinales y algunos tipos de parásitos como Cryptosporidium“, le explica a BBC Mundo José Manuel Bautista, catedrático del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Complutense de Madrid.
Bautista advierte de que “esto puede generar brotes de diarrea, gastroenteritis y enfermedades de ese tipo”.
Por otro lado, las aguas estancadas podrían favorecer la proliferación de mosquitos, lo que causaría un riesgo adicional.
“El frío ayuda a reducir esto, pero en la zona de Valencia el clima es relativamente bueno, así que podría haber casos de enfermedades transmitidas por mosquitos, como la fiebre del Nilo. Aunque no es común en esa zona, podría ser un riesgo potencial”, afirma el epidemiólogo.
El presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, anunció que no descarta una posible epidemia.
Este lunes inició una campaña de vacunación contra el tétanos, que en este momento se considera la enfermedad de mayor riesgo en las zonas afectadas.
“El Clostridium tetani es una bacteria que se encuentra en el suelo y en lugares relacionados con el hierro y el barro. Cuando hay cortes o heridas en condiciones de poco oxígeno, esta bacteria puede crecer y contaminar las heridas, lo que aumenta el riesgo de tétanos”, explica el epidemiólogo José Manuel Bautista.
Y agrega que “todos los escombros en esta situación pueden estar expuestos al Clostridium tetani“.
Las autoridades han aconsejado especialmente ponerse la vacuna a quienes hayan sufrido alguna herida durante las labores de limpieza y reconstrucción.
Otro riesgo importante para la salud en las zonas afectadas por el temporal es la leptospirosis, una infección bacteriana transmitida por animales, especialmente en ambientes húmedos.
“Esta bacteria se encuentra en aguas fecales. Con el desbordamiento, las bacterias que estaban contenidas en sistemas cerrados ahora se han diseminado con el agua“, indica Bautista.
La leptospirosis puede entrar en el cuerpo a través de pequeñas heridas, suele tardar entre una semana y 15 días en manifestarse, y se trata con antibióticos.
“Es importante la vigilancia epidemiológica, ya que los roedores también pueden transmitir esta bacteria. Toda la comida y restos biológicos en descomposición pueden atraer ratas“, advierte el experto.
Si hay un elemento común en la mayoría de las imágenes procedentes de Valencia estos días, es el lodo.
Esta sustancia marrón que impregna las calles, los edificios y la ropa de quienes colaboran en las tareas de limpieza también plantea un importante riesgo de salud.
“Si el lodo procede de aguas fecales o aguas residuales que se han desbordado, podría contener bacterias patógenas que contaminan las manos y, al llegar a casa, los alimentos”, afirma Bautista.
Y advierte que “también podría haber residuos químicos ya que, si hay industria en la zona, el agua podría haber arrastrado sustancias químicas, lo que puede causar infecciones cutáneas”.
“Además, en ambientes muy húmedos al limpiar también puede haber riesgo de enfermedades respiratorias, ya que hay hongos y bacterias que pueden causar infecciones y esto podría agravar la condición de quienes ya padecen este tipo de enfermedades”, agrega.
Los expertos consideran prioritario retirar cuanto antes de las calles la basura y los cadáveres de animales, ya que son peligrosas fuentes de enfermedades contagiosas.
“Se trata de materia orgánica en descomposición, lo que facilita el crecimiento de bacterias y hongos, ya que encuentran nutrientes para crecer. Además, si el agua está estancada, esta contaminación se disemina”, apunta el epidemiólogo español.
La descomposición de materia orgánica, explica, “produce bacterias como estafilococos y estreptococos, entre otras, que pueden causar infecciones relacionadas con Salmonella, infecciones cutáneas y respiratorias, y toxinas gastrointestinales que producen algunas de estas bacterias, como la gastroenteritis”.
“Creo que esta será una de las afecciones más frecuentes que podríamos ver”, afirma.
El Ministerio de Sanidad español publicó una lista de recomendaciones y medidas para quienes estos días retiran de las calles el lodo y los desechos.
Entre otras cosas, les recomienda usar ropa de manga larga y pantalón largo, así como mascarilla, guantes y otros elementos para proteger la nariz, boca, ojos y manos.
También se pide a la población evitar consumir alimentos potencialmente no seguros, solo tomar agua embotellada y desinfectar sus casas en la medida de lo posible.
Del lado de las autoridades, también es fundamental “que haya una vigilancia constante para monitorear si la gente se enferma y poder actuar rápidamente en caso de brotes“, indica José Manuel Bautista.
“Por un lado, protección personal con equipos y desinfección; y por otro, vigilancia epidemiológica por parte de la administración sanitaria”, resume.
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