El 19 de febrero de 2006 ocurrió un siniestro en la mina Pasta de Conchos en el que fallecieron 65 mineros, 63 de ellos permanecieron sepultados en el mismo sitio. La mina estaba concesionada a Grupo México.
Desde 2006, las familias de los mineros cuyos cuerpos quedaron atrapados emprendieron una lucha ejemplar. A los días del siniestro, ya habían establecido un plantón afuera de la mina y exigieron el rescate de los restos de sus seres queridos.
Pero su exigencia se enfrentó a un muro de indiferencia, negligencia y connivencia. Tres administraciones federales se negaron a avanzar en los temas esenciales para las familias: en la justicia, porque eludieron la debida investigación y sanción de los responsables; en el rescate, porque arguyeron que la recuperación de los mineros era inviable, y en las garantías de no repetición, pues omitieron fortalecer la rectoría del Estado sobre la minería de carbón.
Pese a la impunidad empresarial y la complicidad gubernamental, las familias de los mineros nunca dejaron de presentar argumentos sobre la viabilidad del rescate. También participaron en las distintas investigaciones iniciadas. Además, cada 19 de febrero, durante 18 años, marcharon en la Ciudad de México para preservar la memoria. Como parte de estos esfuerzos, en 2018 instalaron el antimonumento “+65” en la Avenida Reforma de la capital, frente a la Bolsa Mexicana de Valores, a efecto de apuntar simbólicamente hacia la responsabilidad corporativa. También durante ese año, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) admitió el caso a trámite, presentado con acompañamiento del Centro Prodh, considerando que existen elementos que apuntan a la responsabilidad del Estado mexicano por distintas violaciones a los derechos humanos, ante la falta de justicia y verdad en el ámbito nacional.
Así se llegó a este sexenio en el que se abrió la posibilidad de retomar los trabajos de rescate, por impulso presidencial y bajo la coordinación de la Secretaría de Gobernación y la Secretaría del Trabajo y la Comisión Federal de Electricidad. Las labores avanzaron con lentitud y retrasos respecto de los planes originales, dada la complejidad técnica de la obra. Como es natural, el legítimo ímpetu de las familias en ocasiones colisionó con los tiempos gubernamentales y se generaron tensiones, además de preocupaciones sobre la falta de condiciones de seguridad para los rescatistas. Pero las familias nunca abandonaron la interlocución, siendo así una fuerza dinamizadora del proceso. Y es que en casos así el reclamo de las víctimas no sólo es legítimo y comprensible, sino que además contribuye, como un digno acicate, al avance, aunque esto no siempre lo sepan comprender todas las autoridades.
Finalmente, tras casi siete mil días, hace unas semanas los trabajadores que valerosamente se han adentrado a la mina tuvieron, por primera vez, contacto visual con algunos restos.
Esta noticia no puede minimizarse. Se trata, como lo destacó la Oficina en México del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en su momento, de un innegable, que debe reconocerse. También es un triunfo de las familias de los mineros atrapados, que ven ahora cómo 18 años de lucha dan, por fin, frutos.
Para el memorial de la ignominia quedarán quienes una y otra vez insistieron en que el rescate era imposible. Hoy es más claro que nunca que esta reticencia no obedeció a razones técnicas, sino que fue expresión de la captura del poder político por el poder económico: para no cubrir el costo de la obra y para ocultar malas prácticas, tres administraciones federales se pusieron de lado de los intereses empresariales y no del lado de las víctimas. Que el rescate ocurra ahora muestra, entre otras cosas, que las familias siempre tuvieron la razón.
Desde luego, el caso no ha concluido. Los trabajos que vienen serán complicados y deberán sostenerse hasta que sean rescatados todos los cuerpos. La identificación de los restos será una labor compleja, que demandará plena certidumbre científica y la restitución a las familias de los cuerpos exige ser digna. En este sentido, el pasado 8 de julio familiares demandaron más transparencia en la actuación de la Comisión federal de Electricidad, de la Secretaría del Trabajo y de la Fiscalía General de la República, que ha quedado ahora a cargo de los procesos.
Por otro lado, también quedará como gran pendiente el diseño de garantías de no repetición, pues como muestra el caso de la mina de “El Pinabete”, las actividades extractivas en la zona carbonífera —esa región de inmensa dignidad, desde los tiempos de la histórica lucha de los mineros de Nueva Rosita— sigue siendo sumamente peligrosa, y la presencia del Estado es indispensable, sobre todo mediante el incremento del número y la calidad de las inspecciones a las minas y de la acción decidida contra la muy peligrosa explotación clandestina.
Con todo, el anuncio del hallazgo debe saludarse y tiene un profundo significado. No es menor que ya haya ocurrido la primera identificación, correspondiente al minero José Alfredo Ordoñez Martínez, cuyo cuerpo finalmente fue inhumado en condiciones dignas por sus familiares, que podrán comenzar el proceso de un duelo suspendido.
Además de no escatimar reconocimiento a las autoridades que han coordinado e impulsado las labores, así como a los trabajadores que se han adentrado a las profundidades de la mina, es de justicia reconocer la persistencia de las víctimas. Mujeres valientes como Elvira Martínez, que no dejó de luchar habiendo quedado viuda y con tres hijos, y que en el acto público de hace unas semanas dijo a las autoridades “este es el inicio de lo que siempre hemos pedido […]”. O como Doña María Trinidad Cantú, que buscó incansablemente recuperar los restos de su hijo, junto con Don Raúl Villasana, su esposo que se adelantó en el camino, quien en ese mismo acto externó visiblemente emocionada: “este es un sueño realizado […] no estamos contra el trabajo, estamos contra la injusticia”.
Vale la pena reconocer también a quienes han caminado con las familias todo este tiempo. Las y los integrantes del Equipo Nacional de Pastoral Laboral y del Centro de Reflexión y Acción Laboral (CEREAL), de la Compañía de Jesús, que acompañaron a las víctimas luego de que ocurrió el siniestro, como lo hizo también el entonces Obispo de Saltillo, hoy emérito, Don Raúl Vera. Y sobre todo, hay que reconocer a la Organización Familia Pasta de Conchos (OFPC), de la que es parte la valiente defensora de derechos humanos Cristina Auerbach, quien pese a las descalificaciones y las adversidades nunca dejó de acompañar la exigencia, gritada tantas veces a una voz y hoy por fin cercana, de: ¡rescate ya!
A menos de un mes de las elecciones, la carrera por la Casa Blanca de este año se perfila muy reñida. BBC Mundo te cuenta cómo marcha la disputa, según las encuestas, y qué pueden hacer los candidatos para mejorar sus opciones de victoria.
Si las elecciones presidenciales en Estados Unidos se realizaran esta semana, según las encuestas, la victoria correspondería a…no se sabe.
Y es que, de acuerdo con los estudios de opinión más recientes, el candidato republicano, Donald Trump, y la candidata demócrata, Kamala Harris, se encuentran en un empate técnico.
El promedio de encuestas nacionales elaborado por ABC News/538, indica que el apoyo a Harris se encuentra en torno a 48%, mientras que Trump obtiene 46%. Sin embargo, esta diferencia de unos pocos puntos porcentuales se encuentra dentro del margen de error de las encuestas, por lo que no es posible sacar conclusiones de esos datos.
“La campaña para la elección presidencial está empatada a nivel nacional. Las encuestas son muy buenas para darnos una idea del panorama general, pero no son lo suficientemente precisas como para distinguir uno o dos puntos en todo un país”, explica a BBC Mundo Whit Ayres, encuestador republicano y presidente de la empresa de sondeos North Star.
Hay que destacar que esas encuestas hacen referencia a la intención de voto de los ciudadanos, pero en Estados Unidos el presidente o la presidenta no se escoge a través de votación directa por lo que el llamado voto popular no siempre sirve para anticipar el resultado que arrojarán las elecciones.
De hecho, en 2016 la candidata demócrata Hillary Clinton obtuvo casi tres millones de votos más que Donald Trump, pero perdió los comicios.
Esto se explica debido a que en Estados Unidos el presidente es escogido a través de un mecanismo de elección de segundo grado, gracias al cual más importante que ganar en la cuenta total de votos hay que vencer en un número suficiente de estados que permita obtener la mayoría de los votos en el llamado colegio electoral.
¿En qué consiste esto?
Básicamente en que a cada estado de EE.UU. se le asigna un número determinado de votos, que se calculan de acuerdo con el tamaño de su población. Así, por ejemplo, California -el estado más poblado- cuenta con 54 votos, mientras que estados como Dakota del Norte o Vermont -que están entre los menos poblados- solamente cuentan con 3 votos cada uno.
La abrumadora mayoría de los estados y el Distrito de Columbia otorgan todos sus votos al candidato que obtiene allí la mayoría de votos. Las únicas excepciones son Maine y Nebraska, donde los votos se distribuyen de forma proporcional.
En total, hay 538 votos a repartir por lo que para que un candidato resulte electo presidente tiene que obtener 270 votos.
“En 43 de los estados sabemos bien de antemano cómo van a votar porque son consistentemente estados republicanos o demócratas”, indica Ayres.
Ese patrón de votación, que según las encuestas se prevé que se mantenga para estas elecciones de 2024, indica que los demócratas cuentan con 21 estados que suman unos 230 votos del colegio electoral, mientras que los republicanos cuentan con 23 estados que suman 215 votos.
Así, la carrera por la Casa Blanca terminaría decidiéndose en siete estados, conocidos como péndulos porque suelen cambiar su apoyo de un partido al otro. En 2024 hay siete estados péndulos que en su conjunto representan 93 votos del colegio electoral: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin.
“La elección se decidirá por quién gane la mayoría de los 93 votos electorales en esos siete estados clave”, señala Ayres.
¿Y cómo va la carrera presidencial en esos estados a un mes de las votaciones? Veamos.
De acuerdo con el promedio de encuestas estadales elaborado por la web de análisis de encuestas 538, que forma parte de la cadena de noticias estadounidense ABC News, la competencia entre el exmandatario republicano y la vicepresidenta demócrata está muy reñida también en estos siete estados, con diferencias que oscilan entre 1 y 2 puntos porcentuales.
Trump aparece adelante en Carolina del Norte, Georgia y Arizona, mientras que Harris lidera en Pensilvania, Nevada, Wisconsin y Michigan.
Pero esas diferencias son demasiado pequeñas como para ser significativas.
“La contienda entre Trump y Harris está esencialmente empatada en esos siete estados en disputa y es muy difícil decir en este momento qué candidato obtendrá la mayoría de esos 93 votos electorales”, apunta Ayres.
Cuatro de los estados en disputa se ubican en el llamado cinturón del sol: Arizona, Nevada, Carolina del Norte y Georgia. Los otros tres forman parte del conocido como “cinturón del óxido”: Wisconsin, Michigan y Pensilvania.
Arizona
Este estado del suroeste representa 11 votos del colegio electoral. Aquí Trump adelanta a Harris por un punto porcentual.
En 2020, Biden ganó en Arizona por unos 10.000 votos, pero durante las últimas décadas ha sido un estado republicano. De hecho, desde 1912 nunca un candidato republicano ha llegado a la Casa Blanca sin ganar en este estado.
Arizona alberga un porcentaje importante de votantes hispanos y comparte una frontera de centenares de kilómetros con México, por lo que es uno de los lugares donde el tema migratorio ha tenido preponderancia y ha generado malestar entre los ciudadanos, aunque las cifras de cruces de migrantes han caído en los últimos meses.
El asunto migratorio es una de las grandes armas de Trump contra Harris dado que durante el gobierno de Joe Biden y Harris ha crecido el número de personas que llega a la frontera.
Allí también ha habido una fuerte polémica por el tema del aborto, debido al intento fallido de la legislatura estatal controlada por los republicanos para instaurar una prohibición del aborto casi total.
La defensa del derecho al aborto es un asunto que motiva a ir a las urnas a los votantes demócratas, por lo que favorece a Harris.
Nevada
Una ventaja de 34.000 votos permitió a Joe Biden llevarse en 2020 los 6 votos del colegio electoral de Nevada.
Antes del retiro de la candidatura de Biden a la reelección, Trump tenía una amplia ventaja en las encuestas, pero las cosas han cambiado con Harris, quien tiene ahora una ventaja de un punto porcentual.
Con un porción importante de electores hispanos, la recuperación de la economía postcovid ha sido más lenta en este estado que tiene actualmente la tasa de desempleo más alta de EE.UU.: 5,1%.
Carolina del Norte
Donald Trump ganó en este estado por 74.000 votos en 2020 y, en la actualidad, supera a Harris en las encuestas por un punto porcentual.
Liz Mair, asesora política republicana y presidenta de la empresa de consultoría Mair Strategies, señala que un elemento que podría afectar las votaciones en este estado es la respuesta que se ofrezca ante el impacto destructivo que recientemente tuvo allí el huracán Helene.
“No sabemos cuántas vidas hemos perdido. Dependiendo de lo cerrada que esté la competencia electoral en ese estado, eso podría importar”, dice la experta a BBC Mundo.
Georgia
En 2020, Joe Biden ganó los 16 votos del colegio electoral de Georgia por una ventaja de 13.000 votos. Los supuestos intentos de Trump por intentar revertir ese resultado -algo que él rechaza- derivaron en un juicio penal en su contra aún en marcha.
El triunfo de Biden fue posible gracias al apoyo que obtuvo de los votantes afroestadounidenses, que representan un tercio de la población de Georgia.
Sin embargo, el desencanto de estos electores -y de los hispanos- derivó en una caída del apoyo a los demócratas en Georgia, algo que Harris intenta cambiar. Por lo pronto, no obstante, se encuentra un punto porcentual por detrás de Trump.
Michigan
El conocido como estado de los Grandes Lagos representa 15 votos del colegio electoral y durante los últimos dos comicios presidenciales fue clave tanto para la victoria tanto de Trump en 2016 como para la de Biden en 2020.
Durante los últimos 11 meses, sin embargo, los demócratas han enfrentado un retroceso en ese estado debido al apoyo que el gobierno de Biden le ha dado a Israel durante la guerra en Gaza. Esa reacción negativa se explica por el hecho de que Michigan es el estado con mayor proporción de población árabe de EE.UU.
A pesar de ello, Harris aventaja a Trump en las encuestas allí por dos puntos porcentuales. Los tres principales cargos electos del estado los ocupan mujeres demócratas, quizás un buen presagio para Harris.
Wisconsin
Este estado representa 10 votos del colegio electoral y, al igual que Michigan, le dio apoyo mayoritario tanto a Trump en 2016 como a Biden en 2020. En ambos casos por un margen estrecho de unos 20.000 votos.
Los vínculos históricos con los sindicatos y el hecho de que la población es menos religiosa hace que los demócratas gocen en Wisconsin, Michigan y Pensilvania de un mayor apoyo entre los electores blancos sin estudios universitarios, un grupo de votantes que tiende a votar de forma clara a favor de Trump.
Según las encuestas, Harris cuenta con dos puntos porcentuales de ventaja sobre Trump en Wisconsin.
Pensilvania
Con 19 votos en el colegio electoral, los expertos consideran a Pensilvania como el estado péndulo más importante para ambos candidatos. Acá Harris aventaja a Trump por un punto.
Whit Ayres destaca que Harris no aprovechó la oportunidad de postular como su candidato a vicepresidente al popular gobernador demócrata de este estado, Josh Shapiro.
“Eso le habría dado a su campaña una ventaja en Pensilvania, pero por alguna razón ella escogió a un candidato que no pertenece a ninguno de los estados péndulo”, dijo el experto a BBC Mundo.
La economía -y, en especial, la inflación- es considerado como uno de los temas clave en Pensilvania, que es el estado de EE.UU. donde más han aumentado los precios de los víveres en EE.UU., de acuerdo con la consultora Datasembly.
Pero en una elección tan cerrada, ¿qué pueden hacer los candidatos y sus campañas para lograr una ventaja decisiva que les lleve a la Casa Blanca?
Liz Mair asegura que faltando un mes para el día de las elecciones, el periodo de persuasión ya ha culminado, por lo que los candidatos deberían centrar sus esfuerzos en la movilización de los electores que les apoyan.
“A estas alturas, cuando ya tenemos gente votando [por correo o con voto anticipado], creo que es muy poco realmente lo que los candidatos pueden hacer. Lo más obvio que puede impactar el resultado son las operaciones para aumentar la participación electoral”, dice Mair.
La experta recomienda que intenten replicar y modernizar lo que hizo la campaña de Barack Obama en 2012.
“Es una de las cosas más inteligentes que he visto hacer en una campaña. Contar con listas de tus votantes potenciales de forma de poder acercarte a ellos el día de las votaciones y asegurarte de que participen. Esa es una de las pocas cosas que los candidatos pueden controlar hasta cierto punto. Básicamente, se trata de una operación de participación”, señala Mair.
Por su parte, Ayres apunta que a estas alturas ya la gran mayoría de los electores han tomado una decisión y que, al estar las elecciones tan reñidas en los estados péndulo, es probable que el resultado final lo determinen un pequeño grupo de electores allí que no han decidido aún si votarán ni por quién.
El experto apunta que hay cuatro grandes temas de campaña que tienen peso en los siete estados péndulo.
“Aborto, democracia, economía y migración son asuntos críticos, aunque tienen mayor peso en un lugar que en otro. En Arizona, por ejemplo, la inmigración es muy relevante, pero todos esos temas son importantes en todos los estados péndulo”, apunta Ayres.
Explica que a estas alturas de la carrera presidencial, lo usual es que los equipos de campaña se mantengan al guión que han trazado en torno a los temas que tienen en su agenda.
Mientras la agenda republicana se centra en la economía y la migración, los demócratas se enfocan en el derecho al aborto y la defensa de la democracia. Claro está que, al final, todos deben abordar todos los temas.
En el caso de Harris, por ejemplo Ayres apunta que ella intenta cambiar la percepción que tienen los votantes de que los republicanos saben manejar mejor que los demócratas la economía del país.
“Harris está haciendo énfasis en la economía y en su propuesta de ayuda a la clase media, para intentar cerrar la brecha de confianza sobre la gestión de la economía que ahora favorece a Trump. Eso es justo lo que ella debe hacer”, dice Ayres.
Liza Mair apunta que desde que Harris llegó a la carrera presidencial ha tenido que cerrar esa y otras brechas que existían debido a que Biden había perdido apoyo entre distintos grupos de electores, incluyendo los hispanos.
La experta cree que Harris podría intentar movilizar más el voto latino a través de su propuesta para impulsar el sector de la construcción de viviendas.
“Si ella quisiera intentar conseguir un 2% o 3% adicional entre el voto hispano, sería inteligente que saliera y hablara sobre esas políticas, pues muchos latinos trabajan en ese sector o en industrias relacionadas. Y si se construyen muchas nuevas viviendas, las oportunidades que tendrán de mejorar su situación socioeconómica serán mayores”, indica.
En el caso de Trump, Mair señala que uno de los puntos débiles que tiene es el apoyo de las mujeres que, paradójicamente, estaría perdiendo tanto entre las que apoyan el aborto como entre las que se oponen a él.
“No creo que consiga sumar a muchas mujeres aparte de las que ya lo apoyan”, dice.
La experta advierte que más allá del rechazo por parte de las mujeres que apoyan el derecho al aborto, Trump también pierde apoyo entre mujeres conservadoras a las que no cae bien su intento de presentarse como un “protector”.
“Las mujeres que buscan a alguien que las proteja y que piensan en ese tipo de roles de género ya están votando por él. Pero creo que es más probable que las mujeres que no lo están votando consideren que eso es increíblemente condescendiente y estúpido y esa es una parte considerable de las mujeres más conservadoras que probablemente habrían votado a favor de los republicanos con cualquier otro candidato”, dice.
“En general, Trump tiene un problema con las votantes mujeres. Creo que por eso está tratando de presionar a los electores masculinos más jóvenes, que son menos propensos a participar, pero que cuando lo hacen tienden a favorecerle”, agrega.
La experta considera que es de esperar que Trump redoble su apuesta por estos electores masculinos, así como por su discurso anti-inmigrantes.
“Él tiene que concentrarse en conseguir que salgan a votar las personas que son increíblemente hostiles a todo lo que perciben como extranjero, principalmente a los inmigrantes, y a cualquier tipo de comercio exterior. Si puede hacerlo, podría ganar y con un apoyo mayor del que la gente espera”, asegura.
“En este momento, se trata de un juego de participación, no de persuasión. Y, para Trump, probablemente siempre ha sido un juego de participación”, apunta.
Así, en este último tramo de una carrera presidencial aparentemente reñida, el resultado parece depender de la capacidad de los candidatos de asegurarse de que voten quienes ya les apoyan y, al mismo tiempo, de persuadir al último puñado de indecisos.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp, donde encontrarás noticias de última hora y nuestro mejor contenido.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.