La mañana del 20 de octubre de 2024 fue asesinado el padre Marcelo Pérez Pérez, sacerdote Tsotsil de 51 años, originario de San Andrés Larrainzar, conocido por su profundo compromiso con la justicia, la paz y los derechos humanos. El asesinato del Padre Marcelo ocurrió en San Cristóbal de las Casas, capital del estado, a plena luz del día, cuando salía de celebrar una misa en la iglesia del Barrio de Cuxtitali. Este homicidio es hoy signo y evidencia de la profunda descomposición en que se encuentra el estado de Chiapas, similar a la que — tristemente— viven también otras regiones del país.
El padre Marcelo fungía como párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. Ahí tuvo que desplazarse, por cuestiones de seguridad, después de haber estado en Pantelhó durante más de cinco años. Antes fue Vicario de la Pastoral Social en la Diócesis de San Cristóbal de las Casas durante dos periodos, a lo largo de casi seis años.
El compromiso de este sacerdote ejemplar era conocido y reconocido por muchas y muchos. De la mano del Pueblo Creyente de Simojovel, que es parte del Movimiento por la Defensa de la Vida y el Territorio (MODEVITE), el padre Marcelo encabezó iniciativas pacíficas —como peregrinaciones multitudinarias, encuentros de reconciliación y mesas de diálogo— para rechazar el alcoholismo, la violencia, las violaciones a derechos humanos cometidas por las autoridades, el narcotráfico, la trata de personas, la corrupción y el contubernio entre grupos políticos y el crimen.
La mediación frente a los conflictos fue uno de sus principales aportes. Así, contribuyó a que, en noviembre de 2018, 400 familias desplazadas de El Bosque tras un ataque armado retornaran a su comunidad. Posteriormente, en abril de 2020, trabajó para que pobladores de Santa Cruz Nihó y Allende Esquipulas de Bochil sellaran un pacto de paz.
En esta línea de trabajo, uno de los desafíos más arduos que enfrentó fue la labor de pacificación frente al conflicto del municipio de Pantelhó. Tras ocho años de crecimiento del crimen organizado en la región y del asesinato de uno de los líderes de Las Abejas de Acteal —Simón Pedro Pérez López— decenas de familias empezaron a desplazarse. Ante esta situación, el padre Marcelo —acompañando por más sacerdotes y religiosas— logró establecer un diálogo entre las personas desplazadas, el grupo de las así llamadas autodefensas, pobladores y autoridades.
Derivado de su labor en este caso, el padre Marcelo fue criminalizado a través de la apertura de una carpeta de investigación en su contra, por una acusación falsa que, sin embargo, se judicializó y que incluso derivó en una aberrante orden de aprehensión, lo que en su momento denunció con firmeza el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas.
La reconciliación en los conflictos no fue la única vertiente de acción del padre Marcelo, quien entendió que la paz sin justicia puede ser simulación. Por eso, defendió los derechos colectivos de los pueblos. Así, acompañó a las y los habitantes de Solosuchiapa cuando, en defensa de sus derechos al territorio, al agua y a la salud, afectados por la acción de la minera Frisco, decidieron dar por terminada su relación con la empresa. El padre Marcelo también encabezó peregrinaciones con los habitantes de Huitiupan en exigencia del cumplimiento de su derecho a la salud. Más recientemente, el sacerdote acompañó a ejidatarias y ejidatarios de Bachajón quienes fueron injustamente detenidos en el contexto de su oposición a la instalación de un cuartel de la Guardia Nacional en su territorio indígena, lucha valerosa que acompañamos desde el Centro Prodh en conjunto con el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas.
Toda esta trayectoria trajo consigo múltiples riesgos a la vida del j’Tatic Marcelo: desde declaraciones criminalizantes por parte de funcionarios y actores de poderes fácticos hasta amenazas directas a su vida, así como la ya referida emisión de una orden de aprehensión. Por ello fueron otorgadas las medidas cautelares números MC-506-14 por parte de la Comisión de Derechos Humanos (CIDH) en 2016, vigentes —e incumplidas— hasta el día en que fue asesinado. La responsabilidad del Estado por incumplir su obligación como garante de la vida de un defensor de derechos humanos en riesgo conocido, considerando estos antecedentes, es evidente en este caso y así debe señalarse.
El crimen contra este emblemático religioso indígena ha cimbrado en México y otras partes del mundo. A la condena y exigencia de justicia ya se han sumado la Conferencia del Episcopado Mexicano, la Diócesis de Chiapas, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, la Compañía de Jesús, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la Relatora de la ONU sobre las defensoras y los defensores de derechos humanos, entre otros actores.
Sin embargo, la respuesta gubernamental no ha estado a la altura de esta indignación. En particular, ha sido evidente —como lo fue ante la inédita decapitación del alcalde de Chilpancingo— que se permitirá a la Fiscalía General de la República pasar de largo en la investigación de estos crímenes, que aparentemente seguirán abordándose como meros homicidios del fuero común, obviando la conexión evidente que guardan con la delincuencia organizada. De ocurrir eso en el caso del padre Marcelo, estaremos ante el absurdo de que la misma Fiscalía que lo criminalizó investigue ahora su ejecución; no sería extraño —dado este antecedente— que ello pueda derivar en intentos de empañar su memoria. Sin soslayar lo anterior, más allá de la justicia, la respuesta gubernamental debe atender con medidas urgentes la severa crisis en que se encuentra Chiapas, sin descalificar a quienes la denuncian, como lamentablemente ocurrió el sexenio pasado cuando a quienes alzaron la voz se les acusó de “exagerar”. Las consecuencias de este proceder negligente están a la vista.
Pero con independencia de lo que pase arriba, sin duda alguna la memoria del padre Marcelo vivirá por muchos años en las comunidades y los pueblos con los que caminó en el México de abajo: la memoria de un sacerdote del pueblo que llevó a la práctica su fe, entendiendo que ésta necesariamente obliga a trabajar por la justicia, como tantos otros y otras en la imprescindible Diócesis de San Cristóbal de las Casas, desde tiempos de Don Samuel Ruiz. Su ejemplo, en este sentido similar al de los padres jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, ultimados en Cerocahui, nos habla del entrañable testimonio de quienes desde los márgenes y con la gente siguen encarnando con congruencia profética lo que con amor predican. Descanse en paz.
Una mirada a las profundidades de estos impresionantes ecosistemas submarinos que se empezaron a formar con el impacto del asteroide que acabó con los dinosaurios.
Los cenotes de México son un sistema de cuevas y canales de una belleza excepcional y compleja que alberga una gran cantidad de flora y fauna, algunas únicas en el mundo.
Los más de 7 mil sumideros de piedra caliza se han estado formando en la península de Yucatán durante millones de años, desde el impacto del asteroide Chicxulub que acabó con casi toda la vida de los dinosaurios.
Los cenotes han sido muy apreciados a lo largo de la historia.
Durante más de 2 mil 500 años, los mayas utilizaron algunos como pozos de agua y otros como lugares sagrados.
Muchos lugareños aún se adhieren a los mitos y rituales en los que creían sus antepasados.
Hoy en día, son la única fuente natural de agua dulce de la región de Yucatán.
Su configuración los convierte en lugares ideales para nadar y un escape agradable del intenso calor de la región.
Los turistas, tanto nacionales como internacionales, disfrutan de los cenotes a su manera.
Y entre los visitantes, los apneístas o buceadores a pulmón se sienten especialmente atraídos.
Los sumideros son un paraíso para los practicantes de ese deporte extremo, ya que cada uno tiene una configuración única y está aislado de los efectos de las corrientes, las olas y el viento.
Como utilizan un equipo mínimo y no están sujetos a las reglas del buceo (límites de tiempo, paradas de seguridad, ascenso lento a la superficie), pueden serpentear por el agua, sortear obstáculos y ser abordados por criaturas acuáticas.
Las experiencias en esos lugares únicos son una inspiración no solo para los buceadores mismos, sino también para los espectadores que ven las fotos y los videos que producen.
Sin embargo, los cenotes de México están amenazados por la mala gestión de la tierra, el desarrollo excesivo y el mal manejo de las aguas residuales y los desechos.
Dado que están interconectados, podría ser solo cuestión de tiempo antes de que todos sean destruidos o contaminados.
Afortunadamente, hay un número cada vez mayor de empresas, turistas y activistas con conciencia ecológica que hacen su parte para proteger los cenotes sagrados de México.
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La península de Yucatán está compuesta casi en su totalidad de piedra caliza porosa (imagínate un trozo duro y lleno de agujeros de queso suizo hecho de roca calcárea).
Hace más de 65 millones de años, estaba completamente sumergida bajo el mar como parte de un sistema de arrecifes de coral.
El impacto del asteroide Chicxulub desplazó las placas tectónicas subyacentes y levantó el arrecife fuera del agua.
Durante millones de años, la lluvia y el agua del mar se abrieron paso a través del lecho rocoso para crear acuíferos a pocos metros por debajo del suelo.
Cuando el suelo se derrumba y crea un sumidero, como ocurre con mucha frecuencia en la península de Yucatán, a veces deja expuestos estos acuíferos en forma de piscinas naturales o cenotes (de la palabra maya ts’ono’ot, que significa “agujero lleno de agua”).
La historia sin precedentes y singular de la región le valió su inclusión provisional en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco en 2012.
Entrar a un cenote es entrar al inframundo: Xibalbá.
Según la creencia maya, primero hay que pedir permiso y realizar rituales para entrar con seguridad.
Se deben hacer ofrendas, y hace muchos años estas tomaban la forma de oro, jade, cobre e incluso seres humanos vivos.
Estas ofrendas se hacían para apaciguar a dioses como Chaac, el dios de la lluvia que los mayas creen que habita dentro de los cenotes.
En la actualidad, las ofrendas consisten principalmente en copal (resina de árbol), cacao, semillas, maíz, pétalos de flores, azúcar y otros objetos pequeños.
Los turistas pueden reservar recorridos culturales para ver rituales y representaciones en varios cenotes, sin temor a ser sacrificados, por supuesto.
La mayoría de los viajeros que visitan los cenotes pasan el día explorando las cuevas y nadando.
Con ponerte una careta, podrás ver una variedad de peces pequeños, tortugas, cocodrilos e interesantes formaciones rocosas justo debajo de la superficie.
Pero eso es solo la punta del iceberg. Cuanto más profundo vas, más ves.
Quienes practican buceo a pulmón retienen la respiración y descienden hasta una profundidad determinada sin utilizar una fuente de aire.
Requiere una gran concentración, así como conciencia de uno mismo y del entorno, y permite sumergirse por completo en un cenote de la forma menos disruptiva posible.
Así, se pueden ver estalagmitas y estalactitas que datan de hace millones de años, montones de árboles caídos y escombros, fósiles de animales extintos, criaturas submarinas que no existen en ningún otro lugar de la Tierra y un sinfín de otras características fascinantes.
Los viajeros pueden reservar sesiones de apnea en las numerosas escuelas y proveedores de la región.
La luz del sol se filtra a través de los agujeros en los techos de los cenotes que la concentra en rayos diferenciados, un fenómeno natural que se encuentra en muy pocos lugares.
Ver estos rayos de luz inspira una sensación de asombro y maravilla sobrenatural.
También brindan oportunidades fotográficas únicas, una tendencia que está en aumento a medida que más y más personas exploran el vasto paisaje submarino de los cenotes de México.
Muchas especies dependen de los cenotes de México como un lugar para relajarse y reponer fuerzas.
Aislados del mar abierto, estos sumideros brindan un santuario contra las duras condiciones climáticas, las olas, los grandes depredadores y el tráfico de embarcaciones.
Los manatíes llegan a los cenotes a través de cuevas que están conectadas con el mar Caribe.
Aquí, las especies en peligro de extinción pueden descansar, alimentarse de algas e incluso cuidar a sus crías en un entorno seguro y tranquilo.
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Las interacciones entre los apneístas y la vida marina en los cenotes son experiencias únicas.
Los cocodrilos son parte vital de la biodiversidad de la región.
Se pueden encontrar en muchos cenotes, incluso en los que frecuentan los turistas.
Es importante respetar el espacio de los animales, por lo que mantener una distancia segura y no provocarlos es de suma importancia.
Sin embargo, a veces son ellos los se acercan, curiosos por saber qué están haciendo los peculiares humanos.
En algunos cenotes, encontrarás una capa de sulfuro de hidrógeno que separa el agua dulce de la lluvia acumulada y el agua salada del océano, formando básicamente una nube submarina.
Nadar alrededor y dentro de estas nubes da la clara impresión de navegar por el espacio y atravesar nebulosas.
Las capas están formadas por gases liberados por materia en descomposición, como árboles y hojas, que caen en los sumideros.
Algunas nubes se forman cerca de la superficie a una profundidad de unos pocos metros, mientras que otras pueden encontrarse hasta a 30 metros de profundidad.
Estas capas espesas y nebulosas huelen ligeramente a huevos podridos y se sabe que pueden causar un ligero escozor en los labios si se permanece en ellas demasiado tiempo.
La nube que se muestra en la imagen de arriba está a una profundidad de unos 28 metros y debajo de ella hay otros 28 metros de agua salada.
Personas de todas las edades y orígenes viajan para explorar los magníficos cenotes de México.
La temperatura del agua oscila entre los 19 y los 24 °C, lo que los convierte en un agradable respiro del calor tropical.
Muchos propietarios de cenotes han invertido en infraestructura, como plataformas, baños y restaurantes, además de ofrecer visitas guiadas y espectáculos.
Con miles de cenotes diferentes para elegir, nunca te quedarás sin nuevos lugares para explorar.
Vivir en armonía con nosotros mismos y con nuestro entorno es algo que muchos nos esforzamos por lograr.
Los cenotes brindan un ámbito incomparable en el que profundizar, tanto física como mentalmente, en un entorno natural y tranquilo.
Para preservar estos lugares especiales, es esencial protegerlos de la contaminación y el desarrollo excesivo.
Algunos buceadores en apnea, en particular, están mostrando su magnificencia a través de medios visuales, creando una comunidad fuerte y vocal, e incluso convirtiéndose en embajadores y defensores de su protección.
Los turistas también pueden ayudar a reducir el daño causado a los cenotes eligiendo operadores de ecoturismo sustentables y absteniéndose de usar bloqueadores solares y productos para el cabello dañinos.
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