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Jaqueline Palmeros: buscar y encontrar personas desaparecidas en CDMX
La lucha cotidiana de los derechos humanos
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4 minutos de lectura

Jaqueline Palmeros: buscar y encontrar personas desaparecidas en CDMX

Jaqueline Palmeros finalmente encontró a su hija Monserrat, cinco años después de su desaparición. La determinación es fruto del esfuerzo de esta madre buscadora ejemplar y una muestra de que la capital no es ajena a la crisis de desapariciones que vive México.
28 de enero, 2025
Por: Centro Prodh

Jaqueline Palmeros, quien durante cuatro años y medio buscó incansablemente a su hija Monserrat, desaparecida durante el año 2020 en la Ciudad de México, fue notificada la semana pasada sobre la identificación de los restos de la joven. La determinación es fruto del esfuerzo de esta madre buscadora ejemplar y una muestra de que la capital no es ajena a la crisis de desapariciones que vive México.

Como muchas familias, la de Jaqueline recibió con zozobra y pesar extremo la noticia de la desaparición de su hija Jael Monserrat, de 20 años cuando se la llevaron. Como tantas personas, acudieron a las instituciones de la CDMX esperando una respuesta inmediata, a la altura de una capital que se asume como Ciudad de los Derechos y vanguardia en las políticas de género. Pero la búsqueda de Monserrat no se realizó con la debida diligencia.

Desesperada, Jaqueline se sumó a los primeros colectivos de familiares de personas desaparecidas que se conformaron en la ciudad, emulando a las agrupaciones que existen desde hace más de una década en otras entidades del país. Con sus compañeras, Jaqueline aprendió que sin una interpelación firme, las autoridades capitalinas no serían distintas a las de otros estados.

Aún así, la búsqueda no se agilizó. Fue por ello que, junto con otras madres, Jaqueline decidió sumarse a las Brigadas de Búsqueda que empezaron a realizarse en algunos puntos de la capital del país, replicando los esfuerzos de las madres buscadoras en otras partes de México. Colectivos como “Hasta Encontrarte CDMX” y “Una luz en el camino” participaron de estos esfuerzos, que inicialmente enfrentaron la descalificación y la hostilidad de actores gubernamentales. En estas búsquedas, Jaqueline se convirtió en todo un referente, siempre generosa con sus saberes y siempre digna en su exigencia.

Los colectivos capitalinos detectaron que algunos puntos, en zonas como el Ajusco, podrían requerir intervenciones más intensivas. Las madres lo hicieron del conocimiento de las autoridades, pero también de otros actores que se han solidarizado con su lucha; particularmente, con religiosas y religiosos que en sus comunidades de fe implementaron la metodología conocida como “Buzones de Paz”, mediante la cual se recibe y recaba información anónima relevante para la búsqueda de personas desaparecidas. Una metodología que, por cierto, ha mostrado ser efectiva y que, por ello, valdría la pena que se replique en las prisiones federales y estatales.

Fue por esta metodología que Jaqueline y su colectivo tuvieron información de un punto de búsqueda en el Ajusco, en el que, según se les refirió, podrían encontrarse restos humanos. Las buscadoras, entre ellas Jaqueline, se prepararon para acudir a indagar el lugar y dieron parte a las autoridades. Se trabajó en el predio durante el pasado mes de noviembre, y aunque no se agotó a cabalidad el rastreo, se recuperaron del sitio algunas piezas óseas humanas.

La identificación de Monserrat se logró, precisamente, por la recuperación de esos remanentes, pequeños en tamaño, pero que contaban con una relevancia inmensa para los familiares, por parte de su madre Jaqueline y sus compañeras buscadoras.

La Fiscalía General de Justicia de la CDMX confirmó la identificación mediante confronta de perfiles genéticos, pero funcionarios notificaron con torpeza y de forma revictimizante a Jaqueline. Fue necesaria la posterior intervención de las altas autoridades de la Fiscalía capitalina, recién llegadas a sus posiciones, para que el proceso se corrigiera, y se habilitó –como debió ocurrir desde el principio– un diálogo más empático y digno entre los familiares y las autoridades, encabezado adecuadamente por la nueva titular.

El hallazgo de Monserrat es una muestra del enorme tesón de madres buscadoras como Jaqueline, que movidas por el amor no se detienen hasta dar con quienes les hacen falta. Pero el caso no puede darse por cerrado: hace falta ahora agotar cabalmente la búsqueda y sancionar a los responsables, hoy impunes.

Este proceso es también una ventana a la realidad de las desapariciones en la capital. Sin duda, no sería preciso equiparar la situación de la CDMX en esta materia con las gravísimas crisis que enfrentan estados con un cúmulo de casos y un rezago forense superior, consecuencia de una mayor violencia y de un control macrocriminal más extendido en el tiempo y el espacio; simultáneamente, negar que en la CDMX hay personas desaparecidas, sitios clandestinos de inhumación y ocultamiento de cuerpos y restos, es falsear la realidad. Más aún: presumir que en la capital las políticas de investigación, búsqueda, identificación forense, atención a víctimas y registro son ejemplares o asumir que no requieren corrección alguna, es simplemente negar la realidad.

Es de esperar que, en consonancia con la tradición democrática de la capital, las autoridades entrantes abran puentes para construir alternativas de mejora en diálogo con las víctimas, la academia y la sociedad civil. En ese sentido, es una buena señal que la jefa de Gobierno se haya reunido el pasado viernes con diversos colectivos, sin dejar de lado el llamado de las familias a que no se excluya a nadie.

Desde el Centro Prodh reconocemos la lucha de las madres buscadoras de la CDMX y en particular abrazamos y acompañamos a Jaqueline y su familia en este momento: hacemos votos para que con el tiempo, este triste hallazgo y la dolorosa identificación puedan al menos traer paz; como ocurre en casos similares, a ello puede contribuir la certidumbre de que su madre no claudicó en su amorosa búsqueda de Monserrat, hasta encontrarla.

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Imagen BBC
Cómo Argentina pasó de ser un “país barato” en dólares a uno de los más caros de América Latina
9 minutos de lectura

El peso ha sido una de las monedas más apreciadas de 2024, lo que ha vuelto al país caro no solo para los extranjeros, sino también para los propios argentinos.

23 de enero, 2025
Por: BBC News Mundo
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“Argentina está cara en dólares”, me dice Manuel, un empresario gastronómico de 37 años, durante mi última visita a Buenos Aires en diciembre. “Te habrás dado cuenta rápido, vos que venís de Estados Unidos”.

Ya el primer día en la ciudad, noto lo que me dice Manuel en el precio del café.

En Palermo, un barrio turístico de Buenos Aires, una taza de café vale $3.300, US$3.2 al tipo de cambio oficial, unos pocos centavos menos que al paralelo, que los argentinos llaman “dólar blue.

Es un dólar más de lo que pago por el café en la misma cadena de cafeterías en Coconut Grove, Miami.

Pero no solo los lugares que frecuentan los extranjeros están caros en dólares. La situación se repite en lugares menos turísticos y con productos más buscados por los argentinos.

Lo vemos en un pan en rebanadas que cuesta US$4 o en la manteca a US$3. También en los productos importados. Por ejemplo, un termo Stanley vale US$140 en Buenos Aires, mientras que en Estados Unidos no supera los US$30.

De acuerdo con el índice de precios Big Mac de McDonald’s, creado por The Economist en 1986, Argentina con US$7.37 tiene el precio más caro de la hamburguesa de América Latina y el segundo del mundo, detrás de Suiza.

Hace un año, el Big Mac costaba en Argentina la mitad en dólares.

Según estimaciones del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), el peso argentino se revalorizó un 40% en términos reales entre diciembre de 2023 y octubre del año pasado.

No obstante, estos cambios no se tradujeron en una mejora del poder adquisitivo de los argentinos, ya que los salarios se mantuvieron congelados y las llamadas correcciones del gobierno de Javier Milei generaron una dura recesión que provocó una caída del consumo.

“No estamos ni mejor ni peor. Tenemos problemas distintos a los del año pasado”, me dice el dueño de una panadería con más 30 años en el rubro, que votó por Milei y que lo sigue apoyando, cuando le pregunto cómo afecta la apreciación de la moneda local en sus ventas.

Por eso, el impacto de la baja en el ritmo de la inflación en Argentina, que es el mayor logro de Milei en su primer año como presidente, combinada con la apreciación de la moneda local, sorprenden a cualquiera que no haya visitado el país en el último año.

En BBC Mundo te explicamos por qué este país se volvió “caro en dólares” después de haber sido uno de los más baratos de América Latina y qué impacto tiene en su economía.

El “súper peso”

“Necesito más dólares que hace un año para vivir en Argentina”, me dice Thiago, un programador brasileño que cobra en la moneda estadounidense y que hace dos años eligió vivir en Argentina favorecido por el tipo de cambio.

Desde que el peso se fortaleció en Argentina y el real cayó en Brasil, liderando las pérdidas de las monedas de América Latina, Thiago está pensando volver a São Paulo porque “con menos dólares vivo mejor allá”.

Pero Thiago no es el único. En agosto de 2024, BBC News Brasil reportaba una oleada de brasileños que dejaban Argentina porque era “inviable” para ellos mantenerse allí.

Pero ¿cómo llegó la moneda argentina, que Milei devaluó un 54% apenas asumió, a convertirse en un solo año en lo que los medios de comunicación locales han apodado un “súper peso”?

Javier Milei.
Reuters
Milei logró bajar el ritmo de la inflación en Argentina.

La respuesta está en la estrategia que utilizó Milei para bajar la inflación –su principal meta al asumir– que en 2023 había alcanzado el 211% según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Se trata de una herramienta que los economistas llaman “ancla inflacionaria”. Es decir, se “ancló” la cotización de dólar oficial, aumentando su cotización -es decir, devaluando el peso- un 2% fijo por mes, muy por debajo de la tasa mensual de inflación.

Eso, sumado a un “ancla fiscal” que redujo fuertemente el gasto público y un “ancla monetaria” que dejó de emitir dinero para financiar al Tesoro, ha sido clave para que Argentina cerrara el 2024 con una inflación anual del 118%, lo que representa una reducción del 44,5% en un año.

Sin embargo, el lado negativo es que mientras el peso se ha ido fortaleciendo al devaluarse menos que la inflación, el dólar oficial ha quedando retrasado con respecto al costo de vida, perdiendo mucha de su capacidad de compra.

El resultado fue un fenómeno nuevo para los argentinos: la inflación en dólares, que según las estimaciones de varios economistas locales superó el 70% el año último.

En otras palabras: lo que hace un año pagabas con US$100, ahora te cuesta US$170.

“Dólar blue”

Pero no solo el dólar “oficial”, que es controlado por el gobierno, perdió poder de compra. El libre o de mercado también está en niveles similares a cuando asumió Milei, a pesar de que la inflación superó el 100% en ese período.

Lorenzo Sigaut Gravina, economista de la consultora Equilibra, lo atribuye principalmente a una exitosa iniciativa que realizó el gobierno para que los argentinos ingresaran al sistema financiero los dólares en efectivo que tenían ahorrados en sus casas o depositados en el exterior sin declarar.

Turismo en Argentina.
Getty Images
El turismo internacional en Argentina cayó por el “súper peso”.

“La calma del mercado cambiario se consolidó gracias al blanqueo de capitales”, le dijo a BBC Mundo. “El gobierno logró, con mucha mucha confianza y pragmatismo, un blanqueo de capitales que le habilitó un ingreso muy generoso de dólares en efectivo”, dice el economista.

La iniciativa resultó mejor de lo esperado. En la primera etapa, Argentina consiguió que ingresaran US$19.023 millones, según la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA).

Esto llevó a contener el dólar paralelo y que se mantenga a una tasa levemente superior al tipo de cambio oficial, a diferencia de años anteriores cuando la brecha era muy amplia.

Efectos en Argentina

El “peso fuerte” tiene aspectos positivos y negativos para el país.

Por un lado, el gobierno destaca que los salarios han aumentado en dólares.

Según un informe de Bumeran, una plataforma de empleo en línea, el sueldo promedio pretendido en este país es de US$1.234, por encima de la media regional. Mientras que hace un año era uno de los más bajos de América Latina.

Sin embargo, la apreciación de la moneda también ha generado una caída en el número de turistas extranjeros que visitan el país y el aumento de los argentinos que aprovechan el “dólar planchado” para viajar al exterior.

Según datos del Indec, la cantidad de turistas internacionales en el país registró una baja interanual del 19,2% en noviembre.

Personas caminando en Buenos Aires, 2024.
Getty Images
Argentina pasó de tener los salarios más bajos de la región a estar por encima de la media regional.

Pero el impacto que más preocupa a muchos locales es en sectores como la industria, dado que ahora es más caro producir, tanto para el mercado local como para el exterior, lo que hace menos competitivos a la industria y al agro argentino.

A esto se suma la apertura de las importaciones que realizó el gobierno para incentivar la competencia y bajar los precios locales.

El resultado es que “cada vez será más barato acceder a productos importados y cada vez será más cara la producción nacional”, afirma Sigaut Gravina.

En este sentido, desde el sector industrial han advertido que esto podría generar una caída en la producción, que llevaría a una consecuente reducción de puestos de trabajo.

Los más críticos al gobierno incluso alertan sobre un posible “industricidio”, como el que ocurrió en la década de 1990 cuando el peso argentino estaba atado al dólar y muchas empresas terminaron cerrando.

“No habrá devaluación”

Entre los economistas que advirtieron sobre los efectos negativos del “súper peso” está Domingo Cavallo, quien fue ministro de Economía durante ese período (1991-1996) del presidente Carlos Menem, apodado el “padre de la convertibilidad” en Argentina.

Cavallo dijo en diciembre que la actual “apreciación real exagerada del peso” es “parecida” a la que ocurrió a finales de 1990, “una deflación muy costosa porque transformó a la recesión que se había iniciado a fines de 1998 en una verdadera depresión económica”.

En Argentina, la lectura de que el peso está artificialmente alto en comparación con su valor real o competitivo en el mercado internacional se expande en la opinión pública e incomoda al presidente.

Pero Milei asegura que sus críticos están equivocados.

“El tipo de cambio desde mi perspectiva no está atrasado”, aseguró en una entrevista a comienzos de enero en la radio El Observador. “Es irritante e insultante la estupidez que dijo [Cavallo]”.

Dos camioneros en las rutas argentinas.
Getty Images
El peso apreciado complica al sector productivo en Argentina.

Para el mandatario, la poca distancia en la cotización entre el dólar oficial y el de mercado, además del hecho de que el Banco Central logró acumular unos US$25.000 millones en reservas con la actual cotización, son prueba de que no hay retraso.

“Además hay equilibrio fiscal”, destacó.

La economía de este país, según la lectura de Milei, no debe ganar competitividad debilitando al peso sino desregulando la economía, reduciendo los impuestos y mejorando el acceso al crédito.

Para Sigaut Gravina, las palabras de Milei buscan contener la presión para que el gobierno vuelva a devaluar la moneda argentina.

“Si todos tenemos la idea de que hay un atraso cambiario significativo, todos van a pensar que el peso así como está no se sostiene”, señala.

No obstante, el experto dice que “el principal activo del gobierno hoy es que bajó la inflación y devaluar implica, como efecto inmediato, más inflación”.

Por eso, Milei ha asegurado que no hará otra gran devaluación del peso, como la que hizo al asumir.

Por el contrario, el Banco Central argentino anunció que a partir de febrero reducirá la devaluación mensual del tipo de cambio oficial del 2% al 1%, lo que fortalecerá aún más al peso.

Se espera que la estrategia ayude a seguir bajando la inflación, que en diciembre pasado alcanzó un 2,7% mensual.

Pero muchos se preguntan cuál será el perjuicio de seguir siendo “caros en dólares”.

De todas formas, lo que realmente podría definir la cotización del dólar es lo que ocurra una vez que Milei levante los controles de capitales que hoy restringen el acceso al billete estadounidense y deje flotar al peso, algo que ha prometido hacer en 2025.

Línea.
BBC

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