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Guardia Nacional a SEDENA en “Plan C”: más que seguridad
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5 minutos de lectura

Guardia Nacional a SEDENA en “Plan C”: más que seguridad

Convertir a la Guardia Nacional en una más de las fuerzas armadas adscribiéndola a la Sedena, supone renunciar definitiva y perpetuamente a la posibilidad de que México cuente con una corporación policial civil de seguridad pública de alcance nacional, además de que aumentarán los riesgos de violaciones a los derechos humanos impunes.
04 de julio, 2024
Por: Centro Prodh

Hace unos días fue confirmado que en la agenda legislativa que impulsará el nuevo Gobierno Federal a partir del 1 de octubre será incluida la reforma constitucional con la que se pretende adscribir la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). De aprobarse en sus términos la propuesta presentada por el actual Ejecutivo Federal el 5 de febrero de 2024, estaremos sin duda ante una modificación regresiva que profundizará el poder militar, pues su contenido no se limita a la seguridad sino que tiene un alcance mayor.

Vale la pena hacer un recuento sobre el proceso que ha seguido la Guardia Nacional. Su creación se anunció en 2018, con el inicio del sexenio. En el Congreso de la Unión, el consenso que permitió su nacimiento se basó en un diseño que garantizaría constitucionalmente su carácter civil, su alineamiento a una doctrina civil, y la preservación de un mando civil. El apoyo militar a esta corporación ocurriría, se dijo entonces, únicamente de forma temporal mientras que se fortalecía y avanzaba su implantación territorial. Esas características permitieron que se llegara a un acuerdo político inédito que prácticamente alcanzó unanimidad en 2019.

Sin embargo, muy pronto la Guardia Nacional empezó a impregnarse de una identidad netamente militar: los niveles de mando fueron todos conferidos a castrenses y su funcionamiento mostró esta impronta también. La rendición de cuentas no existió y la opacidad fue la misma que ha caracterizado al Ejército. Así lo documentamos desde el Centro Prodh ya en 2021, al publicar nuestro Informe “Poder Militar. La Guardia Nacional y los riesgos del renovado protagonismo castrense”.

Poco después de la elección de mitad de sexenio, se hizo pública la intención de la actual administración de hacer una reforma legal para llevar a la norma lo que ya ocurría en los hechos y entregar la Guardia Nacional a Sedena, eludiendo el consenso de 2019. Esta reforma se materializó en 2022 cuando fueron aprobadas reformas a la Ley de la Guardia Nacional y a otras disposiciones. En ese momento no se modificó la Constitución, puesto que el partido en el poder y sus aliados carecían de la mayoría calificada necesaria para ello.

Dado que esta reforma contravenía claramente la Constitución, la minoría parlamentaria interpuso acción de inconstitucionalidad —ante la omisión obsecuente de otras instancias que podían hacerlo, como CNDH—, misma que se resolvió en abril de 2023 a partir de un contundente proyecto del Ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá, que reivindicó el carácter civil de la Guardia Nacional por razones constitucionales, convencionales, históricas y de proceso legislativo.

En respuesta, sin embargo, el Ejecutivo Federal anunció que llevaría el tema a las urnas, anticipando que su partido buscaría la mayoría calificada necesaria para reformas la Constitución y entregar la Guardia Nacional a la Sedena. Adicionalmente, el 5 de febrero de 2024, dentro del paquete de reformas conocido como “Plan C”, se incluyó una propuesta que ya no sólo plantea adscribir la Guardia Nacional a la Sedena, sino que incluye la modificación de al menos 12 artículos constitucionales y la aprobación de 8 transitorios. Esa es la propuesta que, al parecer, se retomará a partir del 1 de octubre en la discusión legislativa que viene.

Los riesgos de adscribir la Guardia Nacional a la Sedena son patentes y han sido señalados por múltiples voces. Convertir a la Guardia Nacional en una más de las fuerzas armadas adscribiéndola a la Sedena, supone renunciar definitiva y perpetuamente a la posibilidad de que México cuente con una corporación policial civil de seguridad pública de alcance nacional. Además, como se ha documentado, convertir de pleno derecho la Guardia Nacional en una corporación castrense aumentará los riesgos de violaciones a los derechos humanos impunes, no será por sí misma una política pública efectiva para reducir la violencia, y seguirá alterando los delicados balances cívico-militares en favor de los castrenses. Este 30 de junio cumplió diez años impune la masacre de Tlatlaya, que precisamente nos habla de lo que pasa cuando no hay controles sobre la milicia.

Pero más allá de eso, importa señalar los riesgos de que se apruebe en sus términos la propuesta del 5 de febrero, porque ésta no se limita al ámbito de la seguridad. Para muestra, basta con señalar tres contenidos:

  • Primero, esta propuesta busca modificar el artículo 13 para que el fuero militar conozca de aquellos delitos que cometan los elementos de la Guardia Nacional que se estime atentan contra la disciplina militar, ampliando un esquema que ya la Corte Interamericana ha determinado como insuficiente.
  • Segundo, propone modificar el artículo 21 para que la Guardia Nacional pueda investigar delitos federales, lo que implicara que sea en los hechos el Ejército quien quede a cargo de esta importante función.
  • Tercero, busca cambiar el artículo 129 —cuya redacción permanece intocada en lo esencial desde que se aprobó el artículo 122 de la Constitución de 1857— para que las Fuerzas Armadas puedan realizar cualquier tarea que por ley se les encomiende y no únicamente aquellas que se relacionen con la disciplina militar, como hoy dispone esta norma.

Cada una de estas reformas merecería un análisis extenso, pero al no ser posible aquí por razones de espacio, su enumeración permite, al menos, vislumbrar que lo que está en juego con esta propuesta es más que la mera adscripción de la Guardia Nacional a la Sedena.

Hace tiempo que la discusión sobre cómo nombrar el crecimiento del poder militar en México dejó de ser lo central. Lo esencial es alertar sobre los riesgos que genera esta tendencia iniciada hace varios lustros y profundizada como nunca en el sexenio que ya termina y exigir que se diseñen contrapesos y controles civiles externos a las Fuerzas Armadas, más que los “cheques en blanco” que se le vienen otorgando al sector militar, como el que entrega la propuesta del 5 de febrero que hoy se pretende retomar.

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Imagen BBC
Cómo evitar que una botella de agua se convierta en un contenedor de microbios
7 minutos de lectura

La falta de una limpieza regular de tu botella de agua puede plantear riesgos para la salud.

27 de junio, 2024
Por: BBC News Mundo
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Llevar una botella de agua en tu bolso representa un doble beneficio: por un lado, el hábito garantiza un buen nivel de hidratación, algo muy importante en términos de salud; en segundo lugar, evita el consumo excesivo de materiales desechables, un punto positivo en términos de sostenibilidad.

¿Pero alguna vez te has parado a pensar en la higiene de este utensilio?

Tu botella de agua podría ser ¡más sucia que el asiento de un inodoro!

“Muchas personas creen que, como allí sólo hay agua, basta con enjuagarla bajo el grifo antes de llenarla y la botella quedará limpia”, observa el médico Rodrigo Lins, consultor de la Sociedad Brasileña de Enfermedades Infecciosas.

Pero esto está lejos de ser una realidad, según demuestran las investigaciones. Si no están limpios, estos contenedores pueden acumular muchos microorganismos, como bacterias y hongos, que pueden ser perjudiciales para la salud.

Un estudio realizado por WaterFilterGuru, empresa especializada en el control de la calidad del agua en EE.UU., calculó que una sola botella reutilizable puede transportar alrededor de 20,8 millones de UFC (Unidades de Formación de Colonias).

UFC es una medida que indica la cantidad de microbios viables, capaces de formar una colonia, en una superficie determinada.

El estudio comparó el nivel de contaminación de una botella con una serie de otros objetos que, en un principio, parecen mucho más sucios.

Encontraron, por ejemplo, un promedio de 515 UFC en la superficie del asiento del inodoro, es decir, la botella tenía 40 mil veces más bacterias que la taza del inodoro.

Las cifras también fueron significativamente menores en el contenedor de comida para mascotas (1,4 millones de UFC en promedio), el ratón de computadora (4 millones) y el fregadero de la cocina (11 millones).

Un estudio publicado por expertos de la Universidad de Henan en China concluyó que existe un “nivel extremadamente alto de contenido bacteriano y un rápido crecimiento microbiano” en estos utensilios.

Los autores estiman una media de 75 mil bacterias en cada mililitro de agua, y estos seres microscópicos pueden multiplicarse y alcanzar hasta 2 millones/ml en sólo 24 horas.

Otra encuesta, realizada en la Universidad Purdue, en Estados Unidos, recolectó 90 botellas y encontró que alrededor del 15% de los participantes nunca desecha el agua que sobra al final del día, y simplemente agrega más líquido la próxima vez que la usa.

La encuesta WaterFilterGuru también detectó algunos problemas de higiene: aunque el 42% de los participantes afirmó que lava la botella al menos una vez al día, el 25% afirmó que la limpia “algunas veces a la semana”, mientras que el 13% admitió que esta limpieza se produce “un par de veces al mes”.

¿Pero cuál es el peligro de utilizar una botella sucia? ¿Y cómo la mantienes siempre limpia?

botella de agua
Las botellas pueden contener bacterias de diversas fuentes, como las mochilas en las que se transportan, por ejemplo. Foto: Getty Images

¿Un pozo de bacterias?

Debemos tener en cuenta que vivimos rodeados de bacterias por todos lados, y eso no es necesariamente algo malo (a veces, es algo bienvenido y vital para nuestra propia supervivencia).

Y estos seres microscópicos pueden “invadir” nuestras botellas de agua de las más diversas formas.

El primero y más obvio ocurre cuando acercamos la boca a la botella para beber el líquido.

Una parte de los microbios que colonizan la piel, los labios, las encías, los dientes y la lengua, como los estafilococos y los estreptococos, “salta” al utensilio y comienza a multiplicarse en este nuevo entorno.

Algo similar ocurre cuando utilizamos los dedos para coger el recipiente o desenroscar la tapa para acceder al agua.

Nuestras manos están en contacto con una serie de otros objetos (pomos de puertas, botones de ascensores, pasamanos…) que también son manipulados por otros individuos.

Las bacterias también pueden estar en los bolsos y mochilas donde se lleva la botella, en los armarios de la escuela, en el escritorio de trabajo, en el fregadero de la cocina…

Una vez en el recipiente, estos microbios forman colonias y comienzan a multiplicarse en progresión geométrica si no se controlan con una limpieza frecuente, por lo que pueden pasar de 75 mil/ml a 2 millones/ml en sólo 24 horas, según estima el estudio chino.

Un ambiente húmedo, cálido y oscuro (en el caso de botellas de plástico o aluminio) también representa un escenario ideal para muchas especies de hongos.

En los casos en los que la higiene está muy por detrás, es posible comprobar a simple vista el resultado de esta “fiesta” microscópica: el agua acumula algunos restos, que generalmente se depositan en el fondo de la botella, y aparecen manchas verdes o negras en la superficie de la tapa o en zonas de difícil acceso, como boquillas y pajitas.

botella de agua
Nuestras manos están en contacto con una serie de objetos donde hay microbios que pueden “saltar” a nuestras botellas de agua. Foto: Getty Images

Pero entonces surge la pregunta: ¿tener contacto con este material supone algún riesgo para la salud?

La respuesta depende de una serie de factores, señalan los expertos.

“Hay que tener en cuenta que hay diez veces más bacterias que células en nuestro cuerpo”, explica Lins, que también es presidente de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas del Estado de Río de Janeiro.

Dependiendo de la cantidad y tipos de microorganismos ingeridos, nuestro sistema inmunológico puede afrontar esta demanda sin mayores problemas”, añade.

En algunos casos, por ejemplo, cuando el número de microbios en la botella es muy alto, el propietario del utensilio puede experimentar algunos síntomas gastrointestinales más leves, como náuseas y vómitos.

La persona también puede tener la mala suerte de que el frasco sea colonizado por una bacteria más grave, capaz de provocar infecciones graves o difíciles de tratar con antibióticos comunes.

También hay quienes son alérgicos a los hongos y al moho. En ellos, el uso de un depósito de agua lleno de estos microorganismos puede provocar reacciones, con aparición de congestión nasal, náuseas, dolor de cabeza, fatiga, entre otras molestias.

El microbiólogo Jorge Timenetsky, del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de São Paulo (ICB-USP), explica que algunos grupos son más vulnerables y, por tanto, necesitan prestar más atención a la higiene de los objetos personales.

“Este es el caso de niños pequeños, ancianos o personas con el sistema inmunológico comprometido”, señala.

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Lavar la botella una vez al día es suficiente para controlar el crecimiento de microorganismos, afirman los expertos. Getty Images

Limpieza diaria para tu botella de agua

Pero, ¿cómo limpiar bien tu botella de agua sin complicarte?

La primera recomendación de los expertos tiene que ver con la frecuencia. “Lo ideal es lavarlo cada vez que lo utilices”, resume Lins.

“Con limpiar una vez al día al llegar a casa es suficiente”, coincide Timenetsky.

Para controlar el crecimiento bacteriano, simplemente usa agua y jabón, los mismos productos que usas para lavar el resto de los platos.

“También es importante utilizar cepillos para eliminar mecánicamente los microorganismos”, agrega el profesor del ICB-USP.

Luego, déjala secar un rato antes de llenarla con agua para un nuevo ciclo de hidratación.

Los investigadores también sugieren no compartir el objeto con otras personas (cada persona debe tener su propia botella) y no llenar el recipiente con otros líquidos, como jugos, bebidas deportivas y refrescos, ya que contienen nutrientes que pueden “estimular” las colonias de microbios.

¿Y el material utilizado para fabricar las botellas podría influir en el nivel de contaminación? ¿El aluminio, el plástico o el vidrio tienen ventajas o desventajas?

Según los expertos, la elección depende de la preferencia de cada uno, ya que estos compuestos tienen características similares desde el punto de vista de la acumulación de seres microscópicos.

El estudio de la Universidad Purdue, mencionado antes, encontró que las botellas de vidrio recolectadas para el experimento tenían una menor tasa de microorganismos en comparación con las hechas de aluminio.

Timenetsky sugiere evitar recipientes con ranuras o partes rugosas, ya que pueden atrapar una mayor cantidad de material orgánico.

Lins no recomienda las botellas que tengan partes de madera (lo cual es inusual en estos casos). “Además, cuanto más simples son, más fáciles de limpiar”, añade.

En otras palabras: los vasos y biberones con pico, pajitas y otras estructuras pequeñas no están contraindicados, pero requieren mayor atención a la hora de higiene.

Es posible que tengas que comprar cepillos pequeños y flexibles para llegar a estas partes más pequeñas, que son casi imposibles de limpiar con una esponja normal.

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BBC

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