El pasado mes de febrero más de un centenar de mujeres de diferentes organizaciones de la sociedad civil acudieron vestidas de novia a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para exigir un alto a la criminalización que experimentan en la búsqueda por el acceso a la justicia. De acuerdo con datos de la colectiva, “las mujeres víctimas de violencia vicaria enfrentan, en promedio, 2.1 denuncias por parte de su propio agresor”. 1 Del mismo modo, alzaron la voz para señalar las diferentes vulneraciones efectuadas por las exparejas, las familias tanto del agresor como la propia, las instituciones públicas, etc.
El presente texto inspirado en esta manifestación liderada por la colectiva Caso 992, 2 tiene por finalidad exponer algunas ideas acerca de la violencia vicaria, a partir del trabajo que ha realizado La Círcula en estos dos años.
En los últimos años, el fenómeno de la violencia vicaria ha cobrado una gran relevancia a nivel nacional e internacional, sobre todo a partir de la pandemia propiciada por el COVID-19. En este contexto se hizo evidente la transcendencia de disponer de un concepto que nombrara una realidad que ha persistido por décadas, que con el paso del tiempo no sólo ha perdurado, sino que ha encontrado formas innovadoras de comisión.
El término de violencia vicaria permite articular diferentes fenómenos que convergen, tales como la negación de la pensión alimenticia, denuncias penales en contra de las mujeres, hasta la configuración de violencia institucional suscitada durante el tránsito hacia la búsqueda de la justicia.
Debido a este poder explicativo, la violencia vicaria ha ido cobrando relevancia en el ámbito del derecho, sobre todo en América Latina y España, en donde se le ha reconocido como un tipo de violencia; asimismo, se han ido desarrollando de manera paulatina criterios que clarifican su pertinencia e implicaciones legales.
En México, se trata de un fenómeno que va en aumento, tan solo de 2021 a 2022, se incrementó en un 14.09 %. 3 Actualmente se encuentra prevista como tipo penal en la legislación de 12 estados y como tipo de violencia en el artículo 6º, fracción VI de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), que a la letra dice:
Violencia a través de interpósita persona.- Es cualquier acto u omisión que, con el objetivo de causar perjuicio o daño a las mujeres, se dirige contra las hijas y/o hijos, familiares o personas allegadas, ya sea que se tenga o se haya tenido relación de matrimonio o concubinato; o mantenga o se haya mantenido una relación de hecho con la persona agresora; lo anterior aplica incluso cuando no se cohabite en el mismo domicilio.
Esto además de representar un importante avance, abre la posibilidad a que mujeres víctimas de violencia vicaria puedan invocarla en el marco de los procedimientos legales en curso, junto con las disposiciones jurídicas pertinentes.
En este escenario, en 2024 junto con la Colectiva Atena de Chihuahua, 4 convocamos al taller “Herramientas jurídicas para casos que involucren violencia vicaria”, destinado a socializar información jurídica acerca del tema y fenómenos adyacentes a él. En el curso se abordaron varios aspectos cruciales, tales como el derecho familiar y civil con perspectiva de género, pensión alimenticia, guarda y custodia, violencia familiar, tentativa de feminicidio e implicaciones penales en el contexto de violencia vicaria.
Este espacio de formación se transformó en un lugar seguro para la escucha entre pares y la gestión del conocimiento comunitario; asimismo, mostró la necesidad de propiciar el empoderamiento jurídico de las mujeres mediante la socialización de sus derechos, así como la difusión de estrategias legales efectivas.
También fue posible observar que el ejercicio de los derechos protegidos en la normativa resulta una realidad lejana para muchas de las mujeres víctimas de violencia vicaria por diversos motivos. Uno de ellos, el hecho de que los casos de violencia vicaria representan una particular complejidad para el derecho debido a que:
Estos factores suponen un importante desafío tanto para las mujeres como para las y los profesionales del derecho que les acompañan jurídicamente y actores públicos, todo lo cual puede constituirse en barreras para el acceso a la justicia. Estas circunstancias, incluso, han desencadenado que -ante falta de claridad y percepción de riesgo- las mujeres inmersas en estos casos busquen por cuenta propia herramientas jurídicas que les permitan tener una mayor certidumbre de sus asuntos. 5
En suma, si bien es innegable que el reconocimiento jurídico de la violencia vicaria es un paso importante para la protección y garantía de los derechos de las mujeres, es indispensable que el andamiaje legal e institucional tenga presentes y responda a las necesidades que se suscitan en un caso de esta índole, lo que exige entre otras cosas, de una capacitación que más allá de la transmisión de conocimientos, muestre las consecuencias de una actuación desapegada a la perspectiva de género; de estadísticas que permitan dimensionar la magnitud del fenómeno y formas de comisión; del establecimiento de una normativa congruente con la realidad que se pretende regular, por señalar algunos puntos.
Ante esta circunstancia, desde la Círcula, continuaremos trabajando en construir espacios seguros y contribuyendo al fortalecimiento jurídico de las mujeres en su transitar hacia la búsqueda de la justicia.
* Rita Muciño Corro es doctora en Derecho por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, en el campo de conocimiento género y derecho. Maestra en Derechos Humanos y Democracia por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). En 2017 inició, junto con otras abogadas, el Círculo Feminista de Análisis Jurídico, organización destinada a la difusión de la cultura jurídica desde una perspectiva feminista.
1 Pacheco, Wanda, 2025,Violencia vicaria: mujeres del Caso 992 llevan su lucha a la SCJN, disponible aquí.
2 Para mayor información en este enlace.
3 Gómez Macfarland Carla Angélica, 2023, La violencia vicaria Acciones desde el legislativo federal y local para su prevención y erradicación, disponible aquí.
4 Para mayor información en este enlace.
5 Tal es el caso de Andrea Lezama, cuya historia puede consultarse en este enlace.
Un museo en la capital iraní, Teherán, alberga una de las colecciones de arte moderno más sorprendentes y poco conocidas del mundo.
Algunas de las obras de arte más emblemáticas de Pablo Picasso, Francis Bacon y Jackson Pollock no están colgadas en las paredes de los museos más famosos del mundo, sino escondidas en la capital de Irán.
Teherán es una ciudad con una de las colecciones de arte moderno más asombrosas del mundo, que pocas personas fuera de Irán conocen.
Durante décadas, estas obras maestras han estado escondidas en el sótano del Museo de Arte Contemporáneo de Teherán (MACT), envueltas en misterio y ocultas al público.
A pesar de su extensa colección, solo una pequeña parte de las obras de arte se ha exhibido desde la Revolución iraní de 1979.
La agitación política, los valores culturales cambiantes y una serie de giros históricos han mantenido estas obras de arte almacenadas, fuera del alcance tanto de los iraníes como de la comunidad artística mundial.
El MACT exhibe ahora algunas de sus piezas más cautivadoras, ofreciendo una visión de una colección que ha permanecido en gran medida en el enigma.
El Museo de Arte Contemporáneo de Teherán es una importante institución cultural en Irán, que alberga algunas de las colecciones de arte moderno más valiosas fuera de Europa y América del Norte.
El museo fue construido en 1977 bajo el patrocinio de la ex reina y última emperatriz de Irán, Farah Pahlavi, la viuda exiliada del último sha de Irán, Mohammad Reza Pahlavi, que fue derrocado durante la Revolución Islámica de 1979.
Farah Pahlavi era una apasionada defensora del arte y su primo Kamran Diba, un arquitecto iraní, diseñó el museo.
El MACT se creó para presentar el arte moderno a los iraníes y para conectar a Irán con la escena artística internacional.
Pronto se convirtió en el hogar de una impresionante variedad de obras de luminarias como Pablo Picasso, Salvador Dalí y Andy Warhol, junto con piezas de los principales modernistas iraníes, y rápidamente se estableció como un modelo de intercambio cultural y ambición artística.
Pero luego llegó la Revolución Islámica y las cosas dieron un giro dramático. Muchas obras de arte se consideraron inapropiadas para la exhibición pública, debido a la desnudez, las sensibilidades religiosas o las implicaciones políticas.
¿”Gabrielle con la blusa abierta”, de Pierre-Auguste Renoir? Demasiado escandaloso. ¿El retrato de Warhol de la exreina de Irán? Demasiado político.
De hecho, el retrato de Farah Pahlavi fue vandalizado y destrozado con un cuchillo durante el tumulto revolucionario.
Después de la revolución, muchas de las obras de arte fueron guardadas bajo llave, acumulando polvo en un sótano que se convirtió en material de leyenda del mundo del arte.
Hamid Keshmirshekan, historiador del arte de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) en Londres, que ha estudiado la colección, la llama “uno de los tesoros más raros del arte moderno fuera de Occidente”.
La colección sigue siendo una cápsula del tiempo de movimientos artísticos fundamentales, desde el expresionismo abstracto hasta el arte pop.
El Museo de Arte Contemporáneo de Teherán comenzó a recuperar su importancia cultural a fines de la década de 1990 durante la presidencia reformista de Mohamed Jatamí.
Pronto el mundo recordó lo que se había estado perdiendo. Los amantes del arte no podían creer lo que veían. Van Gogh, Dalí, incluso Monet, todos en Teherán.
Algunas obras fueron prestadas para importantes exposiciones en Europa y Estados Unidos, lo que permitió que la colección volviera a conectarse brevemente con el mundo del arte global.
Pero aún quedan desafíos por resolver.
El MACT opera con un presupuesto ajustado y las prioridades políticas cambiantes implican que a menudo funciona más como un centro cultural que como un museo tradicional.
Sin embargo, sigue siendo una institución notable, un guardián improbable de obras maestras del arte moderno en el corazón de Teherán.
Su colección sigue siendo un testimonio tanto de las ambiciones artísticas de una era pasada como del poder perdurable de la creatividad frente a los giros y vueltas de la historia.
Estas son algunas de las mejores obras que solo se pueden ver en Teherán.
Este cuadro, el lienzo más grande de Picasso, de 1927, es un claro ejemplo de sus obras abstractas del período poscubista.
Utilizando una paleta de colores limitada y líneas fragmentadas, ofrece una perspectiva simbólica sobre la humanidad.
“A las puertas de la eternidad” es una de las pocas obras que se conservan de la primera serie de grabados de Van Gogh, durante la cual produjo seis litografías en noviembre de 1882.
Esta pieza muestra figuras en dos paneles laterales que parecen espiar a dos hombres desnudos que yacen en una cama en el panel central.
Es una obra significativa dentro del movimiento expresionista. Un retrato del ayatolá Ruhollah Jomeiní, el fundador de la República Islámica de Irán, está colocado en yuxtaposición frente a la obra de Bacon.
Esta escultura icónica captura la armonía entre la humanidad y la naturaleza. Con su forma abstracta y contemplativa, es una obra maestra de uno de los escultores más famosos de Reino Unido.
Ejemplo vibrante de la técnica de pintura de acción de Jackson Pollock, esta pieza rebosa energía y emoción.
El retrato de Farah Pahlavi, la última reina de Irán, es una pieza poco común que combina el estilo pop art de Warhol con la historia cultural iraní.
Esta escultura forma parte de la famosa serie de Giacometti “Hombre que camina”, considerada una de sus obras más emblemáticas.
Con su figura alargada y delicada, simboliza la soledad, la fragilidad y la lucha incesante de la humanidad por seguir adelante.
La obra de Dubuffet, provocativa y texturizada, desafía las nociones tradicionales del arte y la estética. Figura destacada del movimiento art brut, su obra es a la vez cruda y conceptualmente profunda.
“El terapeuta”, escultura de bronce realizada en 1967, es una de las ocho imágenes pictóricas que el pintor surrealista René Magritte convirtió en tridimensionales.
La obra fotorrealista “Keith/Grabado a media tinta”, de Chuck Close, invita al espectador a un mundo de detalles extraordinarios. Su innovadora técnica de cuadrícula convierte este retrato en una combinación magistral entre abstracción y realismo.
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