
El acceso al agua potable y al saneamiento es uno de los derechos fundamentales para que las personas tengan un desarrollo humano deseable y una vida digna, por lo que es indispensable contar con las medidas necesarias para garantizar el abastecimiento de este bien en cada región del mundo. No obstante, el acceso a este suministro es uno de los principales problemas en la agenda nacional e internacional de la defensa de los derechos humanos, debido al contexto actual que vivimos, aunado a factores como el cambio climático.
En México, esto se establece en el Artículo 4° constitucional, el cual menciona que “toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible”. La periferia de la Ciudad de México y zonas conurbadas no sólo se enfrentan a problemas como la inseguridad o la falta de empleo, también atraviesan una crisis de acceso y suministro de agua potable, misma que se ha intensificado en los últimos años.
Ecatepec de Morelos, en el Estado de México, es el ejemplo claro pues además de ser uno de los municipios con mayor población en el país, sufre un grave problema con el acceso a este bien vital, el cual afecta a 1,643,623 habitantes al día. Ante la falta de agua potable en este municipio, los mexiquenses con frecuencia se enfrentan a situaciones que merman el cumplimiento de este derecho universal: entre los cortes regulares del suministro -que van desde días e incluso meses- hasta la falta total del mismo, ocasionando con ello que el gasto para aprovisionar este servicio sea excesivo debido al contrato de pipas de agua particulares. Factores como la falta de abastecimiento del sistema Cutzamala, la mala administración de los sistemas de agua en la zona y la falta de organización por parte de las autoridades para atender estas problemáticas causan el descontento de la población que exige respuestas y soluciones eficientes.
De acuerdo con los comunicados oficiales del Gobierno Municipal de Ecatepec, este fue uno de los municipios que se enfrentó a un recorte de abastecimiento del sistema Cutzamala durante la pandemia por COVID-19, argumentando que la falta de lluvias en el territorio había disminuido la capacidad del sistema; sin embargo, los registros apuntan que esta zona fue la única afectada dentro del área metropolitana durante 2020. Desde entonces, los recortes se han vuelto constantes, mismos que se han ido extendiendo a lo largo de la zona de manera paulatina; sin mencionar que en algunas comunidades la falta de agua llega a ser por meses.
Los habitantes de esta zona, incluyendo otras colonias como Tulpetlac y sus alrededores (que viven las mismas problemáticas), que se abastecen del tanque – oficial- que se encuentra ubicado en Cerro Gordo, Santa Clara, logran proveerse desde pozos autónomos que han sido sobreexplotados a pesar de la insistencia de pagar y que, aunque se insiste en que los vecinos realicen el pago por el servicio a tiempo.
Entonces, ¿qué y cuánto se necesita para subsanar esta deuda de agua en territorio mexiquense? En promedio, una persona necesita por lo menos 100 litros de agua al día para realizar sus actividades básicas. Esto quiere decir que para una familia promedio (de 5 integrantes), es necesario al menos 500 litros de agua para lograr dichas acciones, es decir, 3,500 litros de agua a la semana. Lo anterior evidencia la total desorganización de los responsables de los sistemas de agua potable, la falta de mantenimiento a las tuberías y el nulo interés de los gobiernos tanto del municipio como de muchos otros territorios, para dar soluciones prontas al respecto.
De acuerdo con testimonios de habitantes de Ecatepec de Morelos, los abusos y precios desmedidos que ofrece el servicio de pipas particulares causan que el acceso a este bien vital sea selectivo, pues cobran hasta 300 pesos por llenar un tambo de plástico de 200 litros, lo que representa dentro de los hogares, la imposibilidad de realizar actividades básicas de higiene, cuidados y labores domésticas.
¿Cómo ha actuado el gobierno del Estado de México frente a la crisis del agua (al menos en Ecatepec)? A pesar de que el gobierno municipal ha gestionado la repartición de agua potable mediante pipas de agua potable sin ningún costo, estas han resultado ser insuficientes para la alta demanda del territorio. Esto debido a la repartición vecinal y por cuadras dentro de las colonias, sin contar las zonas de difícil acceso que merman e imposibilitan la distribución, como aquellas viviendas ubicadas en la parte alta de los cerros. Con esto, sumamos el factor infraestructura como determinante para garantizar un abastecimiento justo en el municipio.
Aún con los constantes bloqueos en las avenidas principales que buscan visibilizar la crisis de agua y su acrecentamiento, las soluciones paliativas que el Gobierno Municipal de Ecatepec de Morelos, el Sistema de Agua Potable Alcantarillado y Saneamiento del Municipio de Ecatepec (SAPASE) y la Comisión del Agua del Estado de México (CAEM) han puesto en marcha, no han resuelto el problema. El acceso al agua potable se ha vuelto más que un derecho, un privilegio para los habitantes de la zona, quienes han puesto en práctica métodos como el reciclaje del agua de ducha o la captación de lluvia para lograr cumplir sus actividades diarias, en espera de la repartición de agua de acuerdo a la disponibilidad de pipas.
Para los habitantes de Ecatepec y demás zonas conurbadas en la periferia de la Ciudad de México, el presente se encuentra acompañado de una preocupación por la crisis de agua (potable y de uso humano), de una lucha constante por el acceso a una vida digna y de una búsqueda incansable hacia la visibilización de las consecuencias que tiene el desabasto de agua. Aunque se han acostumbrado a vivir limitados, la falta de acceso a agua potable representa un problema grave para el desarrollo humano. Derivado del cambio climático y demás factores socioambientales, la crisis del agua es inminente y ha comenzado a expandirse no solo en áreas conurbadas como la Ciudad de México y la zona metropolitana, sino a lo largo del país.

Un concepto sencillo, nacido en la isla del Mediterráneo, puede cambiar cómo ves lo cotidiano.
“En Sicilia tenemos una palabra mágica con un sabor propio: Futtitini“, cuenta el actor italiano Giusepppe Capodicasa en un video de BBC Reel.
“No es una mala palabra, es una bendición”, declara.
Recordemos que en Sicilia se habla italiano como en el resto de Italia, pero suena distinto porque detrás hay siglos de historia trenzada en la lengua.
Antes de que el italiano se adoptara como la voz común del país, los sicilianos ya hablaban el siciliano, una lengua romance marcada por las sucesivas conquistas y dominaciones de la isla: griegos, árabes, normandos, españoles… cada uno dejó alguna huella en el acento y en las palabras.
Cuando el italiano estándar empezó a imponerse en el siglo XIX, no borró esa base, sino que se mezcló con ella.
Por eso, aunque alguien como Capodicasa, quien se identifica “100% siciliano”, habla italiano, se notan tonos, giros y palabras que vienen de esa mezcla antigua.
Futtitinni es una de esas palabras.
Una que, según Capodicasa, encierra “una filosofía de vida, una forma de concebir nuestra existencia”.
“Futtitinni… cuán hermoso suena”, dice el filósofo siciliano Pietro Briguglio, pronunciando la palabra gustosamente.
“Cuando la dices, descargas un peso que tenías y quedas ligero”.
El término está muy presente en el lenguage común pues “se presta a ser usado en muchas situaciones”, afirma Briguglio.
Podría entenderse como “no te preocupes demasiado”, “déjalo pasar”, y su sentido se mueve entre “no te amargues”, “no te enredes” -o el mexicano “no te claves”, el colombiano “no te compliques”, el caribeño “no te calientes la cabeza” o el sureño “no te hagas drama”.
Pero según Capodicasa, “es más matizado, más elegante”.
La raíz de futtitinni es el verbo siciliano futtíri, que no es particularmente elegante: es una manera vulgar de decir “copular”.
Proviene del latín futūere, que en español evolucionó como ‘follar’, esa forma coloquial para hablar de las relaciones sexuales que aún se escucha en España.
En siciliano, así como ocurrió en muchas lenguas romances con verbos de origen sexual, futtíri se ha amplió a significados figurados como engañar, fastidiar, robar o tomarse libertades, dependiendo del contexto.
De ahí que futtitinni tenga un matiz entre despreocupado y un poco irreverente, algo así como “que te importe un carajo”, pero con ese tono siciliano que lo vuelve más filosófico que agresivo.
Y es que no se trata de que nada importa, ni de eludir problemas o responsabilidades, ni siquiera de resignación.
“Futtitinni no es superficialidad”, aclara Capodicasa. “Es la capacidad de atravesar las situaciones de la vida con conciencia y ligereza”.
En ocasiones, llama a desprenderse de lo inmutable y seguir viviendo plenamente, como explica el sitio web Entendiendo a Italia.
En esos casos, sirve para para consolar un amigo ante una decepción, para sobrellevar un revés económico, o simplemente para poner en perspectiva un incidente cotidiano.
Es además una herramienta existencial, que sirve para separar lo esencial de lo superfluo, para no cargar con cada contrariedad, y priorizar lo que de verdad importa.
Futtitinni encierra una modo de enfrentar la adversidad con ligereza, dignidad e incluso humor… un sentido que los sicilianos tienen muy desarrollado.
Como notó el político y escritor romano Cicerón, ya en el siglo I a. C., los sicilianos eran “una raza inteligente, pero desconfiada y dotada de un maravilloso sentido del humor”.
“Por terrible que sea una situación, los sicilianos siempre tienen un comentario ingenioso que hacer al respecto”, añadió.
Esa cualidad los ha acompañado a lo largo de sus 3.000 años de historia, a menudo difíciles de sobrellevar.
Solo adoptando una actitud reflexiva, observa Il Italoamericano, pudieron superar la constante tentación de convertirse en figuras trágicas.
Esa actitud se expresa en esa exhortación que los sicilianos usan cuando las cosas se vuelven demasiado abrumadoras: futtitinni.
Y, aunque la palabra existe en dialecto siciliano desde hace generaciones, en los últimos años ha tenido un resurgir notable.
Competiciones de memes, camisetas con la inscripción “Futtitinni“, artículos y blogs que rescatan su significado como “pedagogía de lo esencial”.
Futtitini “no es superficialidad, sino el arte del discernimiento”, señala Francesco Mazzarella en la revista Paese.
Aclara que ese arte del discernimiento es el “que distingue entre lo urgente y lo ruidoso, entre lo que nos edifica y lo que nos consume”.
Explica que cuando un siciliano dice futtitinni, a menudo está diciendo:
“No dejes entrar en tu corazón aquello que no merece habitar allí”.
“No le des poder a quien quiere quitarte el aliento”.
Para Mazzarella, el tradicional término no sólo no ha perdido relevancia sino que, en esta época en la que todo exige atención, y “cada opinión se convierte en guerra, cada imperfección en fracaso (…), futtitinni se ha convertido en revolución”.
Invita a practicar “el buen desapego”, a despreocuparse por lo periferal y centrarse en lo realmente importante.
“¿Tu pareja te dejó?… quizás no era la ideal. ¿Perdiste tu trabajo?… tómatelo como un nuevo comienzo”, ejemplifica Capodicasa.
“Hay quienes hacen yoga, meditación, respiran con el diafragma. Hay quienes van a India a encontrarse a sí mismos”, dice Capodicasa.
“En Sicilia hacemos todo esto con una sola palabra.
“Se dice que un viejo sabio, mientras explicaba las leyes de la filosofía siciliana a un joven discípulo, en cierto momento se detuvo, lo miró a los ojos y le dijo:
“Hijo, si no puedes cambiar lo que te hace sufrir, entonces futtitinni“.
Quizás ese sabio, al pronunciar la palabra, hizo el gesto típico que suele acompañarla para enfatizar: levantando la mano de abajo hacia arriba, como arrojando las preocupaciones al aire.
La intención es distender, dejar de enfocarse en lo negativo.
“La vida te estresa… tómatela con calma.
“Atascado en el tráfico… Paciencia”…
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