Por: Ana Laura Santos (@alaurita)
¿Sabías que de cada 100 niños que ingresa a primaria, sólo dos terminarán algún estudio de posgrado? Lo anterior según los resultados de un estudio realizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), lo que equivale a que cada 25 segundos un joven decide no continuar con sus estudios.
La deserción como tal es cuando uno se retira de alguna obligación, pero se convierte en abandono llano cuando hay otras prioridades que cumplir, cuando los estudios dejan de ser una obligación que se suplen con necesidades económicas, en este caso.
Lo anterior se deriva de diferentes causas que terminan teniendo diversos costos sociales, por ejemplo, un estudio publicado por la Unesco se reveló que el 21% (651 mil) de los niños y adolescentes entre los siete y los 14 años han dejado sus estudios este año por verse obligados a trabajar, lo que hace que México registre cifras alarmantes de rezago comparables con países de África.
[contextly_sidebar id=”p94UQuOS6AF7FsjQ7m2pjWJyVyUKUwz4″]En total, se calcula que en México se tenga tres millones 100 mil niños no escolarizados, donde el estado con porcentajes más preocupantes es Chihuahua, también al ser el estado más grande. Así pues, en términos globales, a pesar de los progresos alcanzados en los últimos años en cuanto a matriculación en escuelas, en el mundo hay 58 millones de niños que no pueden estudiar.
La Unesco en su informe Subsanar la promesa incumplida de la educación para todos señala que, de seguir esta tendencia, probablemente 25 millones de niños (15 de niñas y 10 de niños) no conocerán jamás una aula escolar; las cifras desde hace algunos años se han conseguido estancar y si bien es importante una buena educación primaria para el desarrollo pleno, es la educación secundaria la que es fundamental para adquirir habilidades para una vida digna y productiva.
Regresamos al costo social ¿qué pasa si los niños abandonan sus estudios a edad temprana? En un principio, el sistema educativo tiene varios retos que cumplir para evitar la deserción escolar, como las adicciones, el bullying o embarazos. Sin embrago, lo más importante radica en que los niños que abandonan sus estudios a edad temprana, son los más susceptibles a condicionar su futuro a un nivel bajo de ingresos, mayor desempleo e incluso, estar envuelto en asuntos delictivos.
Y aunque el abandono de estudios no es exclusivo de algún sector en especial, sí es preponderante en algunos de éstos sectores y con características que van desde la dificultad de aprendizaje o tener poco éxito académico; así también, el estudio ¿Por qué los jóvenes abandonan la escuela? elaborado por la Universidad de Nevada, señala que los estudiantes que asisten a escuelas grandes o con grandes proporciones de estudiantes, son más propensos a su abandono.
Por otro lado, es importante detectar los factores de deserción para poder trabajar en ellos y así prevenirlos y atenderlos, como por ejemplo mientras más alto sea el sentido de conexión del estudiante con sus compañeros, la posibilidad de abandono escolar también disminuye; lo mismo ocurre cuando los padres le ponen más o menos atención e interés a su hijo en los estudios.
Cifras del Instituto para la Evaluación de la Educación (INEE) señalan que 18 mil 559 millones de pesos costó al presupuesto el abandono escolar, el cual también señala que de 26 millones de alumnos, un millón no acabará el ciclo escolar o abandonará en algún momento sus estudios.
Por ejemplo, las poblaciones indígenas siempre han sido las más vulnerables por encontrarse con mayores condicionantes y situaciones en desventaja principalmente al estar asentadas en localidades rurales, alejadas y con malas condiciones en servicios básicos e infraestructura.
En otro sentido, la mayoría de los países que se encuentran en ésta situación, como el nuestro, requieren tres prioridades para subsanar el sistema educativo y poder evitar la privación de alcanzar el mayor potencial de un niño que no está en edad de trabajar y que abandona los estudios por necesidad, dichas prioridades son hacer amplias inversiones para poder fortalecer y ampliar los sistemas educativos, prestar atención a la inclusión y la calidad de la educación que se ofrece, así como arrancar programas focalizados a niños en condiciones vulnerables.
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