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Sísifos: el abandono estatal de quienes usan sustancias psicoactivas
Innovaciones en políticas de drogas
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El Instituto RIA genera investigación de alto nivel, resaltando y proponiendo soluciones innovadoras para incidir... Continuar Leyendo
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Sísifos: el abandono estatal de quienes usan sustancias psicoactivas

Sísifos, documental que retrata el transcurso de la vida rutinaria en un anexo mexicano, propone discutir el abandono estatal hacia las personas que usan sustancias psicoactivas, un castigo por haber iniciado sus consumos.
27 de septiembre, 2024
Por: Julia Anguiano Rosas

El 06 de septiembre se estrenó Sísifos en la Cineteca Nacional de las Artes. Se trata de un trabajo documental que retrata el transcurso de la vida rutinaria en un anexo mexicano. Una luz en la oscuridad A. C. es el centro de rehabilitación que protagoniza este filme, situado en el estado de Chiapas. Es un centro con más de 20 años de existencia, cuyo fundador es uno de los pioneros en la rehabilitación de hombres de su estado.

Las consecuencias del prohibicionismo hacia el consumo de las sustancias ilegalizadas son complejas. Algunas son evidentes y socialmente reciben nuestro rechazo al manifestarse con violencia. Hay sitios que experimentan desplazamientos forzados o las consecuencias de la militarización de la seguridad pública. Pero esta película propone discutir sobre uno de sus aspectos más sutiles y cotidianos: el abandono estatal hacia las personas que usan sustancias psicoactivas (SPA), un castigo por haber iniciado sus consumos.

En las historias de vida de los usuarios, la violencia se hace presente en sus vidas de manera constante, destacando la ausencia del Estado y el abandono de las instituciones de justicia cuando ellos se convierten en víctimas de delitos. Retratan cómo el desarrollo de usos problemáticos de sustancias está asociado con otras situaciones de riesgo o desventajas sociales. Cuando suben a la tribuna, al no contar con la guía de ningún profesional de la salud mental, los usuarios comparten sus arrepentimientos reforzando la conexión entre sus experiencias de violencia y de consumo de sustancias, atravesándolas por la culpa y perpetuando el estigma hacía sí mismos y entre sus propios compañeros.

A pesar de la falta de orientación adecuada, lugares como Una luz en la oscuridad A. C. logran ser una iglesia, un hogar, un hospital o una escuela en la vida de muchas personas con usos problemáticos de sustancias. Las personas usuarias no suelen ser retratadas como víctimas colaterales de la mal llamada “guerra contra las drogas”, puesto que la narrativa en torno a esta guerra las describe como financiadoras de este conflicto. Sin embargo, la criminalización de sus hábitos de consumo y de la misma portación de sustancias les representa una barrera importante para recibir atención médica en general, obligándoles a formar sus propias estrategias ante la exclusión de los servicios de salud.

Esta desatención hacia la salud de las personas usuarias es lo que ha originado la aparición de cientos de centros de internamiento en el país. Muchos de ellos aún son administrados y organizados por personas no expertas, sin formación médica, psicológica o de cuidados, e incluso sin la comprensión de lo que representan las experiencias de consumo –solo el 46 % de estos centros en el país operan con una licencia vigente–. En el caso de las mujeres, el número de establecimientos existentes y cuyos servicios son gratuitos es casi tres veces menor respecto a los hombres.

Estos centros son prohibicionistas en el sentido de privilegiar el objetivo de la abstinencia por encima de las personas usuarias. Así que no permiten que las personas acudan a sus espacios si utilizan otro tipo de medicamentos para sobrellevar los malestares de la abstinencia o si utilizan alguna otra sustancia, aún llevando consumos casuales y no problemáticos.

sifos nos invita a reflexionar acerca de estas realidades agravadas por las políticas prohibicionistas. Mediante testimonios, el documental captura la precariedad cotidiana que enfrentan los usuarios y cómo la culpa es utilizada como un factor movilizador de cambio en sus trayectorias de consumo. La atención del centro no es ofrecida por personal de salud ni consta de estrategias basadas en evidencia. A los usuarios se les atiende con procesos no certificados, acompañados de ideologías religiosas. Su tratamiento se basa en la fe, en la disciplina y en la búsqueda de redención mediante el servicio.

Aunque esto no es referido por los usuarios de Una luz en la oscuridad A. C., es común que en los centros de internamiento que no se encuentran regulados por el Estado, el maltrato y la tortura sean empleados como mecanismos de control para evitar el consumo. Cuando las experiencias de internamiento son involuntarias, o éstas ocurren en un centro que emplea la violencia física y emocional, lograr la abstinencia a base de violencia psicológica empeora el estado de salud de la persona y eventualmente su consumo.

Tratándose de mujeres usuarias, la posibilidad de vivir violencia sexual en estos centros se multiplica. Al igual que la probabilidad de que sean ingresadas en contra de su voluntad sobre todo cuando son menores de edad –cuando son mayores, sobre todo si son madres o están a cargo de su familia, sus responsabilidades de cuidado suelen impedir que accedan a estos servicios o que prolonguen el ocultamiento de sus consumos–, exponenciando las consecuencias del internamiento a lo largo de la vida.

Desde una perspectiva de salud pública, se argumenta que es necesario abandonar las estrategias prohibicionistas y centradas en la abstinencia del uso de sustancias debido a los resultados perjudiciales que estas prácticas están trayendo consigo. Por un lado, las posturas estigmatizantes por parte del personal de salud representan el principal obstáculo para las personas usuarias que necesitan acceder a un tratamiento. La misma interrupción de la abstinencia puede poner fin a sus oportunidades de continuar el uso de los servicios, al plantearse como un motivo de expulsión de los tratamientos.

Por otro lado, retrasar la búsqueda de ayuda ante el consumo por miedo a sufrir represalias, aumenta la carga de los servicios de urgencias al abstenerse de intervenir oportunamente en el desarrollo de los consumos problemáticos. El mismo sistema de salud permite que éstos progresen. La limitada cobertura de servicios, sumada a la poca inversión pública destinada a la atención del uso de sustancias, ocasiona que entidades privadas y no gubernamentales absorban esta demanda sin supervisión profesional.

sifos refleja un ciclo de violencia, en el cual el ocultamiento de los consumos no favorece ni a los diagnósticos de las personas usuarias ni a sus entornos sociales, pero también deja abierto un llamado a la acción. Nos invita a cuestionar las narrativas que rodean la “guerra contra las drogas” y que deshumanizan a quienes consumen sustancias en un contexto de ilegalidad. Es urgente cambiar este paradigma desde los ámbitos sociales, institucionales y médicos para atender los usos de sustancias desde una perspectiva ética y de salud. Requerimos estrategias más acertadas y realistas para proteger la salud de las personas. La guerra contra las drogas debe dejar de ser una guerra contra las personas.

* Julia Anguiano Rosas es licenciada en Políticas Públicas por el CIDE y está interesada en la comprensión del uso de sustancias psicoactivas desde una perspectiva de género, clase y de derechos humanos. Actualmente es responsable de investigación del Instituto RIA.

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Imagen BBC
La costosa casa del nazi Joseph Goebbels, en las afueras de Berlín, que decidieron regalar porque nadie la quiere
6 minutos de lectura

La antigua casa de campo del líder nazi Joseph Goebbels es un lastre para el Estado, demasiado costosa para restaurar además de sus vínculos con un pasado funesto.

13 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
0

¿Qué hacer con una otrora gran casa de campo, construida en un terreno de unas 17 hectáreas a la orilla de un idílico lago, pero tristemente vinculada a uno de los personajes más macabros de la historia?

La propiedad está abandonada desde el año 2000, le cuesta al Estado un dineral mantenerla y nadie la quiere comprar.

¿La única opción? Regalarla.

Esa es la más reciente propuesta de las autoridades del estado de Berlín para deshacerse de lo que fue el retiro veraniego de Joseph Goebbels, el ministro de propaganda nazi de Adolf Hitler.

“Se la ofrezco a quien quiera hacerse del lugar, tomarla como un regalo del Estado federado de Berlín”, declaró en mayo el ministro de Finanzas, Stefan Evers, ante el Parlamento estatal.

Apodada por Goebbels como “Villa Bogensee”, por el lago aledaño que queda unos 15 kilómetros al norte del área metropolitana de Berlín, la propiedad decaída y abandonada se ha vuelto un lastre económico para el gobierno local, que debe pagar por su mantenimiento y seguridad.

No obstante, sigue siendo un sitio de atracción para algunos visitantes que se abren paso por entre la maleza para atisbar por entre los ventanales lo que fue una lujosa mansión con decenas de habitaciones

La casa de campo de Goebbels en Bogensee
Getty Images
La mansión contaba con 40 habitaciones y una sala de cine.

Por la preocupación de que el triste legado del lugar pueda atraer a grupos extremistas, las autoridades quieren la propiedad sea destinada a trabajar con fines sociales

Una organización que representa a judíos europeos propone convertirla en un centro de comunicación y psicología política y combatir discursos de odio.

De no encontrar una solución satisfactoria, su destino podría ser la completa demolición y allanamiento del área, para las cuales ya está preparado el gobierno local, según Stefan Evers.

La historia de la villa en Bogensee

Joseph Goebbels fue uno de los aliados más cercanos a Hitler. Ocupó el cargo de ministro de Propaganda nazi y brevemente canciller del Tercer Reich. Era un demagogo conocido por sus dotes de orador que utilizó para difundir su ideología antisemita y de guerra total.

Bogensee, un lago ovalado en el estado alemán de Brandemburgo y rodeado de un parque natural, fue dedicado a Goebbels por la administración de la ciudad de Berlín en 1936, cuando el dirigente nazi cumplió 39 cumpleaños.

El lugar contaba con una lujosa mansión que el ministro remodeló para incluir unas 40 habitaciones, decenas de aposentos para huéspedes y servicio, aire acondicionado, planta de tratamiento de agua, una sala privada de cine de 100 metros cuadrados y hasta un búnker.

Fue un retiro campestre para él, su esposa y seis hijos. Alejado de Berlín, en la soledad del bosque, el ministro de Propaganda se deleitaba en poder trabajar y leer en silencio sin recibir llamadas telefónicas ni correspondencia, según escribió en su diario.

Joseph Goebbels dando un discurso en su uniforme nazi
Getty Images
Goebbels, considerado la mano derecha de Hitler, era un gran orador y en sus discursos promovía con eficacia la ideología nazi.

Pero la villa también fue sede de veladas sociales con líderes nazis, artistas y actores. Goebbels, que tenía la reputación de poseer un gran apetito sexual, supuestamente utilizó el lugar como “nido de amor” para su relaciones secretas.

Al final de la guerra, cuando Goebbels se suicidó con su esposa -tras envenenar a sus seis hijos- el área de Bogensee fue ocupada por el Ejército Rojo por casi un año y luego sirvió temporalmente como un hospital militar.

Durante el período en que Alemania estuvo dividida, los predios fueron tomados por el ala de las juventudes del Partido Comunista de Alemania Oriental, que estableció una escuela de liderazgo con un centro de entrenamiento y varios bloques residenciales.

Tras la reunificación alemana en 1990, el complejo regresó a ser propiedad del estado federal de Berlín, pero la ciudad capital no pudo darle un uso.

Una clase en la escuela de las juventudes del Partido Comunista de Alemania Oriental en la villa de Bogensee
Getty Images
Alemania Oriental convirtió el lugar en una escuela para las juventudes del Partido Comunista.

¿Qué hacer con un lugar ensombrecido por el pasado?

En 2015, se fundó una asociación de desarrollo para preservar el edificio y usarlo como una academia internacional con miras a la educación en las áreas de crisis. Pero el proyecto se abandonó y la ciudad desistió de querer readaptarla o siquiera venderla.

En las afueras de lo que fue la lujosa villa, la maleza ha crecido alrededor de la mansión, impidiendo el paso a la sala de cine donde Goebbels proyectó sus películas de propaganda.

Las telarañas cubren las ventanas de los cuartos, las vigas de soporte se están cayendo y el polvo se ha apoderado de los salones.

El mantenimiento de la propiedad le cuesta al gobierno local unos US$300.000 al año, tan solo para evitar que se derrumbe completamente.

Los techos con pintura pelada en la mansión de Bogensee
Getty Images
El edificio está muy deteriorado y su restauración tendría un costo muy alto.

La restauración no sólo sería un proyecto sumamente costoso, sino que abriría toda una lata de gusanos en torno a la polémica de cuánto conservar de la historia nazi de Alemania al tiempo que las nuevas generaciones no quieren sepultar el pasado, por oscuro y complejo que sea.

Esas son las consideraciones que crean el dilema para las autoridades de qué hacer con este patrimonio.

“La historia del lugar es precisamente la razón por la que Berlín nunca dejaría esta construcción en manos privadas donde existiría el riesgo de que pudiera ser mal utilizada”, expresó el ministro Stefan Evers.

Propuesta inesperada

Tras los comentarios de exasperación hechos ante parlamentario estatal por Evers en mayo pasado, que ofreció regalar la mansión y el terreno, hubo una oleada de posibles prospectores de todo el mundo, informó el diario The New York Times.

Hubo indagaciones hechas por un dermatólogo que quería abrir un centro de cuidados de la piel, así como de varios especuladores inmobiliarios, según expresó Evers al diario. Pero ninguno de estos fue considerado apto, señaló el político.

Un grupo de extrema derecha llamado el movimiento Reichsbürger, del que algunos de sus miembros enfrentan un juicio por tratar de derrocar el gobierno, también hizo indagaciones que fueron rápidamente rechazadas.

 El ministro de Finanzas del estado de Berlín, Stefan Evers
Getty Images
El ministro de Finanzas del estado de Berlín, Stefan Evers, ofreció regalar la mansión a quien tenga una propuesta apropiada.

Sin embargo, una de las propuestas más interesantes vino de uno de los lugares más inesperados.

La Asociación Judía Europea (EJA, por sus siglas en inglés) que representa a cientos de comunidades judías en ese continente, expresó interés en explorar la posibilidad de convertir el lugar en un centro de libre expresión y combate contra el discurso del odio.

El presidente de la EJA, el rabino Menachem Margolin, le escribó una carta al ministro berlinés, expresando su oposición a que la antigua villa de Goebbels fuera demolida, proponiendo convertirla en un centro de estudios para combatir todo tipo de odio.

“Convirtamos ese predio que propagaba la maldad absoluta en una fuente para propagar el bien. Sería una importante victoria moral”, escribió el rabino Margolin.

Evers respondió que el gesto es digno de atención, pero indicó que el asunto es de financiación y el gobierno estatal está preparado para seguir adelante con la demolición si no se encuentra la solución adecuada.

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BBC

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