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Prohibicionismo: sin salida a la violencia y narcotráfico
Innovaciones en políticas de drogas
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El Instituto RIA genera investigación de alto nivel, resaltando y proponiendo soluciones innovadoras para incidir... Continuar Leyendo
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Prohibicionismo: sin salida a la violencia y narcotráfico

El modelo prohibicionista y punitivista bajo el que vivimos nos ha traído más violencia, detenciones arbitrarias, desapariciones, encarcelamientos innecesarios y militarización como únicos resultados.
28 de agosto, 2024
Por: Paola Rodríguez

Viví durante casi 5 años en un pueblo pequeño de Chiapas. De venir de la monstruosa Ciudad de México a este lugar rodeado de montañas y sus 15,000 habitantes, pasé a la sorpresa de poder caminar por el pueblo en la madrugada y sentirme segura, confiar en las personas de mi cuadra, explorar la tranquilidad de lo aislado. Esta tranquilidad duró hasta hace poco más de un año y medio. La paz se fue transformando de forma gradual en rumores, personas desconocidas que transitaban por las calles, hasta convoyes de más de 15 camionetas abarrotadas con personas armadas.

En julio de este año estuve en este pueblo por última vez y las miradas tímidas y el silencio durante las tardes me hicieron saber que ya todo era distinto. Mis seres queridos me actualizan sobre la situación, y es difícil dimensionar cómo este lugar que para mí fue como un santuario, se fragmenta. La impotencia me inunda.

La presencia de estos grupos y los constantes sonidos de detonaciones de fuego no son lo único. También se ha vuelto parte de la cotidianidad el tránsito de camionetas del ejército, la guardia nacional y la policía municipal. Sin embargo, su presencia sólo ha traído más incertidumbre e inseguridad. Recordemos que la militarización de nuestro país ha causado graves violaciones a los derechos humanos, desde detenciones arbitrarias, tortura, abuso sexual, hasta desapariciones forzadas.

Entre 2006 y 2019, dos tercios de las violaciones graves a derechos humanos fueron cometidas por las fuerzas armadas, y durante 2020, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) recibió 359 quejas hacia la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y 350 hacia la Guardia Nacional por violaciones a los derechos humanos.

“Se siente como que me están arrebatando mi hogar”, me dijo uno de mis amigos cercanos. Una buena parte de su familia, que durante generaciones había vivido en una pequeña comunidad en Chiapas, migró a los Estados Unidos ante la explosión de violencia y amenazas en el estado. Esta experiencia no fue única, sino que se ha multiplicado en toda la región.

Cerca del pueblo donde viví, una comunidad entera fue desplazada debido a la presencia y conflictos de grupos de crimen organizado y grupos militares. En otra comunidad un poco más lejana, amenazaron a todos los hombres para organizar un retén no oficial con el fin de impedir el paso al ejército nacional. También se encontró más de una decena de cuerpos en zonas aledañas, algunos de ellos que hasta la fecha continúan abandonados en el lugar de los hechos. Historias como estas se han replicado durante décadas por todo México y ahora llegan a Chiapas.

Lejos de abordar con sensacionalismo las desafortunadas situaciones que enfrenta el sur del país, traigo a la conversación estas situaciones complejas que no dependen de hechos aislados, sino que son parte de un sistema y una serie de problemáticas históricas que no han sido abordadas con una perspectiva de derechos humanos, y para no dejar de hablar de las personas que se han visto afectadas por la situación de violencia en el sur del país. Honrarles es lo mínimo que les debemos.

Gustavo Petro, presidente de Colombia afirmó hace casi un mes: “Si mañana la cocaína es legal, se acaba la guerra en Colombia”. Y si bien no es tan simple como eso, sí que es verdad que la regulación legal de muchas sustancias psicoactivas podría comenzar a cambiar el panorama de violencia para los países latinoamericanos.

El modelo prohibicionista y punitivista bajo el que vivimos nos ha traído más violencia, detenciones arbitrarias, desapariciones, encarcelamientos innecesarios y militarización como únicos resultados. En 2018, 28,910 personas estaban privadas de la libertad por delitos relacionados con las drogas, de las cuales 80.4 % eran por “narcomenudeo” y 19.5 % por narcotráfico. Si bien existe una tabla de orientación de dosis máximas que las personas pueden portar en México, estas cantidades son muy bajas, lo que propicia que personas usuarias, portadoras de sustancias para uso personal, sean criminalizadas.

Durante el inicio del sexenio de AMLO, y como parte del Plan Nacional de Paz y Seguridad, se vislumbraban ideas prometedoras que parecían estar encaminadas hacia la despenalización de algunas sustancias y una postura crítica ante el prohibicionismo. Sin embargo, hoy en día nos seguimos encontrando con un país prohibicionista, militarizado y violento. Los planes de reformar las políticas de drogas en México no avanzaron como se esperaba.

Sin embargo, este tipo de enfoques alternativos no sólo se tratan de legalización; son los enfoques informativos para las personas usuarias, la desestigmatización y no-discriminación, los derechos de las personas cultivadoras, la eliminación de la violencia, el reclutamiento forzado, entre muchos otros factores, lo que constituye realmente una nueva perspectiva respecto a las sustancias psicoactivas y nuestro país.

La guerra contra las drogas en México ha convertido comunidades enteras en campos de batalla, en los que la esperanza y el miedo coexisten en un frágil equilibrio. Los pueblos se enfrentan a una punzante invasión a su realidad, donde las amenazas y la sangre se vuelven cotidianas. Palabras como “justicia” o “seguridad” carecen de valor y sentido al encontrarnos con una inmensa incertidumbre y terror; la aplastante impotencia de no poder proteger a quienes se ama; el enmarañado laberinto que es la violencia en nuestro país y toda América Latina.

Urge generar estrategias alternativas a la prohibición y a la violencia. La paz y tranquilidad de los pueblos ya no pueden esperar más; la indiferencia no debe ser la norma y las condiciones de violencia a lo largo y ancho del país son indignas e inhumanas. Necesitamos asegurar la reparación de daños a las comunidades vulneradas: desde las comunidades cultivadoras, personas usuarias, población privada de la libertad, familiares de personas desaparecidas, y comunidades que habitan en territorios en disputa.

* Paola Rodríguez es Diseñadora Multidisciplinaria por el INBA y maestra en Prácticas de Desarrollo de Regis University. Le apasiona compartir información sobre políticas de drogas y modelos de reducción de riesgos y daños por uso de sustancias, así como dignificar a las personas usuarias en sus distintas interseccionalidades. Actualmente es encargada de Comunicación y Redes Sociales en Instituto RIA.

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Imagen BBC
La costosa casa del nazi Joseph Goebbels, en las afueras de Berlín, que decidieron regalar porque nadie la quiere
6 minutos de lectura

La antigua casa de campo del líder nazi Joseph Goebbels es un lastre para el Estado, demasiado costosa para restaurar además de sus vínculos con un pasado funesto.

13 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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¿Qué hacer con una otrora gran casa de campo, construida en un terreno de unas 17 hectáreas a la orilla de un idílico lago, pero tristemente vinculada a uno de los personajes más macabros de la historia?

La propiedad está abandonada desde el año 2000, le cuesta al Estado un dineral mantenerla y nadie la quiere comprar.

¿La única opción? Regalarla.

Esa es la más reciente propuesta de las autoridades del estado de Berlín para deshacerse de lo que fue el retiro veraniego de Joseph Goebbels, el ministro de propaganda nazi de Adolf Hitler.

“Se la ofrezco a quien quiera hacerse del lugar, tomarla como un regalo del Estado federado de Berlín”, declaró en mayo el ministro de Finanzas, Stefan Evers, ante el Parlamento estatal.

Apodada por Goebbels como “Villa Bogensee”, por el lago aledaño que queda unos 15 kilómetros al norte del área metropolitana de Berlín, la propiedad decaída y abandonada se ha vuelto un lastre económico para el gobierno local, que debe pagar por su mantenimiento y seguridad.

No obstante, sigue siendo un sitio de atracción para algunos visitantes que se abren paso por entre la maleza para atisbar por entre los ventanales lo que fue una lujosa mansión con decenas de habitaciones

La casa de campo de Goebbels en Bogensee
Getty Images
La mansión contaba con 40 habitaciones y una sala de cine.

Por la preocupación de que el triste legado del lugar pueda atraer a grupos extremistas, las autoridades quieren la propiedad sea destinada a trabajar con fines sociales

Una organización que representa a judíos europeos propone convertirla en un centro de comunicación y psicología política y combatir discursos de odio.

De no encontrar una solución satisfactoria, su destino podría ser la completa demolición y allanamiento del área, para las cuales ya está preparado el gobierno local, según Stefan Evers.

La historia de la villa en Bogensee

Joseph Goebbels fue uno de los aliados más cercanos a Hitler. Ocupó el cargo de ministro de Propaganda nazi y brevemente canciller del Tercer Reich. Era un demagogo conocido por sus dotes de orador que utilizó para difundir su ideología antisemita y de guerra total.

Bogensee, un lago ovalado en el estado alemán de Brandemburgo y rodeado de un parque natural, fue dedicado a Goebbels por la administración de la ciudad de Berlín en 1936, cuando el dirigente nazi cumplió 39 cumpleaños.

El lugar contaba con una lujosa mansión que el ministro remodeló para incluir unas 40 habitaciones, decenas de aposentos para huéspedes y servicio, aire acondicionado, planta de tratamiento de agua, una sala privada de cine de 100 metros cuadrados y hasta un búnker.

Fue un retiro campestre para él, su esposa y seis hijos. Alejado de Berlín, en la soledad del bosque, el ministro de Propaganda se deleitaba en poder trabajar y leer en silencio sin recibir llamadas telefónicas ni correspondencia, según escribió en su diario.

Joseph Goebbels dando un discurso en su uniforme nazi
Getty Images
Goebbels, considerado la mano derecha de Hitler, era un gran orador y en sus discursos promovía con eficacia la ideología nazi.

Pero la villa también fue sede de veladas sociales con líderes nazis, artistas y actores. Goebbels, que tenía la reputación de poseer un gran apetito sexual, supuestamente utilizó el lugar como “nido de amor” para su relaciones secretas.

Al final de la guerra, cuando Goebbels se suicidó con su esposa -tras envenenar a sus seis hijos- el área de Bogensee fue ocupada por el Ejército Rojo por casi un año y luego sirvió temporalmente como un hospital militar.

Durante el período en que Alemania estuvo dividida, los predios fueron tomados por el ala de las juventudes del Partido Comunista de Alemania Oriental, que estableció una escuela de liderazgo con un centro de entrenamiento y varios bloques residenciales.

Tras la reunificación alemana en 1990, el complejo regresó a ser propiedad del estado federal de Berlín, pero la ciudad capital no pudo darle un uso.

Una clase en la escuela de las juventudes del Partido Comunista de Alemania Oriental en la villa de Bogensee
Getty Images
Alemania Oriental convirtió el lugar en una escuela para las juventudes del Partido Comunista.

¿Qué hacer con un lugar ensombrecido por el pasado?

En 2015, se fundó una asociación de desarrollo para preservar el edificio y usarlo como una academia internacional con miras a la educación en las áreas de crisis. Pero el proyecto se abandonó y la ciudad desistió de querer readaptarla o siquiera venderla.

En las afueras de lo que fue la lujosa villa, la maleza ha crecido alrededor de la mansión, impidiendo el paso a la sala de cine donde Goebbels proyectó sus películas de propaganda.

Las telarañas cubren las ventanas de los cuartos, las vigas de soporte se están cayendo y el polvo se ha apoderado de los salones.

El mantenimiento de la propiedad le cuesta al gobierno local unos US$300.000 al año, tan solo para evitar que se derrumbe completamente.

Los techos con pintura pelada en la mansión de Bogensee
Getty Images
El edificio está muy deteriorado y su restauración tendría un costo muy alto.

La restauración no sólo sería un proyecto sumamente costoso, sino que abriría toda una lata de gusanos en torno a la polémica de cuánto conservar de la historia nazi de Alemania al tiempo que las nuevas generaciones no quieren sepultar el pasado, por oscuro y complejo que sea.

Esas son las consideraciones que crean el dilema para las autoridades de qué hacer con este patrimonio.

“La historia del lugar es precisamente la razón por la que Berlín nunca dejaría esta construcción en manos privadas donde existiría el riesgo de que pudiera ser mal utilizada”, expresó el ministro Stefan Evers.

Propuesta inesperada

Tras los comentarios de exasperación hechos ante parlamentario estatal por Evers en mayo pasado, que ofreció regalar la mansión y el terreno, hubo una oleada de posibles prospectores de todo el mundo, informó el diario The New York Times.

Hubo indagaciones hechas por un dermatólogo que quería abrir un centro de cuidados de la piel, así como de varios especuladores inmobiliarios, según expresó Evers al diario. Pero ninguno de estos fue considerado apto, señaló el político.

Un grupo de extrema derecha llamado el movimiento Reichsbürger, del que algunos de sus miembros enfrentan un juicio por tratar de derrocar el gobierno, también hizo indagaciones que fueron rápidamente rechazadas.

 El ministro de Finanzas del estado de Berlín, Stefan Evers
Getty Images
El ministro de Finanzas del estado de Berlín, Stefan Evers, ofreció regalar la mansión a quien tenga una propuesta apropiada.

Sin embargo, una de las propuestas más interesantes vino de uno de los lugares más inesperados.

La Asociación Judía Europea (EJA, por sus siglas en inglés) que representa a cientos de comunidades judías en ese continente, expresó interés en explorar la posibilidad de convertir el lugar en un centro de libre expresión y combate contra el discurso del odio.

El presidente de la EJA, el rabino Menachem Margolin, le escribó una carta al ministro berlinés, expresando su oposición a que la antigua villa de Goebbels fuera demolida, proponiendo convertirla en un centro de estudios para combatir todo tipo de odio.

“Convirtamos ese predio que propagaba la maldad absoluta en una fuente para propagar el bien. Sería una importante victoria moral”, escribió el rabino Margolin.

Evers respondió que el gesto es digno de atención, pero indicó que el asunto es de financiación y el gobierno estatal está preparado para seguir adelante con la demolición si no se encuentra la solución adecuada.

Línea
BBC

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