El consumo de sustancias psicoactivas es un tema cargado de estigma. Éste se alimenta de mitos y desinformación sobre los efectos de los consumos, y de estereotipos sobre los daños que pueden producir, reduciendo el espectro de experiencias posibles; además, dichas narrativas están profundamente marcadas por los roles de género tradicionales.
En muchos ámbitos, se ha esperado que las mujeres actúen bajo cánones morales que se traducen en culpa, contención y autocontrol. Mientras que a los hombres se les ha permitido, e incluso celebrado, el explorar el placer y los límites en sus diversas expresiones, incluyendo prácticas y conductas de alto riesgo.
Este hecho se presenta como una doble moral, cuyo patrón se repite en otros ámbitos de la vida, niega la autonomía corporal de las mujeres y busca limitar sus posibilidades de vivir una mayor diversidad de experiencias.
Así que aunque se trata de un aspecto que forma parte del derecho a la autodeterminación, al utilizar sustancias psicoactivas las mujeres suelen ser más cuestionadas, rechazadas en mayor medida.
El estigma hacia las mujeres que consumen sustancias psicoactivas ha evolucionado a lo largo del tiempo, aunque persisten muchos de sus prejuicios y desigualdades. Por un lado, las mujeres son percibidas como promiscuas, irresponsables o inmorales, y sobre todo al tratarse de mujeres que son madres, sus consumos son socialmente castigados.
Tenemos pendiente subsanar deudas históricas en la garantía de los derechos de las mujeres consumidoras, quienes solemos enfrentar más obstáculos. Por ejemplo, el derecho a la salud se encuentra limitado al no contar con una oferta de servicios específicos que consideren las tareas de cuidado. Aunado a ello, hay una falta de apoyo de sus familias y, en algunos casos, no pueden acceder a atención oportuna debido a la influencia de sus parejas.
Hablar sobre los consumos de sustancias no es únicamente una cuestión de salud o de política, sino de humanidad. La prohibición de ciertas sustancias psicoactivas continúa dejando una huella profunda y dolorosa en el mundo, afectando a comunidades enteras, ocasionando ciclos de injusticia y propiciando el consumo sin información, sin apoyo y con estigma. Por lo que es imperativo colocar el tema de las drogas sobre la mesa, y no olvidar a las mujeres al hacerlo.
En este contexto, surge el podcast Mujeres Psicoactivas, un proyecto de Antifaz e Instituto RIA que compila narrativas poco exploradas: mujeres latinoamericanas que han encontrado en las sustancias psicoactivas una forma de autoconocimiento, placer y bienestar.
A través de historias personales, el podcast nos invita a reflexionar sobre cómo las mujeres pueden mantener una relación saludable y consciente con estas sustancias, desafiando muchos de los estigmas y estereotipos relacionados a las personas usuarias. El contenido no es una apología al consumo, sino experiencias personales basadas en autocuidado, reducción de riesgos y gestión de placeres.
Marcela de Colombia, Brenda de México, Rebeca de Brasil, y Tania de Uruguay nos hablan sobre el rol que han tomado las sustancias psicoactivas en sus vidas, y derriban los mitos e ideas preconcebidas basadas en la misoginia y el racismo.
Desde Instituto RIA y Antifaz, el desarrollo de estos contenidos también significó adentrarnos en las historias de cada una de estas mujeres, sentir la rabia que ellas sintieron, la tristeza que las ha recorrido, pero también la esperanza que vive en ellas – una de las razones por las que cuentan sus historias.
Escuchar las historias de estas mujeres es sólo una pequeña parte del largo camino hacia la desestigmatización, y que puede orillarnos a revisitar nuestras propias historias, invitar a dialogar abiertamente, o simplemente transformar nuestros prejuicios
Cada semana se estrenará un nuevo episodio, puedes escucharlos aquí.
* Julia Anguiano Rosas es licenciada en Políticas Públicas por el Centro de Investigación y Docencias Económicas (CIDE), en donde también se desempeñó como asistente de investigación. Actualmente es responsable de investigación del Instituto RIA. Pol Rodríguez es Diseñadora Multidisciplinaria por el INBA y maestra en Prácticas de Desarrollo de Regis University. Le apasiona compartir información sobre políticas de drogas y modelos de reducción de riesgos y daños por uso de sustancias, así como dignificar a las personas usuarias en sus distintas interseccionalidades. Actualmente es encargada de Comunicación y Redes Sociales en Instituto RIA.
Zamora, que destapó importantes casos de corrupción, denuncia una persecución política por parte de la fiscalía guatemalteca.
Un juez de Guatemala ordenó este lunes el regreso a prisión preventiva de José Rubén Zamora, un laureado periodista al que fiscales acusan de lavado de dinero en un proceso ampliamente señalado como una persecución política.
Zamora, fundador del desaparecido diario El Periódico en el que destapó importantes casos de corrupción, calificó la resolución como “arbitraria” durante su comparecencia en el tribunal.
También afirmó que el juez no tenía otra opción: “Lo dejaron acorralado, sin salida”, declaró”.
La orden del magistrado llegó después de que un tribunal superior revocara la medida de arresto domiciliario que se le había concedido previamente.
El periodista, que durante sus más de 40 años de carrera había recibido constantes amenazas y ataques, entró en prisión preventiva en julio de 2022, acusado de lavado de dinero por la venta de un cuadro por valor de unos US$30.000.
En junio de 2023 lo condenaron a seis años de prisión, pero un tribunal de apelaciones revocó la sentencia por errores en el proceso y está a la espera de un nuevo juicio.
El 18 de octubre del año pasado, cuando llevaba 813 días entre rejas, un juez dictó que José Rubén Zamora pasara a arresto domiciliario al considerar que no tenía sentido mantenerlo en prisión preventiva.
Un mes después el tribunal superior ordenó su regreso a la cárcel, pero los abogados de Zamora habían logrado retrasar la aplicación del fallo en los últimos meses.
Zamora aseguró haber sufrido torturas durante su estancia de más de dos años en prisión y denunció ser víctima de un montaje a cargo del Ministerio Público.
Este organismo está liderado por la fiscal Consuelo Porras y su mano derecha, el fiscal Rafael Curruchiche.
Ambos figuran en las listas de “actores corruptos” de Estados Unidos y la Unión Europea por presuntamente usar la justicia para beneficiar a aliados y perseguir a disidentes desde el anterior gobierno del presidente Alejandro Giammattei.
El periodista guatemalteco había destapado varias tramas corruptas vinculadas al expresidente Giammattei, entre ellas la presunta concesión de una explotación minera a una empresa rusa mediante sobornos.
La fiscalía guatemalteca sostiene que el proceso contra Zamora está completamente desvinculado de su actividad periodística, pero en la comunidad internacional se considera ampliamente una represalia y un intento de amordazarlo.
Amnistía Internacional considera las causas contra él “infundadas”, en línea con otras organizaciones internacionales.
Estas han denunciado en los últimos años una campaña represiva del anterior gobierno y los fiscales contra funcionarios, jueces y medios de comunicación independientes, con decenas de ellos en la cárcel o en el exilio.
El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, también considera que Zamora es víctima de una persecución política de la fiscalía.
Arévalo, que asumió el cargo en enero de 2024, mantiene un tenso enfrentamiento con el Ministerio Público, dominado aún por los citados fiscales afines a Giammattei que han tratado de destituirlo del cargo en varias ocasiones.
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