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Hacia el nuevo salario mínimo, prioridad: erradicar salarios de pobreza
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4 minutos de lectura

Hacia el nuevo salario mínimo, prioridad: erradicar salarios de pobreza

El primer paso urgente para ir a la raíz de la pobreza es aprobar un salario mínimo general suficiente para cubrir el costo de dos canastas básicas: 305 pesos diarios. Este monto permite a la persona que trabaja mantenerse a sí misma y a otra persona dependiente por encima del umbral o línea de pobreza.
24 de octubre, 2024
Por: Acción Ciudadana

La deliberación pública para definir el aumento al salario mínimo del 2025 ya está en curso. Se han pronunciado el nuevo gobierno, algunos sectores de la iniciativa privada y también de la sociedad civil.

La definición se tomará hacia fines del próximo mes y, para aportar a la reflexión, vale la pena echar una mirada a la fotografía del momento actual, principalmente en el sector de la población que hoy se encuentra más rezagado: los que ganan salarios de pobreza, aunque tengan trabajos formales.

Acción Ciudadana Frente a la Pobreza acaba de publicar el Termómetro Salarial, un estudio basado en los datos abiertos el IMSS, mismos que ayudan a visualizar la dimensión de los salarios de pobreza y transitar hacia el salario digno (aquí el estudio completo).

En el contexto general, destaca que de los 22.3 millones de trabajadores que tienen empleo formal registrado en el IMSS, poco más de 8 millones, el 36 % del total, tienen salario de pobreza; es decir, que lo que ganan producto de su trabajo no les alcanza para comprar dos canastas básicas al mes.

Gráfica con el porcentaje de tipos salariales.
Fuente: Elaboración propia con base en IMSS. Datos Abiertos IMSS. Puestos de trabajo registrados el 30 de junio de 2024. Nota: M = millones de personas. La carencia de salario digno es la suma de “salarios de pobreza y de sobrevivencia”.

 

Considerando que en 2018 eran el 54 %, la tendencia sin duda es positiva; sin embargo, el avance podría ser mayor.

Para el Termómetro Salarial, que mide los salarios de puestos de trabajo registrados en el IMSS -es decir, sólo empleos formales del sector privado- se usan tres estratos: los salarios de pobreza, los salarios de sobrevivencia y el salario digno.

Gráfica con la descripción de tipos de salarios que hay en México.
Fuente: Elaboración propia con base en IMSS. Datos Abiertos IMSS. Puestos de trabajo registrados el 30 de junio de 2024. Nota: M = millones de personas. Quienes carecen de salario digno, es la suma de “con salarios de pobreza” más “con salarios de sobrevivencia”.

 

De esta manera, se deduce que los trabajos que carecen de salario digno son la suma de los salarios de pobreza y los de sobrevivencia. En total, 12.4 millones de personas carecen de salario digno: el 56% del total.

Y de ellas, 5.3 millones son mujeres y 4.2 millones son personas jóvenes de 15 a 29 años. Con salarios de pobreza hay 3.3 millones de mujeres y 2.6 millones de personas jóvenes.

Gráfica con el desgloce del sector de población y el tipo de salario que recibe.
Fuente: Elaboración propia con base en IMSS. Datos Abiertos IMSS. Puestos de trabajo registrados el 30 de junio de 2024. Nota: M = millones de personas. Quienes carecen de salario digno, es la suma de “con salarios de pobreza” más “con salarios de sobrevivencia”.

Las fábricas de pobreza

Los salarios de pobreza están en todo tipo de empresas; micro, pequeñas, medianas y grandes.

Pero pongamos la lupa: del total de 22.3 millones de personas que tienen empleo formal registrado en el IMSS, en las grandes y medianas trabajan 15.7 millones, y de ellas, más de la mitad, 8.2 millones, carecen de salario digno. De hecho, la mitad de quienes ganan salarios de pobreza trabajan en empresas grandes y medianas. Son 3.9 millones.

Gráfica con la descripción del tipo de empresas en las que laboran las 3.9 millones de personas con salarios de pobreza.
Fuente: Elaboración propia con base en IMSS. Datos Abiertos IMSS. Puestos de trabajo registrados el 30 de junio de 2024. Nota: M = millones de personas. Quienes carecen de salario digno, es la suma de “con salarios de pobreza” más “con salarios de sobrevivencia”.

 

Las ramas económicas con mayor porcentaje de personas con trabajo formal que carecen de salario digno son la industria restaurantera (89 %), la de servicios personales domésticos (87 %), la fabricación de calzado (82 %) y agricultura (80 %).

Y las de mayor porcentaje con salarios de pobreza son la de servicios personales domésticos (72 %), la industria restaurantera (67 %), la de fabricación de calzado (63 %) y los trabajos realizados por contratistas especializados (61 %).

Por otra parte, los estados con mayor porcentaje de personas con trabajo formal registrado en el IMSS sin salario digno son Sinaloa, Durango y Guerrero (71 %), así como Tlaxcala, Oaxaca y Nayarit (68 %). Y los de mayor porcentaje con salarios de pobreza son Guerrero, Sinaloa, Oaxaca, Nayarit, Michoacán y Tabasco.

Lo inmediato: salario mínimo de $ 305 diarios

Hay que reconocer que en los últimos años el salario mínimo ha tenido aumentos significativos, pero no han sido suficiente. Es cierto que, en gran medida, la reducción de la pobreza de 2018 a 2022 ha sido efecto principalmente de la mejora del ingreso laboral. El trabajo es la vía más efectiva para superar la pobreza.

Sin embargo, pese a que han mejorado los salarios, el trabajo formal no garantiza salario suficiente para superar el umbral de pobreza. Cuando el salario mínimo sea equivalente al costo de dos canastas básicas quedaría erradicada la pobreza salarial, al menos en los trabajos formales registrados en el IMSS.

Actualmente el salario mínimo general está casi en 3,800 mensuales por debajo del salario mínimo de la frontera, casi 126 pesos menos por día. De hecho, el salario mínimo en 45 municipios de la frontera ya supera el costo de 2.5 canastas básicas, que es la meta trazada por la presidenta Claudia Sheinbaum para 2030.

En cambio, al salario mínimo general -que aplica en los 2,400 municipios del resto del país- le faltan alrededor de 1,650 pesos al mes, 55 pesos al día, apenas para cubrir el umbral de pobreza. Para lograr esa primera meta, hay que llevar el salario mínimo general a 305 pesos al día, lo suficiente para erradicar los salarios de pobreza.

El primer paso urgente para ir a la raíz de la pobreza es aprobar un salario mínimo general suficiente para cubrir el costo de dos canastas básicas: 305 pesos diarios. Este monto permite a la persona que trabaja mantenerse a sí misma y a otra persona dependiente por encima del umbral o línea de pobreza.

Las condiciones están dadas para alcanzar esa primera meta en la revisión del salario mínimo para el 2025. Y una vez logrado un salario mínimo suficiente para superar el umbral de pobreza, el paso siguiente es avanzar en que quienes tengan trabajo formal ganen un salario digno y no sólo lo básico para superar la pobreza.

La responsabilidad principal para lograr el salario digno es de las empresas. Al gobierno le corresponde incentivarlo y promoverlo, con políticas públicas que permitan crecimiento económico con equidad, que impulsen el incremento de la productividad vinculado a la mejora de los salarios, que posibiliten la creación de empleos de calidad y la inserción laboral de mujeres y jóvenes.

El salario digno no se impone por decreto, como sí sucede con el salario mínimo. La experiencia en la frontera norte muestra que es posible erradicar los salarios de pobreza, y se puede lograr ya.

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Imagen BBC
Así cambiaron el alfabeto y el lenguaje con la llegada de los españoles a América.
7 minutos de lectura

Para enseñarles el cristianismo y otros conocimientos a los pueblos originarios, los religiosos que vinieron con los conquistadores y colonizadores desarrollaron un método que combinó dibujos y escritura.

12 de octubre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Página del Códice Mendoza donde se habla de la fundación de México
Getty Images
El ‘Códice Mendoza’ es uno de los textos coloniales donde se mezclan pictogramas con escritura alfabética castellana.

Cuando los españoles llegaron al territorio de lo que hoy conocemos como México, existía un sistema de escritura principalmente pictográfico, en el que cada “dibujo” significaba una frase o enunciado completo.

Este sistema era utilizado por las castas gobernantes, principalmente para conservar tradiciones religiosas, discursos, hechos históricos o registros poblacionales y tributarios, entre otros asuntos.

Los amanuenses que conservaban estos libros (normalmente tiras de papel plegadas o lienzos o pieles de animales) aprendían de memoria largos discursos y con la punta del dedo repasaban las figuras para apoyarse y no perder el orden del mensaje que querían transmitir.

Es decir, esta escritura estaba más cerca de lo icónico que de lo ideográfico, más cerca de las pinturas rupestres que de la escritura egipcia o china.

Pintura colonial de un monje bautizando a indígenas
Getty Images
Los primeros religiosos que fueron enviados al Nuevo Mundo a evangelizar a los indígenas terminaron aprendiendo el idioma de éstos para poder llevar adelante su tarea.

Los “12 apóstoles de México”

Formalmente, los primeros evangelizadores españoles llegaron a la ciudad de México en 1524 (los llamados “12 apóstoles de México”).

Eran un pequeño grupo de frailes franciscanos que iniciaron una ingente y titánica obra cristianizadora de los indígenas. A estos les siguieron los dominicos y luego los agustinos.

La labor de las órdenes religiosas no se limitaba a la evangelización. También construyeron pueblos, villas y ciudades, impartieron justicia y fueron consejeros de los funcionarios reales, entre muchas otras actividades.

Por ejemplo, enseñaron a los primeros mexicanos a cultivar las plantas europeas, vestir “a la española”, edificar iglesias, criar animales españoles, labrar acueductos, utilizar el telar europeo y aprender los oficios mecánicos.

Simultáneamente, destruyeron los templos prehispánicos, derrumbaron las esculturas de los dioses, quemaron los libros que mencionamos e hicieron procesos inquisitoriales contra los indios remisos.

Otra página del Códice Mendoza del siglo XVI
Getty Images
Los primeros textos dirigidos a los indígenas se asemejaban más a pinturas rupestres que a lo que consideramos escritura .

Estas actividades pasaban inevitablemente por que los religiosos aprendieran las principales lenguas mesoamericanas. Y así lo hicieron.

En un principio, en la escritura mezclaron los pictogramas y el alfabeto. Por ejemplo, se conserva una interesante transcripción al náhuatl del catecismo ideado por fray Pedro de Gante.

Otros religiosos, quizá deseosos de un mayor acercamiento a los usos y costumbres de los pueblos indígenas, pedían a los copistas que transcribieran en grandes telas, con su sistema, pasajes bíblicos.

Iban de una a otra aldea acompañados de un numeroso séquito de indios ladinos –los llamaron igual que en España llamaban a los judíos y a los musulmanes que se movían entre la cultura propia y la cristiana–, reunían a los pobladores, trepaban en alguna tarima o en algún basamento piramidal en ruinas, mostraban el gran lienzo a los neófitos, señalaban con una vara las imágenes, contaban en español el asunto de la pintura y, finalmente, los ayudantes traducían al náhuatl.

Imagen del letras del alfabeto latino
Getty Images
Los religiosos españoles utilizaron el alfabeto latino para intentar construir la fonética náhuatl.

Idiomas para los evangelizadores

Una nueva dificultad se les presentó cuando tuvieron que enseñar las lenguas indígenas a los evangelizadores que llegaban.

No era deseable, por pesado y dilatado, que las aprendieran de los indígenas (como tuvieron que hacer los primeros).

Así que organizaron escuelas para que los nuevos frailes estudiaran las lenguas originarias. Esto condujo, como un proceso natural y lógico, a dotar al náhuatl, por ejemplo, de un alfabeto. Y el sistema de escritura no fue otro que el usado en el castellano.

Una vez escrita la lengua mexicana con el sistema alfabético que el español recibió del latín, se desató una fiebre escritural muy variada y abundantísima.

Se hicieron libros a la europea (manuscritos primero, impresos después): silabarios, diccionarios, sermonarios, gramáticas, doctrinas, crónicas, anales, informes, pliegos de agravios, etc.

Por fortuna se conservan testimonios de este proceso.

Recuerdo de mis lecturas que los agustinos fundaron una escuela en Tiripitío para enseñar la lengua michoacana. Incluso en Culhuacán, al sur de la ciudad de México, el convento de estos ermitaños tenía un batán en el que fabricaban papel.

Una figura central en este proceso de adquisición del alfabeto latino por el náhuatl es sin duda el franciscano Bernardino de Sahagún. Sus manuscritos, conocidos como Códice florentino en la actualidad, han sido digitalizados para su consulta universal.

Como afirma la estudiosa Alejandra Ortiz Castañares, el Códice Florentino fue “creado para conocer a los mexicas y evangelizarlos. Es uno de los pocos con lenguaje híbrido, en el que la tradición pictográfica indígena se incorpora no sólo como lenguaje, sino también como refuerzo visual del apenas nacido alfabeto latino en náhuatl”.

Imagen de una página del catecismo de Pedro de Gante
Cortesía Biblioteca Nacional de España
El Catecismo de fray Pedro de Gante es otro ejemplo donde se combinó el español con la lengua de los pueblos originarios mexicanos.

Pronunciar en otro idioma

Sin duda, fue una solución muy práctica y útil. Pero los evangelizadores no previeron un problema: las diferencias fonéticas entre la lengua modelo y las americanas.

Por ejemplo, en náhuatl no existía el fonema /ñ/ y las vocales eran tres, no cinco. Y en español no existen los fonemas interdentales laterales. Para solucionar eso, improvisaron usando dos grafías (tl, tz).

Además, había fonemas en español que poco a poco se estaban perdiendo, como la cedilla (/ç/), la doble s, la /sh/ (que se escribía como una X), etc.

Tampoco imaginaron dos consecuencias inesperadas. En primer lugar, la prosodia del español –sus acentos, tonos y entonación– en muchos casos arrastró, por decirlo así, a la prosodia del náhuatl.

Como ejemplo, tenemos la pronunciación de la capital del imperio azteca: Mexico-Tenochtitlan. La primera palabra aludía a la etnia (los mexitin, en oposición a tepanecas, acolhuas chalcas, etc.) y la segunda al lugar mismo, el islote donde se fundó. La primera fue y sigue siendo la más usada.

Su pronunciación sería algo así como meshico –palabra grave, no esdrújula–. El fonema /sh/ existía en español y se escribía como una X, de ahí muxer (musher), oxo (osho) y dixe (dishe). Con el paso de los siglos, este fonema del español se fue suavizando hasta pronunciarse como una jota, y así fue como evolucionó la dicción a mujer, ojo o dije.

Con muchas palabras del náhuatl se dio esta “evolución”. Así se pasó de Xalisco (Shalisco) a Jalisco, de Xalapa (Shalapa) a Jalapa y de México a Méjico. En el siglo XIX muchas grafías de estos topónimos se adoptaron a la nueva pronunciación, excepto México, que la seguimos escribiendo a la vieja usanza pero la pronunciamos a la moderna.

Folio del Código Florentino
Cortesía J. Paul Getty Trust
En el Código Florentino también se utilizaron dibujos y texto para facilitar la enseñanza de la cultura europea y de la religión cristiana a los indígenas.

La segunda consecuencia fue que la pronunciación a la española de las palabras indígenas muchas veces fue adoptada como la forma correcta por los propios indígenas.

Aunque es un fenómeno complejo y de múltiples aristas, estos ejemplos darán una idea al amable lector: de Coliman se pasó a Colima; de Tlalpam a Tlalpan; de Janitzio a Janicho; de Olizapan (Ahuilizapan) a Orizaba y de Cuauhnáhuac primero a Cuedlavaca y, finalmente, a Cuernavaca.

Diremos que hubo palabras que casi quedaron idénticas en esa transición que implicó el mestizaje de las culturas del Nuevo y el Viejo Mundo, mientras que otras locuciones tuvieron una transformación radical. Eso se debió a la facilidad o no de pronunciar esos términos en la nueva lengua dominante.

Como dijo Octavio Paz, lo que entonces pasó no fue un encuentro, sino un encontronazo. Pero no es éste el espacio para hablar de ello. Lo que quiero decir en este breve recuento que ahora hago es que el tema no sólo tiene interés y suma importancia para lingüistas, sino también para literatos, historiadores, antropólogos, sociólogos, etc.

Por desgracia es un espacio muy poco explorado, pero los que hablamos la lengua de Cervantes (vivamos de uno u otro lado del Atlántico) estamos obligados a no permitir que se pierda.

*Ramón Moreno Rodríguez es profesor e investigador en el área de la lengua y las literaturas hispánicas, especialista en narrativa española, de la Universidad de Guadalajara (México). Este artículo apareció en The Conversation. Puedes leer la versión original aquí.

raya gris
BBC
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