
Este año que está a punto de terminar deja al país un logro histórico: por primera vez, en 2026 el salario mínimo será suficiente para superar el umbral de pobreza, con un monto suficiente para cubrir el costo de dos canastas básicas.
Por fin, después de décadas para lograr que el ingreso laboral mínimo contribuya a erradicar los salarios de pobreza, el sector empresarial, el sindical y el gobierno dieron el paso.
Esto no es el punto final, sino parte de un proceso paulatino para que en el 2030 se alcance la meta establecida por el propio gobierno de llevar el salario mínimo al equivalente a 2.5 canastas básicas en acuerdo con el sector empresarial y sindical. Además, permite concentrar el esfuerzo a promover la adopción voluntaria del salario digno por parte de las empresas, que permita a las familias vivir con decoro.
A partir de enero próximo, el salario mínimo mensual será de 9,582 pesos, la canasta básica usada para establecer la línea de pobreza -antes por Coneval y actualmente por el INEGI- es de 4,759 pesos (valor al mes de octubre de este año).
La evolución reciente de los salarios muestra el efecto positivo de la recuperación gradual del salario mínimo general. Hacia mediados de este año, entre las personas que tenían trabajo formal en la iniciativa privada, 29 % de los puestos de trabajo registrados en el IMSS tenían un salario base de cotización inferior al costo de 2 canastas básicas.

El nuevo monto del salario mínimo ya será equivalente al promedio del costo de 2 canastas básicas, con lo cual, durante el próximo año en el país ya no debería haber salarios por debajo del umbral de pobreza.
Una vez fijado el aumento al salario mínimo para 2026, es necesario que el SAT y el IMSS tomen cartas en el asunto en un detalle que, para millones de familias, puede ser significativo: ajustar las tablas de retenciones del ISR y de IMSS que hoy castigan a quienes ganan los salarios más bajos, alrededor del salario mínimo.
Las tasas vigentes retienen 300 pesos o más a quienes ganan montos cercanos al salario mínimo, lo cual es absurdo y contradictorio con la política de recuperación del gobierno federal. Veamos por qué.
La Ley Federal del Trabajo y la Ley del IMSS son muy claras: el salario mínimo no es sujeto de retenciones a quienes lo perciben. Las personas que ganan salario mínimo lo deben recibir íntegro.
Sin embargo, las personas que ganen ¡tan sólo un peso más! sí son sujetos de retenciones, tanto del ISR como del IMSS, pues las tablas vigentes del IMSS y del SAT establecen una retención que puede significar, al menos, 300 pesos de deducciones.
El salario mínimo ha venido aumentando desde 2017, pero resulta que las tablas de retenciones en sus “rangos” no se actualizaron. En el caso del ISR, por ejemplo, el “límite inferior” de los 3 primeros niveles está por debajo del salario mínimo legal.

La situación es absurda en perjuicio de las personas trabajadoras con los salarios más bajos. Veamos un ejemplo con datos de este año que aplica las retenciones vigentes de ISR y del IMSS, donde se muestra que una persona que gane al mes un peso más que el salario mínimo, recibe en realidad 321 pesos menos, aun aplicando el subsidio al empleo.

Como se ve en la tabla, la actualización de las tablas de retenciones es urgente para no castigar los salarios más bajos. Para ir más allá y contribuir a mejorar los salarios de quienes menos ganan, los límites exentos deben ser más altos.
La propuesta de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza es que los salarios inferiores a 13,400 pesos al mes estén exentos de retenciones, tanto de ISR como de la cuota del trabajador al IMSS. Tampoco se trata de cargar a patrones el pago de las cuotas del trabajador. Se trata de exentar de retenciones de ISR y aportaciones de IMSS a quienes ganan los salarios más bajos.
De esa manera, las personas con los salarios más bajos podrían recibir el monto completo erogado por las entidades patronales. No estamos hablando de las contribuciones o impuestos patronales, únicamente de las retenciones a los salarios y las contribuciones de las y los trabajadores.
Esta medida es congruente con el sentido de la Ley Federal del Trabajo que exenta al salario mínimo de deducciones. Es un complemento indispensable de la política de recuperación salarial emprendida en el gobierno anterior y continuada en el presente.
El beneficio de la actualización de ambas tablas, tanto la del ISR como la del IMSS, sería directamente para las personas trabajadoras de menor ingreso y contribuye a mejorar sus ingresos por trabajo, lo cual ayuda a mantener la tendencia de reducción de la pobreza.
Había estudios hace algunos años sobre el impacto recaudatorio de exentar los salarios más bajos. Hay que actualizarlos y medir el efecto, considerando tanto el efecto social como el económico al ampliar la capacidad de consumo de quienes menos ganan. En el caso del IMSS habría que ver las fuentes alternativas para subsidiar el monto que se deje de captar, sin cargarlo directa y simplemente al empleador.
Ya se pudo llevar al salario mínimo al nivel para superar el umbral de pobreza, ahora la tarea está en la cancha del SAT y el IMSS para garantizar la fortaleza del ingreso.

Un análisis de los detalles clave de la nueva estrategia de seguridad nacional del gobierno de Trump y sus implicaciones para Europa, América Latina y el mundo.
La Estrategia de Seguridad Nacional del gobierno de Donald Trump ha generado alarma entre los aliados más cercanos de Estados Unidos y marca un alejamiento dramático de los principios fundamentales de la política exterior estadounidense de décadas.
El documento de 33 páginas, divulgado por el gobierno hace unos días, presenta el mundo primordialmente como un escenario económico, resaltando los acuerdos bilaterales y el nacionalismo económico por encima del multilateralismo y la promoción de la democracia.
La estrategia refleja las “cepas más ideológicas” del gobierno de Trump, comentó el corresponsal de BBC News en el Departamento de Estado, Tom Bateman, en el podcast The Global Story del Servicio Mundial de la BBC.
Esta también tiene implicaciones para América Latina, tanto en cómo se relaciona Washington con los cada vez más numerosos gobiernos de derecha, hasta la nueva versión de la Doctrina Monroe, que reafirma a la región como el “patio trasero” de EE.UU.
Igualmente impactante es lo que el documento omite, sin casi una sola crítica hacia adversarios tradicionales como Rusia y China.
En cambio, reserva el lenguaje más cargado para con Europa, lo que dio pie a la preocupación a lo largo de las capitales europeas.
Mientras que anteriores estrategias de seguridad nacional tendían a reafirmar los valores y prioridades compartidos de EE.UU. con los países europeos, este documento toma un giro diferente.
Europa será “irreconocible en 20 años a menos”, declara, por la acogida del continente a las instituciones multilaterales y sus políticas migratorias, que se han convertido en una influencia corruptora de la “identidad occidental”.
En esa sección, la estrategia crudamente declara que los estados de Europa enfrentan lo que llama la “eliminación civilizacional”.
Los líderes europeos han quedado, por lo menos en privado, “horrorizados” por el documento, dijo al podcast nuestro corresponsal en el Departamento de Estado.
“No están sorprendidos de que esta sea la postura ideológica de algunas partes del gobierno, pero verlo articulado dentro de un documento formal de política es bastante preocupante para ellos”, expresó.
La reacción en Europa de lado y lado del espectro político no se ha hecho esperar.
El diario francés de izquierda Le Monde catalogó el quiebre como un “divorcio”, señalando que marca una ruptura histórica con la era posterior al final de la Segunda Guerra Mundial
“El divorcio está finalizado, pendiente de la división de bienes”, escribe el diario en su artículo.
Más diciente aún en términos de la prensa francesa, indica el corresponsal Tom Bateman, es el comentario del diario conservador Le Figaro sobre la aparente contradicción de lo que afirma el documento sobre lo que llama la “pretensión del no intervencionismo” por un lado y, por el otro, el intervencionismo explícito en el caso de los países europeos.
La estrategia textualmente indica la intención de EE.UU. de cultivar la resistencia de los partidos de oposición en los países europeos. Eso implica apoyo a partidos de extrema derecha como el AfD en Alemania, el Partido Reforma en Reino Unido, y la Agrupación Nacional de Marine Le Pen en Francia, entro otros.
Es un apoyo explícito a los movimientos políticos en Europa que abogan por un nacionalismo económico y una oposición férrea a la migración, que el documento tilda de “partidos patrióticos”.
La estrategia hacia Europa sería una repetición de cómo ha accionado el gobierno de Trump en relación con América Latina, opina el corresponsal de la BBC.
En Argentina, por ejemplo, menciona el rescate económico que Trump aprobó para el gobierno de Javier Milei días antes de que su partido enfrentara elecciones legislativas que definirían el futuro de su proyecto político.
“Eso fue interpretado por los opositores (de Milei) como una evidente interferencia por Estados Unidos”, expresó Tom Bateman.
Ese apoyo se repitió antes de las recientes elecciones en Honduras, cuando Trump indultó al expresidente Juan Orlando Hernández, que cumplía una condena de 45 años en EE.UU. por narcotráfico, al tiempo que manifestó su apoyo al candidato de derecha Nasry “Tito” Asfura.
Lo mismo se ha visto en Brasil, con los ataques de Trump contra los tribunales de ese país que condenaron al expresidente de corte “trumpista” Jair Bolsonaro por su intento de golpe tras haber perdido las elecciones en 2022.
La nueva estrategia realza al continente americano, referido como el “Hemisferio Occidental”, como un principal foco de la política exterior de EE.UU.
El gobierno quiere “asegurarse… de que la región permanezca estable y suficientemente bien gobernada para evitar y desalentar la migración masiva hacia Estados Unidos”, lee el documento.
La estrategia introduce la idea de un “corolario Trump” a la doctrina Monroe, posicionando la táctica del gobierno como una secuela a la política del presidente James Monroe en el siglo XIX afirmando la primacía de EE.UU. en el continente americano y repeliendo la interferencia de los poderes coloniales europeos.
El gobierno considera esta renovada atención como necesaria para contrarrestar la influencia de China en América Latina, señala nuestro corresponsal, a pesar de que China no está mencionada directamente en el documento.
China ha logrado obtener demasiada posición económica en la región, según Trump, aunque su insinuación de que está “operando” el Canal de Panamá no es literalmente verdad.
Los recientes esfuerzos diplomáticos, incluyendo la visita del secretario de Estado, Marco Rubio, a países latinoamericanos a comienzos de año, son una señal de la intención de Washington de reafirmar su dominio tanto económico como estratégico en la región.
Aunque la estrategia no se extiende en la dimensión militar de esta política, la campaña de bombardeos aéreos contra supuestos narcotraficantes en el Caribe y la presencia de múltiples acorazados y personal militar estadounidense frente a las costas de Venezuela subraya la amenaza del uso de fuerza militar.
El deterioro de las relaciones entre EE.UU. y Europa ha sido aparente durante meses.
Una de las primeras señales de la actitud del gobierno de Trump hacia Europa se produjo en enero, cuando el vicepresidente de EE.UU., JD Vance, emitió un cáustico ataque contra las democracias europeas, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, en el que reprendió a sus líderes por ignorar las preocupaciones de sus votantes sobre la migración y la libertad de expresión.
Pero en la práctica, esta incómoda relación se ha desarrollado en otro escenario; la guerra en Ucrania.
El documento parece sugerir que Europa no ha entendido las dinámicas de poder que están en juego y que Estados Unidos debe invertir energía diplomática para estabilizar la región.
La Unión Europea está acusada de obstaculizar los esfuerzos de Washington por termina la guerra en Urania, según el documento, y que EE.UU. deber “restablecer una estabilidad estratégica hacia Rusia”, que a su vez “estabilizaría las economías europeas”.
El mensaje central es que Ucrania debería permanecer siendo un estado viable pero eso requiere reconocer la posición dominante de Rusia.
Donald Trump está “perdiendo la paciencia” con Europa y Ucrania, señala nuestro corresponsal.
“Está claro… la presión está sobre los europeos para que asientan a una postura que los ucranianos básicamente interpretan como una capitulación”, comentó en el podcast.
La tensión en torno a Ucrania ya se manifestó en momentos de alto perfil, incluyendo la reunión en el Despacho Oval de Trump y Vance con el presidente Volodymyr Zelensky en febrero, en la que tacharon al presidente ucraniano de “irrespetuoso” y “desagradecido”.
Los líderes europeos ahora enfrentan la realidad de que EE.UU. podría presionar para lograr un resultado mucho más preferencial para Moscú que para Kyiv.
Rusia recibió con beneplácito la Estrategia de Seguridad Nacional, describiéndola como “ampliamente consistente” con su visión.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional ya ha reconformado los debates en Washington y a lo largo de Europa.
Sus implicaciones para Ucrania, las relaciones EE.UU.-Europa y el orden global más amplio siguen desarrollándose.
Pero el documento deja una cosa inequívocamente clara: el gobierno de Trump pretende redefinir las prioridades de la política exterior de EE.UU. y espera que sus aliados se adapten a esa nueva realidad.
*Con información adicional del podcast The Global Story del Servicio Mundial de la BBC
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