Las personas jóvenes en rezago educativo están excluidas del sistema laboral o acceden a trabajos precarios, sin salario suficiente, sin acceso a servicios de salud y demás protecciones del seguro social; son, junto con las mujeres, el grupo de población con mayor desempleo, precariedad laboral y falta de oportunidades, lo que constituye un despilfarro del “bono demográfico” y de la capacidad resolutiva, resiliencia y creatividad de jóvenes que han tenido que enfrentar contextos adversos.
Afrontan mayor nivel de desempleo, trabajos informales, empleos sin salario suficiente, desventajas acumuladas desde su nacimiento en ambientes de pobreza, mayor rezago educativo y, además, estigmas y etiquetas discriminatorias.
En el reciente reporte especial Ir a la Raíz de la Pobreza, de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, un capítulo detalla las condiciones adversas que enfrentan las y los jóvenes (ver aquí el reporte completo).
Veamos algunos de los datos.
Los jóvenes entre 15 y 29 años de edad son sólo el 27 % de la población ocupada, pero representan el 52 % de las desocupadas y el 48 % del desempleo total.
Esta situación ha sido así desde hace años, pero para acotar en contextos recientes, a fines de 2018 este grupo era el 30 % de la población ocupada; sin embargo, representaban el 54 % de las personas desocupadas y el 52 % del desempleo total.
Con estos indicadores, la tasa de desempleo en este sector es más del doble que el de personas adultas entre 30 y 64 años de manera casi constante desde fines de 2018 y hasta inicios de 2023.
Adolescentes y jóvenes en edad escolar (12-24 años) de hogares en condición de pobreza y de menores ingresos tienen mayor rezago educativo y esa condición aumenta las barreras para conseguir trabajo.
La causa directa del rezago educativo es el abandono o deserción sin concluir el bachillerato, situación que está muy determinada por las condiciones socioeconómicas del hogar.
Los jóvenes en este rango de edad que viven en los hogares de menor ingreso tienen casi 4 veces mayor rezago educativo que los de mayor ingreso (39 % contra 11 %).
Más de la mitad de jóvenes en rezago educativo pertenecen a los 4 primeros deciles de ingreso. Son casi 3.8 millones sobre un total de 7.3 millones
El abandono escolar sin concluir el bachillerato es el inicio de barreras al trabajo digno y para la movilidad social. El rezago educativo es precursor y está directamente relacionado con otras desventajas que adolescentes y jóvenes acumulan durante su corto ciclo de vida.
Las personas jóvenes en rezago educativo, y que ya no asisten a la escuela, tienen mucha mayor probabilidad de ser también excluidas del trabajo.
Estas situaciones. que en su mayor parte son ajenas a su voluntad y son producto de contextos estructurales, les imponen estigmas y etiquetas discriminatorias que añaden otra barrera a su empleabilidad.
La desocupación, el desempleo oculto y la exclusión por razón de género por realizar labores domésticas de cuidado, afectan en mucha mayor medida a jóvenes con rezago educativo. El 88 % de las personas jóvenes fuera de la escuela y sin trabajo están en rezago educativo.
Además de las barreras para conseguir trabajo que producen exclusión, las personas jóvenes también tienen mayores condiciones de precariedad cuando logran trabajar.
En comparación con las personas adultas, mayores de 30 y hasta 64 años de edad, tienen mayor tasa de trabajos sin salario suficiente y sin acceso a seguro social.
La diferencia entre ambos grupos de edad es entre 8 y 11 puntos porcentuales, con respecto a los indicadores de 2018 y 2023.
A fines de 2018, cerca de 15.5 millones de jóvenes tenían trabajo, pero casi 10 millones de ellos carecían de salario suficiente para adquirir dos canastas básicas y superar el umbral de pobreza. Eran 65 % del total.
Cinco años después, sólo hay 400 mil jóvenes más con trabajo: 15.9 millones; sin embargo, la cantidad de los que carecen de ingreso suficiente creció a 10.2 millones, son el 64 % del total. Prácticamente no hay cambio.
En empleos formales registrados en el IMSS hay una regresión. Había 3 millones 249 mil jóvenes con puestos de trabajo formal en diciembre de 2018, antes de iniciar el Programa Jóvenes Construyendo el Futuro, y para julio de 2023, cuando se informa que ya han participado 2.7 millones de jóvenes en ese Programa, hay un poco menos: 150 mil menos, 3 millones 96 mil. El programa no ha incrementado la cantidad de jóvenes en trabajos formales.
Afrontar el complejo panorama adverso para las personas jóvenes tiene remedio; claro, si hay voluntad política para comenzar a corregirlo.
De entrada, se requiere de una política integral e integrada para superar las barreras de empleabilidad que afrontan este sector de la población.
Acción Ciudadana Frente a la Pobreza ha planteado una serie de propuestas para contribuir a cambiar el paradigma que mantiene a los jóvenes en el sótano de las prioridades laborales.
1. Fortalecimiento presupuestal de los subsistemas técnicos y tecnológicos de Educación Media Superior, así como mejorar su vinculación con los mercados laborales y los perfiles requeridos para cubrir las vacantes en su entorno.
2. Asignación ágil y transparente de las becas para estudiantes de menores recursos, para promover permanencia y avance hasta culminar el nivel medio superior.
3. Creación de opciones de 2ª oportunidad para terminar la Educación Media Superior para jóvenes en rezago educativo con edad y contextos que les impiden regresar al sistema formal escolarizado.
4. Reformulación del programa Jóvenes Construyendo el Futuro para que priorice a quienes presentan rezago educativo, así como la formación en habilidades y capacitación técnica acorde a las vacantes, que facilite la certificación de los aprendizajes y que vincule a quienes egresan con el sistema nacional de empleo y bolsas de trabajo.
5. Crear fondos que apoyen a las personas jóvenes que deciden emprender negocios con inversión, préstamos flexibles y programas de formación y desarrollo empresarial.
La inclusión económica de jóvenes es indispensable para el crecimiento económico del país, así como para la reducción de la pobreza y la desigualdad.
Ojalá que de cara a la conformación del próximo gobierno, las y los aspirantes a la Presidencia, al Poder Legislativo y a las gubernaturas tomen en serio esta ardua labor para recuperar el empuje, talento, capacidad, energía y ganas de millones de jóvenes que, en unos pocos años, tendrán en sus manos las riendas del país.
* Próxima entrega: el panorama de las mujeres.
La combinación entre geografía y falta de medios habría contribuido a que Texas, en EU, registre hoy una de las peores tragedias naturales del último siglo.
Más de 80 muertos, entre ellos 28 niñas y adolescentes.
Este es, hasta el momento, el saldo que han dejado las torrenciales lluvias y súbitas inundaciones que azotaron a Texas y enlutaron las celebraciones del 4 de Julio, el día de la Independencia de Estados Unidos.
Las operaciones de rescate siguen en marcha en los alrededores del río Guadalupe, epicentro de la tragedia, pues todavía hay más 40 personas desaparecidas.
Mientras algunas familias se preparan para enterrar a sus seres queridos y otras esperan noticias de sus desaparecidos, han comenzado a surgir dudas respecto a cómo ocurrió este suceso y por qué dejó tantas víctimas.
“Texas, en general, lidera el país en muertes por inundaciones, y por un amplio margen”, aseguró el profesor de Ingeniera Civil y Medio Ambiental de la Universidad de Texas, Hatim Sharif, en un artículo publicado en The Conversation.
Tras revisar datos desde 1959 a 2019, el experto encontró que 1.069 personas murieron en esta clase de tragedias en el estado durante ese período y muchos de esos decesos se produjeron en el área escenario de la actual tragedia.
La zona, por donde pasa el río Guadalupe, es conocida como el Flash Flood Alley (Callejón de las inundaciones repentinas), escribió Sharif.
Se trata de una franja de tierra en forma de media luna que va desde las cercanías de Dallas, pasa por Austin y San Antonio, y luego dobla al oeste hacia la frontera con México.
El callejón reúne unas condiciones que lo hacen ideal para inundaciones súbitas.
“Las colinas son escarpadas y el agua se mueve rápidamente cuando llueve. Además, es una zona semiárida, cuyos suelos que no absorben mucha agua, por lo que el agua se desliza rápidamente y los arroyos poco profundos crecen con rapidez”, explicó Sharif.
“Cuando esos arroyos crecidos convergen en un río, pueden formar masas de aguas capaces de arrasar con casas, autos y, por desgracia, a cualquier persona que se encuentre en su camino”, agregó.
En similares términos se pronunció Russ Schumacher, profesor de Ciencias Atmosféricas de la Universidad Estatal de Colorado (EE.UU.), quien aseguró al diario The New York Times que la zona puede registrar “inundaciones devastadoras en un santiamén”.
Sharif, por su parte, recordó que en 1987 otras lluvias en el oeste del condado de Kerr hicieron que el río Guadalupe se desbordara rápidamente, provocando hechos similares a los de los últimos días.
“Diez adolescentes que estaban siendo evacuados de un campamento murieron en esa crecida”, rememoró.
La geografía también explica por qué la región es propensa a precipitaciones torrenciales.
En esta parte de Texas se encuentra la llamada Escarpa de los Balcones, una línea de acantilados y colinas empinadas creada por una falla geológica. Y cuando el aire cálido del Golfo de México asciende por la escarpa, se condensa y puede desatar chaparrones focalizados, pero intensos, las cuales llenan los arroyos y ríos.
Al aumentar la temperatura la atmósfera más cálida retiene más humedad y también se incrementa el riesgo de lluvias torrenciales e inundaciones. Lo cual explica por qué este suceso ocurrió en pleno verano.
Entre el jueves y viernes, en la zona afectada, cayó una cantidad de lluvia equivalente a varios meses, de acuerdo con los meteorólogos.
En 45 minutos, el río Guadalupe creció ocho metros, lo cual provocó su desbordamiento.
Las crecidas de este río no son algo inusual. Se han registrado por lo menos una en cada década del siglo XX, de acuerdo con datos recopilados por la Universidad de Houston (EE.UU).
Otra duda que ha comenzado a circular es si los sistemas de alerta funcionaron y ofrecieron a los vecinos y veraneantes el tiempo suficiente para buscar refugio.
El miércoles, la División de Manejo de Emergencias de Texas (TDEM, por sus siglas en inglés) activó los recursos estatales de respuesta a emergencias debido al aumento de la amenaza de inundaciones en partes del oeste y centro de Texas.
El jueves por la tarde, el Servicio Meteorológico Nacional (NWS, por sus siglas en inglés) emitió una alerta de inundación que señalaba al condado de Kerr como un lugar con alto riesgo de anegaciones durante la noche.
En la madrugada del viernes, las autoridades regionales emitieron sendas alertas para el condado de Kerr, con varias horas de diferencia, tras constatar que el río Guadalupe se estaba desbordando, informó la BBC.
¿Qué pasó entonces? ¿Qué falló? El gobernador de Texas, Greg Abott, lo achacó a la magnitud del desastre.
“Nadie esperaba una pared de agua de casi nueve metros de altura”, dijo.
Por su parte, el director del TDEM, Nim Kidd, admitió que no todos los pobladores y visitantes recibieron los mensajes advirtiéndoles sobre lo que se venía.
“Hay zonas en las que no hay cobertura de telefonía celular, así que no importa a cuántos sistemas de alerta te apuntes, no vas a recibir un mensaje”, dijo en una rueda de prensa.
No obstante, el funcionario dejó entrever que los reportes del NSW no fueron acertados y eso no ayudó a tomar medidas más rápido.
Sin embargo, Rob Kelly, juez del condado de Kerr, reconoció que el municipio, uno de los más golpeados por el desastre, carece de sistemas de alerta contra inundaciones.
El funcionario, en declaraciones a la cadena CBS, afirmó que hace seis años el condado estudió instalar un sistema de alerta de inundaciones a lo largo del río Guadalupe, similar a las sirenas que anuncian tornados. ¿Qué pasó entonces? El sistema nunca se implementó debido a su costo, explicó.
“Sabemos que se están haciendo preguntas sobre el sistema de notificación y, aunque no es el momento para especular, estamos comprometidos a hacer una revisión exhaustiva de los sistemas actuales”, anunció este domingo una de las autoridades municipales de la ciudad de Kerryville, Dalton Rice.
“En su momento anunciaremos medidas para prepararnos mejor para eventos futuros, le debemos esto a quienes perdieron a un ser querido y a todos los miembros de nuestra comunidad”, aseguró el funcionario en una rueda de prensa.
Mientras las labores para dar con las 40 personas desaparecidas tras la crecida del río Guadalupe siguen, la prensa estadounidense ha comenzado a especular sobre el impacto que los recortes presupuestarios y de personal aplicados por el gobierno de Donald Trump han tenido en la tragedia.
El diario The New York Times reveló que varias oficinas del Servicio Meteorológico Nacional (NSW) en Texas carecían de hidrólogos o meteorólogos, fundamentales para poder desempeñar su labor de vigilancia y alerta climática.
Tom Fahy, director de la Organización de Empleados del NSW, aseguró que en al menos dos oficinas de Texas las vacantes se habían duplicado desde enero, cuando Trump regresó a la Casa Blanca.
“La reducción de personal pone en peligro vidas”, afirmó al diario John Sokich, quien hasta enero fue director para asuntos legislativos del NSW. El exfuncionario explicó la falta de personal dificultaba la coordinación con las autoridades locales en caso de emergencia.
Desde el gobierno, por su parte, negaron estos señalamientos.
“Los pronósticos y alertas oportunos y precisos para Texas este fin de semana demuestran que el NWS sigue siendo plenamente capaz de llevar a cabo su crucial misión”, indicaron desde el Departamento de Comercio, del cual depende el organismo meteorológico.
Sin embargo, bajo la administración Trump, el NSW, al igual que otras agencias federales, se ha visto obligado a reducir su plantilla.
Hasta la pasada primavera, el Servicio Meteorológico había perdido a casi 600 funcionarios de los casi 4.000 con los que contaba, debido a los despidos y jubilaciones puestas en marcha por el Departamento de Eficiencia que dirigió el multimillonario Elon Musk, aseguró The New York Times.
Las lluvias torrenciales que han azotado al centro de Texas desde finales de la semana pasada se han cobrado hasta ahora la vida de 81 personas. La atención mediática se ha centrado en el condado de Kerr, donde estaba el campamento cristiano Mystic, el cual fue devastado por las aguas.
En el centro dirigido por la misma familia desde la década de 1930, que se presenta como un lugar para que las niñas crezcan espiritualmente en un ambiente cristiano sano, se registraron al menos 27 niñas y adolescentes murieron, mientras otras 10 siguen desaparecidas.
Las crecidas habrían sorprendido a las niñas y a sus monitores durmiendo en sus camas, de acuerdo con las primeras investigaciones y testimonios.
“Todas nos pusimos histéricas y rezamos muchísimo”, relató a la NBC Stella Thompson, de 13 años, a quien el ruido de los helicópteros la despertó en la mañana del viernes.
La niña salió ilesa porque su cabaña estaba en un terreno elevado, pero otras compañeras como Renee Smajastrla, de 8 años, no tuvieron tanta suerte.
“Encontraron a Renee y, aunque no fue el resultado que esperábamos, la difusión en redes sociales probablemente ayudó a los servicios de emergencia a identificarla rápidamente”, escribió en Facebook su tío, Shawn Salta.
“Estamos agradecidos de que estuviera con sus amigas y lo estuviera pasando de maravilla, como lo demuestra esta foto de ayer”, agregó.
Otras de las víctimas identificadas fueron las hermanas Blair y Brooke Harber, de 13 y 11 años, respectivamente.
El padre de las niñas, RJ Harber, confirmó a la cadena CNN la muerte de sus hijas, y describió a Blair como “una estudiante talentosa y que tenía un corazón generoso”.
Mientras que de Brooke dijo que “era como una luz en cualquier habitación; la gente se sentía atraída por ella y los hacía reír y disfrutar del momento”.
El director del campamento, Richard “Dick” Eastland, también figura entre los fallecidos, mientras que un monitor sigue desaparecido.
Más allá del campamento se registraron otras tragedias como la de Julian Ryan, un joven de 27 años, quien perdió la vida ayudando a su familia a salvarse.
Ryan rompió la ventana de la caravana donde vivía junto a su novia, sus hijos y su madre, cerca del condado de Texas Hill, para que éstos pudieran escapar de la crecida del río.
Sin embargo, al hacerlo se cortó y se desangró antes de que llegara la ayuda, reportaron medios locales.
“Murió como un héroe, y eso nunca pasará desapercibido”, declaró Connie Salas, hermana de Ryan, a una estación local.
La cantidad de desaparecidos y el hecho de que las lluvias no cesan hacen que crezcan los temores de que el número de muertos siga aumentando.
*Con información de Gary O’Donoghue, Rachel Hagan y Ana Faguy
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