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En Data Cívica buscamos revelar datos que detonan cambios a través de la investigación, el... Continuar Leyendo
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Si queremos que sea tiempo de mujeres, debemos hablarle a todas

Si queremos un Gobierno que responda a las demandas antipatriarcales, necesitamos también un electorado que se posicione y demande esta agenda pública. Desde el movimiento feminista debemos de darnos la tarea de hablarle a todas, sobre todo a las mujeres que todavía avalan posturas conservadoras.
02 de octubre, 2024
Por: Sierra Wells

El 1 de octubre tomó protesta Claudia Sheinbaum, la primera presidenta de México. Al tener una mujer presidenta, el país representa cierta excepción a nivel mundial. De acuerdo con el Pew Research Center, a marzo de 2023, menos de la tercera parte de los Estados miembros de la ONU había tenido una mandataria mujer. Sin embargo, internamente México no se caracteriza por un apoyo social a los liderazgos de las mujeres.

De acuerdo con datos de la encuesta de opinión pública Latinobarómetro, en México las mujeres aprueban igual que los hombres la idea de que ellos son mejores líderes políticos que las mujeres. Treinta y cinco de cada 100 hombres mexicanos y 33 de cada 100 mujeres mexicanas están de acuerdo con esta idea. En cambio, en los otros 16 países de América Latina incluidos en la encuesta, las mujeres piensan distinto que los hombres: en promedio, 27 de cada 100 hombres y 17 de cada 100 mujeres apoyan esta postura sexista. Es decir, en otras partes de América Latina, además de que esta afirmación es menos aceptada en general, existe una brecha en las opiniones de las mujeres y los hombres: en comparación con los hombres, las mujeres rechazan más esta idea sexista, a diferencia de lo que observamos en México.

Lo que revela la encuesta es que, en realidad, México es un país donde tanto los hombres como las mujeres continúan teniendo posturas sexistas bastante arraigadas. En este contexto, Sheinbaum afirma que al ser la primera mujer en llegar a la Presidencia mexicana, “no [llega] sola, llegamos todas”. Pero, dado este contexto, ¿qué significa exactamente esa afirmación? Si bien la nueva presidenta ha prometido que su Gobierno será feminista, 1 durante su campaña evitó casi por completo tocar temas como el aborto y la educación sexual integral. Su cautela respecto a estos asuntos refleja y refuerza un contexto nacional en el que los partidos políticos y los y las dirigentes que elegimos se mantienen al margen de la discusión pública sobre temas que algunas consideraríamos centrales del feminismo.

Desde Data Cívica, nos dimos la tarea de averiguar qué tanto las mujeres mexicanas se parecen a otras latinoamericanas en sus opiniones sobre los roles tradicionales de género y sobre los derechos sexuales y reproductivos. Para hacerlo, analizamos los datos del Latinobarómetro 2023. Lo que encontramos sugiere que hay una similitud persistente entre las opiniones de mujeres y hombres en México sobre el machismo, lo cual es un fenómeno particularmente único en la región. Nuestros hallazgos confirman que la lucha por desmantelar los estereotipos de género y asegurar la salud sexual y reproductiva de las mujeres es menos generalizada de lo que esperábamos. Aquí te contamos:

Si las mujeres vivimos experiencias compartidas, si bien diversas, de trato diferenciado por nuestro género, se podría argumentar que representamos un grupo social heterogéneo con ciertos intereses en común. Algunas autoras feministas han llamado dichos intereses “intereses estratégicos de género” y argumentan que para mejorar nuestra posición colectiva como grupo social, a las mujeres nos conviene particularmente posicionarnos en contra de la violencia basada en género, el control de nuestra sexualidad y la restricción de nuestro acceso a los recursos económicos, sociales y al poder político. 2

De hecho, en muchos países de América Latina observamos divisiones en la opinión pública que coinciden con estos “intereses estratégicos de género”. En países como Perú, Venezuela y Argentina, en comparación con los hombres, las mujeres rechazan significativamente 3 más, por ejemplo, las ideas de que ellas deberían enfocarse en las labores del hogar y que los hombres sean mejores líderes políticos que las mujeres. En estos y otros países, son precisamente las ideas sobre los roles de género tradicionales las que más distinguen las opiniones de los hombres y las mujeres, por encima de las opiniones sobre temas como la democracia, la economía de mercado o la protección del medio ambiente.

En México, en cambio, existe otro escenario. Encontramos que no existe una diferencia significativa entre hombres y mujeres en ninguna de las posturas que analizamos, pero las menores brechas en opinión son específicamente en respuesta a afirmaciones sobre roles de género. En otras palabras, las mujeres mexicanas suelen concordar con los hombres mexicanos en general, pero están particularmente de acuerdo con ellos en que ellas deberían enfocarse en la casa y que ellos son mejores líderes políticos.

De los siete países más poblados de América Latina (a saber: Brasil, México, Colombia, Argentina, Perú, Venezuela y Chile), México es el país con la menor diferencia puntual 4 entre hombres y mujeres en términos del porcentaje de personas que está de acuerdo con cada una de las siguientes posturas:

  • que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres,
  • que es mejor que la mujer se concentre en el hogar y el hombre en el trabajo,
  • que la igualdad de género ya está garantizada en el país,
  • que las personas del mismo sexo deberían poder casarse y
  • que las personas transgénero deberían poder cambiar su sexo legalmente.

Gráfica con la respuesta a la pregunta ¿Los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres?

De los países más poblados de la región, México es el único donde las mujeres no divergen significativamente con los hombres respecto a la idea de que ellos son mejores líderes que ellas.  Además de esta falta de diferencia por sexo, México es (por mucho) el país donde más mujeres apoyan esta postura, pues el 33.2 % de las mexicanas están de acuerdo con esta idea. A México le sigue Brasil, donde el 17.4 % de mujeres están de acuerdo con esta postura. En Perú, menos del 10 % de mujeres aceptan esta idea.

En otras palabras, en comparación con una mujer brasileña, es casi dos veces más probable que una mujer mexicana afirme que los hombres son mejores líderes políticos, y en comparación con una mujer peruana, más de tres veces más probable. Asimismo, México es el país donde más mujeres reportaron estar de acuerdo con la afirmación de que es mejor que la mujer se concentre en la casa y el hombre en el trabajo, una diferencia significativa respecto a todos los otros países analizados salvo Venezuela. Cuatro de cada 10 mexicanas apoyan esta división sexual tradicional del trabajo.

Gráfico con la respuesta a la pregunta ¿Es mejor que la mujer se concentre en el hogar y el hombre en el trabajo?

Buena parte de la literatura sobre brechas de género en la política parte del contexto de los Estados Unidos, donde el apoyo para políticas públicas que protegen los derechos sexuales y reproductivos es considerablemente más alto entre votantes del Partido Demócrata, y particularmente entre mujeres simpatizantes de este partido. En comparación con votantes del Partido Republicano (generalmente interpretado como el partido más de derecha de los dos), es tres veces más probable que una mujer demócrata esté de acuerdo con la legalización del aborto. 5

En algunos países de América Latina, observamos divisiones parecidas en donde la izquierda se alinea a favor de los derechos sexuales y reproductivos y en contra una división sexual tradicional del trabajo, y la derecha, en cambio, adopta posiciones más conservadoras al respecto. En Argentina, Brasil y Chile, por ejemplo, es significativamente más probable que alguien de izquierda esté de acuerdo con que las escuelas faciliten el acceso a métodos anticonceptivos para adolescentes. Entre la población chilena que se nombra de izquierda, dos tercios apoyan esta propuesta, mientras que entre personas chilenas de derecha, apenas un tercio lo hace.

Pero como muchas activistas de izquierda nos recuerdan, la adopción de una agenda en contra de los estereotipos de género y a favor de la protección de los derechos sexuales y reproductivos (o algunas diríamos, una agenda feminista) no es una característica intrínseca de la izquierda. 6 La izquierda, más bien, puede optar (o no) por alinearse con tales demandas, y en el caso de México, los datos indican que no lo ha hecho. El apoyo para la división sexual del trabajo y los derechos sexuales y reproductivos no varía significativamente por posición política en México. Es más, la facilitación de acceso a anticonceptivos para adolescentes es significativamente más aceptada por hombres de derecha en países como Argentina, Colombia y Venezuela que por mujeres de izquierda en México.

Gráfico con la respuesta a la pregunta ¿Las escuelas debería facilitar el acceso a anticonceptivos para adolescentes?

Una postura parecida respecto a estos temas de género y sexualidad se nota incluso entre las mujeres jóvenes del país– así como la opinión pública sobre los derechos sexuales y reproductivos y los roles de género no varía significativamente por ideología política, tampoco cambia mucho por edad.  Entre mexicanas de 16 a 25 años de edad, 39.3 % de ellas (cuatro de cada 10) afirman que los hombres son mejores líderes que las mujeres, esencialmente la misma proporción de mujeres de la tercera edad que piensan eso: 34.2 % de mexicanas de 60 años o más están de acuerdo con esta idea.

Gráfico con la respuesta a la pregunta ¿Los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres?

Que estas opiniones no cambien por edad también es una anomalía en la región. Para ilustrarlo, podemos contrastar México con Brasil. Mientras que las personas adultas mayores de ambos países apoyan este estereotipo sexista a tasas comparables, existe una disparidad significativa entre las juventudes de los dos países. En comparación con una mujer brasileña de 16 a 25 años, es más de tres veces más probable que una mexicana de la misma edad crea que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres. Frente a una joven peruana, argentina o colombiana, es hasta seis veces más probable que una joven mexicana esté de acuerdo con esta idea.

Resulta claro, entonces, que si bien la toma de protesta de la primera presidenta de México representa un hito histórico para el país y la región, en realidad ello no es un reflejo de que la lucha por desmantelar los estereotipos de género y asegurar la salud sexual y reproductiva se haya generalizado. Tampoco se traduce necesariamente en la alineación de la nueva presidenta con demandas feministas, como ciertos medios han sugerido. 7 Que la nueva presidenta nombre a su Gobierno como feminista, 8 y que Morena busque posicionar su partido como progresista sucede mientras que ambos han evitado posicionarse con respecto a temas emblemáticos de las luchas feministas en América Latina, como la división sexual del trabajo o la salud sexual y reproductiva– quizás con algo de razón. La opinión pública nos indica que las posturas conservadoras siguen siendo altamente aceptadas por la ciudadanía mexicana, incluso por las mujeres, sin importar la edad o la posición en el espectro político, a diferencia de lo que sucede en otros países de la región. Si queremos un Gobierno que responda a las demandas antipatriarcales, necesitamos también un electorado que se posicione y demande esta agenda pública. En ese sentido, si queremos un electorado antipatriarcal, desde el movimiento feminista debemos de darnos la tarea de hablarle a todas.

Dentro de una burbuja de círculos sociales que comparten posiciones antipatriarcales, puede ser muy fácil convencernos de que vivimos en un país donde la mayoría de las mujeres (por lo menos las jóvenes y las de izquierda) coinciden con nosotras, pero los datos nos indican que, por lo menos relativo al resto de la región, no es así. Si lo que nos interesa es luchar en contra de la normalización del machismo en el país, tenemos que hablar con mujeres fuera de esta burbuja feminista.

Gráfico con la respuesta a la pregunta ¿Los quehaceres domésticos deben hacerlo principalmente las mujeres?

Hay muchas formas de inclusión que aún faltan en los feminismos. Ante esto, varias agrupaciones y colectivas de mujeres, sobre todo de mujeres indígenas, se han posicionado fuera de los feminismos precisamente por ello. 9  Una de las ausencias importantes que ha sido nombrada desde distintos movimientos antipatriarcales es la descentralización geográfica de los movimientos feministas. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2022, el Estado de México y la CDMX son las entidades donde menos mujeres están de acuerdo con que ellas deberían ayudar con las labores del hogar más que los hombres, con solo 6.2 % y 7.2 %, respectivamente, apoyando esta idea. En cambio, a nivel nacional, 16 % de las mexicanas están de acuerdo con esta postura, más de dos veces la proporción en la Zona Metropolitana del Valle de México. Hace falta, entonces, darle visibilidad al activismo en contra del patriarcado en distintas geografías y reconocer la diversidad de contextos que enfrentan las mujeres, sobre todo fuera de la capital del país.

Así como las opiniones del electorado influyen directamente en quién gobierna el país, las figuras políticas también pueden influir en la politización de ciertos temas. Si lo personal es político, como afirman los feminismos, entonces las luchas antipatriarcales deben tener un lugar en la política. Como primera presidenta de México, Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de transformar esta lucha contra el machismo en una demanda política, en un país que no la trata como tal. Esperemos que sí la tome.

 

3 Cuando hablamos de una diferencia “significativa”, queremos decir que estamos bastante seguras (en este caso, con un nivel de confianza de 95 %) de que esta diferencia realmente existe entre la población más amplia, y que no solo ocurre por casualidad entre aquella parte de la población que fue encuestada.

4 Cuando decimos que México tiene la menor diferencia “puntual” entre estos países, queremos decir que entre la muestra del Latinobarómetro, las personas encuestadas en México reportaron la menor diferencia por sexo en respuesta a cada una estas preguntas, en comparación con los otros países analizados. A diferencia de una diferencia significativa, una diferencia puntual no necesariamente toma en cuenta el nivel de incertidumbre que enfrentamos al generar estimaciones sobre una población nacional a través de una encuesta implementada a solo una pequeña parte de esta población. Por lo tanto, no podemos afirmar con “confianza estadística” que entre la población total de estos países, México realmente tenga la menor brecha por sexo.

5 Center for American Women and Politics, Gender Gap Public Opinion.

6 Guillermoprieto, Alma, ¿Será que soy feminista? Literatura Random House, 2020.

7 Para un ejemplo de este tono particularmente notable en medios extranjeros, consulta el artículo “Mexico’s Next President Is the Country’s First Woman, First Jewish President—And a Feminist”, redactado por Jennifer Piscopo y publicado en la revista feminista estadunidense Ms. el 3 de junio de 2024.

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Imagen BBC
La guerra que se interpuso en el ambicioso proyecto de la Nueva Ruta de la Seda de China
10 minutos de lectura

La BBC visita la frontera entre China y Myanmar, donde una guerra hace estragos a las puertas de la potencia asiática.

23 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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“Un pueblo, dos países” solía ser el lema de Yinjing en el extremo suroeste de China.

Un viejo cartel turístico presume de una frontera con Myanmar formada únicamente por “vallas de bambú, zanjas y surcos de tierra”, una señal de la fluida relación económica que Pekín había tratado de construir con su vecino.

Ahora, la frontera que visitó la BBC está marcada por una alta valla metálica que atraviesa el condado de Ruili, en la provincia de Yunnan. En algunos puntos, está rematada por alambre de púas y cámaras de vigilancia, atraviesa campos de arroz y divide calles que antes estaban unidas.

Las duras medidas de confinamiento impuestas por China durante la pandemia obligaron inicialmente a la separación, pero desde entonces ésta se ha consolidado debido a la guerra civil en Myanmar, desencadenada por un sangriento golpe de Estado en 2021.

El régimen militar ahora está luchando por el control de amplias zonas del país, incluido el estado de Shan, a lo largo de la frontera con China, donde ha sufrido algunas de sus mayores pérdidas.

Esta crisis a las puertas de China –comparten una frontera de casi 2.000 kilómetros– está resultando costosa para el país asiático, que ha invertido millones de dólares en Myanmar para construir un crucial corredor comercial.

El ambicioso plan pretende conectar el suroeste de China, que no tiene salida al mar, con el océano Índico a través de Myanmar, pero el corredor se ha convertido en un campo de batalla entre los rebeldes de Myanmar y el ejército de ese país.

Varias personas participan en una manifestación contra el golpe militar de 2021 en Muse.
Getty Images
Varias personas participan en una manifestación contra el golpe militar de 2021 en Muse.

Advertencia

Pekín tiene influencia sobre ambas partes, pero el alto al fuego que negoció en enero se vino abajo.

Ahora ha recurrido a ejercicios militares a lo largo de la frontera y a palabras severas. El ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, ha sido el último diplomático en visitar la capital de Myanmar, Nay Pyi Taw, y se cree que ha lanzado una advertencia al gobernante del país, Min Aung Hlaing.

Los conflictos no son nuevos en el empobrecido Shan. El estado más grande de Myanmar es una de las principales fuentes de opio y metanfetaminas del mundo. A su vez, ha sido hogar de ejércitos étnicos opuestos al gobierno centralizado desde hace tiempo.

Pero las vibrantes zonas económicas creadas por la inversión china lograron prosperar… hasta que se desató la guerra civil.

Un altavoz advierte ahora a los habitantes de Ruili de que no se acerquen demasiado a la valla metálica, pero eso no impide que un turista chino meta el brazo entre los barrotes para hacerse una selfie.

Dos niñas con camisetas de Disney gritan a través de los barrotes: “¡Eh abuelo, hola, mira para acá!”, mientras lamen unas bolas de helado rosa. El anciano que arrastra los pies descalzos al otro lado apenas levanta la vista antes de darse la vuelta.

Refugio en Ruili

Li Mianzhen con una camiseta verde en el mercado donde arrienda un puesto
Xiqing Wang/BBC
Ruili es la última esperanza para Li Mianzhen, que ya no puede ganarse la vida en Myanmar

“Los birmanos viven como perros”, dice Li Mianzhen. Su puesto de la esquina vende alimentos y bebidas de Myanmar -como té con leche- en un pequeño mercado a pocos pasos del puesto de control fronterizo de la ciudad de Ruili.

Li, quien luce como de unos 60 años, solía vender ropa china a lo largo de la frontera en Muse, una gran fuente de comercio con China. Pero dice que ya casi nadie en su pueblo tiene suficiente dinero.

La junta militar de Myanmar sigue controlando la ciudad, uno de sus últimos reductos en el estado de Shan. Pero las fuerzas rebeldes han tomado otros pasos fronterizos y una zona comercial clave en el camino a Muse.

La situación ha desesperado a la gente, dice Li. Sabe de algunos que han cruzado la frontera con el objetivo de ganar tan sólo 10 yuanes -no mucho más de un dólar- para poder regresar a Myanmar y “alimentar a sus familias”.

En el mercado de Ruili, las mujeres se sientan y permanecen de pie junto a los puestos de venta de joyas.
Xiqing Wang/BBC
Los que tienen permiso se cuelan por la frontera para vender lo que pueden

La guerra ha restringido gravemente los viajes dentro y fuera de Myanmar, y la mayoría de los relatos proceden ahora de quienes han huido o han encontrado la forma de cruzar las fronteras, como Li.

Imposibilitados de conseguir los permisos de trabajo que les permitirían entrar en China, la familia de Li está atrapada en Mandalay, mientras las fuerzas rebeldes se acercan a la segunda ciudad más grande de Myanmar.

“Siento que me muero de ansiedad”, dice Li. “Esta guerra nos ha traído tantas desgracias. ¿En qué momento acabará todo esto?”.

Zin Aung (nombre que ha sido cambiado), de 31 años, está entre los que lograron salir. Él trabaja en un parque industrial a las afueras de Ruili, que produce ropa, electrónica y piezas de vehículos que se envían a todo el mundo.

Trabajadores como él son reclutados en grandes cantidades desde Myanmar y son trasladados por firmas respaldadas por el gobierno chino que están ávidas de mano de obra barata. Se calcula que ganan unos 2.400 yuanes (US$450 dólares) al mes, lo que es menos que sus colegas chinos.

Un hombre vende comida frente a un edificio donde viven trabajadores.
Xiqing Wang/BBC
Los complejos donde viven los trabajadores cobran vida por la noche mientras se relajan cenando

“Todo el mundo tiene que huir”

“No tenemos nada que hacer en Myanmar a causa de la guerra”, dice Zin Aung. “Todo es caro. El arroz, el aceite de cocina. Se combate intensamente en todas partes. Todo el mundo tiene que huir”.

Sus padres son demasiado mayores para huir, así que él lo hizo. Envía dinero a casa siempre que puede.

Los hombres viven y trabajan en los pocos kilómetros cuadrados del complejo gestionado por el gobierno en Ruili. Zin Aung dice que es un santuario, comparado con lo que dejaron atrás: “La situación en Myanmar no es buena, por eso nos refugiamos aquí”.

Aung también escapó al reclutamiento obligatorio, que el ejército de Myanmar ha estado haciendo cumplir para compensar las deserciones y las pérdidas en el campo de batalla.

Una tarde, cuando el cielo se teñía de escarlata, Zin Aung corría descalzo por el barro hasta un campo empapado por la temporada de lluvias, preparado para otro tipo de batalla: un feroz partido de fútbol.

Birmanos, chinos y el dialecto local de Yunnan se mezclaban mientras los espectadores reaccionaban a cada pase, patada y tiro. Esto es algo cotidiano en su nuevo hogar temporal, una liberación tras un turno de 12 horas en la cadena de montaje.

Muchos de los trabajadores proceden de Lashio, la ciudad más grande del estado de Shan, y de Laukkaing, hogar de familias criminales apoyadas por la junta. Laukkaing cayó en manos de las fuerzas rebeldes en enero y Lashio fue cercada, en una campaña que ha cambiado el curso de la guerra y la participación de China en ella.

Trabajadores de las fábricas de Ruili miran mientras otros juegan un partido de fútbol.
Xiqing Wang/BBC
El juego es un respiro diario para los trabajadores, que prefirieron permanecer en el anonimato

Pekín en apuros

Ambas ciudades se encuentran a lo largo del preciado corredor comercial chino y el alto el fuego negociado por Pekín dejó Lashio en manos de la junta. Pero en las últimas semanas, las fuerzas rebeldes han penetrado en la ciudad, convirtiéndose en su mayor victoria hasta la fecha. El ejército ha respondido con bombardeos y ataques de aviones no tripulados, restringiendo las redes de internet y de telefonía móvil.

“La caída de Lashio es una de las derrotas más humillantes en la historia del ejército”, afirma Richard Horsey, asesor en Myanmar del International Crisis Group.

“La única razón por la que los grupos rebeldes no presionaron en Muse es que probablemente temían que eso molestara a China”, afirma Horsey. “Luchar allí habría afectado a las inversiones que China espera reiniciar desde hace meses. El régimen ha perdido el control de casi todo el norte del estado de Shan, con la excepción de la región de Muse, que está justo al lado de Ruili”.

Ruili y Muse, ambas designadas zonas especiales de comercio, son cruciales para la ruta comercial de 1.700 km financiada por Pekín, conocida como el Corredor Económico China-Myanmar. La ruta también apoya las inversiones chinas en energía, infraestructuras y minería de tierras raras, que son cruciales para la fabricación de vehículos eléctricos.

Pero su núcleo es una línea ferroviaria que conectará Kunming -capital de la provincia de Yunnan- con Kyaukphyu, un puerto de aguas profundas que los chinos están construyendo en la costa occidental de Myanmar.

Este puerto, situado en el golfo de Bengala, permitirá a las industrias de Ruili y sus alrededores acceder al océano Índico y, por ende, a los mercados mundiales. El puerto es también el punto de partida de oleoductos y gasoductos que transportarán energía a través de Myanmar hasta Yunnan.

El líder chino Xi Jinping
Getty Images
El líder chino Xi Jinping.

Pero estos planes están ahora en peligro.

El Presidente Xi Jinping llevaba años cultivando los lazos con su vecino rico en recursos, cuando la líder electa del país, Aung San Suu Kyi, fue obligada a abandonar el poder.

Xi se negó a condenar el golpe y siguió vendiendo armas al ejército. Sin embargo, tampoco reconoció a Min Aung Hlaing como Jefe de Estado, ni le ha invitado a China.

Tres años después, la guerra ha matado a miles y desplazado a millones de personas, pero no se vislumbra el final.

Obligado a luchar en nuevos frentes, el ejército ha perdido desde entonces entre la mitad y dos tercios de Myanmar en favor de una oposición dividida.

Pekín se encuentra en un punto muerto. “No le gusta esta situación” y considera “incompetente” al jefe militar de Myanmar, Min Aung Hlaing, afirma Horsey. “Están presionando para que se celebren elecciones, no porque necesariamente quieran volver a un régimen democrático, sino más bien porque piensan que es una forma de volver a cómo eran las cosas”.

El régimen de Myanmar sospecha que Pekín juega a dos bandas: mantiene la apariencia de apoyar a la junta mientras sigue manteniendo una relación con los ejércitos étnicos del estado de Shan.

Los analistas señalan que muchos de los grupos rebeldes están utilizando armas chinas. Las últimas batallas son también un resurgimiento de la campaña lanzada el año pasado por tres grupos étnicos que se autodenominaron Alianza de la Hermandad. Se cree que la alianza no habría hecho su jugada sin la aprobación tácita de Pekín.

 Control fronterizo Ruili y Muse
Xiqing Wang/BBC
Estos controles fronterizos limitan el comercio y la mano de obra que puede ir y venir entre Ruili y Muse

Sus logros en el campo de batalla supusieron el fin de conocidas familias mafiosas cuyos centros de estafa habían atrapado a miles de trabajadores chinos. Pekín, frustrada desde hace tiempo por el aumento de la ilegalidad en su frontera, valoró su caída, así como de las decenas de miles de sospechosos entregados por las fuerzas rebeldes.

Para Pekín, el peor escenario posible es que la guerra civil se prolongue durante años. Pero también temería un colapso del régimen militar, que podría presagiar un mayor caos.

Aún no está claro cómo reaccionará China ante uno u otro escenario; lo que tampoco está claro es qué más puede hacer Pekín, más allá de presionar a ambas partes para que acepten entablar conversaciones de paz.

Planes en pausa

Esta compleja situación es evidente en Ruili, con kilómetros de tiendas cerradas. Una ciudad que antes se benefició de su situación fronteriza sufre ahora las consecuencias de su proximidad a Myanmar.

Golpeados por algunos de los confinamientos más estrictos de China durante la pandemia, los comercios de la zona sufrieron un nuevo golpe al no reactivarse el tráfico y el comercio transfronterizos.

También dependen de la mano de obra del otro lado, que según varios agentes que ayudan a los trabajadores birmanos a encontrar empleo, se ha detenido. Dicen que China ha endurecido sus restricciones a la contratación de trabajadores del otro lado de la frontera y que también ha deportado a cientos de personas acusadas de estar trabajando ilegalmente.

Una mujer pasa junto a tiendas cerradas en Ruili
Xiqing Wang/BBC
Las hileras de tiendas cerradas en Ruili son una señal sombría para su futuro.

El propietario de una pequeña fábrica, que no quiso ser identificado, dijo a la BBC que las deportaciones significaban que su “negocio no va a ninguna parte… y no hay nada que yo pueda cambiar”.

La plaza junto al puesto de control está llena de jóvenes trabajadores, entre ellos madres con sus bebés, que esperan a la sombra. Muestran su documentación para asegurarse de que tienen lo necesario para conseguir un empleo. Los que lo consiguen reciben un pase que les permite trabajar hasta una semana o ir y venir entre los dos países, como Li.

“Espero que algunas buenas personas puedan decir a todas las partes que dejen de pelearse”, dice Li. “Si no hay nadie en el mundo que nos defienda, es realmente trágico”.

Li sostiene que a menudo su entorno le asegura que los combates no estallarán demasiado cerca de China. Pero no está convencida: “Nadie puede predecir el futuro”.

Por ahora, Ruili es una opción más segura para ella y Zin Aung. Entienden que su futuro está en manos chinas, al igual que los chinos.

“Tu país está en guerra”, le dice un turista chino a un vendedor de jade de Myanmar con el que regatea precios en el mercado. “Tú sólo toma lo que yo te doy”.

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