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Hablantes y derechos lingüísticos: ¿qué pasa si se elimina el INALI?
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En Data Cívica buscamos revelar datos que detonan cambios a través de la investigación, el... Continuar Leyendo
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Hablantes y derechos lingüísticos: ¿qué pasa si se elimina el INALI?

La eliminación de un instituto nacido por y para los pueblos indígenas representa en sí un alarmante mensaje a la lucha que le dio vida al INALI. Activistas que defienden la diversidad lingüística también han expresado su preocupación por la falta de claridad sobre lo que implicaría esta propuesta en términos operativos.
05 de diciembre, 2024
Por: Sierra Wells y Mariana Orozco

No se puede construir el segundo piso de la transformación cuando lo que están haciendo es mandarnos a la planta baja”.

Unidad Nacional Indígena

Las personas hablantes de lenguas indígenas en México son menos que nunca en proporción a la población. De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda, en 1930, 13.6 % de la población del país hablaba un idioma indígena. Hoy en día, en cambio, apenas 5.8 % lo hace. A pesar de que el uso de las lenguas indígenas está en su punto más bajo de la historia, el paquete de reformas que se discute en el Congreso busca eliminar la principal institución encargada de defender estas lenguas: el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI).

Actualmente un organismo descentralizado de la Secretaría de Cultura, el INALI se dedica a promover el fortalecimiento, preservación y desarrollo de las lenguas indígenas en el país, pero el Instituto como hoy lo conocemos está en riesgo de desaparecer. En el paquete de 20 reformas presentadas por el expresidente Andrés Manuel López Obrador se busca transferir las actuales funciones del INALI a una sola unidad administrativa del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI).

Si bien el paquete de reformas que está en disputa en el Congreso es nuevo, la idea de desaparecer el INALI no lo es. El expresidente López Obrador presentó por primera vez una propuesta de eliminar el Instituto en enero de 2022. Incluso sin eliminar todavía el INALI, la autodenominada Cuarta Transformación ha reducido cada vez más el presupuesto con que cuenta el Instituto para realizar sus labores. A pesar de recortes significativos durante el sexenio anterior, el gobierno de Claudia Sheinbaum propuso reducir aún más el presupuesto del Instituto, un 9.8 % en el caso de su gasto administrativo.

Frente a este escenario, desde Data Cívica revisamos los datos públicos sobre las personas hablantes de lenguas indígenas para entender cómo les podría afectar el posible desmantelamiento del INALI en este momento crítico para la supervivencia de las lenguas indígenas. Lo que encontramos confirma que esta iniciativa de reforma se lleva a cabo a pesar de una preocupante pérdida de idiomas indígenas. Al mismo tiempo, quedan claros algunos avances importantes en la lucha de los pueblos indígenas por mantener vivas sus lenguas, la misma lucha que dio vida al INALI.

La pérdida de lenguas indígenas: un panorama histórico

Para entender la importancia del INALI es necesario considerar primero a qué situación responde su existencia como instituto. La violencia lingüística hacia las personas indígenas ha sido una constante a lo largo de la historia mexicana a partir de la colonización europea. Particularmente, después de la Revolución mexicana, el proyecto de construcción del Estado buscó crear una identidad nacional homogénea que relaciona la ciudadanía mexicana con el mestizaje y la hegemonía del español.

Bajo esta imposición del español como lengua hegemónica, la proporción de la población que habla una lengua indígena disminuyó considerablemente durante el último siglo, de una de cada 7 personas en 1930 a una de cada 17 en 2020. Expertos en lingüística han afirmado en repetidas ocasiones que las causas de la disminución o muerte de las lenguas son generalmente “no lingüísticas”, es decir, que su pérdida se debe al contexto social, económico y político en el cual se hablan. En el caso de México, se han señalado como factores determinantes de la pérdida de las lenguas indígenas la discriminación social contra sus hablantes y la negación del Estado a brindar educación de calidad en estos idiomas. Como ha afirmado la lingüista mixe Yásnaya Aguilar: “las lenguas no mueren, las matan”.

El cambio histórico en la prevalencia y diversidad de las lenguas indígenas no es igual en todas las entidades del país. La Península de Yucatán es –por mucho– la región donde más se ha reducido el porcentaje de la población que habla una lengua indígena. En 1990, Yucatán era el estado con más hablantes de lenguas indígenas, relativo al tamaño de su población. En ese año, cuatro de cada 10 personas yucatecas (38.5 %) hablaban una lengua indígena. Para 2020, la cifra disminuyó a dos de cada 10 (22.6 %), una disminución de 15.9 puntos porcentuales. Observamos una reducción de la misma dimensión en Quintana Roo, donde durante este periodo de tiempo el porcentaje de residentes que hablaban una lengua indígena se redujo de 27 % a 11 %.

Además de la disminución de las lenguas indígenas a nivel estatal, también podemos ver esta pérdida al contemplar lenguas específicas que se hablan en el país. Tomando en cuenta la alta tasa de reducción de las lenguas indígenas en la Península de Yucatán, no resulta sorprendente que el maya sea el idioma indígena que más ha perdido hablantes durante las últimas décadas. En 1990, 878 de cada 100 mil personas en México hablaba el idioma y en 2020, 615, una disminución de 264 hablantes por cada 100 mil personas en el país, más que cualquiera de las otras 67 agrupaciones lingüísticas clasificadas por el INALI. Otros idiomas como el awakateko, kickapoo y kiliwa contaron con menos de 100 hablantes en todo el país en 2020 y están en alto riesgo de desaparecer.

El INALI y el comienzo de la institucionalización de las lenguas originarias

La propuesta de eliminar el INALI se basa, en gran parte, en el argumento de que el Instituto y otros organismos descentralizados representan un modelo de gobierno neoliberal, “[creado] para garantizar intereses privados” 1 y caracterizado por gastos superfluos y la pulverización de las facultades del Estado.

Cabe cuestionar la definición de neoliberalismo que utiliza la autodenominada Cuarta Transformación al promover el desmantelamiento del INALI como instituto, ya que es uno de los poquísimos organismos públicos pensados por y para los pueblos indígenas del país. Es más, la creación del Instituto tiene sus raíces en una de las insurgencias indígenas más reconocidas a nivel mundial: el levantamiento zapatista de 1994.

Además de denunciar la precarización de las comunidades indígenas por el sistema económico neoliberal, al levantarse contra el Estado mexicano, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) rechazó el proyecto nacionalista del gobierno. Para el EZLN, este proyecto nacionalista del Estado debilita la autonomía de los pueblos indígenas e impone una única identidad nacional en todos los sentidos cotidianos de la vida, incluso a través de la lengua. Entre las 34 demandas emitidas por la organización el 1 de enero de 1994, la décima tercera exige que “las lenguas de todas las etnias sean oficiales y que sea obligatoria su enseñanza en las escuelas primaria, secundaria, preparatoria y universidad”.

Como resultado del levantamiento zapatista, en 1996 el EZLN y el gobierno mexicano firman los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, una serie de compromisos que buscan garantizar los derechos de los pueblos indígenas, incluyendo sus derechos lingüísticos. Los Acuerdos de San Andrés sentaron las bases para posteriores avances jurídicos en defensa de la diversidad lingüística, como el reconocimiento constitucional en 2001 del derecho de los pueblos indígenas a preservar y enriquecer sus lenguas, y la reciente aprobación en la Cámara de Diputados del la reforma al Artículo 2 constitucional con el que se busca reconocer y garantizar los derechos de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. 2

Uno de los instrumentos legales más potentes que surgió de la larga lucha por los derechos lingüísticos es la Ley General de Derechos Lingüísticos de Los Pueblos Indígenas, publicada en 2003, que establece 68 lenguas indígenas como lenguas nacionales que coexisten en condiciones de igualdad con el español. Fue en el marco de esta misma ley que se fundó el INALI para defender y fortalecer las lenguas indígenas.

El trabajo que realiza el INALI es, sin duda, perfectible. No obstante, es importante reconocer que su alcance no cubre todas las áreas necesarias para el florecimiento de las lenguas indígenas. Por ejemplo, la incorporación de las lenguas originarias al modelo educativo –posiblemente el elemento más crucial para su supervivencia– recae en la Secretaría de Educación Pública (SEP). Aún así, frente a la alarmante pérdida en diversidad lingüística, preocupa el mensaje que se envía desde la Presidencia al buscar eliminar una institución nacida directamente de la lucha de los pueblos indígenas para rectificar el rol histórico del Estado mexicano en la disminución e incluso eliminación de sus lenguas.

La resistencia de las comunidades hablantes

Tomando en cuenta el daño a la diversidad lingüística de los pueblos que ocupaban el territorio nacional antes de fundarse el Estado mexicano, tal vez lo más sorprendente que nos dice el Censo no es cómo se ha disminuido la prevalencia de las lenguas indígenas, sino cómo, a pesar de la violencia lingüística, las personas hablantes se han resistido a que desaparezcan sus lenguas. Para esto han sido indispensables tanto iniciativas autónomas desde las comunidades indígenas, como avances en la protección de derechos lingüísticos que activistas y personas hablantes le han exigido al Estado.

Es gracias a esta lucha que podemos observar, en ciertos contextos, la revitalización y crecimiento de algunas lenguas indígenas. Por ejemplo, a pesar de que el porcentaje de personas que hablan una lengua indígena se ha reducido a nivel nacional, y en particular en estados como los de la Península de Yucatán, en 18 de las 32 entidades federativas esta cifra se incrementó (aunque haya sido un aumento ligero).

Sabemos que este aumento en ciertas entidades probablemente tiene algo que ver con la migración de personas indígenas a distintas regiones del país, 3 sobre todo a estados del norte como Nuevo León, donde hace 30 años apenas 0.2 % de la población hablaba una lengua indígena.

Pero también podemos ver el crecimiento de idiomas indígenas en estados donde ya vivían muchas personas indígenas durante el último siglo. El ejemplo más destacado es Chiapas, la cuna del levantamiento zapatista. Entre 1990 y 2020, el porcentaje de la población chiapaneca que hablaba una lengua indígena aumentó del 22.3% al 26.3%, un incremento de 4 puntos porcentuales, más que en cualquier otra entidad del país.

Fruto de la lucha y resistencia de las comunidades indígenas vemos que, a pesar de enfrentarse a un contexto más amplio de pérdida de diversidad lingüística, a lo largo de los últimos 30 años, por lo menos 21 lenguas indígenas han crecido en términos del porcentaje de la población nacional que las habla. Considerando que Chiapas es la entidad donde más aumentaron las lenguas indígenas no sorprende que las tres lenguas que más crecieron durante este periodo (tsotsil, tseltal y ch’ol) son habladas por comunidades que viven principalmente en este estado.

Cabe destacar que los pueblos tsotsil, tseltal y ch’ol son de los grupos étnicos que forman parte de la principal base social del EZLN, junto con los pueblos tojolabal, mam y zoque. Las comunidades zapatistas han establecido escuelas autónomas que emplean un modelo educativo bilingüe, enseñando tanto la lengua indígena de la comunidad local como el español. Aunque el alcance del presente análisis no nos permite atribuir el crecimiento excepcional de las lenguas tsotsil, tseltal y ch’ol directamente a este sistema educativo, la educación zapatista sirve como evidencia de las estrategias autónomas que han impulsado comunidades indígenas a nivel local para preservar sus lenguas maternas frente a las amenazas a su supervivencia.

Gracias a iniciativas como ésta, las lenguas indígenas son y seguirán siendo parte de la vida cotidiana de millones de personas que habitan en México, por lo menos para la actual generación de jóvenes en el país. El 33.1 % de las personas hablantes de algún idioma indígena tienen entre 12 y 29 años, una cifra que si bien es algo menor que el 38 % de personas no hablantes que caen dentro de este rango de edad, también implica que hay una significativa representación de las juventudes dentro de la población hablante de lenguas indígenas. No obstante, que el Estado disminuya su inversión en la promoción y defensa de estas lenguas podría poner en riesgo que futuras generaciones también puedan hablarlas y transmitirlas como parte fundamental de su identidad cultural.

Voces activistas en defensa del INALI

La eliminación de un instituto nacido por y para los pueblos indígenas representa en sí un alarmante mensaje a la lucha que le dio vida al INALI. Además de esta consideración, activistas que defienden la diversidad lingüística también han expresado su preocupación por la falta de claridad sobre lo que implicaría esta propuesta en términos operativos.

Actualmente, el trabajo del INALI para promover el uso continuo de las lenguas indígenas va mucho más allá de “preservarlas” como si fueran vestigios del pasado. Sus responsabilidades reflejan la tarea de enriquecer y defender la diversidad lingüística en el presente y para el futuro. Por ejemplo, el Instituto emite normas de escritura de lenguas originarias y las publica en el Diario Oficial de la Federación para así fomentar su uso oral y escrito, tanto en ámbitos públicos como privados. Otro de sus ejes de acción es el trabajo comunitario con hablantes de lenguas indígenas. En este sentido, el INALI realiza diversas actividades que van desde censos de hablantes hasta concursos de cómic en lenguas indígenas. 4

Además, las pautas que dicta el INALI para reconocer que en México no hay sólo un idioma oficial están directamente vinculadas con garantizar el acceso de personas hablantes de lenguas indígenas a la información que produce el gobierno. Dada su especialización en tareas como estas, personas promotoras de los derechos lingüísticos han expresado sus dudas sobre si, como unidad administrativa del INPI, el trabajo del INALI en defensa de la diversidad lingüística se verá disminuido al alcance de “una pequeña oficina”. La capacidad del INPI de asumir estas funciones se ve incluso más cuestionable considerando que entre 2018 y 2023 el presupuesto de este Instituto fue reducido un 12.5 % en términos reales.

A la inquietud sobre las complicaciones operativas de esta posible fusión, se añade la preocupación de que este cambio se realice sin consultar a las comunidades hablantes de lenguas indígenas. En una entrevista con Animal Político, la poeta y activista zapoteca, Irma Pineda, afirmó que la propuesta “se dio sin consulta ni acercamiento con poblaciones indígenas, profesores, escritores y activistas”, lo cual “desestima el esfuerzo y la lucha de varios sectores que pugnaron porque se creara el INALI”. Asimismo, las agrupaciones integrantes de la Unidad Nacional Indígena (UNI) han expresado su desacuerdo con la propuesta de fusionar el INALI, destacando una falta de comunicación clara con sus comunidades. En un escrito la UNI lamentó que “no existe un planteamiento claro sobre las políticas públicas a implementar, no hay claridad sobre los presupuestos a ejercer, mucho menos certeza para el fortalecimiento de las lenguas indígenas”.

La falta de involucramiento de los pueblos indígenas en este proceso es particularmente preocupante, ya que el futuro de las lenguas indígenas y los derechos lingüísticos de quienes las hablan depende de que el Estado trabaje de la mano con estas comunidades hablantes, respetando su voz y su derecho a decidir sobre su patrimonio lingüístico y cultural.

¿Qué sigue para la defensa de los derechos lingüísticos?

Como hemos argumentado a lo largo de este análisis, erosionar las instituciones dedicadas a proteger las lenguas indígenas perjudica su supervivencia en quizás el momento más crítico para su futuro. Por lo tanto, es indispensable que defendamos los avances que se han dado para promover el uso de las lenguas indígenas, tanto desde el Estado como desde las comunidades hablantes a nivel más local.

En caso de que el INALI llegue a fusionarse con el INPI, sería fundamental que se conserve el espíritu de los Acuerdos de San Andrés en lo relativo a preservar y promover el desarrollo de las lenguas indígenas. Es decir, deben ser las instituciones del Estado mexicano las que se adapten a la lengua de las personas en lugar de imponerles el español cuando buscan acceder a los servicios que por derecho les corresponden. Asimismo, es esencial continuar impulsando un enfoque de pertinencia cultural en otras instituciones, como la Secretaría de Educación Pública, dado que de ellas también depende la garantía de los derechos lingüísticos de la población indígena.

Que las lenguas indígenas sigan vivas en México, y que exista el INALI en primer lugar, es gracias a la resistencia de comunidades de hablantes, personas defensoras de derechos humanos y activistas. Dado que es uno de los pocos organismos públicos nacidos de la lucha de los pueblos indígenas, ningún cambio en la estructura o las funciones del INALI se podrá realizar de forma legítima sin estrecha colaboración con las comunidades que lucharon por su existencia. Debilitar la inversión del Estado en la defensa de las lenguas indígenas, sin el consentimiento y la participación activa de los pueblos que exigieron estas acciones, representaría una traición a su lucha histórica. Los derechos lingüísticos de los pueblos indígenas no pueden existir sin las comunidades hablantes, que son las verdaderas guardianas de sus lenguas.

 

1 Página 12 de la propuesta de reforma.

2 De cara a la aprobación del dictamen en la cámara de diputados, Rafael Estrada Michel propone seguir la pista a los retos que enfrenta en dicha reforma que expone en esta columna de opinión.

3 Nuestro informe “Que a nosotras ya no nos dejen al último”, elaborado desde Data Cívica en colaboración con Zihuakali, utiliza datos públicos y entrevistas a profundidad para evidenciar una migración interna desde el Sur hasta el Norte del territorio mexicano, con las personas indígenas del Sur del país siendo particularmente afectadas por este desplazamiento.

4 Véase el resumen de las actividades a nivel comunitario llevadas a cabo por el INALI en el año 2023 en el siguiente comunicado de prensa.

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Imagen BBC
Cómo un ‘bosque invertido’ de millones de árboles sostiene Venecia desde hace 1600 años
10 minutos de lectura

La mayoría de las estructuras modernas están construidas para durar unos 50 años, pero la ingeniosa ingeniería antigua ha mantenido a flote esta ciudad acuática durante más de 1.600 años, utilizando únicamente madera.

27 de abril, 2025
Por: BBC News Mundo
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Cualquier veneciano sabe que Venecia es un bosque invertido.

La ciudad, que cumplió 1604 años el 25 de marzo, está construida sobre los cimientos de millones de pilotes cortos de madera, clavados en el suelo con la punta hacia abajo.

Estos árboles —alerce, roble, aliso, pino, abeto y olmo, de entre 3,5 metros y menos de 1 metro de longitud— han sostenido palacios de piedra y altos campanarios durante siglos, en una verdadera maravilla de la ingeniería que aprovecha las fuerzas de la física y la naturaleza.

En la mayoría de las estructuras modernas, el hormigón armado y el acero ejercen la función que este bosque invertido ha ejercido durante siglos.

Pero a pesar de su resistencia, pocos cimientos actuales podrían durar tanto como los de Venecia.

“Hoy en día, los pilotes de hormigón o acero están diseñados con una garantía de duración de 50 años”, afirma Alexander Puzrin, profesor de geomecánica e ingeniería de geosistemas en la Universidad Politécnica Federal de Zúrich (ETH, por sus siglas en alemán), Suiza.

“Por supuesto, pueden durar más, pero cuando construimos casas y estructuras industriales, el estándar es de 50 años de vida útil”, agrega.

La técnica de los pilotes venecianos es fascinante por su geometría, su resistencia milenaria y su enorme escala.

Nadie sabe con certeza cuántos millones de pilotes hay bajo la ciudad, pero solo en los cimientos del puente de Rialto hay 14 mil postes de madera compactados, y bajo la Basílica de San Marcos, construida en el año 832, hay 10 mil robles.

Detrás del bosque invertido de Venecia: la historia de los battipali

“Nací y crecí en Venecia”, afirma Caterina Francesca Izzo, profesora de química ambiental y patrimonio cultural de la Universidad de Venecia.

“De pequeña, como todos, sabía que bajo los edificios venecianos se encuentran los árboles de Cadore [la región montañosa vecina a Venecia]. Pero desconocía cómo se colocaban estos pilotes, cómo se contaban y se derribaban, ni que los battipali (literalmente, los que golpeaban los pilotes) tenían una profesión muy importante. Incluso tenían sus propias canciones. Es fascinante desde un punto de vista técnico y tecnológico”.

Los battipali martillaban los pilotes a mano y cantaban una canción antigua para mantener el ritmo: una melodía evocadora y repetitiva con una letra que alaba a Venecia, su gloria republicana, su fe católica y declara la muerte al enemigo de la época, los turcos.

En un tono más desenfadado, una expresión veneciana aún vigente, Te à na testa da bater pài (literalmente “tiene una cabeza de derribar pilotes”), es una forma pintoresca de decir que alguien es torpe o poco ingenioso.

Las personas que clavaban los pilotes en el limo eran conocidas como battipali, o golpeadores de pilotes, y usaban una canción para mantener el ritmo mientras trabajaban.
Emmanuel Lafont/BBC
Las personas que clavaban los pilotes en el limo eran conocidas como battipali, o golpeadores de pilotes, y usaban una canción para mantener el ritmo mientras trabajaban.

Los pilotes se clavaban a la mayor profundidad posible, hasta que ya no se podían hundir más, comenzando por el borde exterior de la estructura y avanzando hacia el centro de los cimientos, generalmente hundiendo nueve pilotes por metro cuadrado en forma de espiral.

Las cabezas se aserraban para obtener una superficie regular, que se situaría por debajo del nivel del mar.

Encima se colocaban estructuras transversales de madera, ya fueran zatteroni (tablas) o madieri (vigas).

En el caso de los campanarios, estas vigas o tablas tenían hasta 50 centímetros de grosor.

En otros edificios, las dimensiones eran de 20 centímetros o incluso menos.

El roble proporcionaba la madera más resistente, pero también la más preciada (más tarde, el roble solo se utilizaría para construir barcos; era demasiado valioso para que se quedara enterrado en el barro).

Sobre estos cimientos de madera, los obreros colocaban la piedra del edificio.

La producción de árboles veneciana

La República de Venecia pronto comenzó a proteger sus bosques para proporcionar suficiente madera para la construcción, así como para los barcos.

“Venecia inventó la silvicultura”, explica Nicola Macchioni, director de investigación del instituto de bioeconomía del Consejo Nacional de Investigación de Italia, en referencia al cultivo de árboles.

“El primer documento oficial sobre silvicultura en Italia proviene de la Magnífica Comunidad del Valle de Fiemme (al noroeste de Venecia) y data del año 1111. Detalla las normas para explotar los bosques sin agotarlos“, señala.

Según Macchioni, estas prácticas de conservación debieron de estar en uso años antes de que se escribieran.

“Eso explica por qué el Valle de Fiemme aún hoy está cubierto por un frondoso bosque de abetos”, dice.

Sin embargo, países como Inglaterra ya se enfrentaban a la escasez de madera a mediados del siglo XVI, añade.

Ilustración de troncos debajo de una iglesia en Venecia.
Emmanuel Lafont/BBC
Las pilas de madera debajo de Venecia se están degradando lentamente a medida que las bacterias anaeróbicas atacan las paredes celulares de las fibras de madera.

Una cuestión de física

Venecia no es la única ciudad que se basa en pilotes de madera como cimientos, pero existen diferencias clave que la hacen única.

Ámsterdam es otra ciudad parcialmente construida sobre pilotes de madera: aquí, como en muchas otras ciudades del norte de Europa, estos se extienden hasta el lecho rocoso y funcionan como largas columnas o como las patas de una mesa.

“Lo cual está bien si la roca está cerca de la superficie”, afirma Thomas Leslie, profesor de arquitectura en la Universidad de Illinois, Estados Unidos.

Pero en muchas regiones, el lecho rocoso está mucho más allá del alcance de un pilote.

En la orilla del lago Michigan, en EE.UU., donde Leslie reside, el lecho rocoso podría estar a 30 metros por debajo de la superficie.

“Encontrar árboles tan grandes es difícil, ¿verdad? Se cuentan historias de Chicago en la década de 1880 donde intentaron clavar un tronco de árbol encima de otro, lo cual, como pueden imaginar, no funcionó.

Finalmente, se dieron cuenta de que se podía confiar en la fricción del suelo”.

El principio se basa en la idea de reforzar el suelo, colocando tantos pilotes como sea posible, lo que aumenta considerablemente la fricción entre estos y el suelo.

“Lo ingenioso de esto”, dice Leslie, “es que, en cierto modo, se utiliza la física (…) Lo bueno es que se aprovecha la naturaleza fluida del suelo para proporcionar resistencia y sostener los edificios”.

El término técnico para esto es presión hidrostática, que básicamente significa que el suelo “agarra” los pilotes si se insertan muchos densamente en un mismo punto, explica Leslie.

De hecho, los pilotes venecianos funcionan así: son demasiado cortos para alcanzar la roca madre y, en cambio, mantienen los edificios en pie gracias a la fricción. Pero la historia de este método de construcción se remonta aún más atrás.

La técnica fue mencionada por Vitruvio, ingeniero y arquitecto romano del siglo I; los romanos usaban pilotes sumergidos para construir puentes, que, a su vez, estaban cerca del agua.

Las compuertas de agua en China también se construían con pilotes de fricción.

Los aztecas los usaban en la Ciudad de México hasta que llegaron los españoles, derribaron la antigua ciudad y construyeron su catedral católica encima, señala Puzrin.

“Los aztecas sabían construir en su entorno mucho mejor que los españoles posteriormente, quienes ahora tienen enormes problemas con esta catedral metropolitana (donde el suelo se hunde de forma irregular)”.

Puzrin imparte una clase de posgrado en la ETH que investiga fallos geotécnicos famosos.

“Y este es uno de esos fallos. Esta catedral de la Ciudad de México, y la Ciudad de México en general, es un museo al aire libre de todo lo que puede fallar en sus cimientos”.

Ilustración de los cimientos de Venecia.
Emmanuel Lafont/BBC
La madera, la tierra y el agua se combinan para proporcionar a los cimientos de Venecia una resistencia notable.

Tras más de 1500 años bajo el agua, los cimientos de Venecia han demostrado una notable resiliencia. Sin embargo, no son inmunes a los daños.

Hace diez años, un equipo de las universidades de Padua y Venecia (con departamentos que abarcan desde silvicultura hasta ingeniería y patrimonio cultural) investigó el estado de los cimientos de la ciudad, comenzando por el campanario de la Iglesia de Frari, construido en 1440 sobre pilotes de aliso.

El campanario de Frari se ha hundido 1 milímetro al año desde su construcción, hasta un total de 60 centímetros.

En comparación con las iglesias y los edificios, los campanarios tienen un mayor peso distribuido en una superficie menor y, por lo tanto, se hunden más y más rápido, “como un tacón de aguja”, afirma Macchioni, quien formó parte del equipo que investigó los cimientos de la ciudad.

¿Buenas o malas noticias?

Caterina Francesca Izzo trabajaba en el campo, perforando núcleos, recolectando y analizando muestras de madera del subsuelo de iglesias, campanarios y del lateral de los canales, que se estaban vaciando y limpiando en ese momento.

Comentó que debían tener cuidado al trabajar en el fondo del canal seco para evitar que las aguas residuales brotaran esporádicamente de las tuberías laterales.

El equipo descubrió que, en todas las estructuras que investigaron, la madera estaba dañada (malas noticias), pero el sistema de agua, barro y madera la mantenía intacta (buenas noticias).

Desmintieron la creencia común de que la madera del subsuelo de la ciudad no se pudre porque se encuentra en un estado anaeróbico o sin oxígeno.

Las bacterias atacan la madera, incluso en ausencia de oxígeno.

Sin embargo, la acción de las bacterias es mucho más lenta que la de los hongos e insectos, que operan en presencia de oxígeno.

Además, el agua llena las celdas vaciadas por las bacterias, lo que permite que las pilas de madera mantengan su forma.

Así que, incluso si los pilotes de madera se dañan, todo el sistema de madera, agua y barro se mantiene unido bajo una intensa presión y se mantiene resistente durante siglos.

“¿Hay algo de qué preocuparse? Sí y no, pero aun así deberíamos considerar continuar con este tipo de investigación”, dice Izzo.

Construcción con madera

Desde el muestreo hace 10 años, no se habían recolectado nuevos, principalmente debido a la logística.

Se desconoce cuántos siglos más durarán los cimientos, dice Macchioni.

“Sin embargo, [durarán] mientras el entorno se mantenga igual. El sistema de cimentación funciona porque está hecho de madera, tierra y agua”.

El suelo crea un ambiente sin oxígeno, el agua contribuye a ello y mantiene la forma de las células, y la madera proporciona fricción.

Sin uno de estos tres elementos, el sistema colapsa.

En los siglos XIX y XX, la madera fue completamente reemplazada por el cemento en la construcción de cimientos.

Sin embargo, en los últimos años, una nueva tendencia de construcción con madera ha cobrado mayor interés, incluyendo el auge de los rascacielos de madera.

“Es un material de moda ahora mismo, y por muy buenas razones”, comenta Leslie.

La madera es un sumidero de carbono, es biodegradable y, gracias a su ductilidad, se considera uno de los materiales más resistentes a los terremotos.

“Claro que hoy en día no podemos construir ciudades enteras de madera porque somos demasiados en el planeta”, añade Macchioni, pero es innegable que, sin materiales artificiales ni motores, los constructores de la antigüedad simplemente tuvieron que ser más ingeniosos.

Venecia no es la única ciudad con cimientos de madera, pero sí es “la única [donde se utilizó la técnica de fricción] en masa que aún sobrevive hoy en día y es increíblemente hermosa”, añade Puzrin.

“Había gente que no estudió mecánica de suelos ni ingeniería geotécnica, y aun así produjeron algo con lo que solo podemos soñar, y que duró tanto tiempo. Eran ingenieros extraordinarios e intuitivos que hicieron exactamente lo correcto, aprovechando todas estas condiciones especiales”, concluyó.

*Las ilustraciones de esta historia son solo para fines artísticos y no son una representación fiel de los cimientos de pilotes de madera bajo Venecia, que están muy juntos y no tienen ramas.

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