Por: Carolina Torreblanca (@caro_whitetower)
Entre 2002 y 2016, la causa de muerte específica de 624 mujeres fue un aborto; aunque solo el 7% de las mujeres que parió durante ese mismo periodo tenía una escolaridad de preescolar, el 23.4% de las que murieron había estudiado solo hasta ese grado.
Pareciera que en 2018 el debate sobre la legalización y la despenalización del aborto alrededor del mundo se ha reavivado; mientras que Irlanda lo legalizó por un margen de votación de 2 a 1 en el plebiscito de mayo, la discusión y el subsecuente rechazo del Senado de Argentina a la iniciativa de legalización que había ya sido aprobada por los diputados provocó pañuelazos de apoyo en todo el mundo. En el centro de este debate reciente ha estado la idea de que las mujeres no van a dejar de abortar, pero que su criminalización vuelve a la práctica insegura. Se citan datos sobre procedimientos practicados, mujeres que no tendrían que haber muerto haciéndolos y la contradicción de lo común y estigmatizado que es abortar.
¿Qué hay de México? ¿Qué dicen los datos sobre el aborto en el país? ¿cuántas mujeres abortan? ¿quiénes son? ¿quiénes mueren?
La respuesta corta a la pregunta de cuántas mujeres abortan en el país es que no lo sabemos con precisión, porque buena parte de la información o no existe o no se publica (aunque se agradece el esfuerzo titánico de organizaciones como GIRE para exigir, recopilar y publicar mucha de esta información). ¿Qué necesitaríamos para tener un panorama completo del aborto en el país?. Sin duda los datos de los procedimientos que tiene lugar en hospitales públicos, pero también sobre abortos practicados en casa, abortos clandestinos y también los practicados en hospitales y clínicas privadas. Esta va a ser por tanto una historia incompleta.
¿Qué sí podemos saber? Gracias a la ENDIREH 2016, cuantas mujeres que reportaron haber estado embarazadas en los últimos 5 años tuvieron un aborto. ¿Qué no podemos saber? Si este aborto fue inducido o espontáneo. La encuesta reporta que 9.4 millones de mujeres de 15 a 49 años dijo haber estado embarazada en los últimos 5 años; de estas, poco más de un millón dijo haber tenido al menos un aborto.
El 71% de las mujeres de entre 15 a 49 años reportó no haber tenido un embarazo en los últimos 5 años; el 25.5% dijo haber de tenido un embarazo, pero no un aborto, mientas que el 3% dijo haber estado embarazada y haber tenido al menos un aborto durante ese periodo.
Estos tres grupos de mujeres son muy similares en escolaridad, 39% de las embarazadas, sin importar si abortaron o no y el 34% de las no embarazadas estudiaron hasta secundaria, la escolaridad más común. Mientras que 19% de las mujeres que no estuvo embarazada tiene esa escolaridad, tan solo el 14.7% de las que se embarazaron y no abortaron lo tiene.
La diferencia más notoria en escolaridad es en los porcentajes de los tres grupos que estudió hasta primaria; mientras que el porcentaje de mujeres embarazadas que no abortaron y las que nunca se embarazaron es 16.5%, es tan solo de 13.5% para aquellas que sí tuvieron un aborto. Esta diferencia la compensan en parte con el porcentaje que tiene posgrado, que es de 2.3% para las que tuvieron un aborto, pero solo de 1.1% y 1.3% para las que se embarazaron y no abortaron y para las que no abortaron respectivamente. Es decir, un porcentaje ligeramente menor de las mujeres que abortaron lograron estudiar solo hasta primaria y uno ligeramente mayor tiene un posgrado; tiene en promedio, más escolaridad.
Cuando dividimos a las mujeres según el tamaño de la localidad en la que viven, podemos ver que el porcentaje más grande de mujeres que nunca se ha embarazado al igual que el de las que ha abortado vive en zonas urbanas, mientras que el porcentaje más chico de ambos grupos está en zonas rurales.
Es importante insistir en que la información sobre mujeres que han abortado que incluye la ENDIREH se refiere a los 5 años previos, por lo que la encuesta nos dice poco de la edad que tenían las mujeres al embarazarse o al abortar. Sin embargo, la otra gran fuente de información sobre abortos practicados a nivel nacional, los registros de egresos hospitalarios de unidades de la Secretaría de Salud, es más precisa en este punto. La versión pública más reciente de esta base es de los egresos hospitalarios ocurridos en 2014.
Con estos datos podemos saber cuántas mujeres estuvieron en un hospital de la Secretaría de Salud por un aborto, aunque de nuevo no podemos saber el tipo de aborto del que se trató, es decir si fue inducido o espontáneo.
En 2014, 117,921 mujeres recibieron atención obstétrica de aborto en uno de los centros de salud de la Secretaría de Salud. Poco más de la mitad de estas mujeres, 54%, había tenido un parto anteriormente; la edad promedio para ellas al momento de abortar fue de 28 años, mientras que las que nunca habían tenido un parto antes tenían en promedio 22.4 años.
En general, casi todas las intervenciones obstétricas de aborto terminan en la mejoría o la curación de la mujer. De las más de cien mil intervenciones, solo 19 terminaron en defunción. Esto es cierto incluso si se dividen a las mujeres según las semanas de gestación antes de que se practicara el procedimiento.
El aborto por tanto parece ser un procedimiento médico que practican mujeres regularmente y que casi siempre termina en curación o mejoría; sin embargo para algunas mujeres abortar es poner en peligro su vida. ¿Por qué?
Entre 2002 y 2016, la causa de muerte específica de 624 mujeres fue registrada como “aborto”. Esta cifra es una subestimación de las muertes por aborto, pues no incluye todas las muertes que estuvieron relacionadas con la práctica de uno pero que fueron registradas con una causa de muerte específica, por ejemplo, de sepsis o hemorragia.
Si vemos la edad de las mujeres que murieron, según su grado de escolaridad y lo comparamos con las de las mujeres que parieron durante el mismo periodo, podemos ver que en promedio la edad de ambos grupos es similar en todas las categorías, con excepción de las mujeres sin escolaridad que murieron, que son ligeramente más grandes que sus contrapartes que parieron. Esto significa que la mortalidad no puede ser atribuida a una diferencia sistemática en las edades de las mujeres.
En cambio, si tomamos a la escolaridad como una medición imperfecta de estatus socioeconómico y comparamos a las mujeres que murieron por causa de un aborto con aquellas que parieron en el país durante el mismo periodo, queda claro que las primeras eran sistemáticamente más pobres que las segundas. Mientras que solo el 7% de las mujeres que parió tenía una escolaridad de preescolar y el 4.5% no tenían ninguna escolaridad, el 23.4% de las que murieron habían estudiado hasta preescolar y el 10.4% no tenía ninguna escolaridad.
Las que mueren por abortar también son sistemáticamente diferentes en su estado civil que las mujeres que paren: un porcentaje mayor era divorciada, viuda y soltera mientras que considerablemente menos estaba en unión libre. Mientras que el 25% de las mujeres que murieron eran solteras, solo el 10.6% de las que parieron entre 2002 y 2016 tenían ese estado civil, por el contrario, el 40% las mujeres que parieron durante ese periodo vivían en unión libre, pero solo el 31% de las que murieron.
Aunque todas las entidades del país tienen en su código penal algunas causales que estipulen circunstancias bajo las cuales abortar no está penalizado (en todo el país, por ejemplo, cuando el embarazo haya sido producto de una violación), el aborto siempre es un delito y se persigue y castiga cotidianamente.
Para un detalladísimo informe de criminalización por aborto en el país, está el nuevo e imperdible informe de GIRE; yo en este blog me voy a concentrar solo en la información que publica el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de seguridad Pública sobre qué tanto; donde y a quién se persigue por el delito de aborto.
En 2017, el estado con la tasa de delitos de aborto contenidos en averiguaciones o carpetas de investigación más alta fue Baja California, con 4.1 por cada 100mil mujeres; le sigue Baja California Sur con 3.5 y Morelos con 2.2 por cada 100mil mujeres. Es muy notorio que la CDMX sea la cuarta entidad con la tasa más alta, a pesar de que es la única entidad en la que el aborto a libre voluntad no está criminalizado, hasta las 12 semanas.
Si vemos la misma tasa, pero desde 2015 (primer año para el cual hay información para el delito de Aborto en la base del Secretariado) es claro que ocupar los primeros puestos no es una anomalía ni para la CDMX ni para Baja California o Baja California Sur; mientras que Guerrero, Tabasco, Nayarit y Sonora han mantenido una tasa baja consistentemente.
En los datos de incidencia delictiva que publica el Secretariado se registra el sexo de la víctima del delito; para el delito de aborto el sexo siempre se registra como ‘no especificado’ – porque la “víctima” es el feto, pero gracias al Censo Nacional de Procuración de Justicia Estatal 2017 podemos saber cuántos de los imputados por el delito de aborto son hombres y cuantas son mujeres.
De los 115 inculpados o imputados en la CDMX el 42% fue mujeres y el 68% hombres; en el EDOMEX de los 42 imputados, solo 15 fueron mujeres. Por el contrario, en Sonora las cuatro imputadas fueron mujeres, en Chihuahua el 70% de los 13 imputados y en Jalisco el 61% de los 31 imputados en 2016 fueron mujeres.
El acceso al aborto es un privilegio en el país, no solo porque las causales legales son sistemáticamente ignoradas y obstaculizadas por los estados, violando los derechos de las mujeres a acceder a un aborto seguro, sino también por el simple y sencillo costo económico que implica costear uno. Entonces ¿a quienes les alcanza para abortar?
Si hacemos una sobre simplificación podríamos decir que hay cuatro maneras diferentes de abortar voluntariamente cuando no se trata de una violación o de alguna otra causal legal en los estados: con un aborto clandestino realizado en una clínica pública; con un aborto clandestino realizado con medicamentos; con un aborto legal en una clínica privada en la CDMX o con un aborto legal en un hospital público o clínica especializada de la CDMX.
Según Daniela Tejas Miguez del Fondo de Aborto para la Justicia Social MARIA, un fondo de aborto que aprovecha el marco legal que existe en la Ciudad de México para acortar las brechas de desigualdad y apoyar a mujeres de todo el país a acceder a aborto legal en esta Ciudad, ofreciendo apoyo para pago de transporte, alojamiento, procedimiento, comida y/o medicamentos además de acompañamiento, apoyo logístico, informativo y/o emocional, los abortos clandestinos en una clínica privada pueden costar desde $5 mil hasta $30 mil pesos, dependiendo lo que los médicos quieran cobrar y las semanas de gestación que se tengan; un aborto con medicamentos, usando misoprostol, cuesta entre $500 y $900, y un aborto legal en la CDMX en una clínica privada puede costar entre $2000 hasta $5000, siempre que el producto tenga menos de 12 semanas.
La única opción gratis sería un aborto en una clínica pública de la CDMX, aunque si se trata de una mujer de otra entidad que viene exprofeso a abortar, tendría que incurrir en gastos como los medicamentos, el transporte, la alimentación y el hospedaje que implica trasladarse a la CDMX para realizarlo. En pocas palabras, a excepción de las mujeres que viven en la CDMX, e incluso para muchas de ellas, abortar necesariamente cuesta dinero.
Entonces ¿a quiénes les alcanza para abortar? Usando la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo ENOE podemos ver a qué porcentaje de las mujeres mexicanas les alcanzaría con la totalidad de su salario mensual para costear un aborto. Incluso si tomamos el costo menor estimado de cada tipo de aborto, $5,000; $500 y $2,000 pesos respectivamente, vemos que bajo ningún caso a más del 40% de las mujeres del país les alcanza para costear incluso el aborto con medicamentos; si nos concentramos en las mujeres de entre 15 y 25 años, el porcentaje es aún menor.
Solo el 15.6% de las mujeres mexicanas de entre 25 y 29 años pueden costear un aborto clandestino en una clínica privada de 5mil pesos, 5.3% de las menores de 25; abortar con misoprostol es solo asequible para el 19.3% de las mujeres de entre 15 y 25 y tan solo para el 36% de aquellas que tienen entre 25 y 49.
Entender el aborto desde los datos es necesariamente entenderlo de manera incompleta, lo que se publica y se sabe es poco por la naturaleza del fenómeno y el estigma que lo rodea. Sin embargo, hay cosas que indudablemente podemos saber:
1) Incluso cuando se trata datos auto reportados, que subestiman la magnitud del fenómeno, el aborto es un procedimiento muy común.
2) En la gran mayoría de los casos, el aborto es un procedimiento extremadamente seguro que termina en la curación de la mujer.
3) El aborto no es un procedimiento que se practica solo a adolescentes ni solo a mujeres solteras, la mayoría de las mujeres que tuvo uno en una clínica de la Secretaría de Salud había tenido un parto previamente y la edad promedio está siempre por encima de los 25 años.
4) Las mujeres que han muerto por un aborto en los últimos años son diferentes a las que parieron y las que reportan haber abortado sin morir: tienen una menor escolaridad, lo que nos podría hablar de sus menores ingresos. Sí son desproporcionadamente solteras, pero también más viudas y divorciadas.
5) El delito de aborto se persigue de manera muy desigual en el país, mientras que algunos estados sistemáticamente abren muchas investigación, otros no abren casi ninguno. Además, aunque la CDMX es la única entidad en la que el aborto está despenalizado hasta las 12 semanas, se sigue persiguiendo y criminalizando a niveles muy por encima del promedio nacional.
6) Buena parte de los imputados por el delito de aborto son hombres.
7) Abortar en México es un privilegio, no solo de las habitantes de la CDMX sino también de la minoría de mujeres con los recursos económicos para costearlo. La mayoría de las mujeres en México no pueden pagar un aborto no gratuito, menos si se trata de mujeres jóvenes.
Nota Metodológica
Diseño de información por Víctor Sahagún (@masvicmas). El análisis de los datos lo puedes encontrar aquí.