Durante las últimas dos semanas, Said Dawood ha estado aislado en el Centro de Trauma de Kunduz, apoyado por Médicos Sin Fronteras (MSF).
Dawood se fracturó ambas piernas hace ocho meses, cuando cayó desde un cuarto piso mientras trabajaba como obrero calificado en la provincia de Kunduz, al norte de Afganistán. Aunque fue dado de alta del centro de trauma en marzo, desde entonces ha sido readmitido en el hospital dos veces. Una infección causada por bacterias resistentes a los antibióticos comúnmente utilizados hizo necesario un tratamiento específico.
La resistencia antimicrobiana (RAM) ocurre cuando los microbios, incluidas las bacterias, desarrollan la capacidad de sobrevivir a los medicamentos utilizados contra ellos. La RAM está aumentando a tasas alarmantes en muchos países con sistemas de salud frágiles y malas condiciones de saneamiento. Cuando los medicamentos dejan de funcionar, cortes simples y muchas enfermedades que normalmente no se consideran mortales pueden volverse nuevamente letales.
En todo Afganistán, MSF está implementando un paquete de servicios para abordar la RAM, incluyendo el fortalecimiento de las medidas de control de prevención de infecciones para evitar la propagación de bacterias resistentes. También estamos creando comités de gestión de antimicrobianos para garantizar la elección adecuada y el uso correcto de los antibióticos para los pacientes.
MSF también ha abierto dos laboratorios de bacteriología, en Kunduz y Khost, para ayudar a identificar bacterias y seleccionar los antibióticos adecuados para tratar las infecciones.
“Nos enfrentamos a la resistencia a los antibióticos todos los días”, dice la Dra. Letizia Ottino, especialista en enfermedades infecciosas de MSF que trabaja en RAM en Afganistán. “Tiene un impacto serio en el sistema de salud. Las infecciones resistentes a múltiples medicamentos requieren más recursos para ser tratadas, hospitalizaciones más largas, antibióticos costosos y médicos especializados”, explica Ottino.
Aunque hay datos limitados sobre la resistencia a los antibióticos en Afganistán, Ottino señala que la literatura científica disponible indica altos niveles de RAM en el país.
Los principales factores que impulsan la RAM en entornos de bajos recursos como Afganistán son el acceso deficiente a servicios de salud de calidad, agua, saneamiento e higiene, medidas de prevención de infecciones, vacunas y cadenas de suministro médico y de laboratorio, según un informe de MSF sobre RAM en contextos humanitarios.
Las prácticas de pacientes y prescriptores también juegan un papel significativo, dice el Dr. Zabihullah Fazalzoi, pediatra en el departamento pediátrico del Hospital Regional de Herat apoyado por MSF.
“La prescripción excesiva, el uso excesivo, el mal uso y la disponibilidad generalizada de antibióticos sin receta contribuyen al creciente problema de la RAM”, afirma.
Un estudio de métodos mixtos realizado por MSF en 2015 con pacientes, prescriptores y farmacéuticos en un hospital del distrito de Kabul encontró que los pacientes a menudo tenían un conocimiento limitado sobre los antibióticos. Como resultado, con frecuencia los usaban en exceso o de manera incorrecta, incluso para una amplia variedad de afecciones como resfriados comunes, infertilidad y dolores corporales generales. El fácil acceso sin receta a los antibióticos en farmacias privadas exacerbó el problema.
Las infecciones graves aumentan el riesgo de muerte, particularmente para las personas vulnerables, como recién nacidos, mujeres embarazadas, niños con desnutrición aguda severa y aquellos con lesiones relacionadas con traumas.
Las nuevas madres en el Hospital de Maternidad de MSF en Khost enfrentan ese temor todos los días mientras se ponen batas médicas para visitar a sus bebés prematuros en camas de cuidados intensivos neonatales.
Ante el primer signo de infección en la sala, el personal de MSF envía una muestra de sangre al mini-laboratorio recién instalado—un laboratorio de bacteriología clínico pequeño y transportable que MSF ha implementado en entornos de bajos recursos—para identificar las bacterias causantes de la infección y ajustar el tratamiento antibiótico.
Los promotores de salud en los proyectos de MSF están intentando aumentar la educación pública sobre la RAM y fomentar mejores prácticas en la comunidad.
Haji Abdul Rehman Niamatullah reúne a un grupo de pacientes en el Hospital Provincial de Boost, apoyado por MSF, en Lashkar Gah, Helmand. Con un rotafolios en mano, explica que los antibióticos combaten infecciones causadas por bacterias, pero no tienen efecto sobre los virus comunes que causan tos, resfriados o gripe.
Explica que la resistencia a los antibióticos se acelera cada vez que los utilizamos de forma incorrecta, como saltándonos dosis o no completando el curso completo del tratamiento. Dado que el antibiótico no puede matar a las bacterias, se vuelve más difícil tratar la enfermedad, añade Niamatullah.
De vuelta en el Centro de Trauma de Kunduz, Dawood ha aprendido de primera mano lo difícil que puede ser tratar infecciones causadas por un organismo resistente a múltiples medicamentos. Su infección fue causada por un organismo altamente resistente conocido como Staphylococcus aureus resistente a la meticilina.
Después de más de dos semanas en la sala de aislamiento del centro de trauma, Dawood dice que puede notar que su infección está comenzando a sanar. Aunque está agradecido por el tratamiento recibido del personal de MSF, Dawood dice que espera poder regresar pronto a casa.
En la historia de Adela Velarde, que posiblemente inspiró el corrido más famoso de la revolución mexicana y dio nombre a las “adelitas”, se entreteje la memoria y la leyenda.
Adela Velarde Pérez fue las dos cosas.
Pero, como sucede con todos los mitos identitarios, en la historia de esta mujer que posiblemente inspiró el corrido más famoso de la revolución mexicana y dio nombre a las “adelitas”, se entreteje la memoria y la leyenda.
La imagen de Adela Velarde, jovencísima, de ojos grandes, mirando intensamente a la cámara bajo su enorme sombrero, agarrando una bandera mexicana en una mano y una espada en la otra, su diminuto cuerpo cruzado por un cinturón de balas, encarna la esencia de un espíritu nacional, de una identidad mexicana valiente y revolucionaria.
Ella representa a las miles de mujeres anónimas que se unieron a la Revolución mexicana (1910-1920) a las que se conoce como “adelitas”, y que consiguieron derrocar la dictadura de Porfirio Díaz.
El corrido de “La Adelita”, quizás el más famoso de toda la época de la revolución, se cantaba obsesivamente en los frentes y hoy se sigue escuchando, popularizado por cantantes como Jorge Negrete o Amparo Ochoa. Sin embargo, la historia de la “Adelita” original sigue siendo en parte un misterio.
Se sabe que nació en el estado de Chihuahua, probablemente en Ciudad Juárez, en el año 1900, en el seno de una familia acomodada.
Según la biografía que el gobierno de México tiene sobre ella, fue nieta del destacado general juarista Rafael Velarde, que luchó contra las tropas francesas.
Siendo aún adolescente se unió a las filas de la revolución, apoyando a la Asociación Mexicana de la Cruz Blanca en labores de enfermería.
Formó parte de la División del Norte del Ejército Constitucionalista, y posteriormente se incorporó al Cuerpo de Ejército del Noreste.
El 22 de febrero de 1941, Velarde fue reconocida como “Veterana de la Revolución” por la Secretaría de Defensa Nacional mexicana y, según el Museo de la Mujer, fue nombrada miembro de la Legión de Honor Mexicana en 1962.
Al acabar la revolución trabajó en Ciudad de México como mecanógrafa en la administración de Correos. En 1965 se reencontró con un coronel que había conocido en sus años de lucha, Alfredo Villegas, con quien se casó en 1965.
Poco después, la pareja se mudó a Estados Unidos, donde vivió hasta su muerte en 1971, debido a un cáncer de ovario. Sus restos yacen en el cementerio de San Felipe, en Del Río, Texas.
Estas es, practicamente, casi la única información contrastada que se tiene de ella.
A partir de ahí, casi todo son relatos, más o menos fabulados, inspirados por el romanticismo de su personaje.
El mito la retrata como una muchacha valiente y bella, cuyos ideales revolucionarios la convirtieron en un ejemplo para otras mujeres que se unieron al alzamiento, a las que hoy se conoce como “adelitas” y que desempeñaron un papel fundamental en las guerrillas.
Pocos han descrito el papel de las “adelitas” de una forma más hermosa que la escritora Elena Poniatowska en su libro “Las indómitas”.
“Yo te doy agua. Yo llevo las ollas y las cazuelas para hacerte tu comida. Yo te despiojo. Yo te lío tu petate. Yo te lavo tu ropa. Yo junto la leña para hacer lumbre. Yo te aceito tu fusil. Yo te prendo tu cigarrito, y si no hay tabaco, te hago uno de macuche, aquí tengo hojas de maíz. Yo cargo tu Mauser y tus cartuchos. Yo cuido de que no se moje la pólvora. Yo te hago casa en el campo de batalla. Yo soy tu colchón de tripas. Yo tengo a tu hijo en la trinchera”.
Sin ellas, afirma la autora mexicana, no habría habido revolución. Muchas fueron llevadas por sus hombres, esposos, padres o hijos, al combate como apoyo. Otras fueron obligadas a participar por la fuerza y, aunque la mayoría ejercía apoyos básicos y de enfermería, algunas llegaron a tener cargos importantes.
Después de haber dado sangre, sudor y lágrimas en la batalla, con el fin de la guerra la mayor parte de estas mujeres regresaron a los antiguos roles que la sociedad les deparaba, y sus hisotrias de olvidaron.
Solo un puñado de nombres de “adelitas” han sobrevivido al anonimato de la Historia, entre ellos el de Adela Velarde, en gran parte gracias al corrido que lleva su nombre.
La versión más edulcorada de la historia de esta famosa canción, que se convirtió en símbolo de la revolución y responsable de que medio mundo hispanohablante no pueda escuchar la palabra “Adelita” sin tararear “se fuera con otro…”, la narra el historiador mexicano José Alberto Galindo.
Galindo es el autor del libro “Un cielo lleno de metrallas: La verdadera historia de la Adelita”, en el que relata la siguiente historia:
Velarde entró en el ejército revolucionario como enfermera, por lo que fue repudiada por su familia, que consideraba, como otras de su época, que las mujeres solo podían abandonar el hogar de su familia para casarse.
Al poco de unirse a la revolución, la joven conoció a Antonio Gil Del Río Armenta, sargento del ejército de Pancho Villa, y ambos mantuvieron un tórrido romance.
De acuerdo con algunos relatos no corroborados, ambos tuvieron un hijo, que más tarde moriría en la Segunda Guerra Mundial.
La historia de amor tuvo también un final trágico.
El sargento fue alcanzado por una bala en la ciudadad de Gómez Palacio, y murió en los brazos de su amada. Sin embargo, antes de fallecer, le pidió a su enamorada que mirara dentro de su petate, donde Velarde encontró un papel con la letra de la canción que se convertiría en un himno nacional revolucionario. Ella había sido su musa y sería su último amor.
¿Demasiado perfecto? Pues hay más.
Según Galindo, la letra de la canción no estaba completa, por lo que Gil Del Río Armenta le cantó allí mismo, y con su aliento postrero, la última estrofa, que Adelita apuntó en el papel de su puño y letra.
Algunas versiones dicen que esta última estrofa dictada al borde de la muerte fue la que dice: “Si acaso yo muero en campaña /y mi cadáver lo van a sepultar, /Adelita por Dios te lo ruego /que con tus ojos me vayas a llorar”.
Sin embargo, en una entrevista con el diario “Excélsior” en 1948, la propia Velarde confirmó que fue ella quien inspiró al compositor, aunque el corrido original solo contaba con tres estrofas:
“Popular entre la tropa era Adelita, /la mujer que el sargento idolatraba, /porque a más de ser valiente era bonita /que hasta el mismo coronel la respetaba.
Y si Adelita se fuera con otro/ la seguiría por tierra y por mar; /si por mar, en un buque de guerra /si por tierra, en un tren militar.
Si Adelita quisiera ser mi esposa, /si Adelita fuera mi mujer, /le compraría su vestido de seda /para llevarla a bailar al cuartel”.
El historiador Galindo afirma, además, que el “coronel” que menciona la canción es, para rizar más el rizo, hombre con el que finalmente se casó Adela Velarde en 1965, Alfredo Villegas.
Sin embargo, existen diferentes versiones sobre el origen de la canción que, según la Secretaría de Defensa Nacional (SDN) mexicana, fue difundida por la División del Norte entre 1914 y 1915.
Según el libro “Las Fuerzas Armadas en la Revolución Mexicana”, editado por la SDN en 2013, algunos atribuyen su autoría al joven capitán Elías Cortázar Ramírez, otros a un tal Ángel Viderique.
Otra interpretación afirma que se trata de una canción anónima que el general Domingo Arrieta y sus tropas escucharon en el estado de Sinaloa, y otra más que el mismo general Arrieta se la encomendó a un maestro de su banda militar, Julián S. Reyes, para que la escribiera y la instrumentara.
Pero en la creación de los mitos el relato es importante, y una buena historia de amor trágico siempre será más potente que un anodino encargo.
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