¡Total, estamos chavos! Esta icónica frase la hemos dicho más de una vez al pasar la tarjeta de crédito para comprar algún bien o servicio que no teníamos planeado, hacer un viaje que nos descapitalizará y un sinfín de aventuras físicas que darán paso al dolor de rodilla o a un “no lo vuelvo hacer”.
No obstante, la realidad nos golpea la cara. En México, la edad promedio de los habitantes es de 29 años, sin embargo, la edad promedio en la capital del país, es de 35 años (INEGI, 2020).
Si miramos detenidamente, podremos ver que nos encontramos a escasos años de la tan temida, pero respetada edad del adulto mayor, y es ahí cuando debemos ser conscientes y preguntarnos ¿México será un país envejecido?
La transición demográfica, uno de los fenómenos más estudiados en la demografía, nos da un panorama claro a esta pregunta. Y la respuesta es sí, México está envejeciendo a pasos agigantados, y a este intenso y acelerado proceso lo visualizaremos desde ópticas muy distintas, cuyas entidades vivirán efectos desiguales en cuanto a magnitud y ritmo, debido a los cambios en la fecundidad, mortalidad y efectos de la migración característicos y únicos en cada estado.
Acorde con la Conciliación Demográfica de México 1950-2050 (CONAPO) la población de adultos mayores será representada entre 25- 32 millones de habitantes para el año 2050, en otros palabras, 17 de cada 100 personas tendremos 60 o más años.
El índice de envejecimiento es el indicador que relaciona los dos extremos de la población para dar razón del balance entre generaciones, definido como el número de personas envejecidas de 60 años y más por cada cien menores de 15 años. En el año 2020 este índice era de 48 adultos mayores por cada cien niños, mientras que, en la Ciudad de México, Veracruz, Morelos, Sinaloa, Colima y Yucatán, se observan índices más altos de 51 a 90 adultos mayores por cada 100 niños menores de 15 años. (INEGI, 2021)
Se estima que en Querétaro, Baja California, Campeche y Quintana Roo el reto será aún mayor debido al crecimiento acelerado de su población en los últimos años. Otros estados como la ciudad de México tendrán decrecimiento poblacional por el alto precio de la vivienda y las condiciones estructurales mismas de esta mega urbe.
Pero ¿qué sucederá con nuestra generación?, los también llamados “Millennials” o “Generación sin terrenos baratos” o “Generación sin trabajo, auto, pareja estable, sin herencia y sin terreno” como nos hemos mofado en las redes sociales.
Para contestar esta pregunta debemos comenzar entendiendo que no somos una generación que no queramos salir adelante, solo somos una generación en movimiento, que crecimos en un momento en el que el país se encontraba en un cambio estructural, vivimos la devaluación del peso, la inestabilidad económica y la lucha social por la igualdad de los derechos, y al mismo tiempo somos aquella generación con más posgrados, pero también somos aquellos que no encontramos empleos bien remunerados y donde es más fácil insertarse en el mercado laboral informal por la falta de oportunidades del mercado. (Banco Interamericano de Desarrollo)
El incremento significativo de la población adulta mayor representará un gran desafío demográfico para el país en materia de seguridad social, movilidad y accesibilidad, así como los recursos humanos necesarios para el mercado de cuidados y asistencia.
Se prevé que la población de adultos mayores será cada vez más grande por cada cien personas en edad de trabajar, lo que para el 2050 de acuerdo con estimaciones de CONAPO (2017) habrá una dependencia económica de 26 adultos mayores por cada 100 personas en edad de laborar, esto traerá como consecuencias directas la disminución del ingreso per cápita, como resultado de la mayor incidencia de los ingresos percibidos por los adultos mayores que tienden a ser más altos que los ingresos promedio, lo que se traslada a una mayor precariedad laboral, llevando a la población a un punto de mayor pobreza entre sus habitantes. (COESPO)
Y si a esto le añadimos que actualmente el adulto entre 30-39 años tiene un ingreso trimestral promedio de $23,419 que va cambiando acorde a la edad, sexo, nivel de estudios y características étnicas, este empieza a partir de $9,159 trimestrales (ENIGH, 2020) , lo que deja ver la gran brecha existente entre grupos y las dificultades que se tienen para un ahorro seguro, trayendo como resultado más adultos en edades avanzadas insertos en el mercado laboral para poder seguir percibiendo un ingreso ante la falta de seguridad financiera.
Por otro lado, en la actualidad diferentes sistemas de salud cubren las necesidades de la población según su condición de derechohabiencia, aunque existe una proporción significativa de diversos grupos etarios que no cuentan con protección de ningún tipo. Se estima que, en 2018, la cobertura de los servicios de salud fue de 52 millones de personas, en 2020 ya con el INSABI en operación, esta cifra se redujo hasta ubicarse en 34 millones, es decir, hubieron 18 millones de personas que tenían acceso a los servicios del Seguro Popular, pero carecieron de acceso a los de INSABI. Acorde a ENIGH (2020) la disminución en el acceso a los servicios de salud se concentró en los hogares de menores ingresos, con una diferencia entre los de mayor ingreso de un 24% comparativo.
El presupuesto para salud es insuficiente para garantizar el derecho de acceso a su atención para toda la población. Además, las brechas respecto de estándares internacionales como los de la OCDE o la OMS, tanto en términos del presupuesto total como de la infraestructura en salud y disponibilidad de personal y equipo en el sector, son muy amplias. Se identificó que después de haber alcanzado un máximo en 2009 (3.1% del PIB), el presupuesto público para salud fue disminuyendo a partir del inicio del sexenio anterior hasta llegar a 2.8% del PIB en 2019. El presupuesto entre subsistemas muestra brechas importantes entre ellos, siendo el gasto ejercido para el INSABI el menor en términos per cápita. Todo lo anterior reproduce las desigualdades, en particular en la atención a la salud, y, por lo tanto, perjudica a la población más vulnerable. (FUNDAR, 2020). Este panorama nos deja vislumbrar las altas carencias en los sistemas de seguridad social básicas para la población, lo que se transferirá en alta demanda de servicios de salud de una población envejecida, en un sistema de seguridad caído.
Si a esto le añadimos que, a mayor edad, la demanda del mercado de cuidados se incrementa, requeriremos entender otro fenómeno social que se le ha otorgado el rol a la familia, específicamente a las mujeres; las cuales se sitúan en una situación de clara desventaja. En el año 2020 se estimó que hubo 84 millones de personas que realizaron trabajo de cuidado no remunerado en su hogar y solo 2.2 millones realizaron esta actividad a cambio de un pago. México necesita un sistema de cuidados para articular la atención de 43 millones de personas. Se prevé que para el 2050, ascienda a 52 millones de personas que requerirán cuidados por su edad o bien por tener limitaciones físicas para desplazarse o valerse por mi mismos. (CIEP, 2020)
Estos escenarios son parte de una realidad difícil de sostener en el tiempo, sin embargo, existen otros fenómenos a considerarse también para nuestra generación como lo son: la disminución de la fecundidad, la formación familiar, la esperanza de vida, la morbilidad de la población y un largo etcétera. Temas que también son parte de la forma en que envejeceremos.
En el hoy, debemos parar un poco y pensar que es momento de levantarnos de nuestra cotidianeidad y exigir mejores condiciones de vida para nuestro “yo” futuro, involucrándonos más en las decisiones de nuestro país, trabajando por la creación de mejoras en las políticas poblacionales, pidiendo presupuestos en salud para la prevención y sobre todo conocer las partidas presupuestales de nuestros estados. El trabajo no solo debe ser de forma individual sino colectiva para una sociedad más justa y equitativa para todos los grupos etarios que compartimos un momento de nuestra existencia en este gran país.
*Adriana González (@ccocky5) es mercadóloga, socióloga y demógrafa, apasionada por las estadísticas, la población, la investigación y la geografía social.
El satélite más antiguo de Reino Unido está en el lugar equivocado en el cielo, pero nadie está seguro de quién lo movió.
Alguien movió el satélite más antiguo de Reino Unido y al parecer no hay registro de quién, cuándo ni por qué lo hizo.
Lanzado en 1969, apenas unos meses después de que los humanos pisaran por primera vez la Luna, el Skynet 1A fue colocado sobre la costa este de África para transmitir comunicaciones a las fuerzas británicas.
Cuando la nave dejó de funcionar unos años más tarde, se podría haber esperado que la gravedad lo empujara aún más hacia el este, sobre el océano Índico.
Pero hoy, curiosamente, el Skynet 1A está en realidad a medio planeta de distancia, en una posición de 36.000 km sobre el continente americano.
De acuerdo con la mecánica orbital es poco probable que la nave militar de media tonelada simplemente se haya desplazado hacia su ubicación actual.
Casi con toda seguridad, se le ordenó encender sus propulsores a mediados de la década de 1970 para dirigirlo hacia el oeste. La pregunta es quién fue y con qué autoridad y propósito.
Lo que intriga es que la información clave sobre un activo de seguridad nacional que alguna vez fue vital pueda evaporarse.
Pero, fascinación aparte, también podríamos preguntarnos, con razón, por qué sigue siendo importante.
Después de todo, estamos hablando de basura espacial desechada hace 50 años.
“Sigue siendo relevante porque quienquiera que haya movido Skynet 1A nos hizo pocos favores”, afirma el doctor Stuart Eve, consultor espacial.
“Ahora está en lo que llamamos ‘un pozo de gravedad’ a 105 grados de longitud oeste, vagando hacia adelante y hacia atrás como una canica en el fondo de un cuenco. Y desafortunadamente esto lo acerca regularmente al tráfico de otros satélites.
“Como está muerto, el riesgo es que pueda chocar con algo, y como es ‘nuestro’ satélite, todavía somos responsables de él”, explica.
El doctor Eves ha consultado catálogos de satélites antiguos y archivos nacionales y ha hablado con expertos en satélites de todo el mundo, pero no ha podido encontrar pistas sobre el comportamiento al final de la vida útil de la nave espacial más antigua de Reino Unido.
Puede resultar tentador recurrir a una o dos teorías de la conspiración, sobre todo porque es difícil oír el nombre “Skynet” y no pensar en el sistema de inteligencia artificial (IA) malévolo y consciente de sí mismo de la franquicia cinematográfica Terminator.
Pero no hay ninguna conexión más allá del nombre y, en cualquier caso, la vida real siempre es más prosaica.
Lo que sí sabemos es que el Skynet 1A fue fabricado en Estados Unidos por la ahora extinta compañía aeroespacial Philco Ford y lanzado al espacio por un cohete Delta de la Fuerza Aérea estadounidense (USAF).
“El primer satélite Skynet revolucionó la capacidad de telecomunicaciones de Reino Unido, lo que permitió a Londres comunicarse de forma segura con fuerzas británicas tan distantes como Singapur”, comentó el doctor Aaron Bateman en un artículo reciente sobre la historia del programa Skynet, que ahora está en su quinta generación.
“Sin embargo, desde un punto de vista tecnológico, el Skynet 1A era más estadounidense que británico, ya que Estados Unidos lo construyó y lo lanzó“.
Esta opinión la confirma Graham Davison, que voló el Skynet 1A a principios de los años 70 desde su centro de operaciones en Reino Unido en la base de la RAF (Real Fuerza Aérea) Oakhanger en Hampshire, Inglaterra.
“Los estadounidenses controlaron originalmente el satélite en órbita. Probaron todo nuestro software comparándolo con el suyo, antes de finalmente entregar el control a la RAF”, me dijo el ingeniero retirado hace tiempo.
“En esencia, había un control dual, pero temo que no recuerdo cuándo ni por qué Skynet 1A pudo haber sido devuelto a los estadounidenses, lo que parece probable”, afirmó Davison, que ahora tiene más de 80 años.
Rachel Hill, estudiante de doctorado del University College de Londres, también ha estado investigando los Archivos Nacionales.
Sus lecturas la han llevado a una posibilidad muy razonable.
“Un equipo de Skynet de Oakhanger podría haber ido a la instalación satelital de la USAF en Sunnyvale (coloquialmente conocida como el Cubo Azul) y pudo haber operado el Skynet durante ‘Oakout’, cuando la base Oakhanger estaba fuera de servicio por mantenimiento esencial y el control se transfirió temporalmente a EE.UU. ¿Quizás el traslado pudo haber ocurrido entonces?”, especuló Hill.
Los registros oficiales, aunque incompletos, del estado de Skynet 1A sugieren que el mando final quedó en manos de los estadounidenses cuando Oakhanger perdió de vista el satélite en junio de 1977.
Pero, independientemente de cómo Skynet 1A fue trasladado a su posición actual, al final se le permitió morir en un lugar incómodo cuando en realidad debería haber sido colocado en un “cementerio orbital”.
Esto se refiere a una región aún más alta en el cielo donde la basura espacial vieja no corre ningún riesgo de chocar con satélites de telecomunicaciones activos.
El cementerio es ahora una práctica habitual, pero en la década de 1970 nadie pensaba mucho en la sostenibilidad espacial.
Desde entonces, las actitudes han cambiado porque el espacio se está congestionando.
A 105 grados de longitud oeste, un satélite activo puede ver hasta cuatro veces al día un trozo de basura acercándose a 50 km de su posición.
Puede parecer que no están cerca el uno del otro, pero a las velocidades a las que se mueven estos objetos inactivos, están empezando a acercarse demasiado.
El Ministerio de Defensa afirmó que Skynet 1A estaba siendo monitoreado constantemente por el Centro Nacional de Operaciones Espaciales de Reino Unido.
Otros operadores de satélites reciben información si es probable que haya una conjunción particularmente cercana, en caso de que necesiten hacer maniobras evasivas.
En última instancia, sin embargo, el gobierno británico podría tener que pensar en trasladar el viejo satélite a un lugar más seguro.
Se están desarrollando tecnologías para atrapar la basura que queda en el espacio.
La Agencia Espacial de Reino Unido ya está financiando esfuerzos para hacerlo a altitudes más bajas, y los estadounidenses y los chinos han demostrado que es posible atrapar hardware antiguo incluso en el tipo de órbita alta ocupada por Skynet 1A.
“Los trozos de basura espacial son como bombas de relojería”, observó Moriba Jah, profesor de ingeniería aeroespacial en la Universidad de Texas en Austin.
“Tenemos que evitar lo que yo llamo eventos de superpropagación. Cuando estas cosas explotan o algo choca con ellas, se generan miles de piezas de escombros que luego se convierten en un peligro para algo que es más importante para nosotros”.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.