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La realidad de las mujeres rurales
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La realidad de las mujeres rurales

La mujer rural enfrenta con mayor agudeza las brechas de género en los cuidados y en los salarios. En México, más de 70 % de la tierra está en manos de hombres y ninguna entidad federativa supera 40 % de participación de mujeres en la tenencia de la tierra.
20 de marzo, 2025
Por: Natalia Campos

Esmeralda trabaja desde los ocho años como recolectora en los campos de hortalizas de San Quintín, en el norte de México. Le pagan poco y no cuenta con seguridad social. Tiene dos hijos, a quienes debe encargar con una conocida pagando 30 pesos por cada uno. Además de su jornada como trabajadora agrícola, debe encargarse de las labores del hogar: cocina, lava, limpia y cuida a sus hijos.

Esta historia real es una de tantas que se dibujan en la ruralidad del país. La mujer rural enfrenta con mayor agudeza las brechas de género en los cuidados y en los salarios. Por ejemplo, 97 % de las mujeres que se dedican al sector agrícola y pesquero realizan labores no remuneradas. Otro reto de la población rural de mujeres tiene que ver con la falta de propiedad sobre la tierra y de acceso a recursos productivos, lo que limita su autonomía. En el país, más de 70 % de la tierra está en manos de hombres y ninguna entidad federativa supera 40 % de participación de mujeres en la tenencia de la tierra. El estado con mayor representación es Tabasco, con 35.5 %.

Uno de los sectores agrícolas en los que se mantienen brechas significativas de género es el cafetero. El IMCO con Starbucks realizó un análisis para mapear por primera vez en México la situación de las mujeres que se dedican a los cultivos de café: son en total 62 mil mujeres que se concentran en Chiapas, Veracruz, Oaxaca y Puebla. Nueve de cada diez caficultoras no cuentan con ingresos propios, lo que limita el desarrollo de sus proyectos de vida. Asimismo, como sucede en general con las mujeres rurales, tienen un nivel educativo bajo.

En algunos países de tradición cafetera, como Colombia, se han implementado acciones como el fortalecimiento de políticas de igualdad de género dentro de los comités cafeteros, lo que permite que las mujeres decidan si quieren sembrar más, exportar, generar proyectos productivos y liderar sus propias asociaciones. Además, se implementó una política para que las cafeteras pudieran ser dueñas de sus tierras, lo que amplió su rol dentro del proceso del café.

Lo anterior es solo un ejemplo de que existen alternativas viables para impulsar mejores condiciones de vida para las mujeres que realizan su vida en el campo. Enfocarse en aumentar su margen de decisión sobre las cosechas y los procesos productivos es un buen inicio para promover los beneficios de la participación de las mujeres en la economía. Algunas estimaciones indican, por ejemplo, que de cerrarse la brecha salarial en la actividad agrícola a nivel mundial, el producto interno bruto mundial aumentaría  1 % (un billón de dólares).

Cada día accedemos a alimentos gracias a miles de mujeres que se dedican a las actividades agrícolas y que históricamente han enfrentado condiciones como la falta de servicios. En ocasiones, las discusiones sobre las brechas de género dejan de lado la realidad de las mujeres que, fuera de la órbita urbana, luchan día a día por sacar adelante a sus hijos, consolidar sus medios productivos y generar un sustento de vida. Que este mes de marzo sea el pretexto para recordar que las brechas de género se manifiestan de forma distinta y requieren, por tanto, análisis y acciones de política pública diferenciadas.

* Natalia Campos (@nataliacampos7) coordinadora de gobierno.

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Imagen BBC
Conversaciones de paz ocurren en un universo paralelo, dicen soldados en el frente de combate en Ucrania
5 minutos de lectura

Los soldados ucranianos en el campo de batalla no creen que la guerra contra Rusia vaya a terminar pronto.

14 de marzo, 2025
Por: BBC News Mundo
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Soldados ucranianos
Matthew Goddard
Los soldados ucranianos en el campo de batalla dicen que no creen que la guerra vaya a terminar pronto.

Mientras Moscú considera un alto el fuego temporal, su maquinaria militar sigue presionando en el frente. Las negociaciones diplomáticas pueden ser lentas y difíciles, pero en el campo de batalla, se pueden medir en vidas perdidas.

A un hospital militar en el este de Ucrania, los heridos llegan en oleadas en ambulancia. Aquí, hay una desconexión obvia entre la diplomacia que tiene lugar lejos de los combates y la brutalidad de la batalla, en la que los cuerpos humanos todavía están siendo destrozados, despedazados y marcados por las bombas y las balas.

Vemos a otras dos docenas de soldados ucranianos heridos que se suben a un autobús para ser llevados a un hospital en Dnipro; algunos están heridos pero caminan, otros son llevados en camillas. El autobús está provisto de equipos médicos para monitorear a los heridos mientras son trasladados a toda velocidad por carreteras llenas de baches.

Los hombres a bordo son los menos gravemente heridos. La mayoría fueron alcanzados por metralla. La causante es a la ahora más prolífica y temida arma en el frente: los drones.

Ninguno de los soldados que entrevistamos cree que esta guerra vaya a terminar pronto. Maksym, de 30 años, está en una camilla conectado a un medicamento intravenoso para aliviar algo del dolor de las múltiples heridas de metralla que tiene en todo el cuerpo. Dice que ha oído hablar de un alto al fuego temporal de 30 días, pero añade:

“Considero a Putin un asesino y los asesinos no se ponen de acuerdo tan fácilmente”.

Maksym, un soldado ucraniano con varias heridas de metralla, recibe analgésicos por vía intravenosa.
Matthew Goddard
Maksym, un soldado ucraniano con varias heridas de metralla, recibe analgésicos por vía intravenosa.

“No se puede confiar en Rusia”

Vova, quien está sentado cerca, dice refiriéndose a la posibilidad de un alto al fuego: “No me lo creo”. Señala que cerca de la ciudad de Pokrovsk, que se encuentra bajo asedio, se estaban enfrentando a ataques rusos todos los días. “Dudo que haya una tregua”, me dice.

Otro soldado llamado Maksym dice que esta es la segunda vez que resulta herido. “No creo que haya un alto al fuego”, afirma. “Tenía muchos amigos que ya no están con nosotros”.

“Me gustaría creer que todo va a estar bien, pero no se puede confiar en Rusia. Nunca”.

El autobús médico es operado por el Batallón Médico del Ejército de Voluntarios de Ucrania, conocido como los Hospitalarios. Transportan a decenas de soldados heridos todos los días.

Sofiia, una estudiante de medicina de 22 años, ha estado trabajando con ese equipo durante los últimos 18 meses. Ella también es escéptica sobre las posibilidades de un alto al fuego: “No puedo creérmelo, pero realmente desearía que sucediera”, dice.

Me cuenta que cuando se enteró de que Estados Unidos y Ucrania habían acordado presionar para lograr un alto al fuego, los drones rusos sobrevolaban su base y eran interceptados por las fuerzas de defensa aérea ucranianas. Para ella, hablar de paz es como hablar de un universo paralelo.

Sofiia dice que “al menos es bueno que Ucrania y Estados Unidos vuelvan a hablar”. Pero en cuanto a las esperanzas de un alto al fuego, se remite al pasado reciente.

“Si nos fijamos en todos los intentos de alto al fuego que hemos tenido en el pasado, no funcionaron. ¿Cómo va a funcionar este?”, pregunta.

Su colega médico, Daniel, se unió a los Hospitalarios desde Suecia. Dice que entiende lo que se siente cuando una nación más pequeña es atacada por su vecino gigante. Su abuelo luchó por Finlandia contra Rusia durante la Segunda Guerra Mundial.

Cuando Daniel llegó a Ucrania, solía preguntarles a los soldados heridos qué querían hacer después de la guerra. Ya no lo hace. “Nadie quiere responder eso”, dice, “porque no quieren decepcionarse. No se atreven a tener esperanzas”.

Daniel no descarta un alto al fuego. Pero añade: “No se puede confiar en que Putin vaya a hacer algo que no le beneficie”.

Ucrania tiene mucha experiencia negociando con Rusia.

Francia y Alemania mediaron en los altos al fuego de 2014 y 2015, cuando las fuerzas respaldadas por Moscú tomaron por primera vez partes del este de Ucrania y Crimea.

Esa negociación no funcionó. Tampoco impidieron que Rusia llevara a cabo su invasión a gran escala de Ucrania ocho años después.

Ivan
Matthew Goddard
Ivan lleva una bandera de EE.UU. en su uniforme.

Reveses en el campo de batalla

Puede que haya conversaciones de paz, pero los hombres de la 68ª Brigada Jaeger de Ucrania siguen preparándose para la guerra. Miramos cómo ensayan sus maniobras para evacuar a un soldado herido bajo fuego enemigo. La mayoría ya ha tenido que hacerlo en la vida real.

A lo lejos, oímos los estruendos de la artillería. Estamos a solo 16 kilómetros de la línea del frente, adonde pronto regresarán.

Han recibido pocas noticias positivas en los últimos días. Las fuerzas ucranianas están siendo superadas en Kursk. En agosto del año pasado, esa ofensiva sorpresa en territorio ruso parecía una jugada de brillantez táctica, que elevaba la moral. Ahora corre el peligro de convertirse en un importante revés estratégico.

Es posible que Kursk deje de ser pronto una moneda de cambio para futuras negociaciones, y se convierta en una pesada carga, por la pérdida de valioso equipamiento y vidas ucranianas.

Uno de los pocos aspectos positivos es que Estados Unidos ha reanudado su apoyo militar. Eso es importante para la 67ª Brigada, que opera con equipos fabricados en Estados Unidos. Realizan sus entrenamientos con un vehículo blindado MaxxPro suministrado por Washington.

Ivan, el conductor que lleva una pequeña bandera estadounidense en su uniforme, dice que le alivia que la administración Trump haya accedido a revertir el bloqueo. Su vehículo necesita reparaciones con regularidad. “Me gustaría que siguieran ayudando”, dice.

Pero Ivan aún no está seguro de si se puede confiar en el presidente Trump.

“Tengo dudas”, dice. En cuanto a confiar en el presidente Putin, responde: “No. Nunca”.

Aquí, incluso un alto al fuego temporal parece estar muy lejos.

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BBC

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