Siempre he considerado que el cuidado no es solo una responsabilidad familiar, sino un pilar para el desarrollo económico de cualquier sociedad. De no ser por los cuidados que he recibido a lo largo de mi vida, no podría estar escribiendo este texto. De hecho, estimé 1 que los cuidados que me brindó mi madre y el trabajo del hogar que realizó para mi bienestar durante 23 años tienen un valor de más de un millón de pesos. Además, habría que sumar a la lista a mis abuelas, mis tías y a todas las mujeres que me han cuidado a lo largo de mi vida. Aunque sé que nunca esperaron una retribución a cambio, el costo personal y económico para ellas ha sido real.
Las mujeres viven diariamente las consecuencias sistemáticas que resultan de una infraestructura de cuidados insuficiente e inasequible. Desde delegar los cuidados a familiares por falta de guarderías, pausar o cambiar el rumbo de sus carreras profesionales, o dejar de lado su independencia económica. Estas experiencias cotidianas nos muestran de manera cercana lo complejo del problema.
La carga desproporcionada de las labores de cuidados en las mujeres se traduce en un mercado laboral donde solo participan remuneradamente 46 % de las mujeres del país. De aquellas que no buscan trabajo, la mitad se debe a la falta de redes de cuidado para sus hijos, adultos mayores o familiares enfermos. Cada mujer que quiere y no se incorpora a la economía por responsabilidades de cuidado representa una oportunidad de crecimiento perdida para todo el país.
Según los cálculos más recientes del IMCO, México tardaría 56 años en alcanzar la participación económica que tienen hoy los países de la OCDE (67 %) y necesitaría incorporar a 18.6 millones de mujeres a su economía para alcanzar esa cifra. De lograrlo, el PIB podría aumentar en 6.9 billones en la próxima década. Además de un aumento en el empleo y un beneficio económico para el país, implicaría impulsar la independencia económica para las mujeres. Poder generar sus propios ingresos les permitiría dejar de depender de familiares o programas gubernamentales, y en algunos casos podría ser una herramienta para romper ciclos de violencia.
Dado que no participar en la economía no siempre es una decisión personal, sino una consecuencia de barreras estructurales, establecer un Sistema Nacional de Cuidados (SNC) resulta un pendiente urgente para incorporar a más mujeres al mercado laboral.
Según la Organización Internacional del Trabajo, una inversión aproximada de 895 millones de pesos en políticas de cuidado podría permitir que para 2035 la tasa de participación económica de las mujeres en México alcance 58 %. Si bien este monto puede suponer una carga financiera para el país, se estima que tendrá una tasa de retorno a la inversión de 2.5 %, es decir, por cada peso invertido en políticas de cuidado generaría 2.5 pesos en beneficios económicos.
Para lograrlo, no basta con crear un SNC como un gran ente institucional. Debemos verlo como un sistema articulado de políticas públicas –existentes y nuevas– en materia de cuidados, que garantice que todas las mujeres, incluidas las trabajadoras en la informalidad, tengan acceso a estos beneficios. Esto incluye desde licencias de maternidad y permisos de paternidad, hasta licencias para cuidar a personas enfermas o en situaciones de emergencia, así como el derecho a regresar al mismo puesto de trabajo tras las licencias.
El cuidado no debería ser una barrera de entrada a la economía para nadie, sino un puente hacia un país más justo y competitivo. La pregunta no es si podemos invertir en el cuidado, sino si podemos permitirnos seguir ignorándolo.
* Paola Vázquez (@_Paolavm_) investigadora del IMCO.
1 Elaboración propia con base en la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México 2023. Se estimó la tasa de crecimiento anual promedio y se proyectaron los valores económicos per cápita desde 2023 hasta 1999 utilizando un crecimiento compuesto inverso. Los datos acumulados corresponden al periodo 1999-2023 (última estimación disponible). Son precios constantes 2018 y se aplican a los valores per cápita del estado de Durango.
Para algunos miembros de la generación Z, las citas online a través de plataformas de aficiones compartidas son una alternativa a la tiranía de las apps para encontrar el amor.
Pero la pareja estaba separada a cientos de kilómetros y estaban simulando su compromiso dentro del videojuego World of Warcraft.
Nate, de 27 años, vivía a las afueras de Londres y Jess se encontraba en Gales. Después de conocerse brevemente en un evento de deportes electrónicos en Alemania en marzo de 2023, la pareja se embarcó en una relación de larga distancia, jugando juntos el videojuego “desde el momento en que nos despertamos hasta que nos vamos a la cama”, dice Nate.
La pareja todavía juega diariamente, a pesar de que han estado viviendo juntos en Manchester desde marzo 2024. Y conocen a otros que han encontradoa su pareja a través de videojuegos: “Es una manera diferente de conocer a alguien”, afirma Jess. “Hay tanto amor mutuo por algo que es más fácil enamorarse”.
Nate está de acuerdo. “Pude desarrollar mucha más conexión con personas en el ámbito del juego de lo que jamás pude lograr en una app de citas”.
Nate y Jess no son los únicos. Según algunos expertos, los jóvenes de su generación están alejándose de las apps de citas y encontrando el amor en plataformas que no fueron específicamente diseñadas para el romance.
Conocerse en un sitio online que está enfocado en un interés o hobby compartido puede permitir a algunas personas encontrar una pareja en un ámbito de menor riesgo y presión que las apps de citas.
Para algunos integrantes de la generación Z familiarizados con el mundo digital, hacer cosas juntos online que les divierten puede ser una alternativa a la tiranía de las apps.
Con la aparición de los sitios de citas online con el lanzamiento de match.com, hace 30 años, nuestras relaciones cambiaron fundamentalmente. Alrededor del 10% de heterosexuales y 24% de personas LGBT han conocido a sus parejas online, según el Centro de Investigación Pew.
Pero la evidencia sugiere que la gente joven está desconectándose de las apps de citas.
En un estudio de Axios de 2023 en el que participaron estudiantes universitarios en EE.UU. y otros jóvenes de la generación Z, un 79% de los encuestados afirmaron estar absteniéndose de usar las apps de citas.
Y una carta dirigida en enero de 2024 a los accionistas de March Group Inc -dueño de Tinder y Hinge- señalaba que los más jóvenes buscaban “una manera menos presurizada y más auténtica de encontrar conexiones”.
“La idea de usar un interés compartido para encontrar a alguien no es nueva, pero ha sido reinventada para este momento en particular; es una señal de lo que quiere la generación Z”, dice Carolina Brandinelli, profesora asociada de la Universidad de Warwick (Inglaterra), cuya investigación se enfoca en las tecnologías digitales enfocadas a encontrar el amor.
Según Danait Tesfay, de 26 años, quien trabaja como asistente de mercadeo en Londres, las personas más jóvenes están buscando una alternativa a las apps de citas, “ya sean videojuegos o clubes de deporte o clubes de actividad extracurricular, en los que la gente puede encontrar personas afines para fomentar una conexión romántica”.
Al mismo tiempo que el uso de las apps de citas parece caer, las plataformas basadas en torno a intereses comunes están atrayendo más usuarios. Por ejemplo, la app Strava de ejercicio físicos ahora tiene 135 millones de usuarios y su número de usuarios activos mensules subió un 20% el año pasado, según la empresa. Otros de los llamados sitios “basados en afinidad” han registrado un crecimiento similar: Letterboxd, donde los fanáticos del cine pueden compartir reseñas, dice que su comunidad creció un 50% el año pasado.
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Y así como en la época previa a internet, cuando las parejas se conocían en un gimnasio o en el cine, ahora los solteros pueden encontrarse en los sitios online.
“Las personas siempre han encontrado lazos en torno a intereses compartidos, pero a eso se le ha dado un toque digital con estas comunidades online”, afirma Luke Brunning, codirector del Centro de Amor, Sexo y Relaciones (CLSR, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Leeds.
“Es cada vez más difícil distinguir entre el comportamiento que sucede en las apps de citas y el comportamiento de las citas en otras plataformas”.
Las apps de aficiones están adoptando algunas características de las redes sociales también: en 2023, Strava introdujo una herramienta de mensajería que permite los chats directos entre usuarios.
Un veinteañero de Londres explica que sus amigas la usan como una manera de coquetear con alguien que les atrae, inicialmente dando un “me gusta” a la ruta de ejercicio que hayan colgado en la plataforma. Strava dice que sus datos indican que uno de cada cinco de sus miembros activos de la generación Z ha salido en una cita con alguien que ha conocido a través de sus clubes de ejercicio físico.
“La comunidades de ejercicio físico [online] se están convirtiendo en lugares importantes para encontrar pareja”, señala Nichi Hodgson, autora de The Curious History of Dating (“La curiosa historia de las citas”). Ella comenta que una amiga suya conoció a su pareja así, y ahora viven juntos.
Lo mismo parece suceder con Letterboxd. Es una plataforma popular entre la gente más joven; Según un sondeo, dos tercios de sus miembros eran menores de 34 años.
La compañía asegura que hay parejas que se conocieron a través de la app. “Podría ser que el ver los gustos cinematográficos de otras personas revele un aspecto interesante de ellas”, comenta el cofundador de Letterboxd, Matthew Buchanan.
¿Qué podría estar motivando esto cambios? Mientas que las apps de citas inicialmente aparentaron ofrecer “la ilusión de poder elegir”, y una manera trasparente y eficiente de conocer a una pareja, la realidad para muchos ha sido diferente. Según el Centro de Investigación Pew, un 46% de los usuarios de las apps de citas encuestados respondió que sus experiencias fueron generalmente muy o algo negativas.
La reciente caída en el número de usuarios también podría ser una respuesta a la manera en la que algunas apps funcionan; en particular, la herramienta de deslizar para seleccionar a una potencial pareja lanzada por Tinder en 2013 y que ha sido copiada ampliamente.
Su creador, Jonathan Badeen, se inspiró en los experimentos llevados a cabo en los años 40 del siglo pasado por psicólogo BF Skinner, quien programó a palomas hambrientas para que creyeran que la alimentación que caía aleatoriamente en una bandeja lo hacía por sus movimientos.
“Hace diez años, la gente estaba entusiasmada y hablaba abiertamente de las apps que usaban”, dice Hodgson. “Ahora, el modelo de Tinder está muerto para mucha gente joven; ya no quiere deslizar más”.
De acuerdo a Brunning, la interfaz de muchas apps de citas es desagradable. “Hace sencilla la intimidad, la vuelve divertida a corto plazo, pero cuanto más juegas, más repulsión sientes”.
La pandemia pudo haber tenido un impacto también, explica el profesor Brian Heaphy, de la Universidad de Manchester, quien ha estudiado el uso de apps de citas durante y después de los confinamientos: “Durante la covid, las apps de citas se volvieron más como las redes sociales. Debido a que las personas no se podían reunir, buscaban cosas diferentes”, afirma.
Aunque eso no siguió después de la pandemia, les “dio a las personas la sensación de que podía haber algo diferente a deslizar y no obtener respuestas, a todo lo negativo de la cultura de las apps de citas”, comenta el profesor Heaphy.
Y en ese contexto, el hecho que los videojuegos o comunidades online como Strava o Letterboxd no estén diseñados para las citas puede ser atractivo. Al atraer a usuarios por una amplia gama de razones, hay menos presión en cada interacción.
“Esas apps no están ofreciendo una manera comercializada de romance, así que pueden parecer más auténticas”, dice el profesor Heaphy.
Es un tipo de conexión libre de la carga generada por las expectativas.
Los integrantes de una pareja que se conocieron jugando World of Warcraft -que se identifican con los nombres Wochi y PurplePixel- dicen no estaban buscando amor. “Definitivamente no entré en el juego online para buscar pareja”, asegura Wochi.
Pero, a pesar de que estaban en equipos rivales, sus personajes empezaron una conversación. “Pasamos toda la noche hablando hasta la madrugada y, para el final de la noche, abandoné mi gremio y me afilié al de él”, cuenta PurplePixle.
Pasados tres años, Wochi había renunciado a su trabajo y se había trasladado de Reino Unido a Italia para estar con ella.
Según Hodgson, “mientras que algunas apps de citas pueden sacar lo peor de nosotros, estos otros espacios online pueden hacer lo opuesto, porque las personas están compartiendo algo que les gusta”.
Sin embargo, las apps de citas no se están dando por vencidas sin dar la pelea. Hinge todavía está “creando una cita cada dos segundos”, según comenta un portavoz de la compañía; Tinder dice que una relación empieza cada tres segundos en su plataforma y que casi el 60% de sus usuarios están entre los 18 y los 30 años.
De hecho, las apps parecen estar viendo con agrado el cambio hacia las plataformas de intereses compartidos, lanzando alternativas, incluyendo algunas basadas en el buen estado físico, el veganismo, los perros y hasta el vello facial.
También están evolucionando para estimular diferentes tipos de interacción. En Breeze, los usuarios que aceptan estar coordinados para una cita no pueden enviarse mensajes antes de conocerse; y Jigsaw esconde las caras de las personas, retirando piezas para revelar la foto completa sólo después de un cierto número de interacciones.
Así que quizás es prematuro hablar del fin de las apps de citas, opina el profesor Heaphy. “Ahora hay tal diversidad de apps de citas que los números de las principales no son un indicador clave”, expresa. “En realidad, podría ser un número parecido al anterior, en términos de membresía”.
En un mundo cada vez más conectado, la solución para mejorar las relaciones podría no ser simplemente desconectarse. Las apps que puedan ofrecer una experiencia que imite lo mejor de las interacciones en persona podrían ser el futuro.
Con la integración inminente de la IA a las apps de citas, estamos en “la cúspide de algo nuevo”, afirma Brunning. “Será interesante ver si terminaremos con apps específica para citas o si tendremos algo un poco más fluido”.
Pone como ejemplo a las plataformas en China que tienen propósitos múltiples. “La gente las usa para chatear, para crear comunidades y para realizar negocios. También pueden ser plataformas de citas, pero frecuentemente no son exclusivamente para eso”.
Entretanto, las interacciones posibles en comunidades como World of Warcraft podrían ofrecer mejores oportunidades para conectar que las conversaciones que se inician con un deslice.
El compromiso de Jess y Nate que hicieron dentro del juego en una playa pudo no haber sido real, pero la pareja piensa cambiar eso pronto. “La cuestión es cuándo, realmente. Hay unas cosas que debemos tachar de la lista, y después recibirá su anillo”, expresa Nate. Y todavía tendrán en común el elemento del juego.
“Podría ser divertido reunir a todos nuestros amigos en algún momento en la catedral de World of Warcraft, y celebrar una ceremonia de matrimonio”.
Con reportería adicional de Florence Freeman
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