Hace más de dos años emprendimos un camino que sabíamos que sería todo, menos corto; todo, menos fácil. La construcción de paz en un país, que es muchos países a la vez en cuanto a territorios, complejidades, contextos, poblaciones, requiere de una sinceridad sin tapujos ante un diagnóstico implacable que dista mucho de la esperanza y de una mirada que escape al cortoplacismo sexenal que nos ha invadido desde hace décadas.
Nos gustaría decir que recorriendo el país encontramos comunidades sólidas y organizadas, adolescentes y jóvenes confiando en un futuro posible y deseable, madres recargadas en la certeza de que sus hijas e hijos volverán a casa, policías dignificadas y capacitadas para su trabajo, fiscalías eficientes al margen de la impunidad, gobiernos confiables con resultados de transparencia y no corrupción, instituciones sólidas e independientes, territorios boyantes confiados en que lo que impera es el estado de derecho y no las redes de macro criminalidad.
Lo que nos encontramos en mil encuentros está reflejado en la Agenda Nacional de Paz, que recoge las miradas de más de 20,000 personas de 1600 instituciones. Cientos de estudios y espacios de análisis hablan de diagnósticos que coinciden en mayor o menor medida en los puntos medulares. No abundaremos más en ellos.
Un diagnóstico, en lo social, en lo médico, permite (o exige) un plan de acción. Un diagnóstico que amenaza la supervivencia exige cambios profundos, estrategias definidas que, si lo que se quiere es preservar la vida o recuperar la salud, implica estar dispuestos a dejar de ser quienes éramos, a renunciar a modos de ser, de interactuar, de operar que, en caso de insistir en conservarlos, nos conducirían a una muerte segura. Apegarse a la estrategia, al tratamiento, requiere siempre de un derroche de voluntad, de recursos, de decisiones concertadas, de renuncias.
A lo largo del periodo electoral pasado, más de 650 candidaturas a la presidencia, gubernaturas y presidencias municipales de todas las fuerzas políticas de 29 estados firmaron el Compromiso por la paz. En algunos casos discreparon del diagnóstico, pero en todos sin excepción coincidieron en el objetivo común de trabajar por la paz, la seguridad, la justicia, los derechos humanos y un tejido social sólido que permitan hacer de cada territorio mexicano un espacio habitable para quienes intentan vivir ahí.
Para lograrlo es inútil preguntar qué tenemos que hacer si no nos respondemos antes quiénes tenemos que ser para construir ese país que necesitamos para salir del desahucio. En quiénes tenemos que convertirnos para hacer frente al diagnóstico que amenaza la supervivencia. ¿Qué abogados, qué artistas, qué médicos, qué docentes, qué policías, qué empresarios, religiosos, intelectuales, periodistas, políticos, qué analistas, qué estudiantes, qué comerciantes, qué hombres, mujeres, jóvenes, qué sociedad civil tenemos que ser para responder por el presente y el futuro, para exigir, para retribuir, para dar la cara, para dormir con la tranquilidad de estar abonando a la construcción de paz aunque eso nos cueste el beneplácito, la sonrisa condescendiente, el privilegio de estar alineados al silencio y la decisión de preferir ignorar al camino a donde se dirige este tren si no hacemos cada quien lo que nos toca?
¿Qué presidenta, qué secretarías de estado, qué funcionarios públicos, qué policías, qué juezas, magistrados, legisladoras, qué gobernadores tenemos que ser para reducir el margen insólito de impunidad del delito que ronda el 94 %, para fortalecer la división de poderes, para evaluar los programas sociales por su impacto en el bienestar y no en las urnas, para implementar estrategias que desincentiven el delito y el crimen organizado y que promuevan la reinserción, para abrir espacio a las víctimas, a las minorías étnicas, políticas, sociales, para crecer éticamente en el triunfo y no desfallecer en la derrota?
Si conociendo el diagnóstico, reconociendo que distamos mucho de ser quienes tenemos que ser para lograrlo, no hace cada uno desde donde está, desde lo que es, todo lo humanamente posible para hacerse responsable de su parte, serán nuestros hijos y las generaciones venideras quienes juzguen nuestra omisión y nuestro silencio.
Estar a la altura de esta responsabilidad implica transformaciones individuales y colectivas profundas, renunciar al mundo de las ocurrencias, a la impotencia del desamparo, a la espera de que lo hagan otros, a la resignación de la insignificancia.
Buscando asumir el reto desde la corresponsabilidad, el Diálogo Nacional empieza ahora una tercera etapa con cuatro estrategias centrales:
Miles de personas en el país se han sumado ya al Diálogo Nacional por la Paz entendiendo que la paz requiere de la participación y el compromiso de cada individuo, de cada sector. Seguiremos trabajando sin descanso para contribuir a hacer de cada rincón del país un territorio habitable, y de cada presente, un futuro deseable y compartido.
* Ana Paula Hernández Romano es coordinadora del Diálogo Nacional por la Paz (@dialogopazmx).
La medida se produce después de que el presidente de EE.UU., Donald Trump, asegurara que quiere comprar Groenlandia, una isla autónoma con amplia autonomía pero que forma parte de Dinamarca.
Dinamarca ha anunciado que destinará 14.600 millones de coronas (US$2.050 millones) a reforzar la seguridad en la región ártica, en colaboración con sus territorios autónomos, Groenlandia y las Islas Feroe.
El acuerdo, con el que buscan “mejorar las capacidades de vigilancia y mantener la soberanía en la región”, incluye tres nuevos buques para el Ártico, más drones de largo alcance con capacidad avanzada de adquisición de imágenes y una mayor cobertura por satélite.
“Debemos afrontar el hecho de que existen serios desafíos en materia de seguridad y defensa en el Ártico y el Atlántico Norte”, declaró el ministro de Defensa de Dinamarca, Troels Lund Poulsen.
La medida llega después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, haya dicho en repetidas ocasiones que quiere adquirir Groenlandia, una isla que goza de amplia autonomía pero que sigue formando parte de Dinamarca.
Trump ha dicho que no puede descartar el uso de la fuerza militar o económica para perseguir su deseo de apoderarse del territorio.
La tensión desatada por la ambición expansionista de Trump sobre la isla llegó a su momento álgido la semana pasada en una explosiva llamada telefónica que mantuvo con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen.
Ambos mandatarios conversaron durante unos 45 minutos, en los que Frederiksen dejó claro que Groenlandia no estaba en venta, aunque ofreció una mayor cooperación en defensa y en la explotación de los recursos naturales de la isla.
A pesar de ello, Trump estuvo “agresivo” y “confrontacional”, y la charla acabó mal, según dijeron funcionarios europeos que fueron informados de la conversación al Financial Times.
“(Trump) fue muy firme. Fue una ducha fría. Antes era difícil tomárselo en serio. Pero creo que es grave y potencialmente muy peligroso”, dijo uno de ellos al diario británico. Otro calificó la conversación de “horrorosa”.
Frederiksen ha pedido desde entonces a sus socios europeos que no inflamen más los ánimos, pero ha iniciado una gira por las capitales europeas para recabar apoyos.
Groenlandia, el territorio menos poblado del mundo, tiene unos 56.000 habitantes, en su mayoría indígenas inuit.
Estados Unidos mantiene desde hace tiempo un vínculo de seguridad con Groenlandia. Después de que la Alemania nazi ocupara Dinamarca continental durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos invadió Groenlandia y estableció estaciones militares y de radio en todo el territorio. Desde entonces ha mantenido su presencia en la región.
Groenlandia se encuentra en la ruta más corta entre Norteamérica y Europa, lo que le confiere una importancia estratégica para Estados Unidos.
En los últimos años, ha aumentado el interés por los recursos naturales de Groenlandia, incluida la extracción de minerales de tierras raras, uranio y hierro.
“Groenlandia está entrando en una época de amenazas cambiantes”, declaró Vivian Motzfeldt, ministra de Independencia y Asuntos Exteriores de Groenlandia, en un comunicado en el que anunciaba el nuevo gasto en defensa.
“Me complace que con este acuerdo parcial hayamos dado el primer paso para reforzar la seguridad en Groenlandia y sus alrededores”.
Se espera que en el primer semestre de este año se anuncien nuevos fondos.
La nueva inversión se produce después de que Dinamarca anunciara por separado en diciembre que iba a destinar casi US$1.500 millones a la defensa de Groenlandia, incluida la compra de nuevos buques, aviones no tripulados de largo alcance y equipos adicionales de trineos tirados por perros.
Poulsen describió el momento del anuncio como una “ironía del destino”, justo después de que Trump dijera que la propiedad y el control de Groenlandia eran una “necesidad absoluta” para Estados Unidos.
El primer ministro de Groenlandia ha dicho que el territorio no está en venta, añadiendo que «Groenlandia pertenece al pueblo de Groenlandia».
Por su parte, la primera ministra danesa ha dicho a Trump que corresponde a Groenlandia decidir su propio futuro.
Trump ha redoblado sus intenciones desde entonces, a pesar de las advertencias de los países europeos de que no amenace a Groenlandia.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección del mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.