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Una década sin justicia: a 10 años del derrame tóxico en el Río Sonora
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Una década sin justicia: a 10 años del derrame tóxico en el Río Sonora

A 10 años del derrame de 40 millones de litros de lixiviados de cobre de Grupo México, que contaminaron los ríos Bacanuchi y Sonora, las personas afectadas por el derrame siguen sin justicia y sin compromiso por parte de las autoridades que garantice la reparación y la no repetición del desastre.
23 de agosto, 2024
Por: Martha Patricia Velarde y Samantha Camacho

Los habitantes de la cuenca del Río Sonora han soportado durante diez años los severos impactos negativos provocados por el peor desastre ambiental en la historia de la minería en México. Este trágico evento, que tuvo lugar el 6 de agosto de 2014, se originó en una de las presas de jales de la mina Buenavista del Cobre, propiedad de la empresa Grupo México S.A.B. de C.V. El desastre consistió en el derrame de 40 millones de litros de lixiviados de cobre, los cuales contaminaron de manera devastadora los ríos Bacanuchi y Sonora.

Este incidente no solo marcó un antes y un después en la historia ambiental de México, sino que también expuso las graves deficiencias del Estado para hacer justicia y la impunidad de las empresas para seguir obteniendo beneficios a costa del bienestar de las comunidades. A lo largo de estos años, las personas afectadas por el derrame han estado en una búsqueda constante de justicia, sin tener aún un compromiso real por parte de las autoridades que garantice la reparación y la no repetición del desastre.

Como han documentado los Comités de Cuenca Río Sonora (CCRS) en el sitio web 10 años de injusticia: Río Sonora, la búsqueda de justicia ha sido un proceso prolongado y lleno de dificultades. Tan solo en el ámbito legal, los CCRS han interpuesto 15 juicios de amparo, siete de los cuales han tenido un resolutivo a su favor, cinco han resuelto no garantizar los derechos humanos de los habitantes de la cuenca y tres se encuentran en espera. Alternamente se han emitido dos mecanismo no jurisdiccionales, el de  la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) sobre las violaciones persistentes al derecho humano al ambiente, acceso al agua potable y salud y el del Tribunal Latinoamericano del Agua en donde imputa al Estado Mexicano en el caso del Río Sonora.

Durante el pronunciamiento de los CCRS a 10 años del desastre el pasado 6 de agosto, se enfatizó que en los últimos dos sexenios los pocos intentos del Estado por remediar la situación han sido fallidos. Algunos ejemplos son:

1. El Fideicomiso Río Sonora, el cual se estableció para que Grupo México S.A.B. de C.V. empresa propiedad de German Larrea, pagara los daños ambientales ocasionados a la cuenca del río y las afectaciones a la salud de la población fueran atendidas. Lamentablemente, el fideicomiso no cumplió con la reparación y fue cerrado sin previo aviso, devolviendo el dinero sobrante a la empresa responsable. Esta acción fue profundamente cuestionada y llevó a una demanda que culminó en una orden de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para reabrir el fideicomiso. Sin embargo, esta sentencia ha sido ignorada hasta la fecha y el compromiso con la justicia sigue sin concretarse.

2. La Zona Económica Especial Río Sonora, la cual se creo para revitalizar la economía de la región. Sin embargo, su implementación no consideró la participación de las personas afectadas, dando como resultado una planificación y ejecución del proyecto que no busca reparar los daños ocasionados por el derrame.

3. El Plan de Justicia para Cananea y Río Sonora, el caso más reciente, ha reunido a autoridades de diferentes dependencias de gobierno y a las comunidades del Río Sonora, para sostener más de 18 reuniones en donde se han programado numerosos muestreos en salud, tierra, agua y aire. El plan no ha dado lugar a acciones concretas y efectivas para reparar el daño, y la falta de voluntad política y el déficit presupuestario han impedido la implementación de proyectos que podrían haber aliviado la situación.

Actualmente, existen pruebas contundentes que demuestran que el Río Sonora está contaminado y se confirma que la minería es la causa principal. La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) y el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA) han reconocido la presencia de contaminantes como arsénico, mercurio, cobre, manganeso y plomo en el agua potable.

Aunado a lo anterior, la región carece de plantas potabilizadoras, y que sean adecuadas y suficientes para proveer a las comunidades del vital líquido que les ha sido arrebatado. Los CCRS lamentan que a pesar de la existencia de dictámenes esto no garantice por sí misma la justicia o la implementación de medidas efectivas para remediar la situación.

La falta de infraestructura para el tratamiento del agua ha dejado a las comunidades sin acceso a agua segura, exacerbando el impacto del desastre ambiental en su salud y bienestar. Aunque la Secretaría de Salud (SS) y el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (CENAPRECE) realizaron en 2022 estudios en sangre y orina a aproximadamente 600 personas en donde se dictamina la presencia de metales pesados, que van desde positivos a exposición de alto riesgo, las autoridades sólo elaboraron historias clínicas sin proporcionar información integral sobre el estado de salud de las personas afectadas o su tratamiento. Los CCRS exigen una unidad médica especializada en toxicología para atender los problemas de salud de los habitantes de la cuenca, ya que la población sigue expuesta a los efectos sumamente dañinos para la salud de los metales pesados.

Acciones de Protesta y llamados a la acción

En un acto de protesta y conmemoración, los CCRS instalaron un antimonumento en la Plaza Emiliana de Zubeldía el 6 de agosto de 2024. La instalación del antimonumento estuvo acompañada de un pronunciamiento potente que destacó la falta de acción por parte de las autoridades municipales, estatales y federales para abordar los graves daños persistentes en las comunidades. También se hizo un llamado urgente a las autoridades para que cesen la simulación y la desinformación en los tribunales, y para que rindan cuentas de manera efectiva. Durante el evento, se proyectaron mensajes en un edificio cercano, subrayando la necesidad de priorizar la vida y la salud de las personas sobre los intereses y las ganancias empresariales. Los mensajes enfatizaron que, aunque muchos funcionarios aún están en sus cargos, no se están tomando medidas concretas y especializadas para resolver el problema de contaminación del Río Sonora. El pronunciamiento también incluyó un llamado al Presidente Andrés Manuel López Obrador para que no permita que la mentira y la inacción continúen prevaleciendo. Se pidió al presidente que reconozca que no ha habido avances en el Plan de Justicia para Cananea y Río Sonora y que su Secretaría de Gobernación actúe con imparcialidad, escuchando a las comunidades afectadas en lugar de ceder ante las presiones de la empresa responsable.

Los Comités de Cuenca Río Sonora instalaron un antimonumento en la Plaza Emiliana de Zubeldía para conmemorar 10 años de impunidad y negligencia en Río Sonora, tras el derrame tóxico de Grupo México.
Los Comités de Cuenca Río Sonora instalaron un antimonumento en la Plaza Emiliana de Zubeldía para conmemorar 10 años de impunidad y negligencia en Río Sonora, tras el derrame tóxico de Grupo México. Foto: @PODERLatam.

Festival por la Vida y el Agua del Río Sonora

El 4 de agosto de 2024, los CCRS celebraron con éxito la segunda edición del Festival por la Vida y el Agua del Río Sonora en el Parque Madero, Hermosillo. Este evento, conmemoró el 10° aniversario de la lucha por justicia tras el derrame tóxico ocasionado por la negligencia de la mina Buenavista del Cobre, propiedad de la empresa Grupo México S.A.B. de C.V. Durante el festival, los CCRS leyeron un pronunciamiento destacando la situación continua que enfrentan las comunidades afectadas y llamaron a la ciudadanía a unirse para defender al Río Sonora. La celebración no solo sirvió para conmemorar el aniversario del desastre, sino para reunir ánimos y seguir en la exigencia de garantías para la reparación integral y la no repetición.

El II Festival Por La Vida y El Agua del Río Sonora se realizó el pasado domingo 4 de agosto en el Parque Madero, en Hermosillo, donde los asistentes pudieron disfrutar distintas actividades culturales y aprender más sobre las problemáticas ambientales de la región. Foto: @PODERLatam.

Gobierno en transición

El pasado 9 de junio, los CCRS viajaron a la CDMX para manifestarse frente a Palacio Nacional y exigir que las autoridades pongan un alto a la impunidad con la que goza la empresa Grupo México S.A.B. de C.V. desde hace 10 años. Los CCRS también tuvieron la oportunidad de entregar un pliego petitorio en la casa de transición de la presidenta electa Claudia Sheinbaum, con el objetivo de solicitar que las problemáticas del Río Sonora no sean olvidadas y que las voces de quienes lo habitan sean escuchadas. Es urgente que haya una reparación integral, en donde se considere la atención especializada a los temas de salud y medio ambiente, y en donde se definan las obligaciones con consecuencias concretas para la empresa responsable del derrame. Los CCRS piden a la futura presidenta cumplir con su promesa de diálogo con los habitantes del Río Sonora, resaltando que existe “la oportunidad histórica de hacer lo que durante dos sexenios no se logró: frenar la impunidad en la que permanece la empresa del segundo hombre más rico de México, y traer Justicia para el Río Sonora”.

* Martha Patricia Velarde es integrante de los Comités de Cuenca Río Sonora (CCRS). Samantha Camacho es investigadora del Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e Investigación (PODER).

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Imagen BBC
Así es la vida de los astronautas que están atrapados en el espacio hasta 2025
8 minutos de lectura

La estación cuya construcción comenzó en 1998 aloja a dos nuevos huéspedes desde el pasado junio.

17 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
0

Dos astronautas estadounidenses dejaron la Tierra en junio esperando pasar ocho días en la Estación Espacial Internacional (EEI).

Pero tras los temores de que su nave espacial Boeing Starliner no fuera segura para retornar, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de EE.UU. (NASA) retrasó la vuelta de Suni Williams y Butch Wilmore hasta 2025.

Ambos comparten ahora un espacio del tamaño de una casa de seis habitaciones con otras nueve personas.

Williams lo llama su “lugar feliz” y Wilmore dice que está “agradecido” de estar ahí.

¿Pero cómo se siente realmente estar a 400 kilómetros sobre la Tierra? ¿Cómo se lidia con compañeros de tripulación complicados? ¿Cómo se hace ejercicio y se lava la ropa? ¿Qué se come y, más importante, cuál es el olor del espacio?

En conversación con la BBC, tres exastronautas revelan los secretos para sobrevivir en órbita.

Estación Espacial Internacional
BBC

Cada cinco minutos del día de los astronautas los organiza la misión de control en la Tierra.

Se despiertan temprano. Cerca de las 6.30 -hora de Greenwich (GMT)-, los astronautas emergen desde los dormitorios, del tamaño de una cabina telefónica, en el módulo Harmony de la EEI.

“Tiene el mejor saco de dormir del mundo”, dice Nicole Stott, una astronauta estadounidense de la NASA que pasó 104 días en el espacio en el marco de dos misiones, una en 2009 y otra en 2011.

Los compartimentos tienen computadoras portátiles para que la tripulación pueda estar en contacto con su familia y un rincón para objetos personales como fotografías y libros.

Estación Espacial Internacional
BBC

Los astronautas pueden luego usar el baño, un compartimento pequeño con un sistema de succión. Normalmente el sudor y la orina son reciclados como agua apta para beber, pero una falla en los sistemas de la EEI ha obligado a la tripulación a almacenar la orina.

Posteriormente, los astronautas van a trabajar. Labores de mantenimiento o experimentos científicos les llevan la mayor parte del tiempo en la EEI, estación que es aproximadamente del tamaño del Palacio de Buckingham o de una cancha de fútbol americano.

“Por dentro son como muchos autobuses concatenados. En medio día puede que no veas a nadie más”, explica el astronauta canadiense Chris Hadfield, comandante de la Expedición 35 en 2012-2013.

“La gente no va deprisa por la estación. Es grande y tranquila”, dice.

Estación Espacial Internacional
BBC

La EEI tiene seis laboratorios dedicados a experimentos y los astronautas usan monitores cerebrales, cardíacos o sanguíneos para medir su respuesta a un ambiente que es físicamente desafiante.

“Somos como ratas de laboratorio”, dice Stott. “El espacio acelera el proceso de envejecimiento de huesos y músculos y los científicos pueden aprender de ello”.

Si los astronautas pueden, trabajan más rápido de lo que la misión de control puede prever.

Hadfield explica: “Tu reto consiste en encontrar cinco minutos libres. Yo me acercaba a la ventana para ver pasar algo. O componía música, hacía fotografías o escribía a mis hijos”.

Estación Espacial Internacional
NASA
Las obras para construir la Estación Espacial Internacional comenzaron en 1998.

A unos pocos afortunados se les pide hacer una caminata espacial, cambiando la EEI por el vacío espacial exterior.

Hadfield ha hecho dos. “Esas 15 horas afuera, con nada más entre el universo y yo que mi visor de plástico, fueron tan estimulantes y de otro mundo como cualquier otra experiencia de 15 horas en mi vida”.

Pero ese paseo también puede introducir algo novedoso a la estación espacial: el “olor espacial” metálico.

“En la Tierra tenemos montones de olores diferentes, como la ropa recién salida de la lavadora o el aire fresco. Pero en el espacio sólo hay un olor y nos acostumbramos a él rápidamente”, explica Helen Sharman, la primera astronauta británica, quien pasó ocho días en la estación espacial soviética Mir en 1991.

Los objetos que van al exterior, como un traje espacial o un kit científico, se ven afectados por la fuerte radiación del espacio.

“La radiación forma radicales libres en la superficie y ellos reaccionan con el oxígeno que hay en el interior de la estación, generando un olor metálico”, dice.

Cuando volvió a la Tierra, ella valoró mucho más sus experiencias sensoriales. “No hay clima en el espacio, no hay lluvia cayendo sobre tu cara o viento en tu pelo. Ahora valoro esas experiencias mucho más”, señala 33 años después.

Estación Espacial Internacional
BBC

Entre las jornadas de trabajo, los astronautas que pasan largas temporadas en el espacio deben hacer dos horas de ejercicio diarias. Tres máquinas diferentes ayudan a contrarrestar el efecto de la gravedad cero, el que reduce la densidad ósea.

El Dispositivo Avanzado de Ejercicio Resistivo (ARED, por sus siglas en inglés) es bueno para hacer sentadillas, peso muerto y remo, ejercicios que trabajan todos los grupos musculares, dice Stott.

Los tripulantes usan dos cintas de correr, a las que deben atarse para no salir flotando, y un ergómetro de bicicleta para entrenamiento de resistencia.

Estación Espacial Internacional
BBC

“Un par de pantalones para tres meses”

Pero todo ese ejercicio genera un montón de sudor, advierte Stott, lo que lleva a una cuestión muy importante: el lavado.

“No tenemos lavandería, solo agua que se forma en gotas y algo de jabón”.

Sin gravedad que haga correr el sudor del cuerpo, los astronautas quedan cubiertos en una capa de sudor, “mucho más que en la Tierra”, explica.

“Sentía que el sudor crecía en mi cuero cabelludo. Tenía que pasarme un hisopo por la cabeza. No querrías sacudirlo porque saldría volando por todas partes”.

Astronautas en la Estación Espacial Internacional
NASA
Nicole Stott estuvo 104 días en la Estación Espacial Internacional.

Esas ropas se ensucian tanto que tienen que ser desechadas en un vehículo de carga que se quema en la atmósfera.

Pero sus ropas de uso cotidiano se mantienen limpias, señala.

“En gravedad cero, la ropa flota sobre el cuerpo, así es que los aceites corporales y todo lo demás no le afectan. Tuve un solo pantalón durante tres meses”, expone.

En cambio, la comida era el mayor peligro. “Alguien abría una lata, por ejemplo, de carne y salsa”, relata, “y todo el mundo estaba alerta porque salían pequeñas bolas de grasa”.

“La gente flotaba hacia atrás, como en la película Matrix, para esquivar las bolas de jugo de carne”.

Estación Espacial Internacional
BBC

En cierto punto, otra nave puede llegar con nuevos tripulantes o suministros de alimentos, ropa y equipamiento. La Nasa manda algunas al año. Llegar a la estación espacial desde la Tierra es “asombroso”, dice Hadfield.

“Es un momento que te cambia la vida cuando miras la EEI en la eternidad del universo; ves esta pequeña burbuja de vida, un microcosmos de creatividad humana en la oscuridad”, afirma.

Estación Espacial Internacional
BBC

Después de un duro día de trabajo es tiempo de cenar. La comida es mayormente reconstituida y se encuentra en paquetes que se separan en diferentes compartimentos por nación.

“Era como comida de camping o raciones militares. Era buena, pero podría ser más sana”, dice Stott.

“Mi favorito era el curry japonés o los cereales y sopas rusas”, agrega.

Las familias envían a sus seres queridos paquetes de comida extra. “Mi marido y mi hijo eligieron pequeños caprichos, como jengibre cubierto de chocolate”, explica.

La tripulación comparte la comida la mayor parte del tiempo.

Los astronautas son preseleccionados por atributos personales -tolerantes, relajados, tranquilos- y entrenados para trabajar como un equipo. Eso reduce la probabilidad de conflicto, explica Sharman.

“No se trata sólo de aguantar el mal comportamiento de alguien, sino de denunciarlo. Y siempre nos damos metafóricas palmaditas en la espalda para apoyarnos mutuamente”, afirma.

 Butch Wilmore y Suni Williams
Getty Images
Los astronautas de la Nasa Butch Wilmore (izquierda) y Suni Williams salen del Edificio de Operaciones y Control Neil Armstrong en el Centro Espacial Kennedy.

Ubicación, ubicación, ubicación

Y al final, la cama nuevamente, y tiempo para descansar después de un día en un ambiente ruidoso (los ventiladores funcionan constantemente para dispersar las bolsas de dióxido de carbono para que los astronautas puedan respirar, por lo que es tan estridente como una oficina muy ruidosa).

“Podemos dormir ocho horas, pero la mayoría de la gente se queda pegada a la ventana mirando a la Tierra”, afirma Stott.

Los tres astronautas hablaron acerca del impacto psicológico de ver su planeta a 400 km en órbita.

“Me sentí muy insignificante en la inmensidad del espacio”, dice Sharman. “Ver la Tierra con tanta claridad, los remolinos de nubes y los océanos, me hizo pensar en las fronteras geopolíticas que construimos y en cómo en realidad estamos completamente interconectados”.

Stott dice que le encantó vivir con seis personas de diferentes países “haciendo este trabajo en nombre de toda la vida en la Tierra, trabajando juntos, averiguando cómo hacer frente a los problemas”.

“¿Por qué no puede ocurrir lo mismo en nuestra nave espacial planetaria?”, se pregunta.

Eventualmente todos los astronautas deben dejar la EEI, pero estos tres dicen que volverían sin pensarlo.

No entienden por qué la gente piensa que los astronautas de la Nasa Suni Williams y Butch Wilmore están “atrapados”.

“Soñamos, trabajamos y nos entrenamos toda la vida esperando una estancia prolongada en el espacio”, dice Hadfield. “El mayor regalo que se le puede hacer a un astronauta profesional es permitirle quedarse más tiempo”.

Y Stott dice que al abandonar la estación pensó: “Van a tener que tirar mis manos arañando de la escotilla. No sé si voy a poder volver”.

Línea Gris
BBC

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Gráficos de Katherine Gaynor y Camilla Costa

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