En este 24 de enero de 2025, Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes, adoptado en 2019 por la UNESCO, es urgente reflexionar sobre la situación que viven y experimentan día a día las personas que se identifican como afrodescendientes en México, América Latina y el Caribe. Particularmente es de llamar la atención la situación que viven las personas, pueblos y comunidades migrantes y afrolatinxs en Estados Unidos y México, toda vez que, con la llegada al poder del presidente de ese país, Donald Trump, los derechos de las personas racializadas, migrantes y de las disidencias sexuales se encuentran en peligro.
Al mencionar a México como otro país donde las políticas violatorias de los derechos humanos del presidente Trump tendrán efecto, no es una forma de señalar al gobierno en turno sino señalar que dichas políticas están tomando fuerza desde hace años en diferentes países del mundo, se está construyendo un discurso que autoriza el racismo, la violencia misógina, las políticas antiinmigrantes y los discursos de odio hacia las poblaciones LGBTTIQ+.
Los esfuerzos históricos realizados por organizaciones supranacionales como la UNESCO para declarar jornadas como este 24 de enero como día de memoria sobre poblaciones específicas, se finca en la imperante necesidad de generar políticas de afrorreparación en términos sociales, económicos, políticos e históricos a las personas de origen africano que fueron traficadas durante el periodo colonial como esclavizadas por los imperios activos en ese tiempo histórico. Sin embargo, la idea de afrorreparación corresponde a los ahora estados nacionales que contribuyeron de manera directa a la creación de sociedades racistas, como en las que vivimos en nuestros días.
En ese sentido, el problema de pensar que los procesos de memoria y afrorreparación son nacionales y competen exclusivamente a las poblaciones negras de las naciones caribeñas impide una perspectiva contemporánea sobre los flagelos que las personas afrodescendientes y negras, migrantes en México, Estados Unidos, Canadá o los diferentes países de Europa -inclusive en América Latina- viven en nuestros días.
Este 24 de enero conmemoramos la vida, celebramos la presencia de las personas africanas y afrodescendientes a nivel global y también experimentamos la incertidumbre de un mundo en el cual las identidades étnicas, raciales, de género, las disidencias sexuales, las personas migrantes están en la diana de los ataques de la supremacía blanca, autorizada en sus discursos por el presidente Trump.
Es central reflexionar sobre el peso del olvido en relación con la gran cantidad de personas afrolatinxs y caribeñas que habitan los países de América Latina, esos habitajes temporales o definitivos también marcan cambios positivos en la vida de las sociedades latinoamericanas. El caso específico de México da cuenta de la presencia cada vez más notoria de personas caribeñas y/o afrodescendientes en paso o viviendo en nuestro país, personas provenientes de Colombia, Venezuela, Haití, Puerto Rico, Cuba, República Democrática del Congo, Somalia, Camerún y Ghana (según cifras de investigaciones recientes) nos muestra la necesidad de pensar en una noción más compleja sobre lo que significa ser o vivirse como afromexicano.
¿Qué hacemos entonces con las personas afrodescendientes y africanas en nuestros territorios? ¿No son acaso los territorios una construcción cotidiana, como señaló Emiliano Zapata, de quienes los trabajan?
Algunos países del Caribe han logrado que la reparación y la no repetición sea, por lo menos, parte de los discursos nacionales. ¿Cómo pensamos políticas de reparación en México? Y sobre todo, ¿cómo pensamos en la reparación histórica cuando a nivel global los discursos de la derecha y las prácticas represivas en relación con la identidad étnica, cultural, racial y de género están siendo autorizadas?
Hace falta que todas estas preguntas nos movilicen políticamente, nos permitan imaginar futuros utópicos a diferencia de nuestro presente distópico. Tal vez una de las formas de iniciar los procesos de reparación sea a través del reconocimiento de los aportes de las personas de origen africano que fueron esclavizadas en el territorio que hoy es México y, también, pensar en la forma en la cual podemos reconocer la importancia de las personas migrantes -afrodescendientes y no afrodescendientes- en nuestro presente, tal vez esa sea la utopía para construir día a día nuestro presente.
Para los movimientos sociales como el afromexicano será central pensar cómo nos relacionamos con las personas afrodescendientes migrantes que tienen derecho a ser ciudadanos mexicanos, a ser reconocidos dentro de ese movimiento con la particularidad de su experiencia histórica. Si en estos días aciagos para el pensamiento progresista nos dejamos seducir por las mismas políticas que Trump impulsa en el país vecino, las políticas de reparación seguirán siendo solo un discurso más de las políticas neoliberales de la identidad. Sin embargo, si la ciudadanía y las personas, pueblos y comunidades negras y afromexicanas reconocemos la importancia de la migración africana, negra y afrodescendiente contemporánea, tal vez seamos capaces de construir políticas de reparación colectiva y común en territorio mexicano.
* Itza Amanda Varela Huerta es profesora-investigadora del Departamento de Educación y Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco y Asambleísta del Copred.
La presidenta Claudia Sheinbaum presentó uno de los programas industriales más grandes en años, que pretende poner a México entre las 10 primeras economías del mundo. Te contamos de qué se trata.
La presidenta Claudia Sheinbaum presentó uno de los planes de desarrollo económico más ambiciosos de México en años, justamente en un momento de gran incertidumbre para su país por la llegada del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
A una semana del cambio de poder en Washington, desde Ciudad de México los altos funcionarios y los principales directivos empresariales del país se reunieron el lunes para escuchar los objetivos y estrategias que Sheinbaum presentó en una ceremonia especial.
Entre sus más grandes metas está que la economía de México sea la décima del mundo, producir en el país 50 % del consumo de productos interno, crear 100 parques industriales para emplear a miles de obreros y que el país se posicione en el top 5 de los destinos turísticos del mundo.
“Que cada uno de los mexicanos y mexicanas sepa que hay plan, que hay desarrollo. Que frente a cualquier incertidumbre que venga en el futuro próximo, México tiene un plan y está unido hacia adelante”, dijo Sheinbaum con optimismo, pero sin mencionar directamente a Trump.
El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, definió el plan como una “carta de navegación de México para la nueva era que vamos a enfrentar”.
“De los 42 años que llevo yo en el servicio público, es el único instrumento que he visto así”, destacó. “Hay incertidumbres en el futuro inmediato, pero si estamos cohesionados y tenemos una dirección nacional como la que tenemos vamos a salir adelante”.
Los analistas económicos del país celebraron el plan por tener objetivos y formas claras de llegar a ellos, cuando menos en su presentación. Otros, sin embargo, hicieron notar la falta de voz y reconocimiento al sector obrero y sindical.
Para Mario Campa, un analista económico formado en el Instituto Tecnológico Autónomo de México, “al menos en el papel, es la política industrial más audaz de las últimas cuatro o cinco décadas en México”, dice a BBC Mundo.
Por otro lado, el académico Carlos Pérez Ricart, del Centro de Investigación y Docencia Económicas, destaca que es “es una buena respuesta ante el clima de incertidumbre que vive el país”, aunque considera que falta por precisar cómo lograrlo.
“Es una estrategia a mediano y largo plazo de desarrollo económico que pretende hacer frente a una situación muy compleja, entre decisiones propias, como la reforma judicial, y por la elección de Donald Trump”, dice.
Pero ambos coinciden en que genera buenas expectativas para el futuro inminente y a mediano plazo del país.
En su presentación del Plan México, la presidenta enumeró 13 grandes metas y puso algunos plazos y acciones de gobierno para lograrlas.
Sheinbaum también presentó una lista de 15 fechas clave inmediatas para la implementación de las nuevas acciones entre enero y abril de este año. “Pasamos de un periodo en donde la planeación no necesariamente era el eje de una visión”, destacó.
Parte del equilibrio que busca para el desarrollo general del país, contrario al enfoque en la región fronteriza en Estados Unidos, es la conformación de 12 “Polos de Bienestar”, unas áreas estratégicas en las que se cree industria conforme a los recursos locales.
“El objetivo (…) es incorporarnos todos a esta visión de nuestro país, que sea parte, cada uno de los mexicanos y mexicanas, por más diferencias que tengamos, en una visión de largo plazo de nuestro país, a eso es a lo que los estamos invitando”, dijo.
Como el principal socio comercial de Estados Unidos, la estrategia de industrialización de Sheinbaum es mantener al país como el proveedor del gran mercado norteamericano.
Pero uno de los principales enfoques del Plan México es volver a fabricar cosas en México que en décadas anteriores se traían del exterior, principalmente China. A lo largo de las últimas décadas, el país dejó de producir lo que consumía para importarlo desde Asia.
Hoy el 10 % de las exportaciones chinas tienen como destino México, expuso el secretario de Hacienda mexicano Rogelio Ramírez.
“Esta pérdida de participación nos costó, sobre todo, a México y Estados Unidos, Canadá menos, pero nos costó a los dos países con mayor población mucha industria, muchos empleos, mucha pérdida de actividad, sobre todo, sectores completos de la economía fueron perdidos“, señaló.
Campa explica que el nuevo plan no es una sustitución de importaciones como la del pasado, que tenía otro contexto, sino un nuevo enfoque hacia el mercado nacional. Que haya un plan integral favorece que se puedan alcanzar metas como las planteadas, explica, aunque la ejecución será clave.
“Me parece un plan comprensivo, por tocar aspectos como aranceles focalizados, un fondo de desarrollo para pequeñas y medianas empresas, inversión en energía, inversión mixta en infraestructura y logística, simplificación de trámites de inversión, elevar el número de ingenieros, la parte fiscal que facilita el nearshoring (relocalización), la construcción de polos con parques industriales y la investigación científica”, señala.
El desarrollo social que tiene que acompañar es clave, pues la mano de obra cualificada -y aspectos básicos como tener una vivienda cercana al trabajo- son clave para el buen desarrollo de polos industriales.
“Hay casos de quienes dirigen plantas de manufactura muy grande y hablan de déficit de vivienda que ocasiona rotación de personal”, señala Campa. “Y la mano de obra calificada, a veces se subestima, pero es muy importante, porque evita la rotación”.
Pérez Ricart se muestra escéptico sobre la suficiencia presupuestaria para hacer una inversión pública de la magnitud que plantea Sheinbaum.
“El plan es novedoso en cuanto a que tiene un diagnóstico y metas claras. Y formas de llegar a esto. Hay una idea de país. Pero no está claro que se vaya a invertir mucho más dinero de lo que ya se invertía en esto”, dice.
La llegada de Trump a la Casa Blanca el 20 de enero para un segundo periodo, ha generado expectativa sobre sus decisiones políticas.
A diferencia del primer periodo, explica Pérez Ricart, el republicano ya no tiene expectativas de reelección, por lo que sus políticas podrían ser más agresivas al no temer por un voto de castigo si algo sale mal.
México y Canadá, los dos socios comerciales y vecinos en Norteamérica, ya han sido objeto de amenazas arancelarias por problemas como la migración o el tráfico de drogas. La respuesta de ambos países frente a Washington ha sido también motivo de expectativa.
Para Pérez Ricart, no existe un plan que pueda tener preparado a México para lo que surja a partir del próximo lunes: “No hay una receta ni una respuesta adecuada para Donald Trump. Nadie tiene aquí la clave. La presidenta está haciendo lo mejor que puede en las circunstancias que tiene. Pero es tanta la incertidumbre en términos de tarifas e intervencionismo que nada se puede planear”.
Campa considera también que no hay ninguna garantía de que el Plan México pueda avanzar como está previsto, pero lo ve como un buen “instrumento defensivo y de negociación”, en especial los aranceles que México está pensando en imponer a ciertas manufacturas de China, tal como lo espera Trump.
“El proteccionismo de EU llegó para quedarse un buen rato y México necesita este tipo de planes, como el Plan México, como opción b de largo plazo”, concluye.
Fuera o no una respuesta a la elección de Trump, resulta inevitable entender la presentación del Plan México como eso: un llamado a la calma, un gesto de unidad nacional, un ejercicio de orden y cordura ante los tiempos convulsos que pueden venir.
Sheinbaum mostró una vez más su perfil académico, de rigurosidad y meticulosidad, en una presentación que genera consenso en su diagnóstico y soluciones, pero escepticismo en su factibilidad.
Si hay duda de que la presentación tenía como objetivo algo más que sentar las bases del futuro, sino más bien dar un golpe de opinión, hay que ver dónde y con quién se hizo: en el majestuoso patio del Museo Nacional de Antropología, una entidad que enseña la grandeza de México, y con la presencia de actores del empresariado como Carlos Slim Domit, el hijo del hombre más rico del país, Carlos Slim Helú.
“El objetivo es hacer de México el mejor país del mundo”, dijo la presidenta. Y no son pocos los mexicanos, ricos y pobres, empresarios y trabajadores, que creen que puede lograr tal cosa.
El pesimismo alarmista que se generó en 2016, con la primera elección de Trump, esta vez pasó de agache. Las mayorías, incluso ante la amenaza de los aranceles y las deportaciones trumpistas, ahora creen que el país va por buen camino. Y que está en buenas manos.
Sheinbaum goza de una popularidad inédita del 80 %. Un número envidiable para cualquier presidente que se atribuye tanto a su perfil técnico como a su costado político. El reto ahora será mantenerlo.
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