
La pesca es una actividad que da empleo y podría ayudar a garantizar el derecho humano a la alimentación para las generaciones presentes y futuras. Sin embargo, el sector pesquero aún no es clave para que México alcance la soberanía alimentaria.
En México tenemos más de 11 mil kilómetros de litoral en 17 estados de la república. A lo largo de las costas mexicanas, existen más de 370 mil personas que se dedican a la pesca ribereña; de esta actividad sostienen a sus familias y ponen alimento en la mesa de millones de mexicanas y mexicanos.
En la actualidad, el gobierno mexicano habla de alcanzar la soberanía alimentaria, y la define como la capacidad de una nación para producir de manera sostenible y garantizar el abasto de alimentos nutritivos, suficientes y de calidad para todas las mexicanas y los mexicanos. Para lograr este objetivo es fundamental contar con recursos naturales saludables y biodiversos. En este sentido, el agua, el suelo y la agrobiodiversidad son tres elementos esenciales que sustentan la producción de alimentos y garantizan la seguridad alimentaria.
Es importante poner en el foco que la pesca ribereña puede ser clave para producir de manera sustentable alimentos nutritivos y de calidad, ya que la proteína animal marina tiene un alto valor nutrimental. Además, tiene una huella ambiental minúscula comparada con la de otras fuentes de proteína. No requieren tierra, usan poca agua potable y combustibles fósiles para su producción. Sin embargo, en México no se toma en cuenta a la pesca ribereña como centro de la política alimentaria. No se le apuesta a su fortalecimiento ni mucho menos a su desarrollo.
Basta con ver cómo ha disminuido el presupuesto de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (CONAPESCA) y del Instituto Mexicano de Investigación en Pesca y Acuacultura Sustentable (IMIPAS), encargadas de gestionar e investigar el estado de las pesquerías para tener un manejo adecuado pesquero, así como vigilar que las especies de interés comercial no se deterioren, poniendo en riesgo la salud y abundancia de los océanos.
Si no existe presupuesto para investigar, gestionar y vigilar la pesca, es imposible implementar políticas pesqueras orientadas a la recuperación de especies y al desarrollo de investigación científica; es decir, no hay inversión en un sector que es clave para alimentar a las y los mexicanos.
La pesca enfrenta otros retos también. De acuerdo con el Semáforo de la Pesca de Oceana, 23 % de las pesquerías de nuestro país están en algún grado de deterioro; el 40 % de la pesca es ilegal; hay una degradación o destrucción de los hábitats marinos y costeros, como arrecifes de coral, manglares y pastos marinos donde se desarrollan las especies de interés pesquero; la contaminación de los océanos por hidrocarburos y plásticos se agrava, y la crisis climática trae anomalías en la temperatura y acidificación del agua, así como tormentas más frecuentes e intensas.
Con todo, el sector pesquero ribereño ha emprendido acciones de recuperación de especies de interés pesquero y también de ecosistemas importantes como arrecifes de coral y manglares. Son ellos los que se autovedan, los que crean Zonas de Refugio Pesquero, los que siembran manglares, los que crean Áreas Marinas Protegidas para resguardar arrecifes, con el objetivo de garantizar la pesca en el futuro. Saben que cuidar los mares es poner alimento en sus mesas y en la de todas y todos los mexicanos.
El Estado mexicano tiene que apostarle a la pesca ribereña y verla como su aliada para alcanzar la soberanía alimentaria en el país. Al hacerlo, no solo garantizará alimento para las y los mexicanos, también garantizará empleos y sustento para quienes se dedican a esta actividad a lo largo de toda la cadena de valor. Para ello, se debe asegurar que los mares mexicanos sean abundantes por medio de la restauración de pesquerías que se encuentran en deterioro.
Si se quiere alcanzar la soberanía alimentaria, es necesario fortalecer al IMIPAS y la CONAPESCA. Que cuenten con recursos y capacidad suficientes que les permitan realizar investigación científica y asegurar el manejo sustentable de los recursos pesqueros en beneficio de la pesca.
Llevar alimento a la mesa de millones de personas no es tarea fácil; sin embargo, se puede elegir fortalecer la pesca en México y con ello a un sector que ha quedado rezagado por años.
* Nancy Gocher es campañista senior y directora de Incidencia en Oceana.

Los organizadores recibieron este año la cifra récord de 10.000 candidaturas de 109 países.
¿Un pájaro recibe un golpe en la cara de un manojo de hierba o zorros que bailan breakdance? Solo puede significar una cosa.
¡Se anunciaron los ganadores de los premios Nikon de la vida silvestre!
Este año, los organizadores recibieron la cifra récord de 10 mil candidaturas de 109 países, el número más alto en los 10 años de historia del concurso.
El premio fue creado en 2015 por el fotógrafo británico de vida silvestre Paul Joynson-Hicks, quien tuvo la idea de crear el concurso tras reírse a carcajadas al ver una colección de fotos de animales.
Esta foto ganadora de un gorila haciendo alarde de sus habilidades en Ruanda fue tomada por Mark Meth Cohn.
Pasó cuatro días recorriendo montañas cubiertas de niebla en busca de familias de gorilas.
Pronto encontraron a la familia Amahoro, en la que uno de los jóvenes machos estaba muy ansioso por lucirse.
Mark cuenta que el gorila “estaba dando piruetas, volteretas y patadas altas. Ver su actuación fue pura alegría”.
Grayson Bell se llevó el oro en la categoría Junior para menores de 16 años.
Grayson estaba fotografiando ranas verdes en Maine, Estados Unidos, y no se dio cuenta de que había capturado este momento hasta que llegó a casa.
“Se la mostré a mis padres y a ellos también les encantó y se convirtió en una de mis fotos favoritas”, dijo.
“Todos pensamos que parecía que una rana estaba intentando bautizar a la otra”.
Estos zorros rojos se lo pasaban en grande mientras mostraban sus dotes de baile.
Fueron fotografiados por Paula Rustemeier en los Países Bajos, quien ganó en la categoría de menores de 25 años.
“Es imposible no reírse al ver a los zorros jugar con sus peculiares personalidades”, dijo.
Todos tenemos días de pelo rebelde, pero esta ardilla gris en Canadá lo lleva a otro nivel.
Aterrizando en 3, 2, 1…
Mira la flexibilidad de este colimbo de garganta roja en Finlandia.
¿Alguna vez has conocido a alguien que no para de hablar? Pues conozco a un pájaro que sí.
Estos araos de Brünnich o de pico ancho en Noruega son vecinos, aunque quizás no por mucho más tiempo.
“¡Aléjate de mi pescado!”
Esta águila marina de Steller fue fotografiada en la nieve en Japón.
Junto a ella hay un pez que cazó y no pensaba compartirlo con nadie.
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