Así como cualquier construcción requiere cimientos fuertes para perdurar en el tiempo, todas las personas necesitamos contar con una base común de aprendizajes fundamentales para ejercer el derecho humano a una vida libre y digna. Considerando el momento electoral que vive México, definir cuáles son los aprendizajes fundamentales que deben alcanzar todas las niñas, los niños y los jóvenes, así como los momentos y los medios para lograrlo, debiera ser una prioridad para cualquier esfuerzo programático.
Aceptando que las perspectivas en este asunto son múltiples y que las formas de referirse al concepto varían, es posible definir los aprendizajes fundamentales como aquellas habilidades y conocimientos que, una vez alcanzados, permiten a las personas resolver problemas cotidianos de forma eficaz y habilitan para seguir aprendiendo de manera autónoma a lo largo de la vida. En otras palabras, se trata de un valioso maletín de herramientas para conquistar independencia, libertad y bienestar.
En lo específico, los aprendizajes fundamentales podrían incluir -pero no limitarse- a la capacidad de comprender textos sencillos, de planificar y controlar gastos domésticos y de leer y analizar noticias. Aprender todo esto trasciende los límites de lo puramente escolar, pues se trata de capacidades esenciales para la vida personal y familiar, así como para la participación activa y consciente de las personas como ciudadanos.
Si se regresa a la analogía de la construcción, el mejor momento para adquirir los aprendizajes fundamentales es en el inicio de la vida misma. La ciencia del desarrollo humano ubica con total claridad en la etapa de la primera infancia (desde la gestación hasta el ingreso a educación primaria) muchas de las ventanas críticas que habilitarán un despliegue total de capacidades físicas, cognitivas y psicosociales en la vida adulta.
En este sentido, las etapas de la educación inicial, preescolar y primaria baja resultan de gran importancia, pues son las que cobijan ese periodo sensible y de gran permeabilidad para el aprendizaje.
La construcción de una base sólida desde la primera infancia aumenta la probabilidad de acceder a estos aprendizajes. Y con ello, abre una mejor perspectiva para que las personas puedan aplicarlos para navegar los entornos complejos, inestables y de frecuentes crisis con los que convivimos actualmente.
En México, los datos de la prueba PISA 2022 de la OCDE sugieren que aún existe mucho espacio para mejorar la capacidad de dotar a los estudiantes de estas habilidades fundamentales.
Actualmente, dos tercios de los jóvenes de 15 años no logran aplicar correctamente conocimientos y habilidades de pensamiento matemático a situaciones de la vida real. Y uno de cada dos enfrenta dificultades para comprender textos adecuadamente.
Esta brecha en la comprensión y aplicación de los aprendizajes fundamentales subraya una crisis en el sistema educativo que hasta el momento ha sido ignorada y que requiere atención inmediata.
En el contexto electoral que vive el país, priorizar los aprendizajes fundamentales en las agendas programáticas de las candidaturas no es solo una necesidad educativa, sino también una decisión estratégica para el futuro de México. Garantizar que todas las niñas y niños desarrollen estas habilidades es esencial para formar tanto personas libres y dignas, como ciudadanos capaces de participar de manera informada y crítica en los procesos democráticos.
* Gustavo Rojas Ayala (@gurarojas) es director de Investigación en @Mexicanos1o.
La ausencia del ejército regular en la crisis actual plantea interrogantes sobre la capacidad de las instituciones del Estado libanés para enfrentar un conflicto de grandes dimensiones.
El conflicto actual entre Israel y el grupo armado chiita Hezbolá se basa en dos posiciones claramente definidas, que se han mantenido afianzadas durante más de cuatro décadas.
Israel dice que está decidido a eliminar la amenaza que Hezbolá representa desde el vecino Líbano, mientras que Hezbolá sigue atacando posiciones israelíes en un esfuerzo por destruir el Estado de Israel.
Durante los últimos 11 meses, las hostilidades transfronterizas diarias entre ambos bandos han aumentado aún más la tensión.
Ahora que está en marcha una invasión israelí en Líbano, por primera vez desde 2006, muchos se preguntan dónde está el ejército libanés en toda esta situación y qué hizo para evitar que esto sucediera, dadas las ramificaciones de tal escalada para toda la región.
A primera vista, el ejército libanés ha estado ausente de las hostilidades, mientras que Israel y Hezbolá (que está proscrito como organización terrorista por Estados Unidos, el Reino Unido y otros países) han asumido el centro de atención.
En teoría, es tarea del ejército luchar contra el enemigo de la nación, e Israel es oficialmente el enemigo de Líbano.
Pero el ejército libanés carece de equipo y del arsenal necesario para semejante enfrentamiento.
El ejército israelí está sólidamente equipado y posiblemente cuenta con el mayor apoyo de las potencias occidentales, tanto financieramente como en términos del arsenal más avanzado.
Además, existe una creencia generalizada, apoyada por testimonios de varios exoficiales de alto rango, que acusa a Estados Unidos de presionar activamente a sucesivos gobiernos libaneses para impedir que el Estado adquiera armas sofisticadas que puedan suponer una amenaza para Israel.
Una profunda crisis económica, agravada por la devastadora explosión del almacén de fertilizantes de Beirut en 2020, ha empeorado mucho las cosas para el ejército libanés.
La falta de fondos ha afectado a su personal y a sus necesidades operativas más básicas, como el combustible.
Para complicar aún más las cosas, EE.UU., considerado por Hezbolá como su mayor enemigo, es el principal donante del ejército libanés.
Durante un tiempo, Washington contribuyó a los magros salarios del personal de este ejército.
Pero su ayuda se limita a vehículos, accesorios y armas individuales y no se compara con la ayuda que proporciona a Israel.
Mientras tanto, algunos observadores señalan que la ineficacia del ejército libanés contra Israel es similar a la de todos los demás ejércitos nacionales de la región.
“Ni el ejército libanés ni ningún ejército árabe tiene la capacidad para enfrentarse al enemigo israelí”, señala el general Mounir Shehade, excoordinador del gobierno libanés en la Fuerza Provisional de Naciones Unidas en el Líbano (FPNUL).
“Con el ejército israelí, ninguna lucha es adecuada, salvo la guerra de guerrillas, similar a la que ocurrió en Gaza”.
Khalil El Helou, general retirado del ejército libanés, afirma que “el papel del ejército libanés es mantener la estabilidad interna, porque hoy la situación interna es delicada”.
“El desplazamiento de medio millón de partidarios libaneses de Hezbolá a zonas que están en contra de Hezbolá crea fricciones que podrían derivar en disturbios de seguridad y quizás en una guerra civil”, agrega.
Tras la muerte del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, a manos de Israel, el ejército libanés se desplegó en gran medida en muchas zonas consideradas “sensibles” donde había una gran posibilidad de tensión entre los diferentes grupos del país.
El domingo también emitió un comunicado en el que instaba a “los ciudadanos a preservar la unidad nacional”, subrayando que seguía tomando medidas para preservar la paz civil en el país.
¿Tiene entonces el ejército algún papel en las hostilidades actuales? En realidad no.
Sin embargo, está presente en el sur y en cantidades significativas.
El ejército anunció recientemente que un soldado libanés murió por un dron israelí que atacó una motocicleta cuando pasaba por un puesto de control.
Además, es probable que cualquier alto el fuego futuro implique un mayor despliegue del ejército en el sur, algo que el primer ministro libanés ha insinuado recientemente.
Todo esto, sin embargo, implicará su propio conjunto de desafíos. Se necesita más personal y, para ello, se requiere más dinero, fondos que el ejército simplemente no tiene.
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