Los cuidados son el conjunto de actividades cotidianas que permiten regenerar día a día el bienestar físico y emocional de las personas (ONU Mujeres, 2016), por lo que todas las personas necesitamos cuidados desde nuestro nacimiento hasta la vejez. Podemos auto proveerlos o pueden ser proveídos a través de otra persona de manera remunerada o no remunerada.
¿QUÉ ACTIVIDADES COMPRENDEN LOS CUIDADOS?
Los cuidados comprenden 3 tipos de actividades superpuestas y continuas:
Estas actividades se vuelven emocional y mentalmente más demandantes cuando la persona que requiere cuidados, requiere cuidados intensos, extensos y especializados debido a la edad, enfermedad, discapacidad o condición de salud crónica.
Desde mi percepción y organización diaria los he clasificado de la siguiente manera:
CUIDADOS SIMPLES O COTIDIANOS
Son los que se realizan a diario en cualquier hogar para cualquier persona; pueden ser auto proporcionados, pueden requerir de habilidades específicas pero no de una capacitación previa, por ejemplo: comprar las cosas para preparar un sándwich, prepararlo y comerse el sándwich.
CUIDADOS INTENSOS Y EXTENSOS
Implican más demanda de tiempo, trabajo y esfuerzo debido a la etapa de vida, como es la infancia, vejez, enfermedad, recuperación o convalecencia, son proporcionados por otra persona ya que la persona que los necesita no puede satisfacerlos totalmente por sí misma, por ejemplo: asear y alimentar a un bebé, cocinar y lavar ropa para una persona adulta mayor, etc.
CUIDADOS ESPECIALIZADOS O A LARGO PLAZO
Además de ser intensos y extensos, requieren de conocimiento y desarrollo de habilidades, por lo que se catalogan como especializados. Son proporcionados por otra persona ya que la persona que los requiere, por su falta de autonomía psíquica, física, motriz, sensorial o todas ellas, no puede satisfacerlos por sí misma, por ejemplo: dializar a una persona; alimentar por sonda; atender aseo y cambio de catéteres; cargar, asear y trasladar a personas que no pueden ponerse de pie o sentarse, etc.
¡Y todo esto se hace en su mayor parte sin remuneración económica alguna! Ahora ya sabes por qué terminamos exhaustas todos los días y eso que “solo nos quedamos en casa”, por lo que vale la pena recordar que el trabajo no remunerado de cuidados en los hogares representó el 22.8% del PIB en el 2019 y representa un porcentaje aún mayor en el PIB que el representado por el comercio, la industria manufacturera y la inmobiliaria en nuestro país, y que el trabajo no remunerado de los hogares destinado a la prevención, cuidado y mantenimiento de la salud representó 27.3% del PIB representado por el sector salud.
¿PORQUÉ LOS CUIDADOS SE CONSIDERAN TAMBIÉN UN TRABAJO?
Los cuidados en nuestra cultura se han feminizado, es decir, se piensa que las mujeres somos quienes tenemos que realizarlos solo porque somos mujeres, porque hay un vínculo familiar o de afecto con la persona que requiere cuidados y esto debe ser suficiente para enfrentar la carga y sobrecarga de los cuidados. Es importante señalar que los cuidados pueden analizarse desde dos dimensiones: la intangible, que implica afectos, relaciones personales y disfrute, por lo que toda persona mas allá de géneros y generaciones debe tener el derecho y la oportunidad de cuidar y recibir cuidados, y en su dimensión tangible queremos abordar el concepto de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) que señala: “Todas las actividades realizadas por personas de cualquier sexo y edad con el fin de producir bienes o prestar servicios para el consumo de terceros o para uso final propio son un TRABAJO”.
Desde estas dimensiones, intangible y tangible, los cuidados al ser una serie de actividades cotidianas y que son realizadas con el fin de producir bienes para consumo propio o de terceros (como cocinar, lavar, planchar etc,), pero que también implican relaciones personales (de amor, obligación, frustración, etc.), se perciben y se realizan desde diferentes perspectivas, momentos de vida, condición de vida, y recursos de cada persona, tomemos como ejemplo: el cuidado de un bebé que es planeado y deseado por su familia.
Esta situación es palpable durante todas las etapas y condiciones de vida. La falta de espacios colectivos y comunitarios de desarrollo, cuidado y convivencia limitan el proyecto de vida y desarrollo no solo de la persona que requiere que los cuidados le sean proveídos por otra persona, sino también de la persona que tiene que proveerlos.
Es necesario que así como hemos adoptado la perspectiva de género para crear políticas públicas que no perpetúen las desigualdades entre mujeres y hombres, es necesario identificar, cuestionar y valorar la discriminación, desigualdad y exclusión de las personas que proveemos los cuidados a través de una perspectiva de cuidado, como una dimensión inseparable de la vida -humana y no humana- que va más allá de géneros, generaciones, estrato social y condición de vida.
Recientemente colaboré en la publicación 24/7 De la reflexión a la acción, por un México que cuida, donde se aborda una ruta de acción en 3 tiempos para construir una nueva narrativa y ejercicio del trabajo de cuidados.
Te invito a leer más del tema en nuestro blog 24/7 .
* Margarita Garfias (@Mar_Garfias) #SoyCuidadora.