Desde hace muchos años se ha registrado la presencia de diversas organizaciones criminales extranjeras en México. Sin embargo, ninguna ha logrado un rápido proceso de acoplamiento y crecimiento como la banda de origen venezolano Tren de Aragua, que hoy tiene presencia en 9 entidades federativas de nuestro país.
La mayor parte de las organizaciones criminales extranjeras con presencia en México tienen tres perfiles muy distintos a Tren de Aragua. El primero es que se trata de células de contacto con cárteles de la droga en México, es decir, una especie de embajadores que coordinan envíos de droga a diferentes países entre los cuales se pueden destacar a integrantes de la ‘Ndrangheta, la Cosa Nostra, la Camorra, la Mafia Serbia, la Mafia Rusa, la Mafia Albanesa, las FARC y diferentes organizaciones proveedoras de cocaína de la región andina.
En una segunda categoría se ubican las bandas extranjeras con presencia en regiones reducidas, por ejemplo, los integrantes de la familia Tudor, pertenecientes a la mafia rumana, que operó algunos años en la Riviera Maya, o las bandas de estafadores provenientes de Colombia en la Ciudad de México, en donde las mismas llevan a cabo actividades delictivas complejas, pero en un ámbito territorial limitado.
Y la tercera categoría son la de pandillas extranjeras que se ubican en ciudades de las fronteras sur y norte de México, algunas de las cuales tienen una mezcla de integrantes de otros países y mexicanos, por ejemplo, Barrio Azteca, Artistas Asesinos y Mexicles son tres pandillas que se originaron en Texas, con personas de ascendencia mexicana, que se aliaron con cárteles mexicanos en el norte de Chihuahua para realizar actividades delictivas. Por otro lado, en la frontera sur, especialmente en Chiapas, encontramos a las bandas Mara Salvatrucha y Barrio 18, que surgieron en El Salvador y se conforman por centroamericanos y en menor medida por algunos mexicanos, los cuales llevan a cabo actividades criminales en torno a las rutas migratorias.
Tren de Aragua no encaja en ninguno de estos tres perfiles, aunque se asemeja en parte a la tercera categoría. Su presencia en México no tiene una función de enlace, sino que busca ser permanente, su área de operación no se concentra en una zona en particular, y lo mismo se ubica en fronteras, centros turísticos y grandes ciudades y si bien ha tejido alianzas con organizaciones mexicanas, lo cierto es que conserva independencia operativa, por lo que existe una posibilidad tangible de que crezca su influencia en los próximos años.
Lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿cuáles son las razones que le han permitido a Tren de Aragua tener un proceso de expansión más rápido que otras organizaciones extranjeras en México? O ¿por qué Tren de Aragua parece estar teniendo éxito en donde muchas otras organizaciones fracasaron antes?
De entrada, debemos entender que el proceso de expansión de Tren de Aragua no es un fenómeno exclusivo de México, sino que dicha organización ha logrado en un número importante de países adaptarse a entornos distintos, generando alianzas con organizaciones locales en buena parte de América y ha comenzado su ingreso a Europa.
Basta recordar que Tren de Aragua nació hace apenas 15 años, en 2009, en la cárcel de Tocorón en Aragua Venezuela, una región cercana a la capital Caracas y comenzó su proceso de internacionalización en 2017, de modo que en los últimos siete años pasó de ser una banda regional de Venezuela, a una organización internacional con presencia en 12 países de dos continentes, en concreto en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia, Brasil, Panamá, México, Costa Rica, Estados Unidos y España.
Al respecto, existen tres grandes factores que han ayudado al proceso de expansión de Tren de Aragua a nivel internacional y en especial en México, mismos que se desarrollan a continuación:
El primero de ellos es el incremento acelerado de la migración de venezolanos a los diferentes países de América y Europa, ya que se generan cabezas de playa naturales, en donde al haber venezolanos que ya conocen y temen a la organización, la misma los amenaza para conseguir rentas tanto de quienes se encuentran en tránsito, como de los ya establecidos en estos países.
De forma que la diáspora venezolana, que ha incrementado su número en los últimos años, ofrece un piso mínimo de ingresos, que permite al Tren de Aragua expandir sus actividades primero con la población de origen venezolano y luego con los locales de estos países.
Solo para dimensionar el crecimiento de la diáspora venezolana, de acuerdo con cifras de ACNUR, en los últimos 10 años un total de 7.7 millones de venezolanos salieron de su país para instalarse en otro, lo cual implica la existencia redes de apoyo a la migración, muchas de ellas conformadas por organizaciones de la sociedad civil, pero también de redes ilegales que se aprovechan de los migrantes y los ven como un negocio, en donde por supuesto interviene Tren de Aragua.
En el caso de México, este incremento de la población venezolana es palpable, ya que de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda del INEGI, en el 2000 residían en México solamente 2,823 venezolanos, pero para el 2010 dicha cifra se había triplicado al llegar a 10,067 personas con dicha nacionalidad y en el 2020 se contaba con 5 veces más personas procedentes de Venezuela con 52,948. Aunque estas cifras no reflejan toda la población de dicho país residente en México, ya que para 2023 la Plataforma Regional de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, que administra ACNUR, tenía registro de 113 mil venezolanos en México.
Estos procesos de surgimiento de organizaciones criminales que van ligadas a flujos migratorios no es nueva, las mafias de origen italiano crecieron en Estados Unidos en el siglo XIX, de la mano de la migración proveniente del sur de Italia. Europa Occidental experimentó el arribo de células mafiosas de Serbia, Albania y Kosovo a partir de la Guerra de los Balcanes y, de igual forma, la Mara Salvatrucha nació en prisiones de California, después del éxodo de miles de salvadoreños en la década de los 80, derivado de la guerra civil en dicho país.
Por ello, al ser Venezuela el país de América Latina que más contribuye a incrementar los flujos migratorios, no resulta extraño que una organización criminal venezolana esté encontrando las condiciones para expandir sus operaciones en los países en donde viven sus connacionales.
El segundo factor es que han podido generar un diferenciador en un mercado ilegal altamente rentable, como lo es el tráfico de mujeres venezolanas y de otras nacionalidades con fines de explotación sexual, que al controlarlo les ha permitido establecer alianzas mutuamente benéficas con otras organizaciones criminales locales de diferentes países, incluidas evidentemente las mexicanas.
En México han establecido alianzas con organizaciones como el Cártel Jalisco Nueva Generación, en diferentes puntos del país y con la Línea y la Empresa ligadas al Cártel de Juárez en Chihuahua. Estas organizaciones ya participaban en el control de la prostitución en diferentes ciudades y en el tráfico de personas con fines de explotación sexual, pero en ninguno de los casos se trata de su actividad más rentable, sino que constituye una fuente secundaria de ingresos, en donde Tren de Aragua sumó un elemento que le permite que lo vean como aliado, en lugar de competidor.
Por ejemplo, en Ciudad de México hay una importante presencia de células ligadas al Cártel Jalisco Nueva Generación, algunas de las cuales han participado en el negocio de la prostitución, pero en dicho mercado quienes tienen una mejor posición es la Unión Tepito, una organización rival. Por ende, al entrar Tren de Aragua a la ecuación y ofrecer el arribo de mujeres venezolanas y de otras nacionalidades, que han participado en concursos o academias de belleza, el CJNG refuerza su posición en el negocio, comparte beneficios, pero sube su cuota de mercado, ambas organizaciones se ven beneficiadas y le roban ingresos a la Unión Tepito.
Este modelo se ha repetido en otras latitudes, ya que Tren de Aragua se ha vuelto un actor importante en el control de la prostitución en ciudades como Lima Perú, Bogotá Colombia o Santiago de Chile, siguiendo un modelo muy similar al implementado en Ciudad de México o en Ciudad Juárez, que también están impulsando en la zona turística de Quintana Roo. Aportan un elemento diferenciador a un mercado ilegal que los vuelve atractivos como socios.
En Venezuela Tren de Aragua cuenta con una red de reclutadores y reclutadoras en campo, que acuden a concursos de belleza por todo el país y le ofrecen a las jóvenes la oportunidad de viajar a otros países, incluso les pagan operaciones estéticas, en donde ellas se comprometen a trabajar para la organización hasta saldar los gastos erogados por la misma, sin embargo, rara vez la banda cumple su promesa y las mujeres continúan siendo explotadas, aún después de que se ha cubierto con creces el costo de su traslado o de las operaciones.
Esto no quiere decir que la prostitución y el tráfico de personas con fines de explotación sexual sean las únicas actividades delictivas en las que participan los miembros de Tren de Aragua, por el contrario, es una organización que tiene intervención en la venta de drogas al menudeo, narcotráfico a gran escala, extorsión, robo, asesinatos a sueldo, secuestro, minería ilegal, tráfico de personas, tráfico de armas, piratería, cobro de piso en prisiones, lavado de activos y muchas otras actividades delictivas.
Sin embargo, la prostitución constituye su vía de entrada a nuevas regiones, es decir, el negocio ancla con el que ganan la confianza de los actores locales y posteriormente les comienzan a ofrecer otros servicios, por ejemplo, Gilberto Loya, secretario de Seguridad Pública de Chihuahua, declaró que una de las líneas de investigación en el asesinato de Luis Olivas, oficial del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez, es que el mismo haya sido perpetrado por sicarios del Tren de Aragua , lo que denota una intervención de dicha organización en el mercado de ejecuciones a sueldo.
Un tercer y último factor, es que debido a que Tren de Aragua tiene presencia en muchos países, cuenta con una alta capacidad para intermediar entre organizaciones afincadas en diferentes regiones, lo que le permite obtener beneficios de esta capacidad relacional y tener buena recepción por algunas de las organizaciones locales de los sitios en donde se instala.
Al permitir la entrada de Tren de Aragua a sus zonas de operación, algunas organizaciones locales ganan conexión con otras de mayor tamaño y de carácter internacional y las organizaciones más grandes también ganan, porque pueden llegar a más sitios con sus productos usando a los aliados de Tren de Aragua o sus redes de distribución de venezolanos, que tienen presencia en muchas ciudades de América.
Por ejemplo, a través de ellos una organización de la zona de Roraima en medio del Amazonas en Brasil, puede conectar con el Cártel Jalisco Nueva Generación, pero a su vez esta organización de gran tamaño puede tener acceso a más puntos de venta en Chile o Panamá, países en donde si bien ya tenía presencia, esta no era tan amplia.
Además, Tren de Aragua tiene presencia en varias ciudades de los Estados Unidos, lo que le permite tener una red de distribución instalada en el principal destino de la droga en el mundo, misma que puede poner al servicio de sus aliados, lo cual hace conveniente colaborar con ella.
Es por la suma de estos tres factores que el Tren de Aragua está teniendo una penetración sin precedentes en México y en otros países. En nuestro país está presente en Ciudad de México, Estado de México, Chihuahua, Quintana Roo, Tabasco, Chiapas, Baja California, Nayarit y Tamaulipas. Es decir, se han enfocado en cruces fronterizos al sur y al norte, para garantizar el control de migrantes y en ciudades con mercados de prostitución muy grandes, como la Ciudad de México y Cancún.
Lo anterior constituye un reto para nuestro país, porque se trata de un tipo de organización a la cual no habíamos enfrentado, por lo que, para su seguimiento, combate y para evitar su expansión, es importante cuidar los siguientes aspectos:
* Víctor Manuel Sánchez Valdés (@victorsanval) es profesor investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila, especialista en seguridad y doctor en políticas públicas por el CIDE. Correo de contacto: [email protected]
Escaparon en un viaje tan sorprendente como aterrador rumbo a Australia. Eran 19 jóvenes que lo dieron todo por tener una vida mejor.
La exjugadora de cricket australiana Mel Jones fue una de las tres mujeres que organizaron y financiaron el plan para que el equipo femenino de cricket de Afganistán huyera de su país en 2021 tras el regreso al poder del Talibán.
Entre las 19 jugadoras que hicieron el aterrador viaje a Australia estaba Firooza Amiri, quien temblaba de miedo cada vez que su familia era detenida en el auto en el que viajaba.
Ocho eran los puestos de control por los que tuvieron que pasar para abandonar su país de origen.
Hasta el día de hoy, Amiri no puede comprender cómo se creyeron sus excusas de que iban a asistir a una “boda familiar” y a “llevar a su madre a recibir atención médica en Pakistán”.
“Fue el mayor milagro de mi vida”, le dijo a la BBC.
Tres años y medio después, ella y su equipo pisaron el campo de juego en el Junction Oval, en Melbourne, para representar al equipo femenino de Afganistán que jugaba su primer partido.
Otro capítulo en su notable historia acababa de comenzar.
Entre quienes observaban emocionados estaba Jones, quien se encargó de conseguir visas humanitarias de emergencia, dinero y un pasaje seguro para las jugadoras y sus familias.
Teniendo en cuenta los peligrosos viajes que habían hecho, este iba a ser un día de alegría abrumadora para las jugadoras que finalmente volvían a competir en el deporte que aman.
Pero la insignia especialmente diseñada en sus uniformes, en lugar de un escudo oficial, era un gran recordatorio de que su lucha por jugar está lejos de terminar, mientras el Consejo Internacional de Cricket (ICC, por sus siglas en inglés) no las reconozca como una selección nacional.
En un nuevo documental, “El equipo olvidado de cricket”, la BBC analiza la historia del equipo hablando con las jugadoras y aquellos que desempeñaron un papel crucial en su salida de Afganistán.
Amiri estaba tomando té en casa con su abuela en agosto de 2021 cuando se enteró de que el Talibán había regresado.
“En ese momento me quedé en shock y sentí que lo perdería todo”, dijo con lágrimas en los ojos, agregando que supo de inmediato que el equipo tendría que abandonar el país.
“Mis padres vivieron la primera vez que el Talibán estuvo en Afganistán y sabían lo que les pasaría a las niñas”.
“No sabía si iba a sobrevivir. No sabía si habría una oportunidad para mí y mi familia de salir de Afganistán, no sabía si íbamos a vivir o morir”.
“Lo quemé todo, todos mis certificados, todas mis medallas. No queda nada”.
Según las leyes del Talibán, las mujeres tienen prohibido el acceso a las universidades, el deporte y los parques. También está prohibido que sus voces se escuchen fuera de sus hogares.
La compañera de equipo de Amiri, Nahida Sapan, recordó cómo llegaron a su casa buscándola.
“Mi hermano salió y uno de los miembros del Talibán le preguntó: ‘¿Sabes de una chica de cricket? Creemos que vive aquí’. Mi hermano estaba muy asustado. Yo tenía un libro de resultados de todas mis compañeras de equipo, así que me fui a casa, rompí todos los papeles y los tiré a la basura”.
Sapan, cuyo hermano trabajaba para el gobierno anterior, dijo que su familia comenzó a recibir llamadas y mensajes.
“Eran amenazas directas. Decían: ‘Las vamos a encontrar y, si las encontramos, no las dejaremos vivir. Si encontramos a alguna de ustedes, las encontraremos a todas'”.
“Estaba muy preocupada por todas las chicas del equipo. Todas necesitábamos un lugar seguro”.
Ese lugar seguro iba a venir de una fuente inesperada al otro lado del mundo.
A miles de kilómetros de distancia, Mel Jones se encontraba en cuarentena en un hotel australiano durante la pandemia de covid-19, cuando recibió un mensaje de un periodista indio que le preguntaba si había oído hablar de la situación del equipo de cricket afgano.
Las jugadoras habían pedido ayuda a la Junta de Cricket de Afganistán (ACB, por sus siglas en inglés) después de que el Talibán tomara el poder, pero no recibieron ninguna.
Estaban aterrorizadas bajo el gobierno del grupo islamista.
El periodista puso a Jones en contacto con una de las jugadoras y ella le preguntó si había algo que pudiera hacer para ayudarlas. La jugadora respondió que todas sus compañeras de equipo y el personal de apoyo debían salir de Afganistán.
Jones, quien ganó dos Copas del Mundo con Australia, revisó sus contactos y trajo a varios voluntarios a bordo, incluida su amiga Emma Staples, quien solía trabajar para Cricket Victoria, y Catherine Ordway, quien había ayudado a evacuar a las futbolistas afganas.
Creando una red de personas que podían ayudar, incluso sobre el terreno en Afganistán, organizaron visas y transporte para finalmente sacar a 120 personas del país, principalmente a Pakistán, y luego en vuelos militares a Dubái. Desde allí volaron a Melbourne y Canberra en vuelos comerciales financiados por el gobierno australiano.
“No creo que comprendiera la enormidad de lo que estábamos haciendo en ese momento”, dijo Staples. “Nos dijeron que tal vez no podríamos salvar a todos”.
“Para mí, fue como coordinar un servicio de inmigración clandestino. Tuve que completar los documentos de las visas e intentar transferir dinero a Afganistán para que las chicas compraran pasaportes”.
“Fueron seis semanas de recopilación de información de los miembros de las familias de las jugadoras, tratando de obtener identificaciones, pero solo teníamos esta hoja de cálculo con los detalles de todos”.
La comunicación con las jugadoras fue “realmente desafiante”, pero “nada que Google Translate no pudiera solucionar”, según contó Staples.
“Todo pasó tan rápido para ellas que no creo que tuvieran tiempo de pensar en lo que tuvieron que dejar atrás. No tengo dudas de que algunas de ellas están pasando por la culpa del sobreviviente”.
Jones, de 52 años, quien ahora trabaja como locutora de cricket, dijo que hubo momentos en los que no estaba claro si la misión tendría éxito. Las cosas sucedían minuto a minuto”, dijo.
“Sin sonar frívola, hubo momentos en los que parecía que estabas en una película de Jason Bourne”, contó, recordando que intentaba comentar en televisión mientras enviaba mensajes a una jugadora afgana que trataba de encontrar el auto correcto que la llevara a un lugar seguro.
“Esa fue la parte que me dio miedo, el asegurarme de que tomaran las decisiones correctas”.
Durante meses después de aterrizar en Australia, las jugadoras mantuvieron en secreto su paradero, mientras vivían en un alojamiento temporal, ya que todavía temían por su seguridad.
Los clubes de cricket locales a los que se unieron también ayudaron a proteger sus identidades.
Esperaron hasta diciembre de 2022 y luego escribieron al ICC para decirles que vivían en Australia y para plantear dos grandes preguntas: ¿qué había pasado con sus contratos con la ACB y qué había pasado con el dinero destinado a la ACB y que debería usarse en su preparación?
También solicitaron que algunos de esos fondos se redirigieran a las jugadoras en Australia.
Después de un mes, el ICC respondió que los contratos eran un asunto de la ACB y que dependía de la junta decidir cómo gastar los fondos que recibe del organismo rector mundial.
Pero como la ACB se negó a tratar con las jugadoras, el equipo se quedó con la sensación de que los organismos rectores del deporte se habían desentendido de ellas.
En junio de 2024, tras la llegada del equipo masculino de Afganistán a las semifinales del Mundial T20, las mujeres aprovecharon el momento para escribir una segunda carta al ICC.
Esta vez pidieron que se les permitiera formar un equipo internacional de refugiadas.
Dicen que nunca han recibido respuesta a esa carta.
“Es tan doloroso y tan decepcionante”, dijo Shabnam Ahsan, quien tenía solo 14 años cuando huyó de su país. “No entiendo por qué ellos [el ICC] no están haciendo nada para ayudarnos. Hemos trabajado muy duro y merecemos ayuda como cualquier otro equipo”.
El ICC le dijo a BBC Sport en un comunicado que “sigue comprometido con la situación en Afganistán, con el bienestar y las oportunidades de los jugadores como nuestra máxima prioridad”.
Su presidente, Jay Shah, añadió: “Estamos comprometidos a apoyar el desarrollo del cricket a través de la Junta de Cricket de Afganistán, al tiempo que reconocemos los desafíos que enfrenta el cricket femenino afgano, incluidas las preocupaciones de las jugadoras que viven en el exilio”.
“El ICC también está revisando ciertas comunicaciones relacionadas con el cricket femenino de Afganistán y explorando cómo se las puede apoyar dentro del marco legal y constitucional del ICC. Nuestro enfoque está en el diálogo constructivo y en soluciones viables que salvaguarden los mejores intereses de todas las jugadoras de cricket afganas”.
El día del partido en Melbourne estuvo lleno de emoción y alegría, pero aún queda una pregunta importante: ¿qué le espera al equipo?
No cuentan con financiación oficial, aunque al día siguiente del partido se puso en marcha un fondo en línea llamado “Pitch Our Future”, que pretende recaudar cerca de US$950.000 para ayudar a asegurar el futuro del equipo.
La Marylebone Cricket Club Foundation de Reino Unido también se ha comprometido a que las jugadoras de Afganistán sean las primeras beneficiarias de su nuevo Fondo Mundial de Cricket para Refugiados.
Las jugadoras aún tienen grandes sueños de jugar algún día en el escenario internacional, pero eso depende de que el ICC colabora con ellas.
Sin embargo, una cosa es segura: en un momento en el que las mujeres de Afganistán sienten que no tienen voz, este equipo no será silenciado.
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