Nadie puede decir que vapear sea bueno, pero lo que sí se puede decir es que fumar es peor y hay algunas evidencias sobre la efectividad de los cigarrillos electrónicos para dejar de fumar. Hay estudios recientes que apuntan a que podrían ser más eficaces que las terapias tradicionales de reemplazo de nicotina (como el uso de chicles o parches) y el apoyo conductual convencional.
Es verdad que se desconocen los efectos dañinos que pudiera tener el vapeo y que hay preocupaciones puesto que muchos usuarios continúan usándolos a largo plazo, lo que podría tener implicaciones para la salud. Sin embargo, no hay evidencia epidemiológica de que sus millones de usuarios estén teniendo consecuencias serias, al contrario de lo que ocurre con el tabaquismo, cuyos daños son evidentes. Entonces, cuando hablamos de que vapear sea el menor de dos males, supone uno que sería relativamente sencillo ponernos de acuerdo al menos en ese punto. Pero no ha sido así y nos encontramos ahora en México en el umbral de que se vote en el Congreso la reforma que prohíbe el vapeo en la propia Constitución de la república. Se ha pretendido incluso mezclar la prohibición del vapeo con la del fentanilo, lo que es francamente un despropósito.
Conozco colegas de probidad incuestionable que están a favor de la prohibición sobre la base de razones como las de evitar que los adolescentes hagan un puente hacia el tabaquismo y otras adicciones. Sin embargo, yo milito entre los que estamos en contra de la prohibición pues me parece que sería aberrante que tuviéramos adecuadamente regulado el tabaquismo, que es dañino, al tiempo que prohibiríamos el vapeo, que es menos dañino en el peor de los casos, además de otros otros inconvenientes.
En primer lugar, sabemos por la historia que ese tipo de prohibiciones no funcionan pues la demanda sería cubierta por mercados informales que, además, se quedarían con la rentas del Estado y brindarán productos de alto riesgo. Los casos graves informados de neumonía y trombosis cerebrales por vapeo han ocurrido precisamente por productos de mercados informales que agregan aceites y sustancias peligrosas a los líquidos de los cigarrillos electrónicos. En segundo lugar, se criminalizaría la autonomía de los usuarios, que tienen el derecho a elegir. Finalmente, podría interpretarse la prohibición como una medida ideológica no justificada por la evidencia científica, con la consecuente resistencia a otras políticas de salud.
Nuestros representantes tienen la obligación de informarse y votar sobre la base de la mejor evidencia disponible. Regular el uso de los cigarrillos electrónicos sería mejor que prohibirlos. Si no lo hacen así, la prohibición traerá consecuencias mucho peores que las que se pretende evitar.
* Alejandro E. Macías Hernández (@doctormacias) es médico internista e infectólogo. Exzar de la influenza pandémica de 2009 en México. Sistema Nacional de Investigadores (SNI) Nivel 3.
Luigi Mangione fue arrestado este lunes en una ciudad de Pensilvania, y en su mochila se encontró un arma fantasma que podría ser importante en el caso en su contra. Te explicamos por qué.
Cuando este lunes las autoridades capturaron a Luigi Mangione, un joven de 26 años sospechoso de asesinar de un disparo en Nueva York a Brian Thompson, director ejecutivo de la aseguradora UnitedHealth, encontraron entre sus pertenecías lo que se conoce como un arma fantasma.
El artefacto, que las autoridades creen que habría sido utilizado por el acusado para cometer el crimen, podría convertirse en una pieza clave en el proceso legal en su contra.
Mangione, un experto en programación, fue detenido en un McDonald’s de la ciudad de Altoona, en Pensilvania, tras ser reconocido por alguien en el restaurante.
El lunes fue acusado de asesinato y de otros cargos relacionados con la posesión ilegal de armas de fuego.
Además del arma, el presunto asesino también tenía en su mochila “varias identificaciones falsas” y un manifiesto escrito a mano de tres páginas que incluía quejas contra el sistema de salud de EE.UU.
“Estaba en posesión de una pistola fantasma que tenía la capacidad de disparar una bala de 9 mm”, dijo el lunes Joe Kenny, jefe de detectives del Departamento de Policía de Nueva York.
“Puede haber sido fabricada en una impresora 3D”, agregó.
El arma estaba cargada con seis balas de nueve milímetros. Además, la policía también encontró un silenciador, que de igual manera habría sido producido en una impresora 3D.
Para las autoridades podría ser un reto investigar el origen de la pistola.
Este tipo de armamento se conoce como armas fantasma precisamente porque, en su mayoría, son fabricadas por individuos que ensamblan las piezas en casa, por lo que pueden quedar fuera de los registros oficiales.
De acuerdo con el Buró de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos de EE.UU. (ATF, por sus siglas en inglés), las armas fantasma o armas de fabricación privada son completadas, ensambladas o producidas por cualquier persona que no sea un fabricante con licencia.
Son difíciles de rastrear porque hasta agosto de 2023 no era obligatorio colocarles un número de serie que permita seguir su rastro ni tampoco realizar una verificación de antecedentes al comprador.
En EE.UU., generalmente, los fabricantes e importadores de armamento colocan un número de serie y marcas en las armas de fuego, que identifican al fabricante o importador, marca, modelo y calibre, según explican reportes del Centro Ley Giffords para la Prevención de la Violencia con Armas.
“La investigación de delitos que involucran armas de fuego de fabricación privada no serializadas puede generar dificultades para rastrear el origen de las armas de fuego y vincularlas con delitos relacionados”, dice la página web de ATF.
Las autoridades las categorizan en diez tipos: pistola, revolver, rifle, escopeta, armazón o cajón de mecanismos, dispositivo de conversión de ametralladora, dispositivo destructivo, ametralladora, silenciador de arma de fuego y cualquier otra arma.
Elaborar un arma fantasma en EE.UU. es tan sencillo como comprar por internet un kit con las diferentes partes y herramientas.
Se han conocido incidentes en los que menores poseen este tipo de artefactos, así como personas con trastornos mentales.
Las partes con las que se fabrican no están técnicamente terminadas y requieren algunos pasos adicionales en el hogar, como perforar algunos agujeros, antes de que puedan usarse para hacer una pistola funcional.
Más de una decena de estados, incluyendo Nueva York, han establecido leyes para regularizar las armas sin número de serie, pero es difícil prevenir que se utilicen, pues sus partes pueden ser enviadas de forma individual a casi cualquier lugar.
El asesinato de Thompson renovó el escrutinio de las armas fantasma, que el gobierno de Biden trata de reglamentar para que sean consideradas de la misma manera que las armas de fuego disponibles comercialmente.
Los fabricantes de kits de armas fantasma ahora deben incluir números de serie en sus productos y realizar verificaciones de antecedentes a los compradores.
En octubre, la Corte Suprema evaluó los argumentos de este estatuto que fue retado en los tribunales, y pareció que una mayoría se inclinaba a apoyarlo.
Un fallo a favor marcaría un cambio para el grupo de nueve jueces de una supermayoría conservadora que ha sido en gran medida escéptica con las regulaciones de armas.
En cuanto a las armas en general, el presidente electo de EE.UU., Donald Trump, se ha posicionado como un firme defensor de la Segunda Enmienda, que otorga el derecho a portarlas.
A principios de este año, le dijo a la Asociación Nacional del Rifle (NRA) que era el mejor amigo del grupo.
Los expertos han calificado las armas fantasma como el problema de seguridad de armas de más rápido crecimiento en el país. Se han utilizado cada vez más en tiroteos de alto perfil.
Según cifras de la ATF, las fuerzas del orden encontraron 20.000 armas fantasma sospechosas en investigaciones criminales en 2022, un número diez veces mayor que en 2016.
Las autoridades dicen que sin números de serie en sus armazones, es prácticamente imposible rastrear a los comerciantes que venden estas armas ilegalmente a menores o a personas sin licencia.
Una exfuncionaria del gobierno estadounidense duda de que la gente cambie de opinión con el asesinato de Thompson.
“Las armas fantasma son un factor nuevo en un país muy complicado y violento”, le dijo Juliette Kayyem al programa Today de BBC Radio 4.
A EE.UU. le resulta “muy difícil” restringir las armas de fuego, añadió Kayyem, exsecretaria adjunta de política del Departamento de Seguridad Nacional.
Más de 48.000 personas murieron por armas de fuego en Estados Unidos en 2022, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
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