El pasado domingo hubo diversas manifestaciones de rechazo a la reforma al Poder Judicial, con un común denominador novedoso y esperanzador: la juventud. Las diversas concentraciones de este año y el anterior se habían caracterizado por un mayor promedio de edad de los concurrentes; ahora parece que se asoma un relevo generacional. La petición es muy simple y a la vez muy profunda: diálogo.
Los estudiantes de derecho de muchas universidades coinciden en que el dictamen de la reforma al Poder Judicial tiene muchas disposiciones que atentan contra la integridad de la impartición de justicia. Pero por el otro lado, el titular del ejecutivo, la presidenta electa y los legisladores oficialistas insisten en apurar la aprobación de su iniciativa.
Para ellos, los foros de consulta fueron suficientes para oír voces críticas; para un conjunto no menor de actores -academia, empresarios, mercados financieros, embajadas y, por supuesto, el propio Poder Judicial- no ha existido un espacio para deliberar y perfeccionar una iniciativa tan trascendente como la que hoy se somete a consideración del legislativo.
Aun cuando pueda haber coincidencia en que hay que reformar al Poder Judicial para procurar un mejor acceso a la justicia, no hay argumentos convincentes de que eso se obtenga cancelando la carrera judicial e incentivando la popularidad de los impartidores de justicia. El daño que se le haría el Poder Judicial si la iniciativa se aprueba en sus términos es estructural: la pérdida de autonomía de los juzgadores, los riesgos de captura por parte de la delincuencia, en fin, el listado de potenciales retrocesos es nutrido.
Pero además se trata de una pieza legislativa extremadamente endeble, por lo que hace a las previsiones procedimentales. Para empezar, el inicio del proceso electivo se marca con la publicación del decreto, y se le otorgan 90 días al poder legislativo para emitir las leyes secundarias que soporten la reforma. Es decir, se inicia el proceso sin ley secundaria, lo que en los hechos hace que el consejo general del INE se vuelva legislador e intérprete de la Constitución. La incertidumbre que ello genera en el desarrollo del proceso es inédita: los posibles aspirantes se inscribirían a jugar en un juego en el que aún no definen las reglas ni las faltas.
Las campañas de los aspirantes, asume el dictamen, tendrán acceso a los tiempos de radio y televisión, pero no habrá financiamiento ni público ni privado y, por supuesto, no se señala nada en materia de rendición de cuentas o fiscalización. Curioso concepto de lo que es hacer una campaña: no hay financiamiento público ni privado, la producción de los spots para los tiempos de radio y TV sale de la nada, los traslados o actos de contacto con los electores son gratuitos. Vamos. no se incurre en ningún gasto, por tanto no se rinden cuentas.
Eso sin contar con la multitud de tómbolas que habrá que operar para ir discriminando listas. El azar y la “voluntad popular” como fórmula para suplir la meritocracia de la carrera judicial. Y en el colmo del exceso legislativo, se pretende, en una reforma constitucional, plasmar lo que será el diseño de la boleta electoral. Y por supuesto que no hay inocencia, se trata de hacer explícito para el elector cuál es el poder que postula a cada uno de los aspirantes y distinguir además a los jueces o magistrados en funciones que aspiran a ser electos. La desventaja con la que concurren los aspirantes del Poder Judicial es evidente.
En fin, es frente a estos despropósitos que la iniciativa ha despertado muchas inconformidades. Por lo pronto, hoy tenemos a uno de nuestros tres poderes en rebeldía. Eso está lejos de una convivencia civilizada, es imperativo que en las próximas horas se encuentren caminos para volver a la normalidad.
* Rodrigo Morales M. (@rodmoralmanz) fue consejero electoral en el Instituto Electoral del Distrito Federal y en el Instituto Federal Electoral. Actualmente es consultor internacional en materia electoral.
Los juegos Paralímpicos comienzan este 28 de agosto en París con la presencia de cerca 4.400 atletas que competirán en 22 deportes.
Este miércoles comenzaron los Juegos Paralímpicos en París 2024.
Como viene ocurriendo desde Seúl 1988 (aunque los Paralímpicos existen desde 1960), los 4.400 deportistas paralímpicos usarán las instalaciones que hasta el pasado 11 de agosto fueron escenario de los Juegos Olímpicos de París 2024.
Serán 10 días en los que deportistas de 185 países se reunirán para disputar cerca de 540 eventos donde se entregarán medallas.
Una de las principales características de los Juegos Paralímpicos es que cada deporte tiene una clasificación de discapacidad, por lo que es posible que en un mismo evento se adjudiquen varias medallas.
Muchas más que en los Olímpicos: en estos hay 329 eventos en 32 deportes que entregan preseas, mientras que en los Paralímpicos esa cifra es de 549 eventos con premiación en 22 deportes distintos.
Por ejemplo, en natación hay una clasificación de 1-10 que agrupa las discapacidades físicas, de 11-13 para los niveles de discapacidades visuales y la 14 que tiene que ver con la discapacidad intelectual.
Otra gran diferencia son los símbolos: mientras que los Olímpicos están representando por los cinco famosos anillos, los Paralímpicos se asocian con las cinco “medialunas” o “agitos” (que proviene del latín “me muevo”) de tres colores: rojo, azul y verde.
Y otra de las grandes diferencias entre estos dos grandes eventos son los deportes que se practican.
Aunque la mayoría de las disciplinas paralímpicas tiene una versión homóloga en los Olímpicos, hay dos deportes que son exclusivos de los Juegos Paralímpicos: el boccia y el golbol.
En italiano “boccia” significa bola.
Y para este deporte la bola es fundamental.
Tiene sus orígenes en un popular juego que se practica en varios países europeos. En Italia se lo conoce como “boccia” y en España y Francia hay variaciones conocidas como “bochas” o “petancas”.
La disciplina paralímpica, que existe desde 1984, se disputa en un campo cubierto que no tiene más de 12 metros por seis, donde se puede competir de forma individual, por parejas o en equipos de tres personas.
El objetivo del juego es, como lo señala la organización de los Paralímpicos, “lanzar o hacer rodar estas bolas lo más cerca posible de otra pequeña bola llamada “diana’”.
Los jugadores pueden utilizar las manos. Al ser un juego táctico, donde no importa tanto la fuerza o la distancia sino la estrategia, los deportistas pueden pedir la ayuda de una persona para lanzar la pelota.
Los encuentros se dividen en cuatro mangas o partidas cuando es individual o en parejas y seis cuando es por equipos.
Una de las cualidades del “boccia” es que permite a personas con discapacidad grave participar en la mayor competencia deportiva.
El británico David John Smith ha ganado el oro en Río 2016 y Tokio 2020 y es considerado una de las leyendas de este deporte.
Puedes leer: Lista de atletas que conforman la delegación mexicana en Juegos Paralímpicos París 2024
Después de la II Guerra Mundial, centenares de soldados quedaron con problemas de visión como secuela del conflicto.
Hacia 1946, el austríaco Hans Lorenzen y el alemán Sepp Reindle diseñaron un juego con la idea de rehabilitar a estos veteranos de guerra.
De allí nació el “goalball” o “golbol”, un deporte que consiste en dos equipos de tres integrantes cada uno que defienden un arco que mide unos nueve metros de largo.
La idea es evitar que una pelota -que lleva un cascabel o campanas en su interior- entre dentro de ese arco y se convierta en una anotación.
Todos los jugadores tienen los ojos cubiertos (para estandarizar la competencia y evitar ventajas) y la idea es utilizar todo el cuerpo para cubrir la portería.
El golbol consiste en tratar de anotar con una pelota dentro de un arco que mide nueve metros y que está protegido por tres rivales.
Es un deporte de alta exigencia física, ya que los jugadores más entrenados pueden llegar a lanzar la pelota a una velocidad de 70 km/h.
A raíz de su popularidad, en los Paralímpicos de 1976 fue incluido como deporte de exhibición y en los Juegos de 1980 comenzó a dar medallas.
En los Paralímpicos de Tokio 2020 la medalla de oro fue para el equipo de Brasil en masculino y Turquía, que ya había ganado en Río 2016, en femenino.
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