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De perdones y de olvidos
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De perdones y de olvidos

Lo que no podemos ni debemos olvidar es que si bien los tlaxcaltecas se aliaron con las tropas europeas para liberarse del yugo mexica, no lo hicieron a sabiendas de que por medio iba su propia inmolación. España tiene que pedir perdón, pero México tiene que aceptar que no lo dé (hasta ahora).
14 de octubre, 2024
Por: Diego Gómez Pickering

El 12 de octubre es un día que marca la geografía de América desde que hace más de medio milenio Cristóbal Colón recalara en una isla del actual archipiélago de las Bahamas, reescribiendo la historia del continente y del mundo entero. Han pasado más de cinco siglos desde entonces y la fecha y lo que implica siguen causando, con justa razón, enardecidos debates a uno y otro lado del Atlántico, que, en su momento, unió a sus orillas y que hoy parece empeñarse en separarlas. Es una fecha que dista mucho de quedar en el olvido.

“Cuando un mejicano [sic] viaja a España, no va, sino vuelve”, escribía hace algunos días en su cuenta de la red social otrora conocida como Twitter la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Ayuso, connotada política de derechas que en su país despierta tantas pasiones como recibe injurias. Lo hacía en ocasión de un evento en la Casa de México en la capital española para dar inicio al calendario de actividades culturales y empresariales con las que nuestro país protagoniza, como invitado, las fiestas de la Hispanidad. Un eufemismo con el que desde hace algunas décadas se hace referencia al 12 de octubre, en tanto fiesta nacional española, que apareció tras la oxidación del término “Encuentro de dos mundos”, que, a su vez, en 1992, sustituyó al Descubrimiento de América y al Día de la Raza. Ambos dos, afortunadamente, caídos en desuso y cada vez más cerca del dominio del olvido.

“México es grande gracias a sus pueblos originarios, de ahí viene la grandeza cultural de nuestro país. El día de hoy no se descubrió América, América ya existía”, declaraba el mero 12 de octubre la primera presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, en un acto oficial para anunciar programas sociales en beneficio de mujeres sexagenarias que tuvo lugar en la explanada municipal de Ciudad Nezahualcóyotl, en el Estado de México. Días antes, justificaba ante cuestionamientos de los medios de comunicación la decisión de su gobierno de no girar una invitación al jefe de Estado español, el rey Felipe VI, en tanto la Casa Real no se disculpase por la Conquista, amén de haberlo hecho al gobierno peninsular en turno. Algo que, en lenguaje diplomático, no tiene perdón.

Más allá de filias y fobias, del lugar en el que uno decida ubicarse dentro el espectro político, o se exima de hacerlo, y del continente al que se llame hogar, es indispensable aceptar que tanto en las declaraciones de la política ibérica como en las de la presidenta mexicana cabe algo de razón. Cierto es que el mexicano que llega a España vuelve, de cierta forma, a su país, como lo es también que el español que viene a México llega, de alguna manera, a casa. A uno y a otro sorprenden las innumerables similitudes hilvanadas por la misma lengua y una cultura que mama, en muchos sentidos, de las mismas fuentes.  Aunque cierto es también que el desembarco de los españoles en Mesoamérica, a la vera del camino andado por Colón, distó mucho del embelesamiento con el que tiende a narrársele desde la distancia histórica que, sin llamarlo ya descubrimiento, lo envuelve de forma eufemística en el manto de la Hispanidad.

Ni olvido ni perdón a quienes argumentan que es cuestión zanjada, que es cosa del pasado, discutida y arreglada, que no tiene España en sus pendientes el reconocimiento de su ominoso historial como imperio fraguado con el usufructo de las riquezas venidas del otro lado del mar, el comercio de esclavos africanos y la desarticulación forzada del mundo y la cosmovisión indígenas. Ni olvido ni perdón a quienes niegan que parte indisociable de la identidad de los países americanos está directamente vinculada a lo que hace más de 500 años trajeron consigo los españoles y que hoy forma parte ineludible de mexicanos, cubanos, argentinos, venezolanos o peruanos. Lo que no podemos ni debemos olvidar es que si bien los tlaxcaltecas se aliaron con las tropas europeas para liberarse del yugo mexica, no lo hicieron a sabiendas de que por medio iba su propia inmolación. Lo que tendríamos que perdonar es la incapacidad intelectual de percibir los grises en una narrativa de negros y blancos, la torpeza histórica de leer los acontecimientos de hace medio milenio con una lupa de dioptrías del siglo XXI y la innecesaria costumbre de pedirle peras al olmo.

España tiene que pedir perdón, pero México tiene que aceptar que no lo dé (hasta ahora).

* Diego Gómez Pickering (@gomezpickering) es escritor, periodista y diplomático mexicano. Su libro más reciente es “África, radiografía de un continente” (Taurus, 2023).

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Imagen BBC
El misterio de los pequeños puntos rojos en el espacio que desconcierta a astrónomos
6 minutos de lectura

Unos objetos astrofísicos que se formaron en las primeras etapas del universo han generado un debate entre los científicos que tratan de entender qué son y cómo se crearon.

30 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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El poder del telescopio espacial James Webb fue puesto a prueba hace poco y dio con unos resultados que han desconcertado a los científicos.

Detectaron indicios de unos objetos que se formaron hace unos 12.000 millones de años, relativamente muy poco después del Big Bang, que ocurrió hace 13.800 millones de años.

Se trata de unos objetos que antes no habían sido detectados y que desafían lo que la ciencia sabe de cómo se conforman las galaxias.

Debido a su brillo en el espectro rojo de los instrumentos con los que se miran, los astrónomos los llamaron “pequeños puntos rojos”. Pero definir qué son ha despertado un debate entre los científicos.

Y es que por sus características, pareciera que son unas pequeñas galaxias, de un 3% del tamaño de la Vía Láctea, pero que contienen miles de millones de estrellas.

También podría tratarse de unas galaxias que albergan grandes agujeros negros, con una formación que no había sido vista en las galaxias más cercanas que se conocen hasta ahora.

Todo depende de cómo estos objetos astrofísicos sean observados.

Algunos expertos incluso han comparado su cambio de apariencia con los pulpos imitadores, una especie que puede adoptar el color y forma de otros animales marinos para camuflarse.

Son unos “maestros del disfraz”, como dice el astrofísico Fabio Pacucci, del Instituto Smithsoniano de EE.UU.

Cambio de apariencia

Los pequeños puntos rojos “provienen de distancias tan lejanas que se ven muy débiles”, explica a BBC Mundo el astrónomo Mario Hamuy, profesor de la Universidad de Chile.

“Tienen tamaños típicos de unos 3.000 años luz de diámetro, un 3% del diámetro de la Vía Láctea, por ejemplo, y tienen un color muy rojo, lo que se debe a que la luz que emiten ha sido fuertemente enrojecida por la presencia de granos de polvo en su entorno”, agrega.

Imágenes de los pequeños puntos rojos detectados por el James Webb
Los pequeños puntos rojos son analizados mediante el espectro de luces generado en las observaciones del James Webb. Foto: JWST/NIRSpec

A diferencia de los telescopios de uso doméstico, los grandes observatorios como el James Webb pueden percibir luz de objetos muy lejanos en el universo. Las señales de energía que reciben pueden ser captadas en distintas frecuencias, que se analizan en espectros.

Cuando el James Webb se enfocó en los puntos más lejanos del universo, se encontró con estas señales de los “pequeños puntos rojos”, que tenían características de objetos astrofísicos diferentes a los vistos antes.

Dependiendo de cómo se les vea en el espectro, tienen una de las dos características que dividen a los científicos.

“Todos las fuentes de luz en el universo cambian de apariencia cuando uno las observa en distintas ventanas del espectro electromagnético. De la misma manera que si tomas una imagen de tu mano en rayos X o en luz óptica. En el primer caso verás los huesos de la mano y en el segundo verás la piel”, explica Hamuy.

“Los pequeños puntos rojos no son la excepción. Según qué ventana del espectro utilices, verás distintas regiones internas del objeto”, añade.

Como otros objetos del universo temprano, estos puntos existieron hace miles de millones de años y telescopios como el James Webb están detectando la luz que viajó desde entonces por el espacio.

Así es como los científicos vieron en estos pequeños puntos rojos características como las de una galaxia que alberga millones de estrellas con uno de los análisis del espectro, pero con otro una galaxia con un agujero negro supermasivo.

Infografía sobre el James Webb
BBC

No vemos este tipo de galaxias en nuestro universo cercano. Entonces fue algo que surgió en esa época temprana, que duraron por cierta cantidad de tiempo y que ahora no vemos”, explica a BBC Mundo la astrofísica Begoña Vila, una ingeniera de instrumentos de la NASA.

“En cuanto se empezaron a observar, al principio se pensaba que eran otro tipo de objeto. Pero ahora se sabe que son galaxias y es súper emocionante para todos”, añade.

Dado lo diferente que son estos objetos del universo temprano y por ser “maestros del disfraz”, están desafiando los modelos que los científicos han construido para explicar el origen de las galaxias.

Repesar lo que se sabe

Una parte de lo sorprendente de estos objetos, explica Vila, es que no se sabe cómo podrían tener tantas estrellas —un número quizás similar a las que alberga la Vía Láctea— en un espacio tan pequeño, astronómicamente hablando.

“Cómo se formaron tantas estrellas tan rápido es una duda”, dice.

Pacucci explica que en estas galaxias habría tantas estrellas en un espacio tan pequeño que es como si toda la población de China fuera colocada en una habitación.

Esto lleva a que se cuestione si los modelos que tienen los científicos para explicar la formación y composición de galaxias en las etapas tempranas de formación del universo son las correctas.

“Los modelos que existen sobre la formación de galaxias por ahora explican muy bien lo que tenemos a nuestro alrededor, las galaxias cercanas, pero ya están indicando que necesitan modificaciones para este universo temprano, para estas galaxias”, sostiene Vela.

La galaxia JADES-GS-z14-0 detectada por el telescopio James Webb
Galaxias primarias, como la JADES-GS-z14-0, están aportando información novedosa sobre la formación del universo. Se espera que los puntos rojos también lo hagan. Foto: NASA/ESA/CSA/STSCI/BRANT ROBERTSON ET AL

De igual manera, si los pequeños puntos rojos son en realidad unas galaxias que albergan un agujero negro supermasivo, la comprensión que tienen los científicos sobre cómo se forman tendría que ser repensada. Aunque no a un nivel que cambie las grandes teorías, aclara Vila.

“(En un principio) parecía que se había roto la cosmología y se pensaba que había que cambiarla. Pero no fue así. El Big Bang sigue perfecto, no hay problemas”, dice la experta de la NASA.

“Lo que pasa es que los modelos que se tenían hasta ahora estaban basados en los datos que conocíamos y reflejaban lo que conocemos hasta ahora. Pero claramente este universo temprano tiene sorpresas y eso es para lo que Webb se diseñó”.

¿Qué sigue entonces?

Desde que se identificaron los pequeños puntos rojos en el espacio y se encontraron con su cambio de apariencia llamativo, los científicos han continuado sus estudios con nuevos modelos e instrumentos para observarlos y tratar de entender de qué se trata.

Se espera que en los próximos años, los investigadores puedan tener una teoría que pueda explicar qué son y cómo se formaron.

Para Vila, tal vez la respuesta más adecuada no es definir si son galaxias con millones de estrellas o agujeros negros supermasivos: “Puede ser un poquito de ambas teorías”.

Pero también esto permitirá a los científicos conocer más sobre la formación del universo desde etapas que, hasta antes de la puesta en marcha del telescopio espacial James Webb, se tenían menos datos.

“Lo más sorprendente es que los pequeños puntos rojos son muy abundantes. Si se tratara de galaxias activas, excederían en un factor 10 a los cuásares [galaxias muy pesadas] detectados por métodos tradicionales”, opina Hamuy.

Y agrega: “En cualquier escenario, los pequeños puntos rojos resultan cruciales para comprender la formación temprana de las galaxias“.

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BBC

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