Mujeres que no necesitan ser salvadas: su creciente participación en el crimen organizado en México

 – ¿Qué les ha aprendido a las mujeres?

– A ser más fuertes, a salir adelante. A que lloramos, claro, como todos; pero, nos levantamos y seguimos adelante. Que ninguna situación, ninguna circunstancia —por más fuerte que sea, más dura que sea— nos va a tirar. Al contrario, sí, nos quedamos un rato tiradas, llorando; pero, después, nos levantamos y nos volvemos más fuertes y a seguir adelante.

El crimen organizado tiene cara de hombre y su estudio es en masculino. Su representación popular, más allá de las drogas o las armas, suele incluir la imagen de uno o varios hombres ejerciendo violencia. Así, las mujeres parecen ausentes en tal imaginario. A contraluz de estas narrativas, en las últimas dos décadas distintas académicas han registrado un cambio cuantitativo y cualitativo en la presencia de las mujeres en el crimen organizado. 1 El número de mujeres que participa en el mundo criminal ha incrementado y al mismo tiempo, los papeles que desempeñan son cada vez más protagónicos y diversos. En este contexto, cabe preguntarse: ¿qué explica la creciente participación de las mujeres dentro del crimen organizado en México? Como hipótesis, ha habido un cambio en el poder unirse al crimen organizado, la oferta —un aumento del reclutamiento femenino por parte de organizaciones criminales— y también en las motivaciones detrás del querer hacerlo, la demanda —el contexto social ha posicionado al crimen organizado cada vez más atractivo.

Existen distintas variables para explicar el aumento en la participación femenina desde la perspectiva exógena. En primer lugar, el objetivo de los grupos criminales de monopolizar mercados ilícitos puede conducir a esfuerzos de reclutamiento de mujeres a sus filas con el fin de compensar las pérdidas de vida —masculinas en su mayoría— derivadas de conflictos con el Estado o con otros grupos. Así, debido a la captura o muerte de miembros de estos grupos, se ha abierto la oportunidad para que las mujeres ocupen roles que antes estaban reservados para hombres. 2

En complemento a lo anterior, la diversificación de las actividades del crimen organizado ha creado más oportunidades para que las mujeres se involucren en distintas posiciones. 3 Por ejemplo, como resultado de la diversificación, las redes de tráfico de personas han tenido un crecimiento desorbitante en las últimas dos décadas y son estas quienes reclutan desproporcionadamente mujeres. Lo anterior debido a que requieren del establecimiento de lazos de confianza en los que principalmente participan mujeres, quienes, a su vez, eventualmente apoyan a las nuevas reclutas en su ascenso en la red criminal. Como resultado, las organizaciones criminales que inicialmente incorporan mujeres reclutarán, de manera subsecuente, a un mayor número de mujeres. 4

– ‪Entonces, eso: yo creo que al grupo de muchachos que eran tres, pues, se sorprenden, ¿no? De que una mujer esté manejando y, y luego, sí que, yo creo que, yo sentí que se disfrazaba un poco más el que —el que no fuera un hombre quien se subiera—, ¿no? Se disfraza más siendo mujer.

– ¿Por qué?

– Usted era la cara del negocio.

¿Qué hay de la demanda, de la voluntad de querer unirse al crimen organizado? Evidencia arroja que el número de grupos armados ilegales se duplicó entre 2010 y 2020, hasta alcanzar unos 200. 6 Es innegable que la presencia del crimen organizado ha permeado las estructuras sociales y políticas del país. Por lo que también existe una mayor necesidad de protección de parte de la sociedad. Las mujeres que han sido objeto de violencia pueden encontrar motivación para su involucramiento en estrategias de intimidad para obtener protección y recursos, lo que sugiere un aumento en su participación activa en un contexto de aumento de violencia paralelo. Aunque es necesario aclarar que esta violencia no necesariamente tiene que ser derivada del crimen organizado, sino que puede ser perpetuada por una diversidad de actores. Por eso, las mujeres buscan unirse al crimen organizado no solo como protección de este, sino también como protección de los distintos factores violentos en sus vidas. Protección —y venganza— de un padre violento, de una pareja abusadora, pandillas extorsionadoras, familias abusivas. La lista es larga. Es así como el crimen organizado surge como un espacio de protección, seguridad, respaldo y reconocimiento en una sociedad marcada por la injusticia sistémica. Toña, quien era sicaria y se dedicaba a transportar drogas a Estados Unidos, refiere su experiencia.

– ¿A usted le gustó este trabajo?

– Sí.

– A usted la hace sentir así como…

– Libre, porque, pues, siempre estuve encerrada en mi casa, con golpes y todo. Entonces, ahora puedo decidir por mí. Sé que tengo quien me respalde por ese lado y que atrás de mí van otras personas, y no me van a dejar sola. Porque te tratan bien, o sea, lo que no tuve con mi familia, lo tuve con él (su patrón), de que me apoyó en muchas cosas.

– Si usted pudiera volver el tiempo atrás, ¿dejaría de hacer algo de lo que hizo y que ahora la tiene aquí?

– No, no me arrepiento de nada.

– ¿De nada?

– De nada. No me arrepiento de nada. Sí. Gracias a Dios, él no me deja (su patrón) ni me dejará. Como siempre lo hemos dicho, él y yo: “Hasta donde tope la moto”. Estoy con él y él está conmigo.

De la misma manera, Amada era novia de un narcotraficante importante en su comunidad y le ayudaba en aspectos de transporte y venta de droga.

– A mí, allá en el pueblo me respetaban, nadie me faltaba el respeto, ¡eh! “A ella no se le cobra, todo se le da gratis”. Que si quiero ropa: “Ven y cómprala”. Los taxistas estaban a disposición a la hora que yo fuera, “tienes que ir por ella, porque tienes que ir, ¿eh?”.

– ¿Cómo se sentía usted?

– No, pues ¡halagada!, ¿no? Reina.

– ¿Y la gente le tenía miedo incluso, no?

– Sí, sí, la gente me tenía mucho miedo.

Sumado a lo anterior, la emergencia de la narcocultura como fenómeno social y cultural ha reconfigurado al crimen organizado en los territorios en los que opera. La academia plantea que el narcomundo puede ser entendido como un escenario donde existen lugares de lucha y resignificación de lo femenino, lo que implica la posibilidad de reestructurar identidades femeninas y adoptar nuevos patrones de comportamiento. 7 Buchona es un término que se popularizó por primera vez en el estado de Sinaloa. 8 No obstante, si en sus inicios se refería a la novia de un narco, en los últimos 20 años el término ha adquirido significados adicionales, expandiéndose para incluir a mujeres que están vinculadas o tienen papeles activos en los grupos criminales. Las buchonas representan una nueva construcción del crimen organizado, “el narco ha salido del armario, es una nueva clase social”. 9 Las mujeres utilizan su capital erótico como un activo personal en un contexto de meritocracia, donde la mercantilización de la feminidad les brinda oportunidades de ascenso social y aumento de capital, en donde las mujeres en estos círculos deben mantener una vocación permanente hacia su belleza, desafiando estereotipos de sumisión y utilizando sus subjetividades capitalistas para ascender socialmente a través de la venta de su cuerpo y feminidad. Amada relata su día a día.

– Porque me cuidaba mucho, bastante. Nada de un gordito acá, nada de una lonja, ¡no! Tienes que estar plana. Yo, diario, dos horas al gimnasio, dos horas. Pantalones entubados y ombligueras, zapatillas, pelo planchado y pestañas, bien arreglada. Yo diario andaba arreglada, diario.

– Entonces, a usted su tratamiento y todo esto se lo pagaban ellos, para que usted estuviera…

– Sí. Mi vida fue una vida de película, una vida de serie, una vida de buchona.

Verónica también cuenta su experiencia al utilizar su cuerpo y ciertas técnicas femeninas para sacar ventaja a la hora de delinquir.

– Y tenía ese plus, digámoslo así, de que a los sitios donde iba, siempre llamaba la atención por algo, porque bailaba, por mi forma de, de ser tan extrovertida; entonces siempre había quien me invitara; entonces ya lo empecé a hacer, como se dice, con alevosía y ventaja, porque nunca pude —puedo decir que, en esos días hubo, digámoslo así, esa expresión de “fui ingenua o no supe”—. ¡No! Sí, sabía cómo hacer que me, que me, eso se llamaba manipular, ¿no? Aprendí a chorear a los hombres para obtener dinero.

– Usted manipulaba.

– Ajá, manipulaba. Yo vivía de mi cuerpo.

Desde una perspectiva feminista, el poder de estas feminidades trasciende la lógica mercantilista y violenta, pues las mujeres son conscientes de que su capital erótico no se limita únicamente al ámbito sexual, sino que posee un potencial para desafiar las normas convencionales en torno al placer y el erotismo. 10 La sexualidad se vuelve un instrumento de negociación.

Así, el aumento de la participación femenina no encuentra su única explicación en motivos estructurales como la desigualdad y la pobreza que orilla a las mujeres a delinquir. Existen distintas motivaciones que poco tienen que ver con la necesidad económica. Pilar, quien se dedicaba a la falsificación de documentos y a robo de transporte de carga, relata su experiencia de ingreso.

– Yo no tuve carencias, nunca tuve carencias, ¿no? Pero se me dio y, ¿por qué no? Aquí hay que tomar las cosas, yo he tenido la decisión y me he dado a la tarea de invertir tiempo para perfeccionar las cosas. Eso es ser libre, eso… somos libres. A nadie le tengo que dar cuenta de lo que aprendo.

– O sea, no puede decir: estas situaciones fueron por las carencias, por el sufrimiento que teníamos.

– No, no. Fue porque en ese momento lo viví, me enseñaron, me gustó, y a veces superas al maestro y entonces lucras, lucras. Voy a ir a traerme lo que yo quiera, porque lo puedo hacer. Me gusta, me gusta bien. Me gusta jugar mi dinero.

De la misma manera, Jimena relata su historia.

– Sí, antes delinquía porque me invitaban, y a mí me gustaba la adrenalina (carcajea). Pero no por necesidad, porque yo trabajaba. Yo empiezo a… percibir dinero… mucho dinero. Yo digo: “¡Qué bien!” (ríe). Te ciega la ambición… el egoísmo. No piensas en nadie más.

– A usted le gusta la adrenalina, ¿verdad?

– Me encanta.

Es un error asumir que la totalidad de la participación femenina en el crimen es involuntaria, forzada, orillada o coaccionada. Es caer en la revictimización. Admitir la violencia sistemática y estructural de género no significa ignorar la agencia de las mujeres. La violencia tiene un componente moral que enmarca a las mujeres como incapaces de ejercerla por cuenta propia. Reconocer la agencia femenina y la libertad de decisión de las mujeres no solo ayuda a combatir la revictimización de la que son objeto, sino que también ayuda a construir un sistema penal y de justicia con perspectiva de género, un sistema justo. Un sistema que no juzgue a las mujeres con penas más largas y severas solo por el hecho de ser mujer. Impulsar políticas equitativas en donde las personas sean juzgadas de acuerdo con el delito que cometieron y no por su género. Es esencial admitir que las mujeres también delinquen por decisión propia y merecen las mismas sentencias que sus pares masculinos, sentencias libres de juicios morales.

Que la sentencia sea por el acto, no por el género, que la balanza deje de inclinarse por el peso del prejuicio. Las mujeres también eligen, también luchan, también son.

Este artículo es parte de la tesina “Mujeres que no necesitan ser salvadas: análisis de la creciente participación de las mujeres en el crimen organizado mexicano”. Completa aquí.

1 Ivette Jiménez, “Mujeres, narco y violencia: resultados de una guerra fallida”. Colegio de Sonora, Región y Sociedad 4, no. 11 (2014): 111.

2 Sandra Ley, “Mujeres en el crimen organizado: Retos e hipótesis pendientes en el estudio de la participación de las mujeres en organizaciones criminales,” Seminario Permanente de Investigación, (Centro de Estudios de Género de El Colegio de México, 2023), 28.

3 Daniel Sansó-Rubert, “Criminalidad organizada y género. ¿Hacia una redefinición del papel de la mujer en el seno de las organizaciones criminales?”. Revista del Instituto Universitat de Investigación en Criminología y Ciencias Penales de la UV, 2010, 14.

4 Annette Hübschle, “Of bogus hunters, queenpins and mules: the varied roles of women in transnational organized crime in Southern Africa”, Trends in Organized Crime 17, 2014, 45.

5 Juan Carlos Ramírez y María Tabuenca, Camelia la texana y otras mujeres de la narcocultura. (México: Universidad Autónoma de Sinaloa, 2016), 76.

6 “El laberinto de los generales: crimen y militares en México”, International Crisis Group: Latin America Report 106, 24 mayo 2024, 34.

7 Kenya Herrera, “La cabrona aquí soy yo: cuerpos y subjetividades femeninas en la narcocultura de la frontera norte de México”, tesis para Promotion in Kulturwissenschaften, Universität Potsdam Philosophische Fakultät Institut für Romanistik, 2018, 65.

8 Carolina Miranda, “La influencer Jenny69 se llama a sí misma una ‘buchona’. Cómo un estilo inspirado en el narco llegó a dominar las redes sociales”, Los Angeles Times, 8 noviembre 2021, 2.

9 Miranda, 3.

10 Jesús Pardo, “Transformaciones estéticas: la narcocultura, la producción de valores culturales y la validación del fenómeno narco”, Calle 14: Revista de investigación en el campo del arte 13, no. 24 (2018): 406.